III. De las tinieblas a la luz.
El ego culpa al azar, a las circunstancias, a los demás, de su desconsuelo, de su percepción de sufrimiento y dolor. Para deshacerse de esta creencia, de estos pensamientos que emanan de su mente, proyecta sobre el mundo que le rodea toda la rabia, toda la ira, todo el miedo que lo consume con una profunda insatisfacción.
El ego no conoce la paz verdadera, pues su sistema de pensamiento está basado en el miedo, en el temor. Piensa, que la paz que añora, se encuentra fuera de él, que deben ser los demás, las circunstancias, el azar, los que le provean de esa falsa paz. El conflicto está servido bajo esa ilusoria visión. Si en su mente no hay paz, jamás la encontrará fuera.
2. El Hijo de Dios necesita ciertamente consuelo, pues no sabe lo que hace, al creer que su voluntad no es la suya. 2El Reino es suyo, y, sin embargo, vaga sin hogar. 3Aunque su hogar está en Dios se siente solo y, rodeado de hermanos, se siente sin amigos. 4¿Cómo iba a permitir Dios que esto fuese real, cuando Él no dispuso estar solo? 5Y si tu voluntad es
En el punto anterior, Jesús nos dice que el conflicto es la raíz de todos los males. Ese conflicto tiene su causa en la profunda y falsa creencia de que la voluntad del Hijo de Dios no es la Voluntad del Padre. Ya hemos visto a lo largo de las enseñanzas de este Curso, como el Hijo de Dios puede dormirse y creer que su sueño es verdad, pero jamás puede morir, pues su esencia es Eterna como la de Su Creador.
El Hijo de Dios necesita ser consolado, necesita ser guiado hacia el retorno a la verdad y, ese despertar, tan sólo se lo puede ofrecer el Espíritu Santo, es decir, cuando la corrección de la percepción falsa ilumine la Mente Una y se reconozca en la Unidad de la Filiación.
La voluntad del Hijo de Dios es Conocerse como heredero de los Atributos dispuestos por Su Creador, conocerse como un Dios Creador.
La efímera voluntad del ego no podrá evitar que la Mente Verdadera abra nuestros ojos a la luz, al entendimiento, permitiéndonos fundir nuestra olvidada voluntad a la Voluntad del Padre.
La ilusión del sueño en el que se ha sumido la consciencia del Hijo de Dios, es como una densa niebla que dificulta la Visión Verdadera. Pero cuando venga la luz y hayas dicho: “La Voluntad de Dios es, la mía”, será el instante santo en el que esa niebla se difuminará y percibiremos la grandeza de la Mente Una.
4. El camino no es arduo, pero es muy diferente. 2El tuyo es el camino del dolor, de lo cual Dios no sabe nada. 3Ése es el camino que en verdad es arduo y muy solitario. 4El miedo y la aflicción son tus invitados y moran en ti, acompañándote dondequiera que vas. 5Pero la jornada tenebrosa no es el camino que el Hijo de Dios desea recorrer. 6Camina en la luz y no veas a los siniestros compañeros, pues no son compañeros dignos del Hijo de Dios, que fue creado de la luz y en la luz. 7
La luz y el amor, proceden de Dios y Su Hijo es portador de ambos atributos.
La oscuridad y el miedo, proceden del ego y sus “creaciones” son portadores de dolor y sufrimiento.
El camino que andemos dependerá del invitado que ocupe nuestra mente. Si elegimos al Espíritu Santo, el camino nos conducirá a la paz y a la felicidad. Si elegimos al miedo, el camino nos conducirá a la tribulación y a la aflicción.
5. Dios no le oculta nada a Su Hijo, aun cuando Su Hijo quiere ocultarse a sí mismo. 2El Hijo de Dios, no obstante, no puede ocultar su gloria, pues Dios dispuso que fuese glorioso y le dio la luz que refulge en él. 3Nunca perderás el rumbo, pues Dios te guía. 4Cuando vagas sin rumbo no haces sino emprender una jornada que no es real. 5Los compañeros siniestros y el camino tenebroso, no son más que ilusiones. 6Vuélvete hacia la luz, pues la pequeña chispa que se encuentra en ti es parte de una Luz tan espléndida que te puede liberar para siempre de las tinieblas. 7Pues tu Padre es tu Creador y tú eres como Él.
Caminar en la luz, es caminar de la mano de nuestro Padre, la plena garantía de que nunca perderemos el rumbo que ha de conducirnos a nuestro verdadero Hogar.
6. Las criaturas de la luz no pueden morar en la oscuridad, pues no hay oscuridad en ellas. 2No te dejes engañar por los consoladores siniestros, ni permitas que entren en la mente del Hijo de Dios, pues no tienen cabida en Su templo. 3Cuando te sientas tentado de negar a Dios recuerda que no hay otros dioses que puedas anteponer a Él, y acepta lo que Su Voluntad dispone para ti en paz, 4pues no la puedes aceptar de ninguna otra manera.
El Hijo de Dios es una criatura de la luz. Elegir la oscuridad a la luz, es elegir una voluntad diferente a la de Su Creador. La luz y las tinieblas no pueden coexistir. Donde hay luz no hay oscuridad y donde hay oscuridad, hay ausencia de luz. Hacer la Voluntad del Padre es vivir en la luz, la única realidad verdadera.
El camino que nos conduce al Padre, es el camino del amor, el único y verdadero. Ese camino no lo andamos solos. Nuestros hermanos en la Filiación son nuestros acompañantes. Tenemos un pacto de amor para garantizar que, juntos, alcanzaremos la meta de la salvación.
8. Puedes aceptar en tu mente a
Te bendigo, hermano, y, bendigo a Dios, nuestro Padre.
Así sea.
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