viernes, 22 de diciembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 356

LECCIÓN 356

La enfermedad no es sino otro nombre para el pecado. La curación no es sino otro nombre para Dios.
El milagro es, por lo tanto, una invocación que se le hace a Él.

1. Padre, prometiste que jamás dejarías de contestar cualquier petición que Tu Hijo pudiese hacerte. 2No importa dónde esté, cuál parezca ser su problema o en qué crea haberse convertido. 3Él es Tu Hijo, y Tú le con­testarás. 4El milagro es un reflejo de Tu Amor, y, por lo tanto, es la contestación que él recibe. 5Tu Nombre reemplaza a todo pensamiento de pecado, y aquel que es inocente jamás puede sufrir dolor alguno. 6Tu Nombre es la respuesta que le das a Tu Hijo porque al invocar Tu Nom­bre él invoca el suyo propio.

¿Qué me enseña esta lección?

La enfermedad, al igual que el pecado, reclama redención, reclama castigo, reclama purificación.  El sentimiento que la mueve, es la culpa. Con la manifestación de la enfermedad, se completa el ciclo de causa-efecto, la ley que impera en el mundo físico y cuyo propósito no es otro que el hacernos conscientes de la relación existente entre nuestra mente (causa) y nuestro cuerpo (efecto).

La trascendencia que se oculta en la errónea creencia en el pecado y en la enfermedad, lleva al Hijo de Dios, a planificar su existencia en base a un continuo ir y venir al mundo de las formas, donde ha fijado el momento de la transgresión de la ley y donde debe resolver el instante de la redención. Esta dinámica ha dado lugar al proceso conocido como reencarnación, donde cada vida, se interpreta como una nueva oportunidad de corregir los errores cometidos en el pasado. Desde ese punto de vista, la "reencarnación" es una ilusión, pues forma parte del sistema de pensamiento del ego.

Desde esa visión, el Hijo de Dios, haciendo uso de la mente errada, establece vínculos y relaciones basados en la necesidad de compensar, de restituir, de pagar deudas contraídas en el pasado. Así vemos como se consolidan familias donde sus componentes se ven atraídos por lazos de amor-odio; trabajos que tratan de hacernos conscientes de la dinámica que debemos restituir socialmente; relaciones de pareja inspiradas en deudas de amor, etc.

Esa necesidad percibida por el Hijo de Dios, le lleva a configurar un cuerpo acorde a sus deudas kármicas, es decir, limitado, enfermo, imposibilitado, con restricciones y débil, cuando el programa que se desea aprender trata de hacernos conscientes de las limitaciones interpuestas por nuestra mente.

Hoy, muchas ramas o metodologías de la salud, apuestan por sanar la mente como vía previa para sanar el cuerpo.

Todo forma parte del sueño que estamos viviendo a nivel de conciencia. Cuando se produzca el despertar que ha de permitirnos tomar consciencia de lo que Somos, comenzaremos a practicar la fuerza del Amor y haremos uso del perdón como expresión de nuestra condición divina. Ya no veremos a un ser pecador, ni enfermo. Nuestra visión aceptará las limitaciones de nuestro vehículo material y pondrá al servicio de la mente la Expiación, es decir, la corrección de los errores que nos han mantenido atado a la falsa creencia en el dolor como vía de rectificación.

Comprenderemos que el rigor no es la única vía para aprender. Podemos hacerlo por la vía del Amor, y para ello, repito, es necesario, perdonar, perdonar como principio de vida.

Hoy decido no ver la enfermedad, no ver el pecado y sí, en cambio, pasar por alto, todos los errores cometidos en un pasado, de modo que viva en eterno presente, abierto al milagro que nuestro Padre nos ofrece al elegir la fuerza del Amor por encima de todas las cosas.

Ejemplo-Guía: "Sobre la reencarnación"

Creer en la reencarnación, es creer en el tiempo, en sus manifestaciones del estado pasado y futuro. Ya sabemos, que la creencia en el tiempo es fruto del aprendizaje adquirido a través del mundo de la percepción y forma parte del sistema de pensamiento del ego.

El tercer Libro del Curso de Milagros, conocido por el Manual del Maestro, dedica un apartado a hablar sobre la reencarnación. Veamos que nos dice:


¿EXISTE LA REENCARNACIÓN?

1. En última instancia, la reencarnación es imposible. 2El pasado no existe ni el futuro tampoco, y la idea de nacer en un cuerpo ya sea una o muchas veces no tiene sentido. 3La reencarnación, por lo tanto, no puede ser verdad desde ningún punto de vista. 4Nuestra única pregunta debería ser: "¿Es un concepto útil?" 5Y eso depende, por supuesto, del uso que se le dé. 6Si se usa para reforzar el reconocimiento de la naturaleza eterna de la vida, es ciertamente útil. 7¿Qué otra pregunta con respecto a la reencarna­ción podría ser útil para arrojar luz sobre el camino? 8Al igual que muchas otras creencias, ésta puede usarse desacertadamente. 9En el mejor de los casos, el mal uso que se hace de ella da lugar a preocupaciones y tal vez a orgullo por el pasado. 10En el peor de los casos, provoca inercia en el presente. 11Y entre estos dos extre­mos, puede dar lugar a muchísimas insensateces.
2. La reencarnación no sería, en ningún caso, el problema con el que hay que lidiar ahora. 2Si la reencarnación fuese responsable de algunas de las dificultades a las que el individuo se enfrenta ahora, la única tarea de éste seguiría siendo la de escapar de ellas ahora. 3Si lo que está haciendo es sentando las bases para una vida futura, aun así sólo puede solventar el asunto de su salvación ahora. 4Puede que algunos hallen consuelo en el concepto, y si ello los consuela, su valor es evidente. 5Lo cierto es, sin embargo, que tanto los que creen en la reencarnación como los que no, pueden encontrar el camino que conduce a la salvación. 6Por lo tanto, no puede considerarse que sea una idea esencial en el programa de estudios. 7Siempre existe cierto riesgo en ver el presente en fun­ción del pasado. 8Mas siempre hay algo bueno en cualquier pen­samiento que refuerce la idea de que la vida y el cuerpo no son lo mismo.
3. Para nuestros propósitos, no sería útil adoptar una postura definitiva al respecto. 2Un maestro de Dios debe ser igualmente útil para los que creen en la reencarnación como para los que no. 3Exigirle una postura definitiva simplemente limitaría su utili­dad, así como su propia capacidad de decisión. 4Nuestro curso no se ocupa de ningún concepto que no sea aceptable para cual­quier persona, independientemente de sus creencias previas. 5Bastante tendrá con lidiar con su ego, como para añadir contro­versias sectarias a su carga. 6Tampoco sería ventajoso que alguien aceptara el curso prematuramente, solo porque éste apoya una creencia que él ha albergado por mucho tiempo.
4. No puede hacerse demasiado hincapié en el hecho de que lo que el curso se propone es una completa inversión del pensa­miento. 2Cuando esto finalmente se logre, cuestiones tales como la validez de la reencarnación dejarán de tener sentido. 3Hasta entonces, es probable que sean simplemente motivo de contro­versia. 4El maestro de Dios, por lo tanto, hará bien en alejarse de todas esas cuestiones, ya que aparte de ellas es mucho lo que tiene que enseñar y aprender. 5Debe aprender y enseñar que las cuestiones teóricas no son más que una pérdida de tiempo, puesto que desvían al tiempo del propósito que se le asignó. 6Si un concepto o una creencia tiene aspectos útiles, se le dirá. 7Tam­bién se le dirá cómo usarlos. 8¿Qué más necesita saber?
5. ¿Quiere decir esto que el maestro de Dios no debe creer en la reencarnación, ni discutirla con otros que sí creen en ella? 2¡Por supuesto que no! 3Si él cree en la reencarnación, sería un error que renunciase a su creencia a menos que su Maestro interno así se lo aconsejase. 4Y eso es muy poco probable. 5Es posible que se le indique que está haciendo un mal uso de la creencia, de tal manera que ello resulta perjudicial tanto para el progreso de su alumno como para el suyo propio. 6En ese caso se le recomendaría una re-interpretación, puesto que ésta sería necesaria. 7Lo único que se tiene que reconocer, no obstante, es que el naci­miento no fue el principio y que la muerte no es el final. 8Mas ni siquiera esto se requiere del principiante. 9Él sólo necesita acep­tar la idea de que lo que sabe no es necesariamente todo lo que es posible aprender. 10Su jornada habrá comenzado.

6. El énfasis de este curso es siempre el mismo: en este momento es cuando se te ofrece total salvación, y en este momento es cuando puedes aceptarla. 2Ésa sigue siendo tu única responsabi­lidad. 3La Expiación se puede equiparar a la escapatoria total del pasado y a la total falta de interés por el futuro. 4El Cielo está aquí. 5No existe ningún otro lugar. 6El Cielo es ahora. 7No existe ningún otro tiempo. 8Los maestros de Dios no se interesan por ninguna otra enseñanza que no conduzca a esto. 9Todas las creencias apuntan a ello si han sido interpretadas correctamente. 10En este sentido, se puede decir que su verdad está determinada por el provecho que resulte de ellas. 11Todas las creencias que facili­tan el progreso se deben respetar. 12Éste es el único criterio que este curso requiere. 13No se requiere nada más.

Reflexión: El perdón pone fin a la necesidad del tiempo para lograr el aprendizaje del amor.

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