No es que me guste el
deporte de riesgo, ni llevar las cosas a una situación extrema, pero la vida me
enseña, que en tales situaciones, me refiero a situaciones que consideramos “dramáticas”,
todos nuestros recursos internos parecen despertar y cuando esto ocurre,
nuestra conciencia se enriquece con valores que permanecían en nuestro
interior, en espera de ser “llamados a la acción”.
En unos momentos de reflexión, me he preguntado, ¿cómo actuaría si me quedase tan sólo un día
de vida?… ¿qué cosas haría?
Tendría 24 horas,
1440 minutos, 86.400 segundos, para realizar
aquello que yo considere lo más
importante de mi vida. Es cierto que no tendría mucho tiempo para realizar
largos viajes, y emular las peripecias que protagonizaron Jack Nicholson y
Morgan Freeman en la película “Ahora o nunca”.
Tan sólo un día… Se me viene a la cabeza que podría emplearlo en pagar las deudas pendientes, las materiales y las espirituales… Las materiales tendré que dejarlas para otra ocasión, quizás para otra vida…, pues si tuviese el dinero suficiente para pagarlas en tan corto plazo de tiempo, hace tiempo que hubiesen dejado de ser deudas, pues no soy persona que le guste deber dinero a nadie…
Sin embargo, las espirituales, esas deudas son otra cosa…
Tendría que pedir perdón a todas aquellas personas a las que he ofendido, a las
que he hecho daño con mis acciones y omisiones… Tendré que citarme con todos
mis enemigos…, entre los que se encuentran también, mis falsos amigos… Si soy
capaz de no olvidarme de ninguno de ellos, si soy capaz de reunirlos a todos,
les pediré de corazón que me perdonen… Ahora comprendo que la vida, puede
resultar muy corta para dejar las cosas pendientes… y no merece la pena “irnos
a dormir” cuando el rencor y el odio se apodera de nuestro corazón desvelando
nuestros sueños.
Podría resultar interesante esa idea, sin duda mi alma
quedaría liberada del peso de la culpa que se origina tras saberse un deudor…
Sin embargo, no siento quietud, ese estado de plenitud que aflora en nuestra
mente y en nuestro corazón, cuando tenemos la plena certeza de que estamos
haciendo las cosas bien. Me falta algo…, y creo saber qué es.
Me gustaría ser agradecido… Recuerdo el refrán: “Es de bien
nacido ser agradecido”. Sí, quiero dar gracias a todos los seres que he
conocido… A mis amigos y a mis enemigos… A mis seres queridos, a los que me siento unido por lazos de sangre
y a los que me unen lazos del corazón… A todos, quiero dar gracias a Todos,
también a aquellos con los que no he tenido el gusto de conocer personalmente,
pero que sus palabras, sus gestos, sus experiencias, han aportado contenido a
mi vida… A todos quiero dar gracias por
lo que me han dado…
Podría poner fin a mi búsqueda… sentir gratitud por todo
cuanto me ha sido dado, parece haber colmado mis necesidades. Habría sabido vivir
esa hora, esos minutos, esos segundos, con total plenitud… Sin embargo, algo ha
ocurrido en mi vida en el día de hoy, que me ha hecho ver una nueva perspectiva…
Me gustaría ser agradecido… Sí, mi propuesta sigue siendo la
misma, pero la orientación de mi gratitud será diferente… Quiero dar gracias a
Todos, sí a mis amigos y enemigos, a mis seres queridos y también a los que no
he tenido el placer de conocer personalmente. A todos quiero dar gracias, pero
no por lo que me han dado, sino por haberme ofrecido la oportunidad de dar…
Quiero agradecerte a tí…, que me des la oportunidad de
compartir estas líneas contigo…
La hora, los minutos, los segundo, se han agotado y el día
toca a su fin…, no importa, pues se que vendrán otros días y que podré gozar de la
oportunidad de vivir cada hora, cada minuto, cada segundo, como si fuesen mi
último día: GRACIAS.
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