Cuando comencé a escribir esta narración, tan sólo un objetivo me guiaba: ser capaz de trasladar, de un modo simbólico, imaginativo y creativo, el Lenguaje Inicial de los Signos del Zodíaco, de tal manera que pudiera conquistar el corazón y la mente de los pequeños y no tan pequeños, claro.
En forma de cuento, ese marco propicio para que la creatividad se pronuncie pretendió dar vida a un personaje cuya misión no será otra que adquirir la capacidad creadora para la cual se llama el Espíritu Viviente.
Psique, representante del Alma Humana, deberá adentrarse en una aventura en la cual irá perdiendo su inocencia primigenia para al final, convertirse en un ser poderoso y humilde.
En cuatro capítulos se recoge el recorrido de Psique, el protagonista, por las diferentes Moradas, donde, ineludiblemente, se irá encontrando con cada uno de los actores cósmicos que forman la rueda zodiacal.
Se trata de una narrativa que inicia al lector en el conocimiento básico de los arquetipos celestes. Desde aquí te invitamos a caminar junto a Psique y conquistar, etapa tras etapa, el conocimiento mágico que nos aporta el saber ancestral de la astrología.
Capítulo I "Las Tierras de Fuego de Kether"
Allá, en la Gran Ciudad Sagrada y contorneando los confines del Universo, mora, en armonía con el latir cósmico, un poderoso y magno Ser, que junto a los Siete Espíritus ante el Trono, gobierna en Justicia aquel vasto Reino.
La Gran Ciudad es en verdad una ofrenda de los Dioses, pues es tanta la belleza y grandeza de sus tierras, que ni los sueños más atrevidos e inspirados pueden comparársele.
En esa felicidad contagiosa crece con igual hermosura y plenitud el joven y apuesto Psique, el heredero legítimo del sabio Mentor. Por las venas del joven Príncipe corre la sangre noble y pura del Magno Rey. Por este motivo, los Siete Espíritus ante el Trono redactaban en aquella mañana la gran Herencia Real, en la que se disponía por Voluntad Superior que Psique, hijo primogénito de Mentor, sería reconocido como legítimo heredero del Trono, pero no sin antes... bueno, tal vez prefieras ver por ti mismo lo que sucede en la Sala de los Tribunos, donde el destino de las nuevas Eras se está fraguando...
“Amado Rey: Hemos recibido noticias de Saturno, embajador de las tierras sagradas de Binah. Mercurio, su fiel servidor, nos ha dejado este mensaje que, como sabéis, ha sido forjado por la Fragua del Tiempo”.
El más anciano de los Siete Espíritus ante el Trono ocupó la atención de Mentor, el cual se mostró muy interesado por el contenido de aquel enviado.
“Continuad, os lo ruego -expresó, ligeramente entusiasmado el Rey-“.
“Poned atención, pues esta es la Voz de Binah:
¡Mentor, que la dicha te acompañe! He abierto el Gran Manuscrito, donde el sello de la alianza fija el destino de los seres. Ha llegado la hora en que Psique, tu hijo y heredero, afronte la suprema prueba que ha de consagrarle como el nuevo Rey de la Ciudad Sagrada. Como bien conoces, esta Iniciación consiste en reunir las Doce Sentencias Ocultas y, para ello, deberá abandonar su original morada y viajar hasta encontrar las Puertas Misteriosas de lo Esencial. Allí será donde el destino lo aguarda.
¡Sabio Mentor, quedad en paz!”
Así terminaba aquel mensaje, que sin duda quedó bien archivado por Mentor, el cual, al tiempo que daba las gracias a sus fieles consejeros, requería la presencia de su amado hijo.
“Gracias fieles Consejeros. Os estoy muy agradecido, pero ahora retiraos y os lo ruego, comunicad a Psique que le aguardo en mis aposentos”.
No tardaría en cumplirse aquel deseo, y veloz como el viento, Psique buscó un tanto inquieto a su Padre y Rey, pues intuía que algo importante estaba ocurriendo.
“¿Me habéis llamado, padre? -saludó Psique con su habitual inocencia- “.
“Sí, querido hijo, así ha sido. Pero ven, acércate y toma asiento a mi lado, pues debo comunicarte algo muy importante y quisiera por ello que estés muy atento”.
“¿De qué se trata, amado padre? -Interrogó el joven un tanto impresionado- “.
“Al llevar mi sangre en tus venas, y al haber sido creado de mi misma esencia, llevas inscrito en todo tu ser mis poderes, pero aún no puedes hacer uso de ellos debido a que no tienes la llave que te permitirá conseguirlo. Esa llave se encuentra en poder del Gran Arcano Mayor, cuyo misterio, al serte revelado, te permitirá conocerte a ti mismo. No lo olvides. Para poder heredar el Trono de la Ciudad Sagrada, es preciso que antes consigas el Saber Oculto del Gran Arcano. Ve ahora, hijo, no pierdas más tiempo y, mientras tanto, yo velaré tus pasos, aunque no podré ayudarte en la conquista de tu propio autoconocimiento, pues ese Sendero tú mismo debes ganarlo”.
“Pero padre, antes de mi marcha, decidme, ¿hacia dónde he de orientar mis pasos?”
Las palabras del sabio Mentor habían despertado el espíritu intrépido del joven Psique, el cual, guiado por la asombrosa aventura que le aguardaba, buscó en su amado padre un último consejo.
"Cuatro largos viajes deberás afrontar. Debes dirigirte hacia las tierras de Fuego de Kether. Allí deberás reunir las tres Sentencias del Espíritu Viviente. Busca al Carnero, al León y al Centauro Arquero. Al primero lo reconocerás por su osadía, al segundo, por su lealtad y nobleza, y al tercero, por su sabiduría y justicia.
Cuando hayas culminado esa primera etapa, dirígete entonces a la morada de Hochmah, y no olvides que en ella habrás de saciar tu propia sed, pues deberás reunir las tres Sentencias del Alma. Busca sin demora al Cangrejo, al Escorpión y a los Peces, y cuando los hayas encontrado, los reconocerás gracias a la devoción y emotividad del primero, a la combatividad y determinación del segundo y a la compasión del tercero.
No desfallezcas y sigue tu búsqueda. Cuando llegues a este peldaño, habrás cubierto la mitad del recorrido. Después dirige tu mirada hacia la luminosidad etérea del Reino de Binah. Allí te aguardan las tres Sentencias del Pensamiento. Deberás armarte de paciencia. Estudia, estudia y medita, hasta que encuentres el punto fiel de la balanza anunciadora del equilibrio y la armonía, hasta que descubras al Aguador, que derramando sus Aguas Creadoras fecunda la vida con el soplo del Amor Universal, y hasta que, por último, encuentres a los Gemelos, que gracias a su dualidad dispersan la Verdad del Cielo y de la Tierra.
Pero tu empresa no alcanzará su final hasta que no hayas reunido las tres Sentencias del Cuerpo Viviente. Las tierras de Hesed te aguardan y en ellas hallarás tu recompensa. No te embriagues con el licor de la dicha pasajera, cuando tus pies se fundan con esas tierras, y sigue buscando hasta que encuentres a la Cabra Montes, al Toro Sagrado y, por último, a la Virgen de las Cosechas.
Largo es tu recorrido, hijo, pero has de saber que en tus venas arde la sangre de las Altas Esferas. Busca y sé sabio, pues tu Gran Iniciación te espera”.
El joven Psique quedó enmudecido y profundamente intrigado. Jamás su padre le había hablado anteriormente de que en su sendero le aguardaran aquellas extrañas experiencias. Si lo hubiese sabido, se habría preparado -pensó el recién aspirante-
Sin poder alejar de sus pensamientos las palabras -algunas tan misteriosas-, que su padre le había dirigido, Psique se inquietaba con la preocupación de no saber qué hacer con tantos enigmas.
Pero, dejándose aconsejar por su único compañero -la intuición-, dirigió su mirada hacia los confines del horizonte y allí, donde las sombras perdían su poder, vio emanar una luz resplandeciente que, casi imperceptiblemente, parecía querer llamar su atención. Y así se lo pareció, pues se dijo:
“Bien, ¿a qué esperar más? Queridos pies, llevadme hasta las tierras ígneas de Kether, pues allí me aguarda el Carnero, el León y el Centauro Arquero”.
Y tal como lo dijo, así lo hizo. Anduvo, anduvo sin desfallecer ni un momento y al final de una de tantas noches, después de la habitual visita al mundo de los sueños, Psique fue sorprendido por un fuerte alboroto. Inquietado por aquella novedad, buscó con ansiedad el motivo de aquella algarabía, siendo entonces cuando descubrió a un desconocido ser, diferente, muy diferente a él.
Acercándose, le dijo:
“Hola, ser extraño, me llamo Psique, hijo de Mentor, el gran sabio de la Ciudad Sagrada. Creo que me he perdido y he pensado que tal vez me pudieras ayudar. Estoy buscando al Carnero, al León y al Centauro Arquero. ¿Acaso sabrías decirme dónde puedo encontrarlos?”
“Y, ¿cómo es el Carnero? -le replicó el desconocido a Psique- “.
“Pues no sabría contestarte. En verdad nunca he visto a un Carnero, pero debo reconocerle por su osadía -añadió alegremente el joven-“.
“Estás de suerte, pues Yo Soy el Carnero que buscas. Pero, dime, ¿qué deseas de mí?”
La dichosa fortuna me acompaña sin duda. Dime Carnero, ¿qué sentencia puedes ofrecerme? -expresó el valeroso aspirante- “.
“¡Sentencia, dices! ¿Acaso ves en mí algo especial? -le dijo, sin salir de su asombro-“.
“Pues en verdad no puedo contestarte, ya que no te conozco. Tal vez si me dijeras qué es lo que haces, quizás juntos podamos descifrar tu Sentencia”.
"Yo soy el más importante de mis hermanos. Ninguno puede igualar mis cualidades. Soy el que guía los rebaños hacia los pastos verdes y el que descubre nuevas tierras donde pastar. Con el brío de mi cabeza y con la bravura de mis iniciativas, soy capaz de defender a mis hijos de cualquier fiera salvaje que intente poner fin a sus vidas”.
“Pero, dime, amigo Carnero, ¿acaso no conoces el miedo? -preguntó con ansiedad Psique-“.
“El miedo, ¿qué es el miedo? Dentro de mí hay una fuerza poderosa semejante a la fuerza rejuvenecedora del amanecer. Nada me ata a la tierra. Me siento libre y por ello, cada mañana, guío mi rebaño hacia nuevas tierras”.
“Hermoso y difícil es tu trabajo, amigo Carnero -le dijo muy entusiasmado Psique-, pero, aún tengo una duda, ¿cómo se llama el dueño de tu fuerza interna?”
“Ahora conozco mi Sentencia. Gracias a tu búsqueda he reconocido la verdad que encierra mi existencia. La fuerza que anida en mi cuerpo es la Vida - expresó el Camero muy satisfecho- “.
“¿La vida? -preguntó emocionado el joven-“.
“En efecto. Yo represento al Espíritu de la Vida, que, al igual que cada amanecer, fluye con vitalidad, energía e inocencia. He aquí,pues, mi sentencia: ¡El Espíritu es la verdadera Vida!”.
“Gracias, amigo Camero. Gracias por haberme permitido nacer en mí mismo”.
Y de este modo, fue como Psique, profundamente animado, decidió seguir sus pasos en busca de su segunda Sentencia. Pero ahora ya tenía una razón por la cual continuar su marcha. Había descubierto su propia esencia.
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