lunes, 17 de diciembre de 2018

Los Viajes de Psique (8)

Aquel joven muchacho había cubierto ya un largo camino y aún sabía que le restaba otro tanto, pero eso no le hizo desfallecer en su búsqueda, y continuó su sendero con la esperanza puesta en que pronto, muy pronto, tendría lugar el encuentro con el Aguador, el siguiente misterio.
 
Y sucedió que, de un modo extraño, el joven Psique sintió una intensa necesidad, hasta ese momento desconocida. Desde su interior algo le pedía ser satisfecho, pues de lo contrario sufriría un desmayo. Como guiado por una voz que le recordó al noble León, Psique llamó a sus amigos, el Cangrejo y al Escorpión, pues tan sólo el recuerdo de aquellas aguas fluyendo libremente calmaba su honda inquietud. En verdad, lo que el joven Psique necesitaba era saciar su sed.

“¡Cangrejo y Escorpión, en nombre de nuestro pacto y de vuestras Sentencias, ofrecerme vuestra ayuda! -invocó Psique en voz alta-“.
 
Como salido de la nada, allí estaban, Cáncer y Escorpio, saludando a su joven amigo.
 
“Veo que nos necesitas, valeroso Psique. Dime, ¿qué deseas de mí? -le preguntó Cáncer, el Cangrejo-“.
 
“Gracias, amigos. En verdad, lo que necesito de vosotros me lo podéis ofrecer, pues son vuestras aguas. Siento que he de beber de ellas, de lo contrario desfalleceré -les anunció amistosamente-“.
 
“Pues ven y sacia tu sed de este torrente -le invitó el Cangrejo, al tiempo que con una de sus patas rascaba en el suelo, descubriendo un gran manantial. Pero era tanta la intensidad con la que emanaba el agua, que cuando Psique quiso beber de ellas, no pudo. Por lo que tuvo que abandonar su empeño-“.
 
Escorpio, el Escorpión, que fue testigo de todo cuanto sucedió, comenzó a reír sarcásticamente, y sin dejar de hacerlo, le dijo al joven:
 
“¡Jo, Jo, Jo!, veo que aún ignoras muchas cosas. ¡Jo, Jo, Jo! ¿Cómo piensas saciar tu sed con las sublimes aguas de Cáncer, cuando tus pasos te han llevado a las Tierras de Binah? ¿Acaso desconoces que esta es la morada del control? Aquí todo está sujeto a la Ley y al Orden. La abundancia aparece bajo los ropajes de la rectitud. Si quieres agua para saciar tu sed, ve y busca a Acuario, el Aguador, él te ayudará”.
Y sin dejar de sonreír socarronamente, Escorpio puso fin a aquella conversación, al tiempo que comenzó a acariciarse su resplandeciente y afilada cola.
 
Aquellas palabras no parecieron sorprender al joven Psique, el cual hacía grandes esfuerzos para recordar los consejos de su Padre, el Gran Mentor...
 
“¡...hasta que descubras al Aguador, que derramando sus Aguas creadoras, fecunda la Vida con el soplo del Amor Universal!”

Sí, acababa de organizar un poco sus pensamientos. Ahora recordaba bien lo que su Padre le aconsejó, y sin pensárselo más, dio las gracias a sus amigos y dirigió sus pasos en la búsqueda del enigmático Aguador.
 
La sed le consumía y sus pasos se hacían cada vez más pesados. Sus ojos encontraban verdadera dificultad para mantenerse abiertos, y en su garganta sentía un hondo y profundo ardor.
 
Cuando la esperanza parecía desvanecerse, una voz vino a poner fin a aquella desagradable experiencia.
 
“¿Dónde te diriges, muchacho? -le interrogó un ser desconocido que se interponía en su camino-“.
 
“Busco al Aguador para que sacie mi sed. ¿Acaso le conoces? -expresó con un imperceptible hilo de voz, el joven-“.
 
“¿Por qué tienes sed? ¿De dónde vienes? -preguntó nuevamente aquel extraño-“.
 
“He cruzado un gran desierto buscando la ruta que abra los senderos que me aguardan en mi designio”.
 
“Siendo así, bebe las Aguas de esta ánfora. Quizás ellas puedan complacer tu necesidad”.
 
Acercando Psique sus manos, tomó entre ellas una vasija de barro, y llevándosela hasta su boca, bebió hasta calmar por completo su sed. De repente, sus ojos se abrieron y de su garganta desapareció aquel abrasador fuego. Y viendo Psique que de nuevo se sentía vivo, le dijo a aquel desconocido con voz agradecida:
 
“Sin duda tú eres el Aguador, y debo testimoniar que en verdad tus Aguas son Vivas, pues acaban de devolverme a la vida. Mucho te debo, amigo, ¿cómo puedo recompensar lo que has hecho?”
 
“Ya me has dado el mejor de tus tesoros, pues tus labios han expresado cuanto en tu corazón anida. Considerándome tu amigo, nos hemos fundido en un pacto que va más allá de cualquier sacrificio -le dijo dulcemente aquel ser que de un modo especial había ganado la simpatía y confianza de Psique-“.
 
“¿Por qué es tan importante la amistad, generoso Aguador?”
 
"La amistad es el tesoro más maravilloso de cuantos existen. Muy pocos cuentan con una estrella resplandeciente que, luciendo en las noches más oscuras, anuncia el camino y alumbra al viajero. Tan solo aquellos que encuentran al Amigo podrán en sus noches abrigar un rayo de esperanza que les anuncie la pronta llegada del alba”.
 
“¿Por qué cuando he bebido de tus Aguas, mis ojos que estaban sin luz han vuelto a ver? ¿Puedes contestarme a eso, buen amigo?”
 
“Tus ojos buscaban en tu interior, ansiosos de hallar la verdad. Pero buscaste en las Acuosas Tierras de Hochmah, donde la verdad está prisionera de la ilusión. Pero cuando has bebido del Agua de mi ánfora, entonces tus ojos se han abierto y la verdad te ha sido revelada. Cuando tus labios han pronunciado la palabra amistad, desde ese momento y guiado por la consejera razón, has entrado a formar parte del Gran Clan”.
 
“¿El Gran Clan? -preguntó sorprendido el joven-“.

“El Gran Clan son aquellos que han buscado la verdad y la han hallado, y al final de ese sendero fraguan la vida custodiando la libertad de su hermano”.
 
“Pero dime, sabio Acuario, ¿cómo he llegado yo hasta este plano?”
 
“Aquel que aspira recibirá la fuerza para no desfallecer en sus aspiraciones. Aquel que afana será incentivado para que siga buscando. Aquel que contempla, mucho le será revelado y enseñado. Podrás continuar tu ruta, pues aún tu labor no ha sido culminada. Pero desde ahora sabrás, conocerás y crearás de acuerdo a las leyes de la Gran Ciudad Sagrada”.
 
“En verdad te digo, amigo, que el Fuego que un día partió conmigo y que abrazaba mi garganta hasta hace unos momentos, ahora puedo vivirlo desde mi mente y ya no agita mi pecho, ni inquieta mis miembros. Ahora, mis pasos son pausados y mi corazón más despierto. Pero, dime antes de que continúe mi camino, ¿cuál es tu Sentencia fiel amigo?”
 
“Forjar la perfecta unión que nos orienta hacia la libertad. Esa es mi Sentencia. Llévala contigo y quizás puedas algún día, guiado por tu ingeniosa inventiva, crear un mundo donde la igualdad sea una realidad”.
 
Y con aquellas hermosas palabras de esperanza, se despedía Acuario, el Aguador, pues mucha era aún la tierra que con el Agua de su ánfora debía fecundar.
 
Por su parte, el joven Psique quedó aún sumido en la meditación. Se sentía pletórico. Eran tantas las interrogantes que le ocupaban que, por primera vez desde que aquella aventura se iniciara, comprendía que cada una de las Sentencias que custodiaba cuidadosamente en su alforja era una parte de él mismo. Aquella evidencia interior le llenó de alegría, pero al mismo tiempo despertó en él un peculiar sentido del deber, la responsabilidad. Y se dijo:
 
“¿Acaso comprendo la misión que Mentor, mi amado Padre, me ha encomendado? El Gran Arcano se está forjando en mi interior. Cada Sentencia aumenta mi consciencia abriéndome puertas que acceden a nuevas fronteras. He sentido un gran alivio al beber de las Aguas de Acuario, pues una profunda pena acongojaba mi pecho con la angustia de sentirme lejos del recuerdo de mi Padre, mi maestro y guía. Hoy lo veo todo claro y creo que jamás me había sentido tan cerca de él. Al mismo tiempo, noto que voy adquiriendo sus virtudes, que voy desvelando su propio secreto. Pero ahora que conozco y comprendo, siento una nueva inquietud. Debo comunicar a los demás seres creadores todo cuanto conozco. Pero, ¿cómo debo hacerlo?

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