CAPÍTULO X
LOS ÍDOLOS DE
Introducción
1. Nada externo a ti puede hacerte temer o amar porque no hay nada externo a ti. 2Tanto el tiempo como la eternidad se encuentran en tu mente, y estarán en conflicto hasta que percibas el tiempo exclusivamente como un medio para recuperar la eternidad. 3No podrás hacer esto mientras sigas creyendo que la causa de todo lo que te ocurre se encuentra en factores externos a ti. 4Tienes que aprender que el tiempo sólo existe para que hagas uso de él, y que nada en el mundo puede eximirte de esa responsabilidad. 5Puedes violar las leyes de Dios en tu imaginación, pero no puedes escaparte de ellas. 6Fueron promulgadas para tu protección y son tan inviolables como tu seguridad.
En el Capítulo I, del Texto, se nos revela, que éste es un curso de entrenamiento mental.
La Introducción con la que se inicia este nuevo capítulo, nos invita a poner en práctica el entrenamiento de nuestra mente, pues aceptar que no hay nada externo a nosotros es todo un reto para nuestro habitual sistema de pensamiento, que no es otro que el del ego.
Por lo tanto, debemos tener muy en cuenta el contenido que se recoge en la Introducción del Curso, pues en él se resume las bases de esta Enseñanza:
El mundo que percibimos no ha sido creado por Dios. Tan solo el Hijo de Dios lo Es.
En el uso creador de la mente, el hijo de Dios ha imaginado un mundo separado al de sus Hacedor y en nombre de su autoría se ha visto como su propio creador. Es nuestra mente la que determina todo lo que nos ocurre. Es nuestra mente la que determina si deseamos ver un mundo separado, un mundo externo o, por el contrario, deseamos ver la realidad de lo que somos, aceptando que nada externo a nosotros puede alterar la Paz con la que hemos sido creado.
3. Dios no cambia de parecer con respecto a ti, pues Él no duda de Sí Mismo. 2Y lo que Él conoce se puede conocer porque no se lo reserva sólo para Sí Mismo. 3Te creó para Sí Mismo, pero te dio el poder de crear para ti mismo a fin de que fueses como Él. 4Por eso es por lo que tu mente es santa. 5¿Qué podría haber que fuese más grande que el Amor de Dios? 6¿Qué podría haber, entonces, que fuese más grande que tu voluntad? 7Nada externo a tu voluntad te puede afectar porque, al estar en Dios, lo abarcas todo. 8Cree esto, y te darás cuenta de hasta qué punto todo depende de ti. 9Cuando tu paz mental se vea amenazada por algo, pregúntate, "¿Ha cambiado Dios de parecer con respecto a mí?" 10Acepta luego Su decisión, que es ciertamente inmutable, y niégate a cambiar de parecer con respecto a ti mismo. 11Dios nunca decidirá contra ti, pues si lo hiciese, estaría decidiendo contra Él Mismo.
Si estás leyendo esto, tu mente se encuentra en el proceso de entrenamiento que ha de facilitarle el encuentro con la verdad. El ejercicio que se nos pide que realicemos es cambiar la percepción del mundo en el que creemos existir, esto es, abandonar la mentalidad falsa y dar testimonio de la Mentalidad Una, la mentalidad verdadera. Gracias a este ejercitamiento de nuestra mente, el mundo temporal, con sus expresiones más elocuentes, el tiempo y el cuerpo, serán utilizados para cambiar nuestra percepción y para obrar milagros: el tiempo nos conducirá a lo eterno y el cuerpo nos llevará a comunicar el amor.
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