martes, 17 de diciembre de 2024

Capítulo 16. VI. El puente que conduce al mundo real (2ª parte).

VI. El puente que conduce al mundo real (2ª parte).


4. La relación especial no significa nada sin un cuerpo. 2Si le atri­buyes valor a la relación especial, tienes que atribuírselo también al cuerpo. 3Y no podrás sino conservar aquello a lo que atribuyas valor. 4La relación especial es un recurso para limitar tu Ser a un cuerpo, y para limitar la percepción que tienes de los demás a los suyos. 5Si pudieses ver los Grandes Rayos, éstos te demostrarían que la relación especial no tiene absolutamente ningún valor. 6Pues al verlos, el cuerpo desaparecería, ya que perdería su valor. 7Y de este modo, perderías todo tu interés en verlo.

Referirnos al ego nos lleva a describir las características de su sistema de pensamiento. El ego surge cuando decidimos ser diferentes al Creador y cuando el Conocimiento de la unicidad es sustituido por la creencia en la separación, o dicho de otro modo, cuando dejamos de ser impecables, puros e inocentes y nos creemos pecadores y dignos merecedores del castigo divino para limpiar nuestra culpa.

Ego es percepción. Percepción es cuerpo. Cuerpo es separación. Separación es culpa. Culpa es amor especial. El amor especial es la necesidad de ser amados por Dios.

5. Ves el mundo al que atribuyes valor. 2A este lado del puente ves un mundo de cuerpos separados que buscan unirse unos con otros en uniones exclusivas y convertirse en uno solo a costa de la pérdida que ambos sufren. 3Cuando dos individuos intentan con­vertirse en uno solo están tratando de reducir su grandeza. 4Cada uno quiere negar su poder, pues una unión exclusiva excluye al universo. 5Se deja afuera mucho más de lo que se admite adentro, pues se deja a Dios afuera y no se admite nada adentro. 6Si una sola de esas uniones se estableciese con perfecta fe, el universo entraría a formar parte de ella. 7Mas la relación especial que el ego persigue no incluye ni siquiera un solo individuo en su totalidad. 8El ego sólo quiere parte de él, y ve sólo esa parte y nada más.

El ego ha sustituido el amor verdadero por el miedo, lo cual le lleva a condicionar el amor que siente por la otra persona con límites de exclusividad, en un intento de protegerse del miedo que siente al no recibir un amor especial y único.

Al basar su amor condicional en la percepción del cuerpo, el miedo a perder lo que considera en exclusividad, el ser amado, le llevará a proyectar la culpa que siente en el otro, al que juzgará por despertar tales sentimientos de miedo en su interior.

6. ¡Qué diferentes son las cosas al otro lado del puente! 2Durante algún tiempo se sigue viendo el cuerpo, pero ya no es lo único que se ve, como ocurre aquí. 3La pequeña chispa que contiene los Grandes Rayos también es visible, y no puede ser confinada a la pequeñez por mucho más tiempo. 4Una vez que hayas cruzado el puente, el valor del cuerpo disminuirá tanto ante tus ojos, que ya no tendrás ninguna necesidad de enaltecerlo. 5Pues te darás cuenta de que su único valor es el de permitirte llevar a tus her­manos contigo hasta el puente, para allí ser liberados juntos.

El ego no ve los Grandes Rayos procedente de la esencia del Espíritu, del Ser que somos. Si lo percibiese, su sistema de pensamiento cambiaría por completo, pues dejaría de creer en la separación y, por lo tanto, dejaría de ser un ego, para recuperar su verdadera identidad como Hijo de Dios.

7. El puente en sí no es más que una transición en la perspectiva que se tiene de la realidad. 2A este lado ves todo sumamente dis­torsionado y desde una perspectiva errónea. 3Lo que es pequeño e insignificante se enaltece, y a lo que es fuerte y poderoso no se le concede ningún valor. 4Durante la transición hay un período de confusión en el que es posible experimentar una sensación muy real de desorientación. 5No tengas miedo de esto, pues lo único que significa es que has estado dispuesto a abandonar el marco de referencia distorsionado que parecía mantener a tu mundo intac­to. 6Este marco de referencia está construido en torno a la relación especial. 7Sin esta ilusión, no seguirías buscando ningún signifi­cado aquí.

La idea de "puente" queda representada en este punto, como el símbolo del proceso de transición que une dos aspectos de la realidad. Ese puente representa el momento en el que sentimos la llamada a ir más allá de la situación en la que nos encontramos. La realidad que queremos abandonar es la que nos aporta el ego; es el mundo de la ilusión, del miedo, del castigo, del sufrimiento y del dolor. En la otra orilla de ese puente, nos aguarda la "tierra prometida", la "tierra de salvación", es decir, la realidad que el Espíritu Santo nos muestra y en la que recordaremos nuestra verdadera identidad espiritual.

Dejamos atrás el miedo y alcanzamos la tierra de la libertad, en la que compartiremos la esencia de la que somos portadores, el amor, con cada uno de nuestros hermanos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario