Dar la vida es, sin duda, el don más hermoso y poderoso con
el que hemos sido dotados. Gracias a él, nos sentimos unidos a Dios, pues
logramos imitar su labor creadora aportando el germen de la vida a nuestro
alrededor.
Cuando el hombre, en sus acciones, respeta las Leyes Divinas,
podemos esperar que el fruto de lo construido sea armonioso y estable. Ahora
bien, cuando en nuestro comportamiento humano alteramos el Orden Cósmico,
entonces, nuestros frutos no nos aportarán la satisfacción de gozar del placer
de deleitarnos con el sabor de lo divino.
El hombre, creado a imagen y semejanza de su creador, cuenta
con sus mismos poderes -en estado potencial-. La capacidad de procrear nos
permite por lo tanto desarrollar nuestra capacidad divina. Cuando ponemos
obstáculo a esta tarea, estamos creando una circunstancia que alterará el
lógico proceso de la creación, con lo cual, los frutos serán amargos y
distorsionados.
El aborto voluntario provoca en el cuerpo físico, el mensaje
de que no se está dando el uso correcto al órgano procreador. Por lo tanto,
cuando en posteriores vidas tengamos el deseo de dar vida, como hemos inscritos
en nuestras células vitales la huella de la “no creación”, nos veremos
imposibilitados de engendrar esa vida.
He tenido la posibilidad de comprobar a través de la
astrología cómo ciertos aspectos vinculados con el trabajo de Escorpio,
provocan en la persona en cuestión, la imposibilidad de generar vida. Cuando se
realiza un estudio profundo de la carta de dicha persona, comprobamos que los
trabajos propios del signo Escorpio no han sido realizados debidamente.
Una aptitud positiva hacia la vida y la defensa por la
procreación, es decir una transformación de la conciencia con respeto a esta
cuestión, creará un nuevo código en el cuerpo vital, con lo cual permitirá que
en otra vida podamos realizar nuestra voluntad de dar vida.
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