martes, 18 de febrero de 2025

Capítulo 18. VI. Más allá del cuerpo (4ª parte).

 VI. Más allá del cuerpo (4ª parte). 

10. Puedes alzar la mano y tocar el Cielo. 2Tú, cuya mano se encuentra asida a la de tu hermano, has comenzado a extenderte más allá del cuerpo, pero no fuera de ti mismo, para alcanzar juntos la Identidad que compartís. 3¿Cómo iba a encontrarse dicha Identidad fuera de vosotros donde Dios no está? 4¿Acaso es Él un cuerpo? 5¿E iba a haberte creado diferente de Sí Mismo y donde Él no podría morar? 6Él es lo único que te rodea. 7¿Qué limitaciones puedes tener tú a quien Él abarca?

Hemos estado toda nuestra vida comunicándonos con los demás, percibiéndolos desde el exterior, lo que nos ha llevado a creer que no nos une ningún lazo de relación. La visión de la separación ha ocasionado que las relaciones entre hermanos estén tintadas de odio, rencor, ataques y culpa.

La salvación, la nuestra y la de los demás, es el punto que nos une. Buscamos nuestra salvación a costa de la salvación de los demás, cuando en verdad es imposible alcanzar esa meta cuando realizamos el camino separados los unos de los otros. Nuestra identidad es compartida en la Mente de Dios y por nuestras propias Mentes. 

Si quieres ver la realidad de tu hermano, no lo busques fuera de ti, sino en tu interior. 

11. Todo el mundo ha experimentado lo que podría describirse cómo una sensación de ser transportado más allá de sí mismo. 2Esta sensación de liberación va mucho más allá del sueño de libertad que a veces se espera encontrar en las relaciones especia­les. 3Es una sensación de habernos escapado realmente de toda limitación. 4Si examinases lo que esa sensación de ser "transpor­tado" realmente supone, te darías cuenta de que es una súbita pérdida de la conciencia corporal, y una experiencia de unión con otra cosa en la que tu mente se expande para abarcarla. 5Esa otra cosa pasa a formar parte de ti al tú unirte a ella. 6tanto tú como ella os completáis, y ninguno se percibe entonces como separado. 7Lo que realmente sucede es que has renunciado a la ilusión de una conciencia limitada y has dejado de tenerle miedo a la unión. 8El amor que instantáneamente reemplaza a ese miedo se extiende hasta lo que te ha liberado y se une a ello. 9Y mientras esto dura no tienes ninguna duda acerca de tu Identidad ni deseas limitarla. 10Te has escapado del miedo y has alcanzado la paz, no cuestio­nando la realidad, sino simplemente aceptándola. 11Has aceptado esto en lugar del cuerpo, y te has permitido a ti mismo ser uno con algo que se encuentra más allá de éste, al simplemente no permitir que tu mente esté limitada por él.

Tanto en sentido literal como en el figurado, es decir, tanto si se trata de "vernos" fuera del cuerpo, lo que se conoce como viaje astral, o si trascendemos los miedos que limitan una relación especial logrando amar incondicionalmente, experimentaremos la sensación de ser "transportado" más allá de los límites que establece el cuerpo y la conciencia basada en la percepción.

El Amor no pertenece al mundo del ego, pues dicho mundo es el hijo del miedo. Cuando conseguimos conectar con su elevada frecuencia y sintonizamos su canal, la comunicación interior nos libera de las pesadas cadenas del miedo y nos sentimos libres y etéreos.

12. Esto puede ocurrir independientemente de la distancia física que parezca haber entre ti y aquello a lo que te unes; indepen­dientemente de vuestras respectivas posiciones en el espacio o de vuestras diferencias de tamaño y aparente calidad. 2El tiempo es irrelevante: la unión puede ocurrir con algo pasado, presente o con algo que se prevé. 3Ese "algo" puede ser cualquier cosa y estar en cualquier parte; puede ser un sonido, algo que se ve, un pensamiento, un recuerdo, o incluso una idea cualquiera sin nin­guna referencia concreta. 4Mas siempre te unes a ello sin reservas porque lo amas y quieres estar a su lado. 5Por eso te apresuras a ir a su encuentro, dejando que tus limitaciones se desvanezcan, aboliendo todas las "leyes" que tu cuerpo obedece y apartándote serenamente de ellas.

Esa es la vivencia. Se trata de una vivencia de unión verdadera propiciada por el Amor, el cual, al expandirse, nos comunica con la esencia de lo amado.

Se habla de las vivencias de éxtasis que acompaña a la liberación del miedo cuando nos entregamos al amor verdadero. Dichas vivencias fortalecen la firme creencia de que no somos un ropaje material, sino que nuestra identidad es esencia espiritual y presencia eterna.

13. No hay violencia alguna en este escape. 2No se ataca al cuerpo, sino simplemente se le percibe correctamente. 3El cuerpo no puede limitarte, ya que ésa no es tu voluntad. 4En realidad no se te "saca" de él, ya que no puede contenerte. 5Te diriges hacia donde realmente quieres estar, adquiriendo, no perdiendo, una sensación de Ser. 6En estos instantes en que te liberas de toda restricción física, experimentas mucho de lo que sucede en el ins­tante santo: un levantamiento de las barreras del tiempo y del espacio, una súbita experiencia de paz y alegría. aMas por encima de todo, pierdes toda conciencia del cuerpo y dejas de dudar acerca de si todo esto es posible o no.

El recuerdo de lo que somos nos facilitará el encuentro con nuestra verdadera identidad. Si somos Espíritu, nuestra comunicación con su esencia sublimará la relación que hemos mantenido con el cuerpo y experimentaremos conscientemente cómo ese encuentro con nuestro verdadero yo se producirá, aportándonos la sensación de transportarnos a otra dimensión más sutil y etérea. En verdad, lo que está ocurriendo es que nos dirigimos hacia donde realmente procedemos y queremos estar, adquiriendo, no perdiendo, una sensación de Ser.

14. Es posible porque tú lo deseas. 2En la súbita expansión de con­ciencia que tiene lugar sólo con que tú lo desees reside el irresisti­ble atractivo del instante santo. 3Te exhorta a que seas tú mismo, en la seguridad de su abrazo. 4Ahí se te libera de todas las leyes de la limitación y se te da la bienvenida a la mentalidad receptiva y a la libertad. 5Ven a este lugar de refugio, donde puedes ser tú mismo en paz. 6No mediante la destrucción ni mediante un escape, sino simplemente mediante una serena fusión. 7Pues la paz se unirá a ti allí sencillamente porque has estado dispuesto a abandonar los límites que le habías impuesto al amor, y porque te uniste a él allí donde mora y adonde te condujo, en respuesta a su dulce llamada a que estés en paz.

En la medida en que seamos capaces de ir desprendiéndonos de los envoltorios de materia grosera con los que hemos ido identificándonos, es decir, en la medida en que nuestra voluntad deje de servir al miedo, a la creencia en la separación, a la culpa, al ataque, al odio y a la ira, para prestar sus servicios al amor, iremos abandonando el contenido de nuestra vieja mochila y soltando el elevado peso de su carga. Ello propiciará que dejemos de sentirnos prisioneros de las limitaciones impuestas por la falsa percepción y pasemos a experimentar la felicidad que nos dispensará nuestra visión de libertad.

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