miércoles, 18 de diciembre de 2024

Capítulo 16. VI. El puente que conduce al mundo real (3ª parte).

VI. El puente que conduce al mundo real (3ª parte).

8. No temas que se te vaya a elevar y a arrojar abruptamente a la realidad. 2El tiempo es benévolo, y si lo usas en beneficio de la realidad, se ajustará al ritmo de tu transición. 3Lo único que es urgente es desencajar a tu mente de la posición fija que ha adop­tado aquí. 4Ello no te dejará desamparado ni desprovisto de un marco de referencia. 5El período de desorientación, que precede a la transición en sí, es mucho más corto que el tiempo que tardaste en fijar tu mente tan firmemente en las ilusiones. 6Cualquier demora te hará ahora más daño que antes, debido únicamente a que te das cuenta de que es una demora, y de que realmente es posible escapar del dolor. 7En lugar de desesperación, halla espe­ranza y consuelo en esto: muy pronto ya no podrás encontrar en ninguna relación especial aquí ni siquiera la ilusión de amor. 8Pues ya no estás completamente loco, y no tardarías mucho en reconocer la culpabilidad que te produce traicionarte a ti mismo.

Cruzar el puente, al suponer un proceso de cambio de percepción, llevará un tiempo. En ese espacio temporal, el presente adquiere un significado muy valioso, pues al no ocuparlo con pensamientos sombríos del pasado y del futuro, nos ofrecerá un campo de infinitas posibilidades en las que podemos elegir desde el amor y no desde el miedo. Elegir desde el amor significa que no damos cabida al miedo, ni a la culpa, ni al castigo, y por lo tanto, la presencia del dolor y el sufrimiento no tendrá lugar.

9. Nada que procures fortalecer en la relación especial es real­mente parte de ti. 2no puedes conservar parte del sistema de pensamiento que te enseñó que la relación especial es real, y entender el Pensamiento que sabe lo que eres. 3Le has permitido al Pensamiento de tu realidad entrar en tu mente, y puesto que lo invitaste, morará contigo. 4Tu amor por él no permitirá que te traiciones a ti mismo, y no podrás entablar ninguna relación en la que dicho pensamiento no te acompañe, pues no desearás estar separado de él.

La fortaleza del ego se expresa en su sistema de pensamiento, es decir, la creencia en la separación se ha convertido en el sentido de su existencia, debido a que el pensamiento de su realidad ocupa nuestra mente al haber sido invitada. Expresado de otra manera: al desear ser amado de una manera especial, nos ha llevado a vernos diferentes y a percibirnos de manera exclusiva.

10. Alégrate de haber escapado de la parodia de salvación que el ego te ofrecía, y no mires atrás con nostalgia a la farsa que hacía de tus relaciones. 2Ahora nadie tiene que sufrir, pues has llegado demasiado lejos como para sucumbir a la ilusión de que la culpa­bilidad es algo bello y santo. 3Sólo los que son completamente dementes podrían contemplar la muerte y el sufrimiento, la enfer­medad y la desesperanza, y considerarlos bellos y santos. 4Lo que la culpabilidad ha forjado es feo, temible y muy peligroso. 5No veas ninguna ilusión de verdad y belleza en ello. 6Y siéntete agra­decido de que haya un lugar donde la verdad y la belleza te aguardan. 7Ve gustosamente a su encuentro y descubre lo mucho que te espera por el simple hecho de estar dispuesto a abandonar lo que no es nada precisamente porque no es nada.

Si el modo de amar del ego, de manera especial, nos aportase la percepción de la unidad, de la felicidad, de la libertad, en verdad, debería ser considerado como el plan de salvación adecuado. Pero la realidad es otra. El modo de amar del ego, inspirado desde el miedo, tan solo aporta conflicto, enfrentamiento, odio, ataque, dolor, sufrimiento, etc.

11.  La nueva perspectiva que adquirirás al cruzar el puente será el entendimiento de dónde se encuentra el Cielo. 2Desde este lado parece encontrarse fuera de ti y al otro lado del puente. 3Pero al cruzar el puente para unirte al Cielo, éste se unirá a ti y os volve­réis uno. 4pensarás, con feliz asombro, que a cambio de todo esto renunciaste a lo que no era nada. 5El júbilo del Cielo, el cual es ilimitado, aumenta con cada luz que regresa a ocupar el lugar que le corresponde en él. 6¡Por el Amor de Dios y por el tuyo propio, no te demores más! 7¡Y que el instante santo te acelere en tu camino, como indudablemente lo hará sólo con que dejes que venga a ti!

El mundo que percibimos y que se encuentra en la orilla donde nuestra identidad se identifica con el ego es el mundo donde imperan las leyes del miedo.

En la otra orilla del puente, la luz de un faro nos lleva a vislumbrar el final de un mundo oscuro. Esa luz representa la Voz del Espíritu Santo, que ha oído nuestra voluntad de querer retornar hacia nuestro verdadero Hogar y nos espera para darnos la buena nueva. El Cielo nos abre sus puertas y entramos en Él, de la mano de nuestros hermanos.

12. El Espíritu Santo sólo te pide este pequeño favor: que cada vez que tus pensamientos se desvíen hacia una relación especial que todavía te atraiga, te unas a Él en un instante santo y ahí le per­mitas liberarte. 2Lo único que necesita es que estés dispuesto a compartir Su perspectiva, para que Él te la conceda en su totalidad. 3Y no tienes que estar completamente dispuesto porque Él lo está. 4Su tarea es expiar tu renuencia mediante Su perfecta fe, y es Su fe la que tú compartes con Él en el instante santo. 5Como resultado de reconocer que no estás dispuesto a ser liberado, se te ofrece la perfecta buena voluntad de la que Él goza. 6lnvócale, pues el Cielo responde a Su llamada. 7Y permítele que Él invoque al Cielo por ti.

Somos seres completos y tan solo la creencia en la separación puede oscurecer esa visión, llevándonos a creernos necesitados y escasos. Creernos pecadores nos lleva al exilio; nos lleva a sentirnos expulsados del Cielo. 

Dios no nos castiga por haber utilizado nuestra voluntad para fabricar un mundo ausente de amor. Somos nosotros los que, al excluirnos del amor, nos creemos escindidos del Cielo.

No somos seres incompletos que necesitan amar de manera especial a otra persona, la cual nos completará. Lo que es Uno es indivisible. El amor es indivisible.

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