sábado, 23 de noviembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 328

LECCIÓN 328

Elijo estar en segundo lugar para obtener el primero.

1. Lo que parece ser el segundo lugar es en realidad el primero, pues percibimos todo al revés hasta que decidimos escuchar la Voz que habla por Dios. 2Nos parece que sólo podemos alcanzar autonomía si nos esforzamos por estar separados, y que la manera de salvarnos es aislándonos del resto de la creación de Dios. 3No obstante, lo único que podemos derivar de ello es enfermedades, sufrimientos, pérdidas y muerte. 4Esto no es lo que nuestro Padre dispone para nosotros, y no existe otra voluntad que la Suya. 5Unirnos a Su Voluntad es encontrar la nuestra. 6Y, puesto que nuestra voluntad es la Suya, es a Él a Quien debemos acudir para reconocer nuestra voluntad.

2. No hay otra voluntad que la Tuya. 2Y me alegro de que nada que pueda imaginarme contradiga lo que Tú quieres que yo sea. 3Tu Volun­tad es que yo me encuentre completamente a salvo y eternamente en paz. 4Y comparto gustosamente Contigo, Padre mío, esa Voluntad que Tú me otorgaste como parte de mí.


¿Qué me enseña esta lección?

No puedo evitar que mi mente recuerde la parábola recogida por Mateo en su evangelio en la que se nos enseña que “los últimos serán los primeros y los primeros los últimos”.

Permitid que comparta su contenido. Es una hermosa lección:

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: 

El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: 

Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo. 

Salió de nuevo a mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía otros que estaban en la plaza y les dijo: 

¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar? 

Ellos le respondieron: 

Porque nadie nos ha contratado. 

Él les dijo: 

Vayan también ustedes a mi viña. 

Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: 

Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros. 

Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno. 

Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole:

Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora y, sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor. 

Pero él respondió a uno de ellos: 

Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti. Que, ¿no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?” De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos"  (Mateo 20. 1-16.

Como bien recoge la lección, en el mundo físico, percibimos todo al revés.

En el mundo donde impera la visión de la separación, donde dar es perder, ser el primero se convierte en el primordial propósito, pues alcanzar la primacía es sinónimo de poder y de orgullo. Pero no estaríamos analizando esta singularidad, si no fuese porque, por lo general, para alcanzar ese puesto relevante, no importan los medios que utilizamos para conseguirlo. Vemos al otro como al rival y su oposición es interpretada como un ataque, lo cual nos faculta para defendernos, por supuesto, con un buen ataque.

Pero las cosas son diferentes cuando se produce en nosotros una inversión en nuestros valores. Comenzamos a ver que la separación es un error, portador de sufrimiento, dolor, tristeza, enfermedad y muerte, y en su lugar, sustituimos el miedo por el Amor, lo que nos llevará a ceder el lugar de primogénito a nuestro hermano. Ese acto está exento de vanidad; tan sólo lo mueve el impulso de dar.

¿Qué valor tiene, desde el punto de vista de la Unidad, ser el primero?

La competitividad pertenece al mundo del ego. En el Reino de los Cielo, ese concepto no tiene valor alguno.

En la sociedad, el acto de ceder la primacía al otro se interpreta como un acto de debilidad, de falta de carácter y de personalidad. Nada más lejos de la verdadera realidad.

Ejemplo-Guía: "Ser el primero en el mundo no es igual que ser el primero en la eternidad".

Así nos lo presenta el Curso:
"El primero en el tiempo no significa nada, pero el Primero en la eternidad es Dios el Padre, Quien es a la vez Primero y Uno. Más allá del Primero no hay ningún otro, pues no hay ninguna secuencia, ni segundo ni tercero, ni nada excepto el Primero" (T-14.IV.1:7-8).
¿Por qué necesitamos ser el primero? ¿Por qué tenemos ese deseo de ser especiales?

Podemos leer en el Capítulo 24 del Curso, en el apartado I, que el deseo de ser especial es el sustituto del amor.
“La única creencia que se mantiene celosamente oculta y que se defiende, aunque no se reconoce, es la fe en ser especial. Esto se manifiesta de muchas formas, pero siempre choca con la realidad de la creación de Dios y con la grandeza con la que Él dotó a Su Hijo. ¿Qué otra cosa podría justificar el ataque? ¿Quién podría odiar a alguien cuyo Ser es el suyo propio y a Quien conoce? Sólo los que se creen especiales pueden tener enemigos, pues creen ser diferentes y no iguales. Y cualquier clase de diferencia impone diferentes órdenes de realidad y una ineludible necesi­dad de juzgar” (T-24.I.3:1-6).

“Lo que Dios creó no puede ser atacado, pues no hay nada en el universo que sea diferente de ello. Lo que es diferente, sin embargo, exige juicios, y éstos tienen que proceder de alguien que es "mejor", alguien incapaz de ser como aquel a quien con­dena, alguien "superior" a él, y en comparación, inocente. Y así, el deseo de ser especial se convierte simultáneamente en un medio y en un fin. Pues ser especial no sólo separa, sino que también sirve como base desde la que el ataque contra los que parecen ser "inferiores", es "natural" y "justo". Los que se creen especiales se sienten débiles y frágiles debido a las diferencias, pues lo que los hace especiales es su enemigo. Sin embargo, ellos lo protegen y lo llaman "amigo". Luchan por él contra todo el universo, pues no hay nada en el mundo que sea más valioso para ellos (T-24.I.4:1-7).

“El deseo de ser especial es el gran dictador de las decisiones erróneas. He aquí la gran ilusión de lo que tú eres y de lo que tu hermano es. Y he aquí también lo que hace que se ame al cuerpo y se le considere algo que vale la pena conservar. Ser especial es una postura que requiere defensa. Las ilusiones la pueden atacar y es indudable que lo hacen. Pues aquello en lo que tu hermano se tiene que convertir para que tú puedas seguir siendo especial es una ilusión. Hay que atacar a aquel que es "peor" que tú, de forma que tu especialismo pueda perpetuarse a costa de su derrota. Pues ser especial supone un triunfo, y esa victoria consti­tuye la derrota y humillación de tu hermano. ¿Cómo puede vivir tu hermano con el fardo de todos tus pecados sobre él? ¿Y quién, sino tú, es su conquistador?” (T-24.I.5:1-10).

“Los que se creen especiales se ven obligados a defender las ilusiones contra la verdad, pues ¿qué otra cosa es el deseo de ser especial sino un ataque contra la Voluntad de Dios? No amas a tu hermano mientras sea eso lo que defiendes en contra suya. Esto es lo que él ataca y lo que tú proteges. He aquí el motivo de la batalla que libras contra él. Aquí él no puede sino ser tu ene­migo, no tu amigo. Jamás podrá haber paz entre los que son diferentes. Mas él es tu amigo precisamente porque sois lo mismo” (T-24.I.9:1-8).
Aplicar esta enseñanza en nuestras vidas nos lleva a visionar una nueva sociedad, donde la competitividad deje paso a otro tipo de valores, en los que primen los dones y talentos de cada uno, de forma natural. De esta manera, sí podremos compartir lo que somos.

No se trata de atacar los sistemas sociales actuales. Se trata de dirigir nuestra atención a la verdadera causa que nos ha llevado a diseñar un mundo a nuestra medida; me estoy refiriendo a nuestra mente. Es en nuestros pensamientos donde debemos realizar el cambio que queremos ver reflejado en el mundo. Cuando el amor prime por encima de nuestro deseo de ser especiales, dejaremos de ver la separación, dejaremos de percibir la rivalidad, dejaremos de atacar y dejaremos de tener miedo a dar.

Reflexión: ¿Para qué necesitamos ser el "primero"?

3 comentarios:

  1. Antes de seguir dando publicidad al tan de moda ucdm investigar un poco sobre sus autores

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