martes, 14 de mayo de 2024

Capítulo 10. Los ídolos de la enfermedad: Introducción.

  CAPÍTULO X

LOS ÍDOLOS DE LA ENFERMEDAD

 

Introducción

1. Nada externo a ti puede hacerte temer o amar porque no hay nada externo a ti. 2Tanto el tiempo como la eternidad se encuen­tran en tu mente, y estarán en conflicto hasta que percibas el tiempo exclusivamente como un medio para recuperar la eterni­dad. 3No podrás hacer esto mientras sigas creyendo que la causa de todo lo que te ocurre se encuentra en factores externos a ti. 4Tienes que aprender que el tiempo sólo existe para que hagas uso de él, y que nada en el mundo puede eximirte de esa responsabili­dad. 5Puedes violar las leyes de Dios en tu imaginación, pero no puedes escaparte de ellas. 6Fueron promulgadas para tu protec­ción y son tan inviolables como tu seguridad. 

En el Capítulo I, del Texto, se nos revela, que éste es un curso de entrenamiento mental.

La Introducción con la que se inicia este nuevo capítulo, nos invita a poner en práctica el entrenamiento de nuestra mente, pues aceptar que no hay nada externo a nosotros es todo un reto para nuestro habitual sistema de pensamiento, que no es otro que el del ego.

Por lo tanto, debemos tener muy en cuenta el contenido que se recoge en la Introducción del Curso, pues en él se resume las bases de esta Enseñanza:

Este curso puede, por lo tanto, resumirse muy simplemente de la siguiente manera:

2Nada real puede ser amenazado.

3Nada irreal existe.

4En esto radica la paz de Dios. 

Podemos elegir el sistema de pensamiento del ego, el cual está fundamentado en la percepción falsa del tiempo. Si lo hacemos así, nuestra mente negará la verdad de lo que somos y estaremos perpetuando las erróneas creencias que nos llevan a experimentar los efectos del sufrimiento y del dolor. 

Este Curso nos ofrece la oportunidad de ver las cosas de otra manera, es decir, nos facilita el entrenamiento mental que nos permitirá recordar lo que realmente somos y nos llevará a percibir este mundo desde una mente recta. 

2. Dios no creó nada a excepción de ti, y nada a excepción de ti existe, pues tú formas parte de Él. 2¿Qué puede existir excepto Él? 3Nada puede tener lugar aparte de Él porque nada excepto Él es real. 4Tus creaciones, al igual que tú, representan una aporta­ción para Él, pero ni tú ni ellas le aportan nada que sea diferente porque todo ha existido siempre. 5¿Qué otra cosa puede alterarte salvo lo efímero, y cómo puede ser lo efímero real si tú eres la única creación de Dios y Él te creó eterno? 6Tu santa mente deter­mina todo lo que te ocurre. 7La respuesta que das a todo lo que percibes depende de ti porque es tu mente la que determina tu percepción de ello.

El mundo que percibimos no ha sido creado por Dios. Tan solo el Hijo de Dios lo Es.

En el uso creador de la mente, el hijo de Dios ha imaginado un mundo separado al de sus Hacedor y en nombre de su autoría se ha visto como su propio creador. Es nuestra mente la que determina todo lo que nos ocurre. Es nuestra mente la que determina si deseamos ver un mundo separado, un mundo externo o, por el contrario, deseamos ver la realidad de lo que somos, aceptando que nada externo a nosotros puede alterar la Paz con la que hemos sido creado. 

3. Dios no cambia de parecer con respecto a ti, pues Él no duda de Sí Mismo. 2Y lo que Él conoce se puede conocer porque no se lo reserva sólo para Sí Mismo. 3Te creó para Sí Mismo, pero te dio el poder de crear para ti mismo a fin de que fueses como Él. 4Por eso es por lo que tu mente es santa. 5¿Qué podría haber que fuese más grande que el Amor de Dios? 6¿Qué podría haber, entonces, que fuese más grande que tu voluntad? 7Nada externo a tu voluntad te puede afectar porque, al estar en Dios, lo abarcas todo. 8Cree esto, y te darás cuenta de hasta qué punto todo depende de ti. 9Cuando tu paz mental se vea amenazada por algo, pregúntate, "¿Ha cambiado Dios de parecer con respecto a mí?" 10Acepta luego Su decisión, que es ciertamente inmutable, y niégate a cambiar de parecer con respecto a ti mismo. 11Dios nunca decidirá contra ti, pues si lo hiciese, estaría decidiendo contra Él Mismo.

Si estás leyendo esto, tu mente se encuentra en el proceso de entrenamiento que ha de facilitarle el encuentro con la verdad. El ejercicio que se nos pide que realicemos es cambiar la percepción del mundo en el que creemos existir, esto es, abandonar la mentalidad falsa y dar testimonio de la Mentalidad Una, la mentalidad verdadera. Gracias a este ejercitamiento de nuestra mente, el mundo temporal, con sus expresiones más elocuentes, el tiempo y el cuerpo, serán utilizados para cambiar nuestra percepción y para obrar milagros: el tiempo nos conducirá a lo eterno y el cuerpo nos llevará a comunicar el amor.

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