jueves, 25 de abril de 2024

Capítulo 8. II. La diferencia entre aprisionamiento y libertad.

 II. La diferencia entre aprisionamiento y libertad.

1. Existe una lógica sobre la que basar tu elección. 2Sólo un Maes­tro sabe lo que es tu realidad: 3Si el propósito del plan de estudios es aprender a eliminar los obstáculos que obstruyen el conoci­miento de esa realidad, eso sólo lo puedes aprender de ese Maes­tro. El ego no sabe lo que está tratando de enseñar. Está tratando de enseñarte lo que eres, si bien él mismo no lo sabe. 6El ego no es más que un experto en crear confusión. No entiende nada más. 8Como maestro, pues, el ego está completamente confundido y sólo causa confusión. 9Aun si pudieses hacer caso omiso del Espí­ritu Santo, lo cual es imposible, no podrías aprender nada del ego porque el ego no sabe nada.

A estas alturas de las enseñanzas que estamos analizando y aprendiendo, sabemos que el ego y su sistema de pensamiento, son fruto de poner nuestra voluntad al servicio de un pensamiento erróneo basado en la creencia de que podemos crear un mundo, una realidad, distinta a la creada por Dios. Por lo tanto, el ego, su sistema de pensamiento y el mundo fabricado por su visión dan, lugar al error. El aprendizaje que proyecta el ego al estar basado en la ilusión, en lo temporal, en lo efímero, es un aprendizaje vacío.

2. ¿Qué razón puede haber para elegir semejante maestro? 2¿No tendría más sentido hacer caso omiso de todo lo que enseña? 3¿Es éste el maestro al que el Hijo de Dios debe dirigirse para encon­trarse a sí mismo? El ego no te ha dado nunca una solución sensata a nada. 5Basándote simplemente en la experiencia que tienes de lo que enseña, ¿no sería ello suficiente para descalificarlo como tu futuro maestro?, 6Mas el daño que el ego le ha ocasionado a tu aprendizaje no se limita sólo a eso. 7Aprender es placentero si te conduce por la senda que te resulta natural, y facilita el desarrollo de lo que ya tienes. 8Mas si se te enseña en contra de tu naturaleza, lo que aprendas supondrá una pérdida para ti porque te aprisio­nará. 9Tu voluntad forma parte de tu naturaleza, y, por lo tanto, no  puede ir contra ella.


Somos prisioneros de las rejas que nos fabrica el sistema de pensamiento del ego. Desde el miedo, desde la creencia en la separación, no podemos recordar nuestra verdadera naturaleza, la libertad. Nuestra mente, permanece adormecida por la visión ilusoria que nos llega desde el mundo perceptivo, tanto es así, que negamos todo aquello que no seamos capaces de ver y tocar. Como el discípulo Tomás, necesitamos introducir nuestros dedos en la llaga del Cristo para creer en Él.

El despertar de la consciencia nos invita a reorientar la dirección de nuestra voluntad. En este sentido, renunciar a seguir aceptando la autoridad del ego y su aprendizaje, ha de llevarnos a poner nuestra voluntad en la dirección correcta y aceptar la guía correcta del Espíritu Santo.

3. El ego no te puede enseñar nada mientras tu voluntad sea libre porque no le escucharías. 2Tu voluntad no es estar aprisionado porque tu voluntad es libre. 3Ésa es la razón de que el ego sea la negación del libre albedrío. 4No es nunca Dios el que te coacciona, ya que comparte Su Voluntad contigo. 5Su Voz enseña solamente en conformidad con Su Voluntad, mas ésa no es la lección que enseña el Espíritu Santo, pues eso es lo que tú eres. 6Su lección es que tu voluntad y la de Dios no pueden estar en desacuerdo porque son una. 7Esto supone la anulación de todo lo que el ego trata de enseñar. 8Por lo tanto, no es solamente la dirección del pro­grama de estudios lo que tiene que estar libre de conflictos, sino también el contenido.­

Si no fuésemos libres, nuestra voluntad no hubiese podido crear un mundo irreal. Seríamos seres dirigidos y sin poder para crear, y esa condición sería compartida por nuestro creador, pues la creación es compartirse a sí mismo.

La libertad es un atributo del Amor de Dios y forma parte de la condición de Su Hijo, en igualdad a Si Mismo. Esa libertad, nos ha de llevar a la Comunión consciente con nuestro Creador, lo que significará el fin del sistema de pensamiento del ego.

4. El ego trata de enseñarte que tu deseo es oponerte a la Voluntad de Dios. 2Esta lección antinatural no se puede aprender, y tratar de aprenderla viola tu libertad, lo cual hace que tengas miedo de tu voluntad porque es libre. 3El Espíritu Santo se opone a cualquier forma de aprisionamiento de la voluntad de un Hijo de Dios porque sabe que la voluntad del Hijo es la Voluntad del Padre. El Espíritu Santo te conduce firmemente por la senda de la libertad, enseñándote cómo descartar o mirar más allá de todo lo que te impediría seguir adelante.

Aceptar la creencia del ego, de que nuestro deseo es oponernos a la Voluntad de Dios, sería elegir seguir poniendo a su servicio nuestra voluntad y el uso de nuestra libertad. Al mismo tiempo, sería negar nuestra filiación divina, pues estaríamos reconociendo que somos diferentes a nuestro Creador.

5. Hemos dicho que el Espíritu Santo te enseña la diferencia que existe entre el dolor y la dicha. 2Eso es lo mismo que decir que te enseña la diferencia que hay entre estar aprisionado y ser libre. 3No puedes hacer esta distinción sin Él porque te has enseñado a ti mismo que el aprisionamiento es libertad. ¿Cómo ibas a poder distinguir entre una cosa y otra cuando crees que ambas son lo mismo? 5¿Cómo ibas a poder pedirle a la parte de tu mente que te enseñó a creer que son lo mismo que te enseñase de qué manera son diferentes?

Desde la perspectiva del sistema de pensamiento del ego, el efecto del aprisionamiento encuentra su causa en la libertad, por lo que nos enseña que el aprisionamiento es libertad. Pero esto es un error, sería la aceptación de que la dicha es la causa del dolor.

La verdadera libertad es la que se expresa desde la igualdad de voluntades entre Hijo y Padre. No es Voluntad del Padre que Su Hijo sufra y se encuentre aprisionado por el miedo. La Voluntad del Padre es que Su Hijo sea dichoso y feliz.

Cuando nuestra voluntad no es la Voluntad de nuestro Padre, esto es, Amar, la libertad queda en manos del aprisionamiento de fabricar un mundo regido por leyes que no están basadas en el amor, sino en el miedo.

6. Las enseñanzas del Espíritu Santo apuntan en una sola direc­ción y tienen un solo objetivo. 2Su dirección es la libertad y Su objetivo es Dios. 3El Espíritu Santo, no obstante, no puede conce­bir a Dios sin ti porque no es la Voluntad de Dios estar sin ti. 4Cuando hayas aprendido que tu voluntad es la de Dios, tu volun­tad no dispondrá estar sin Él, tal como Su Voluntad no dispone estar sin ti. 5Esto es libertad y esto es dicha. 6Si te niegas esto a ti mismo, le estarás negando a Dios Su Reino, pues para eso fue para lo que El te creó.

Si la Voluntad de Dios es Amar-Crear, nuestra voluntad, la voluntad del Hijo de Dios, no puede ser el miedo-fabricar. 

7. Cuando dije: "Todo poder y gloria son tuyos porque Suyo es el Reino", esto es lo que quise decir: la Voluntad de Dios no tiene límites, y todo poder y gloria residen en ella. 2Su fuerza, su paz y su amor son ilimitados. 3No tiene límites porque su extensión es ilimitada, y abarca todas las cosas porque las creó, 4y al crearlas, las hizo parte de sí misma. 5Tú eres la Voluntad de Dios porque así es como fuiste creado. Debido que tu Creador, crea única­mente a Semejanza Propia, eres como El. 2Eres parte de Aquel que es todo poder y gloria, y, por lo tanto, eres tan ilimitado como El.

Este punto nos enseña el inmenso poder y gloria que contiene el Principio de la Voluntad Divina. Si pudiésemos alcanzar el Conocimiento de dicho poder, entenderíamos y tendríamos la certeza de nuestra verdadera identidad. La Voluntad es la Causa Primigenia de todo acto creador, y el Hijo de Dios, su Efecto.

8. ¿A qué otra cosa sino al  poder y a la gloria puede apelar el Espíritu Santo para restaurar el Reino de Dios? 2El Espíritu Santo, pues, apela simplemente a lo que el Reino es, para que éste reco­nozca lo que él mismo es. 3Cuando reconoces esto brindas ese reconocimiento automáticamente a todo el mundo porque has reconocido a todo el mundo. 4Mediante tu reconocimiento des­piertas el de ellos, y mediante el de ellos, el tuyo se extiende. 5El despertar se propaga fácilmente y con gran júbilo por todo el Reino, en respuesta a la Llamada a Dios. 6Ésta es la respuesta natural de todo Hijo de Dios a la Voz que habla en nombre de su Creador, ya que es la Voz que habla en nombre de las creaciones del Hijo y de su propia extensión.

El Poder de Dios, la Voluntad de Dios, el Amor, se encuentra en todos y cada uno de Sus Hijos. Si no fuese así, no tendría lugar la existencia del Ser. Desde esa visión verdadera, cuando nuestra mirada se pose en nuestros hermanos, debemos ver su realidad verdadera y no la temporal-corporal. Debemos tomar consciencia de que en su interior se encuentra el Amor que nos mantiene unidos a la misma Filiación.

Sin duda, esa visión acelerará el despertar de nuestro pasajero sueño, el que nos mantiene prisionero al servicio de la falsa e ilusoria realidad del ego.

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