“Amor loco, hoy por ti y mañana por otro”.
La narrativa de la vida nos ha legado un
aspecto del amor que, en ocasiones, presenta a la naturaleza humana presa de un
aspecto pasional que le lleva a cometer acciones muy cercanas a la locura. Y es
que el amor no siempre viene acompañado de la razón.
Este refrán nos indica, que cuando el amor está
falto de esa razón, que ha de guiarle por el buen camino, entonces se manifestará
de un modo irresponsable, y no sellará su compromiso con la persona amada, no
teniendo reparo en el daño que causa a su alrededor, cuando pone en práctica
sus conquistas amorosas.
“Amor grande, vence mil dificultades”.
Me gusta este dicho popular, pues dota al
alma humana de un gran poder. Quizás mis propias experiencias, sean las que me
lleven a comprender su profundo significado, pues es verdad, que cuando se
pasan dificultades en la vida, cuando contamos con el amor profundo y sincero
de la persona amada, dichas dificultades se afrontan con un espíritu optimista
y triunfador.
Es por ello, que la apuesta que hay que hacer
en nuestras relaciones, es amar al otro con grandeza, de tal modo, que la
persona amada sienta nuestro amor como un sólido pedestal donde apoyarse en los
momentos difíciles. Juntos, unidos, no habrá pruebas que no seamos capaces de
superar.
“Amores nuevos olvidan los viejos”.
Otras de las vivencias que acompaña la
experiencia del amor, “amores nuevos olvidan los viejos”. El matiz que quiero
señalar, eligiendo el análisis de este refrán, es la gran capacidad que tienen
las emociones para amoldarse a las circunstancias. Esa propiedad la observamos
en el agua, el elemento que está relacionado con las emociones. El agua se
amolda a todos los objetos; el amor adquiere esa cualidad, en la medida que lo
envuelve todo.
El agua, al mismo tiempo es influenciable, en
la medida, en que refleja todo cuanto se proyecta sobre ella, aportando una
imagen de lo proyectado. Esa identificación, esa capacidad de empatizar, la
encontramos igualmente en el amor.
Las emociones se comportan como un recipiente
cuyo fin es contener el elemento líquido. Bebemos de él, y el espacio que deja
es susceptible de ser rellenado por nuevo líquido. De este modo, cuando nuestro
“recipiente” personal, nuestra capacidad de sentir, de emocionarnos, de amar,
se consume, un nuevo sentimiento ocupará su lugar, y lo que amábamos antes con
intenso ardor, se sustituye por un nuevo deseo, que nos hará sentir tan vivo
como el anterior.
Ya hemos dicho en otra parte de estas
reflexiones, que el amor se expresa con múltiples rostros. El aspecto que
acabamos de describir responde al rostro del amor que se identifica con el
Elemento Agua. Cuando lo hace a través del Elemento Aire, interviene la razón
como la fuerza que canalizará la energía afectiva hacia un compromiso
responsable de lo que amamos y deseamos. La comprensión es entonces el nuevo
rostro del amor y esa capacidad de entendimiento, nos llevará canalizar
nuestros sentimientos de un modo más armonioso y estable.
Ahora os dejo, una nueva entrega de refranes
que hablan del amor… Los he seleccionado alfabéticamente. Vendrán muchos más.
“Amor irresoluto,
mucha flor y poco fruto”.
“Amor no sufre
ausencia”.
“Amor sin celos, no
lo dan los cielos”.
“Amor trompetero,
cuantas veo tantas quiero”.
“Amor y calentura, en
la boca se asegura”.
“Amor y dinero nunca
fueros compañeros”.
“Amor y fortuna no
tienen defensa alguna”.
“Amor y viento, uno
se va y vienen ciento”.
“Amor y vino, sin
desatino”.
“Amor, amor, malo al
principio y al fin peor”.
“Amor, dinero y
cuidado, no puede estar disimulado”.
“Amor, tos y dinero,
llevan cencerro”.
“Amor, tos, humo y
dinero, no se pueden encubrir mucho tiempo”.
“Amor, viento y
ventura, poco duran”.
Continuará…
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