Podríamos aplicar lo anteriormente descrito, para conocer cuál
es el principal papel que desempeñan los huesos en ese gran organismo, que es
el cuerpo humano.
El cuerpo, gracias al sistema óseo logra mantenerse erguido,
al tiempo que le permite realizar todas las acciones que requieren del
movimiento, la destreza, en definitiva, de la realización.
Cuando la parte más sólida del cuerpo sufre un trastorno, nos
está indicando que lo más sólido que habita en nuestro interior, está sirviendo
a una causa errónea.
Recuerdo una anécdota que bien enriquece este punto en
concreto. Se trata de las dolencias manifestadas por un compañero que se quejaba
de constantes molestias en las rodillas. El, me contaba que tenía muchas
dificultades para ponerse de rodillas. Cuando analizamos la situación
descubrimos que durante mucho tiempo, él, se había entregado a la defensa de
unos principios que defendió celosamente. Al pasar el tiempo descubrió que
todos aquellos años había servido a una causa equivocada.
Pues bien, durante el tiempo que estuvo
"postrándose" ante unos principios erróneos, las dolencias no le
abandonaron. Sin embargo, todo cambió a raíz que experimentó el cambio de
conciencia. Desde ese momento, empezó a mejorar, el abandono de sus rigideces
aportó flexibilidad a sus rodillas.
Cuando son los huesos los que nos fallan, debemos plantearnos
si en verdad existe solidez en nuestros principios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario