LECCIÓN 326
He de ser por siempre un Efecto de Dios.
1. Padre, fui creado en Tu Mente, como un Pensamiento santo que nunca abandonó su hogar. 2He de ser por siempre Tu Efecto, y Tú por siempre y para siempre, mi Causa. 3Sigo siendo tal como Tú me creaste. 4Todavía me encuentro allí donde me pusiste. 5Y todos Tus atributos se encuentran en mí, pues Tu Voluntad fue tener un Hijo tan semejante a su Causa, que Causa y Efecto fuesen indistinguibles. 6Que tome conciencia de que soy un Efecto Tuyo y de que, por consiguiente, poseo el mismo poder de crear que Tú. 7Y así como es en el Cielo, sea en la tierra. 8Sigo Tu plan aquí, y sé que al final congregarás a todos Tus Efectos en el plácido Remanso de Tu Amor, donde la tierra desaparecerá y todos los pensamientos separados se unirán llenos de gloria como el Hijo de Dios.
2. Veamos hoy la tierra desaparecer, al principio transformada, y después, una vez que haya sido perdonada, veámosla desvanecerse completamente en la santa Voluntad de Dios.
¿Qué me enseña esta lección?
Somos Hijos de Dios y hemos deseado ver la realidad a nuestra manera, lo que nos ha llevado a percibir erróneamente el mundo. Nuestra mente, guiada por ese deseo, ha fabricado la creencia en la separación, lo que ha originado pensamientos falsos sobre la realidad percibida.
El uso de los atributos heredados de nuestro Padre nos ha llevado a creer que lo que hemos percibido fuera de nosotros es nuestra verdadera identidad, olvidando nuestra procedencia divina.
Todo lo que hemos fabricado en el uso de nuestra capacidad divina forma parte de un sueño. En dicho sueño, formamos parte del elenco de actores a los que damos vida en él, pero no somos conscientes de que estamos soñando y de que somos el soñador.
Tomar consciencia de que hemos dado el poder de la verdad a un mundo que no lo es se convierte en el primer paso para despertar del sueño.
Mientras que permanezcamos en el sueño, podemos dar al mundo físico una función lo más cercana a la realidad, a la verdad. Esta función es la de permitirnos tomar consciencia de los efectos de nuestras acciones, es decir, conocer la calidad de las energías con las que estamos fabricando. En este sentido, podemos aprender que el Amor crea, mientras que el miedo destruye; podemos aprender que el pecado es un error y que el error podemos corregirlo. Sobre todo, podemos aprender que, al igual que nosotros somos Efecto de la Causa creadora de nuestro Padre, nuestras obras también son efectos de nuestros pensamientos y sentimientos, los cuales se convierten en la verdadera causa de todo cuanto experimentamos.
Sí, el mundo, tal y como lo percibimos, desaparecerá, pues la percepción es temporal y forma parte de nuestra mente errada. Cuando perdonemos el uso de esa mente errada, el mundo será percibido correctamente, y recordaremos que todos formamos parte de la Causa Original, de la Mente de Dios, como el Hijo de Dios.
Ejemplo-Guía: "Crear en la tierra, como en el Cielo".
En más de una ocasión, he oído opiniones que juzgan a la tierra, al mundo que percibimos, como la fuente que tiene el poder de despertar nuestras tentaciones, y siguiendo la máxima "si tu mano te hace pecar, córtatela", abogan por sacrificar todo lo que interpretan como causa de la tentación.
En esa valoración del mundo, se olvidan de algo esencial. El mundo es un efecto y no la causa. Es el efecto de un pensamiento errado; luego, si lo que queremos es no ser un esclavo de lo que nos ofrece ese mundo, lo que tenemos que hacer es cambiar la causa que nos ha llevado a percibirlo de tal manera.
Nos enseña la lección de hoy, que hemos sido creados a Semejanza de nuestro Creador y que tenemos Sus mismos atributos creadores, añadiendo que así como es en el Cielo, así sea en la tierra, es decir, tenemos la capacidad de crear en la tierra, como en el Cielo.
¿Qué significado tiene lo que hemos dicho? Tiene el profundo significado de que podemos crear en la tierra siempre que nuestra mente utilice la visión que impera en el Cielo, la visión de la Unidad. Esa visión, cuando la aplicamos en la tierra, la llamamos la Visión de Cristo, pues está basada en el Amor, la Esencia de la Unidad.
La lección nos invita a tomar consciencia de la Ley de Causa-Efecto. Si reflexionamos sobre ello, llegaremos a entender que Causa y Efecto forman una Unidad, aunque en su manifestación la percibamos de distinta manera.
La semilla y el fruto no siempre tienen la misma forma, pero ambas participan de la unidad.
En nuestra vida, podemos aplicar esta ley, lo que nos ayudará a conocernos en aquellos aspectos en los que somos resistentes a hacerlo, especialmente cuando toca cosechar efectos que no son agradables. En esas circunstancias, nos es más fácil desentendernos de la posibilidad de que hayamos sido los causantes de tal experiencia y adoptamos el papel, tan socorrido, de víctimas.
Reflexión: ¿Cómo entendemos el mensaje "Veamos hoy la tierra desaparecer"?
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