viernes, 22 de marzo de 2024

Capítulo 4. IV. Esto no tiene por qué ser así

 IV. Esto no tiene por qué ser así.

1. Si no puedes oír la Voz de Dios, es porque estás eligiendo no escucharla. 2Pero que sí escuchas a la voz de tu ego lo demues­tran tus actitudes, tus sentimientos y tu comportamiento. 3No obstante, eso es lo que quieres. 4Eso es por lo que luchas y lo que procuras proteger manteniéndote alerta. 5Tu mente está repleta de estratagemas para hacer quedar bien al ego, pero no buscas la faz de Cristo. 6El espejo en el que el ego trata de ver su rostro es ciertamente tenebroso. 7¿De qué otra manera, sino con espejos, podría seguir manteniendo la falsedad de su existencia? 8Con todo, dónde buscas para encontrarte a ti mismo depende de ti.


La claridad de este punto, responde a muchas cuestiones planteadas por los aspirantes a la Luz. ¿Cómo distinguir la voz del ego, de la Voz de Dios? Es la eterna duda que se suscita en nuestro interior. El simple hecho de que esa duda exista en nuestra mente es el indicio manifiesto de que estamos oyendo la voz del ego. De otro modo, no dudaríamos. Esa es la única creencia que desmantela los planes y las resistencias a las que nos tiene acostumbrado el ego.

"Si no puedes oír la Voz de Dios, es porque estás eligiendo no escucharla". Elegir es la clave. Volvemos al punto esencial que ha de orientar nuestro rumbo hacia el único destino verdadero. Para elegir, debemos movilizar nuestra voluntad con el único propósito de hacer la Voluntad del Padre, esto es, Ser lo que Somos, Espíritus de Luz dotados con la capacidad creadora con la que hemos sido creados.

Elegir oír la Voz del Padre, nos permitirá sintonizar con la frecuencia del Amor. Si albergamos pensamientos cuya frecuencia no reproduce el canal del Amor, entonces, estaremos captando las frecuencias propias del ego, cuyas características son reconocibles por la carencia del Amor y por la presencia del miedo.

2. He dicho que no puedes cambiar de mentalidad modificando tu conducta, mas he dicho también, y en muchas ocasiones, que puedes cambiar de mentalidad. 2Cuando tu estado de ánimo te diga que has elegido equivocadamente, y esto es así siempre que no te sientes contento, reconoce entonces que ello no tiene por qué ser así. 3En cada caso, has pensado mal acerca de algún hermano que Dios creó, y estás percibiendo imágenes que tu ego forja en un espejo tenebroso. 4Examina honestamente qué es lo que has pensado que Dios no habría pensado, y qué no has pensado que Dios habría querido que pensases. 5Examina honestamente tanto lo que has hecho como lo que has dejado sin hacer, y cambia entonces de mentalidad para que así puedas pensar con la Mente de Dios. 6Esto puede parecer difícil, pero es mucho más fácil que intentar pensar al revés de como piensa Él. 7Tu mente y la de Dios son una. 8Negar esto y pensar de otra manera ha conser­vado a tu ego intacto, pero ha dividido literalmente a tu mente. 9Como hermano que te ama, tu mente es de suma importancia para mí, y te exhorto a seguir mi ejemplo cuando te contemples a ti mismo y cuando contemples a tu hermano, y a que veas en ambos las gloriosas creaciones de un Padre glorioso.

¿Qué debo hacer Padre, para actuar según tu Voluntad? Tal vez, te sientas
identificado con esta súplica. La consideramos lícita para ganar la atención de nuestro Padre. Creemos que haciendo las cosas de manera diferente estaremos haciendo lo correcto. Pero este punto, va más allá de esta visión. Y lo hace, dirigiendo el poder transformador en la verdadera causa que realmente importa, el contenido de nuestra mente. 

Pensar con Dios, es lo esencial, lo demás vendrá por añadidura. Queremos decir con ello, que no podemos actuar diferente a como pensamos, pues los pilares no se sostendrán. Nuestra mentalidad no cambia modificando nuestra conducta. Es por ello, que debemos orientar la fuerza de nuestra voluntad en modificar nuestra mentalidad. Cuando se tiene la evidencia de lo que somos en realidad, nuestros actos serán la consecuencia directa de esa visión Interior. 

3. Cuando te sientas triste, reconoce que eso no tiene por qué ser así. 2Las depresiones proceden de una sensación de que careces de algo que deseas y no tienes. 3Recuerda que no careces de nada, excepto si así lo decides, y decide entonces de otra manera.

Tomar consciencia de que los estados emocionales y mentales que percibimos son nuestras propias creaciones, es un paso muy importante para modificar dicha percepción, pues dejaremos de buscar fuera de nosotros a los culpables de nuestros estados y dejaremos, igualmente, de buscar fuera a los "sanadores" de nuestras pesadumbres. 

Descubrir que aquello que percibimos tiene como origen nuestro modo de ver las cosas, nos permitirá elegir ver de otra manera y con ello, percibir de manera correcta.

4. Cuando sientas ansiedad, date cuenta de que la ansiedad pro­cede de los caprichos del ego. aReconoce que eso no tiene por qué ser así. 2Puedes estar tan alerta contra los dictados del ego como en su favor.

Tristeza, ansiedad, temor, depresión, cansancio, podríamos enumerar toda una lista de síntomas que tienen su origen en la mentalidad errada, la que se sostiene bajo los fundamentos del miedo, la característica principal del ego. Reconocer que esta visión no tiene por qué ser así, nos permitirá elegir verlo de otra manera.

5. Cuando te sientas culpable, recuerda que el ego ciertamente ha violado las leyes de Dios, pero tú no. 2Los "pecados" del ego déjamelos a mí. 3Ése es el propósito de la Expiación. 4Pero hasta que no cambies de parecer con respecto a aquellos a quienes tu ego ha herido, la Expiación no podrá liberarte. 5Si te sigues sintiendo culpable es porque tu ego sigue al mando, ya que sólo el ego puede experimentar culpabilidad. 6Eso no tiene por qué ser así.

Otra de las oraciones que elevamos a Dios, hace referencia al peso de la culpa. ¡Padre libéranos de la culpa y permite que perdone a mis hermanos!

Para el ego, Dios se encuentra fuera de nosotros, en el cielo. Esta creencia no se sustenta en la verdad, sino en conceptos alegóricos que se expresan en un lenguaje simbólico adaptado a las mentes infantiles que son incapaces de ver la realidad. Con esa visión, el ego inspira oraciones que le permita vislumbrar un rayo de luz que los libere del peso de la culpa. Vivir en la oscuridad, en el miedo, es agotador.

Este punto nos ilumina con una visión real. El Hijo de Dios no puede pecar. Es el ego quien ha violado las leyes de Dios. El Ser Espiritual que Somos es Inocente y Perfecto.

En el mundo de percepción con el que nos encontramos identificados, debemos utilizar el perdón como la vía de expiación que ha de llevarnos a rectificar el error de la separación y la dualidad. En este sentido, pedir perdón, si no va acompañado de un cambio de visión con respecto a nuestros hermanos, no servirá para nada. 

6. Vigila tu mente contra las tentaciones del ego, y no te dejes engañar por él. 2No tiene nada que ofrecerte. 3Cuando hayas abandonado ese des-ánimo voluntario, verás como tu mente puede concentrarse, trascender toda fatiga y sanar. 4No obstante, no te mantienes lo suficientemente alerta contra las exigencias del ego como para poder librarte de ellas. 5Eso no tiene por qué ser así.

El capítulo que estamos analizando tiene el firme propósito de que tomemos consciencia de que tenemos la capacidad de elegir entre la visión del ego y la visión de Dios. Repite, en cada uno de sus puntos, la frase "Eso no tiene por qué ser así", de modo que forme parte de nuestra manera de ver las cosas de una manera correcta.

7. El hábito de colaborar con Dios y Sus creaciones se adquiere fácilmente si te niegas diligentemente a dejar que tu mente diva­gue. 2No se trata de un problema de falta de concentración, sino de la creencia de que nadie, incluido tú, es digno de un esfuerzo continuo. 3Ponte de mi parte sistemáticamente contra este engaño, y no permitas que esa desafortunada creencia te retrase. 4Los des­corazonados no pueden ayudarse a sí mismos ni me pueden ayu­dar a mí. aSin embargo, sólo el ego puede sentirse descorazonado.

La cuestión es: ¿estás, realmente, decidido a oír la Voz del Padre? Vive y piensa en Él.

8. ¿Te has detenido a pensar seriamente en las muchas oportuni­dades qué has tenido de regocijarte y en cuántas has dejado pasar? 2El poder de un Hijo de Dios es ilimitado, pero él puede restringir la expresión de su poder tanto como quiera. 3Tu mente y la mía pueden unirse para desvanecer con su luz a tu ego, liberando la fuerza de Dios para que reverbere en todo lo que hagas o pienses. 4No te conformes con menos, y niégate a aceptar como tu objetivo nada que no sea eso. 5Vigila tu mente con sumo cuidado contra cualquier creencia que se interponga en el logro de tu obje­tivo, y recházala. 6Juzga por tus sentimientos cuán bien has hecho esto, pues ése es el único uso acertado del juicio. 7Los juicios, al igual que cualquier otra defensa, se pueden utilizar para atacar o para proteger, para herir o para sanar. 8Al ego se le debe llevar a juicio y allí declararlo inexistente. 9Sin tu lealtad, protección y amor, el ego no puede existir. 10Deja que sea juzgado imparcial­mente y no podrás por menos que retirarle tu lealtad, tu protec­ción y tu amor.

De este apartado, me quedo con dos afirmaciones que considero muy valiosas. Por un lado, saber, que sin mi lealtad, protección y amor, el ego no puede existir. Esto es así, porque el ego es una fabricación de la mente.

Por otro lado, saber cuál es la aplicación correcta del juicio, el reconocimiento de la verdad, me permite tomar la decisión de llevar al ego a juicio y allí declararlo inexistente. Esa sentencia exige una manera distinta de ver las cosas.

9. Eres un espejo de la verdad, en el que Dios Mismo brilla en perfecta luz. 2Al tenebroso espejo del ego no tienes sino que decirle: "No voy a mirar ahí porque sé que esas imágenes no son verdad". 3Deja entonces que el Santísimo brille sobre ti en paz, sabiendo que así y sólo así es como debe ser. 4Su Mente resplandeció sobre ti en tu creación y le dio existencia a tu mente. 5Su Mente resplandece todavía sobre ti y no puede sino resplandecer a tra­vés de ti. 6Tu ego no puede impedir que Dios resplandezca sobre ti, pero sí puede impedirte que le dejes resplandecer a través de ti.

Las falsas creaciones de la mente nos llevan a identificarnos con las percepciones propias que dan vida temporal al ego. Esa ilusión se convierte en un obstáculo para que la Luz de Dios llegue a nuestra mente iluminándola con la Verdad.

10. El Primer Advenimiento de Cristo no es más que otro nombre para la creación, pues Cristo es el Hijo de Dios. 2El Segundo Adve­nimiento de Cristo no significa otra cosa que el fin del dominio del ego y la curación de la mente. 3Al igual que tú, fui creado en el primero, y te he llamado para que te unas a mí en el segundo. 4Estoy a cargo del Segundo Advenimiento,  mi juicio, que se usa solamente como protección, no puede ser erróneo porque nunca ataca. 5El tuyo puede estar tan distorsionado que hasta creas que me equivoqué al escogerte. 6Te aseguro que eso es un error de tu ego. 7No lo confundas con humildad. 8Tu ego está tratando de convencerte de que él es real y de que yo no lo soy, ya que si yo soy real, no puedo ser más real que tú. 9Ese conocimiento -y te aseguro yo que es conocimiento- significa que Cristo ha venido a tu mente y la ha sanado.

¡Acepto el Segundo Advenimiento de Cristo!

11.     Yo no ataco a tu ego. 2Trato con tu mente superior -la morada del Espíritu Santo- tanto si estás dormido como si estás des­pierto, al igual como tu ego trata con tu mente inferior, que es su hogar. 3Me mantengo alerta por ti con respecto a esto porque tú estás tan confundido que te resulta imposible reconocer tu propia esperanza. 4No estoy equivocado. 5Tu mente optará por unirse a la mía, y juntos somos invencibles. 6Tu y tu hermano os uniréis final­mente en mi nombre, y vuestra cordura os será restaurada. 7Resu­cité a los muertos porque sabía que la vida era un atributo eterno de todo lo que el Dios viviente creó. 8¿Por qué crees que habría de ser más difícil para mí inspirar a los des-animados o estabilizar lo inestable? 9Yo no creo que haya grados de dificultad en los mila­gros; tú sí. 10Te he llamado y tú responderás. 11Yo comprendo que los milagros son acontecimientos naturales porque son expresio­nes de amor. 12El que yo te llame es tan natural como el que tú me respondas, e igualmente inevitable.

Este punto define claramente, que tenemos la libertad para elegir servir a Dios, o, servir al ego. Cuando nuestra mente sirve a Dios, estamos tratando con la mente superior, que es la morada del Espíritu y donde compartimos con el resto de la Filiación, la Unidad y el Amor.

Cuando nuestra mente sirve al ego, estamos tratando con la mente inferior, que es la morada de la personalidad falsa que compartimos bajo la apariencia de los cuerpos y bajo la creencia en la separación.

Jesús, nuestro hermano mayor, nos invita a despertar, a mantenernos alerta en el uso de nuestra voluntad, de nuestra elección, pues sabedor de que es la mente la que aporta argumentos a nuestras creencias, nos recuerda de que nuestra salvación está en la libre elección de recorrer, junto a nuestros hermanos, el camino del Amor.

¡Qué así sea!

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