Capítulo 19
I. La curación y la fe (5ª parte).
13. La gracia no se le otorga al cuerpo, sino a la mente. 2Y la mente que la recibe mira instantáneamente más allá del cuerpo, y ve el santo lugar donde fue curada. 3Ahí es donde se alza el altar en el que la gracia fue otorgada, y donde se encuentra. 4Ofrécele, pues, gracia y bendiciones a tu hermano, pues te encuentras en el mismo altar donde se os otorgó la gracia a ambos. 5Y dejad que la gracia os cure a la vez, para que podáis curar mediante la fe.
Cuando este punto nos dice que la gracia no se le otorga al cuerpo, sino a la mente, está confirmando lo expresado más arriba. Cuando la mente es bendecida por el amor y por la gracia divina, se expande para crear de acuerdo a las leyes del amor, es decir, sus creaciones serán eternas, pues expresan la unidad.
Dejemos, pues, que la gracia penetre en nuestras mentes y ello nos lleve a compartir esa visión de unidad con el resto de la humanidad.
14. En el instante santo tú y tu hermano os encontráis ante el altar que Dios se ha erigido a Sí Mismo y a vosotros dos. 2Dejad a un lado la falta de fe y venid a él juntos. 3En él veréis el milagro de vuestra relación tal como fue renovada por la fe. 4Y en él os daréis cuenta de que no hay nada que la fe no pueda perdonar. 5Ningún error puede obstruir su serena visión, la cual lleva el milagro de la curación con la misma facilidad a todos ellos. 6Pues lo que se les encomienda hacer a los mensajeros del amor, ellos lo hacen, y regresan con las buenas nuevas de haberlo consumado en ti y en tu hermano, que os encontráis unidos ante el altar desde donde ellos fueron enviados.
Hemos visto en el párrafo 12 cómo la fe puede ser intercambiada por el conocimiento, pues procede de la percepción del Espíritu Santo. Hemos visto, igualmente, como el regalo del Espíritu Santo, la Expiación, nos lleva a corregir el error que nos ha mantenido prisioneros de la creencia en la separación, permitiéndonos adquirir la visión Crística la cual compartimos con todos nuestros hermanos de Filiación.
En el instante santo, se producirá ese reencuentro sagrado con nuestros hermanos y juntos compartiremos nuestra fe en la unidad de nuestras mentes.
En este punto, Jesús matiza el significado de la verdad, de la fe y de la paz. Si bien todos estos significados completan el proceso de embellecimiento del Jardín, donde nuestra consciencia será una con el resto de la Filiación y con Dios, la fe debe ser entendida como una de las metas del aprendizaje que dejará de ser necesaria una vez que se ha completado dicho aprendizaje. En cambio, la verdad es la meta de ese aprendizaje, por lo que no se ausentará jamás.
16. Dedícate, por lo tanto, a lo eterno, y aprende a no ser un obstáculo para ello ni a convertirlo en un esclavo del tiempo. 2Pues lo que crees hacerle a lo eterno te lo haces a ti mismo. 3Aquel a quien Dios creó como su Hijo no es esclavo de nada pues es Señor de todo, junto con su Creador. 4Puedes esclavizar a un cuerpo, pero las ideas son libres y no pueden ser aprisionadas o limitadas en modo alguno, excepto por la mente que las concibió. 5Pues esta permanece unida a su fuente que se convierte en su carcelero o en su libertador, según el objetivo que acepte para sí mismo.
Ya lo hemos visto: las ideas siguen a su fuente. La falta de fe dará lugar a una mente que sirve al error y a la ilusión. Mientras que la fe dará lugar a una mente que sirve a la verdad.
La falta de fe nos llevará a rendir cuentas a una identidad falsa e irreal, como es la que aporta el cuerpo, el cual está sometido por las leyes de la temporalidad.
En cambio, la fe nos lleva a las puertas del Cielo, donde la Unidad de las Mentes es la realidad compartida por la Filiación.
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