Existen Escuelas Iniciáticas que
consideran el divorcio como un grave error, pues según su teoría, la separación
de nuestro cónyuge significa que nos hemos superado una prueba, y por lo tanto
nos habremos generado un futuro karma que nos obligará a encontrarnos en una
futura encarnación con esa misma persona. ¿Qué hay de cierto en todo ello?
Estás en lo cierto, cuando refieres que existen Escuelas
donde se imparten enseñanzas espirituales en las que se indica a los
estudiantes, que la separación de la pareja supone generar un karma, es decir,
una lección pendiente con la persona con la que no hemos conseguido consolidar
una experiencia de relación armoniosa.
Tendríamos que dedicar un espacio mayor que el que estamos
tratando para explicar con más detalle los argumentos que defienden dicha
teoría. A pesar de no contar con este espacio, sí procuraré sintetizar los
puntos más importantes.
En primer lugar, debemos saber que el encuentro con la pareja
no es casual, sino causal, es decir, no es fruto del azar, sino que más bien
responde a una ley cósmica que determina que nos sentimos atraídos por aquello
que nos complementa. Si el alma humana se expresa en el terreno físico
manifestándose en la dualidad de los sexos, el hombre sentirá atracción por
complementarse con su opuesto para así encontrar la unidad interior.
Ahora bien, cada uno de nosotros tiene una vibración
determinada en virtud a sus logros particulares, esto es, a su evolución. De
este modo, unos se sienten atraídos por un tipo de personas y otros por otras.
Cuando llevamos esta relación al terreno particular, la
persona que ocupa nuestro opuesto y por la que nos hemos sentido atraído,
llamados a compartir nuestras vidas con ella, será la que deba completar
nuestra necesidad anímica de re-encontrarnos con la unidad perdida.
Si una vez encontrada esa persona, decidimos realizar el viaje
alquímico del re-encuentro y en un momento de ese camino, decidimos poner fin a
la relación, ocurrirá que quedaremos desorientados, al tiempo que hemos dejado
una parte de nosotros mismos desprovista de lo necesario para llevar a cabo la
integración de lo “opuesto” en nuestra conciencia.
Si el motivo de la separación resulta ser su carácter
egoísta, sin duda alguna debemos reconocer que lo que estamos haciendo es
rechazar nuestro propio egoísmo representado, proyectado, en nuestra pareja.
La vida de relación nos permite realizar esa gran labor que
supone el tomar conciencia de lo que somos interiormente. Cuando, a veces, nos
miramos en ese espejo y descubrimos un rostro deforme, lo primero que se nos
ocurre es abandonarlo, pues no podemos aceptar de ninguna de las maneras que
esa imagen corresponda a una parte de nuestro ser.
La gran prueba del matrimonio se encuentra en lo que hemos
dicho, vencernos en la parte más oscura de nuestro yo, integrando aquellos aspectos
que rechazamos y que proyectamos en nuestra pareja.
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