II. La decisión de olvidar.
En el estudio realizado del Libro de Ejercicios, concretamente en la Lección 320 titulada, “Mi Padre me ha dado todo poder”, tuvimos ocasión de analizar el poder de la voluntad y decíamos lo siguiente:
https://aprendiendouncursodemilagros.blogspot.com/2017/11/ucdm-libro-de-ejercicios-leccion-320.html
Ese acto de voluntad primigenio, dio origen a la disociación, a la separación de nuestra Fuente Original, de nuestro Creador. El Estado de Dios es el Conocimiento y Su Creación gozaba de ese Estado. Entiendo, que el impulso de la fuerza creadora propició el deseo de “ver un mundo separado”, lo que ocasionó olvidar su Origen, olvidar el Conocimiento. Ese olvido-disociación da lugar al miedo, como consecuencia de ser los causantes de ese estado de separación.
Conocimiento es Unidad, es Filiación. La disociación del Conocimiento, sitúa al Hijo de Dios bajo la creencia ignorante del pecado.
2. Sin embargo, renunciar a tu disociación de la realidad trae consigo más que una mera ausencia de miedo. 2En esa decisión radica la dicha, la paz y la gloria de la creación. 3Ofrécele al Espíritu Santo únicamente tu voluntad de estar dispuesto a recordar, pues Él ha conservado para ti el conocimiento de Dios y de ti mismo, y sólo espera a que lo aceptes. 4Abandona gustosamente todo aquello que pueda demorar la llegada de ese recuerdo, pues Dios se encuentra en tu memoria. 5Su Voz te dirá que eres parte de Él cuando estés dispuesto a recordarle y a conocer de nuevo tu realidad. 6No permitas que nada en este mundo demore el que recuerdes a Dios, pues en ese recordar radica el conocimiento de ti mismo.
Renunciar a la disociación va más allá que la mera ausencia del miedo, pues el miedo es un efecto ilusorio al carecer de causa real. Tal sólo el olvido del conocimiento es la causa que hay que corregir, y debemos hacerlo, recordando lo que realmente somos: Hijos del Amor.
Activemos nuestro corazón y escuchemos lo que nos tiene que decir. Su voz nos hablará de amor, de nuestra esencia real y verdadera. Desde el corazón resucitaremos a la realidad que somos. Desde el corazón recordaremos que somos el Hijo de Dios y uniremos nuestra voluntad a la Suya.
4. Cuando atacas te estás negando a ti mismo. 2Te estás enseñando específicamente que no eres lo que eres. 3Tu negación de la realidad te impide aceptar el regalo de Dios, puesto que has aceptado otra cosa en su lugar 4Si entendieses que esto siempre constituye un ataque contra la verdad, y que Dios es la verdad, comprenderías por qué esto siempre da miedo. 5Si además reconocieses que formas parte de Dios, entenderías por qué razón siempre te atacas a ti mismo primero.
Cuando hacemos uso del ataque, estamos proyectado el ataque que dirigimos a nosotros mismos, pues ese ataque revela que estamos negando nuestra verdadera realidad. El ataque sirve a la errónea creencia de la separación. Mientras que la aceptación sirve a la verdad.
5. Todo ataque es un ataque contra uno mismo. 2No puede ser otra cosa. 3Al proceder de tu propia decisión de no ser quien eres, es un ataque contra tu identidad. 4Atacar es, por lo tanto, la manera en que pierdes conciencia de tu identidad, pues cuando atacas es señal inequívoca de que has olvidado quién eres. 5Y si tu realidad es la de Dios, cuando atacas no te estás acordando de Él. 6Esto no se debe a que Él se haya marchado, sino a que tú estás eligiendo conscientemente no recordarlo.
El ataque demuestra que hemos elegido olvidarnos de Dios y de vernos tal y como nos Creó.
6. Si te dieses cuenta de los estragos que esto le ocasiona a tu paz mental no podrías tomar una decisión tan descabellada. 2La tomas únicamente porque todavía crees que puede proporcionarte algo que deseas. 3De esto se deduce, por consiguiente, que lo que quieres no es paz mental sino otra cosa, pero no te has detenido a considerar lo que esa otra cosa pueda ser. 4Aun así, el resultado lógico de tu decisión es perfectamente evidente, sólo con que lo observes. 5Al decidir contra tu realidad, has decidido mantenerte alerta contra Dios y Su Reino. 6Y es este estado de alerta lo que hace que tengas miedo de recordarle.
¿Qué deseamos con tanta intensidad, que nos lleva a negar nuestra identidad divina?
Separarnos del Conocimiento nos ha llevado al estado ilusorio de la ignorancia.
Separarnos de Dios nos ha llevado al estado irreal de la escasez y de la necesidad.
Separarnos de la Filiación nos ha llevado al estado demente de la individualidad.
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