VII. Crear en contraposición a fabricar una imagen propia
Este punto trata de hacernos conscientes de la importancia y poder que tienen nuestras "creaciones mentales", nuestros pensamientos. Dicha fortaleza reside en su origen, en su Causa, que no es otra que su fuente divina. Somos Hijos de Dios, creados a Su Imagen y Semejanza, lo que nos convierte en el fruto de Su Pensamiento. Del mismo modo, el fruto del empleo de nuestro pensamiento se reviste, igualmente, del poder creador que lo ha emanado. Recordemos que la idea-pensamiento sigue a su fuente.
El mundo que nos rodea es el fruto de la emanación mental del Hijo de Dios, dando lugar a una realidad que es falsa e ilusoria pues no se sustenta en la Esencia del Amor, sino que da pie a la errónea creencia de que estamos separados de nuestro Creador.
Las Escrituras y este Curso, nos revelan que la humanidad, representadas por Adán y Eva, entraron en un sopor, en un profundo sueño, tras haber desobedecido el precepto divino de no comer del Árbol del Bien y del Mal. Ese estado alude a la ilusión característica de experimentar en el mundo de la percepción una vivencia onírica, donde la realidad es percibida como una verdad, cuando lo cierto es que forma parte de una vivencia ilusoria.
El acto volitivo de utilizar nuestra mente en una dirección u otra recae sobre nuestra autoría. Esa "causa", activa un mecanismo natural que da lugar a "efectos", tal y como ocurre cuando sembramos una semilla, la cual está llamada a dar sus frutos. La importancia de tal hecho debe hacernos conscientes de la relación Causa-Efecto, no para que se despierte en nosotros la culpabilidad y la creencia en el pecado, sino para asumir el hecho consciente de que podemos corregir la dirección del poder de nuestros pensamientos cuando éstos requieren ser expiados.
Es muy probable, que a lo largo de tu existencia material te hayas sentido víctima de situaciones que por sus efectos has considerado negativas. Las has valorado y clasificado, incluso le has dado nombre: mala suerte, karma, etc. Pero más allá de esta percepción, difícilmente has considerado que el autor de todas esas vivencias, su única causa, sean tus propios pensamientos, tus propias creencias. Te resulta más cómodo culpar lo externo de lo que te pasa, que mirar en tu interior y descubrir que es tu mente la hacedora de dichas consecuencias.
Me alegra el haber encontrado una interpretación del pasaje bíblico de la "caída",
recogido en el Génesis, que dejase de otorgar la autoría de la expulsión del Paraíso a la Divinidad. Me gusta utilizar la lógica a la hora de analizar verdades que atentan a la razón. De lo contrario, terminaría por desecharlas como falsas verdades. Con relación a este punto, siempre he sabido que este pasaje encierra claves simbólicas, al igual que muchos de los pasajes que recoge los Textos Sagrados.
No considero este espacio el adecuado para profundizar más allá de lo que lo hace este punto en las claves simbólicas del pasaje, me quedo con el mensaje esclarecedor de que Dios no ha puesto límites al poder creador de Su Hijo, pues de haberlo hecho, estaría proyectando su propia limitación.
Una reflexión más mundana y cercana a nuestra actual mente podría ayudarnos a entender lo que hemos expuesto. Lo planteo como una cuestión: ¿Qué padre que ame a su hijo puede privarlo de la libertad para crear?
Para mí, este punto pone de manifiesto la importancia que encierra el deseo de individualismo, de ser especial, de identidad propia, causa que ha dado origen a la creencia de la separación. Ya hemos visto en los puntos anteriores que no debemos menospreciar el poder de nuestra mente, pues nuestra condición divina nos dota del poder crear y podemos hacerlo de una forma verdadera o de una forma falsa e ilusoria.
Nos dice el punto, que la tendencia del ser lleva a forjar una imagen de sí mismo. Creo que esta afirmación requiere una profunda reflexión. "Tendencia del ser", nos puede inspirar una tendencia a responder a un tipo de "energía" (reconozco la dificultad de encontrar un concepto para hacerlo más inteligible) muy cercana a la idea de la "fuerza del deseo" que en el pasaje Bíblico está representada por la tentadora Serpiente.
Muchos autores han profundizado en el aspecto simbólico de todo lo representado en los orígenes del Génesis. Cada uno de los personajes que escenifican ese pasaje, están aludiendo a Fuerzas Vitales de la Creación. Lo simplifico un poco añadiendo que la representación trata de hacernos conscientes del proceso de individualización de la conciencia, la cual, pasó de la inconsciencia plena de Ser Una con Su Creador, a la conciencia separada tras violar el mandato divino.
aterradora, y esta creencia es lo que es el "diablo". 2Es una idea poderosa, dinámica y destructiva que está en clara oposición a Dios debido a que literalmente niega Su Paternidad. 3Examina tu vida y observa lo que el diablo ha hecho. 4Pero date cuenta de que eso que ha hecho se desvanecerá completamente a la luz de la verdad, ya que su cimiento es una mentira. 5El hecho de que Dios te haya creado constituye el único cimiento que no puede ser debilitado, ya que la luz se encuentra en él. 6Tu punto de partida es la verdad, y tienes que retornar a tu Origen. 7Mucho se ha visto desde entonces, pero en realidad no ha ocurrido nada. 8Tu Ser no ha dejado de estar en paz, a pesar de que tu mente está en conflicto. 9Todavía no has retornado lo suficiente, y de ahí que tengas tanto miedo. 10A medida que te acercas a tu Origen, experimentas el miedo a la destrucción de tu sistema de pensamiento como si se tratase del miedo a la muerte. 11Pero la muerte no existe. aLo que existe es la creencia en la muerte.
Cuánta verdad en tan pocas palabras. Depende de nuestro despertar, o lo que es lo mismo, de la voluntad de ver lo real y dejar de dar credibilidad a la falsa creencia de que somos la imagen que hemos fabricado, para que nos liberemos del miedo a la muerte y disfrutemos de la abundancia Paradisiaca que nos dispensa la visión de nuestra verdadera Esencia Espiritual, Pura, Inocente y Eterna.
La rama que no da fruto simboliza el sistema de pensamiento del ego, el cual, está basado en la separación y en la percepción. Esa rama, representa el uso de la voluntad para fabricar, y en este sentido, la mente sirve al mundo de los efectos, al mundo irreal percibido.
La rama que da frutos es aquella cuyo origen responde a la identidad del Espíritu, la cual, utiliza la voluntad para crear. La Fuerza que sustenta el acto creador, es el Amor. Podríamos decir, que la rama que da fruto es aquella que ha crecido de la semilla del Amor.
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