ORIGEN DEL MESIAS
35 Tomando Jesús la palabra, decía
enseñando en el Templo: ¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de
David? 36 David mismo, inspirado por el Espíritu Santo, ha dicho: Dijo el Señor
a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus
pies. 37 El mismo David le llama Señor, ¿de donde, pues, viene que sea hijo
suyo? Una gran muchedumbre le escuchaba con agrado. 38 En su enseñanza les
decía: Guardaos de los escribas, que gustan de pasearse con rozagantes túnicas,
de ser saludados en las plazas 39 y de ocupar los primeros asientos en las
sinagogas y los primeros puestos en los banquetes, 40 mientras devoran las
casas de las viudas y simulan largas oraciones. Estos tendrán un juicio muy
severo.
Cuando alguien nos pregunte, ¿quién eres?, la respuesta más
común, después de haber titubeado unos minutos, pues pocas veces nos hemos
planteado estas cuestiones cuando nuestra consciencia se encuentra identificada
con el mundo material, será: “Soy hijo de... y mi nombre es...” Por lo tanto,
extraemos de esa contestación que tenemos una identidad y esta procede de
nuestra genealogía familiar.
Esa es la respuesta que sabe dar nuestra tendencia llamada "escribas", los representantes de nuestra personalidad material y pasajera.
La rama genealógica de David nos lleva hasta José, el
carpintero, padre físico de Jesús La tradición revelaba que el Mesías
procedería de la cuna de David, por lo tanto, Jesús, el Mesías, era legítimo
heredero de la Sangre Divina. Sin embargo, Jesús-Cristo arroja más luz sobre
este asunto de identidad. El trae una misión que no debe olvidar, elevar la
consciencia humana, petrificada en la Columna de la Izquierda -de la Forma-,
llevándola a vislumbrar una nueva verdad, la única y verdadera realidad, la del
Espíritu
Es hora de renovar nuestra identificación con la personalidad
material; es hora de que dejemos de conocernos tan solo en lo externo y
tangible, en lo perecedero; es hora, de que sepamos que nuestra verdadera
esencia no tiene su origen en David, sino en Kether-Padre, el verdadero Señor.
David representa, dentro del proceso involutivo de la
consciencia, el centro de Hochmah; el mismo que ocupa Jesús-Cristo, pero en el
proceso evolutivo. La encarnación de Jesús como Cuerpo Físico sí tiene su
origen genealógico en David, ahora bien, la esencia espiritual que se unió a
Jesús, la Crística, tiene otro origen mucho más elevado, pues se trata de un
Querubín, Arcángeles al servicio de Hochmah-Amor.
David -personalidad humana- tiene que llamar Señor al Mesías
pues, en verdad, Él es su representante, a niveles materiales.
Es necesario que comprendamos este punto que se nos enseña en
el momento en que nos vamos a disponer a afrontar la Iniciación de Tierra,
donde la consciencia tiende a oscurecerse. Es necesario que conozcamos nuestros
orígenes, material y espiritual, pues así no nos comportaremos como los
escribas que, plenamente identificados con su yo profano, actúan tan solo para
gratificarlo, paseándose con rozagantes túnicas por las plazas, buscando ocupar
los primeros asientos en las sinagogas y en los banquetes.
Si analizamos nuestra sociedad actual, de la que formamos
parte, vemos que ha sido inspirada por nuestros escribas internos. Lo que
prevalece es la competitividad y el poder. El valor fundamental se otorga en
función a los logros materiales que poseemos: títulos, honores, dinero, etc...
El mensaje de Jesús-Cristo revelándonos el origen del Mesías,
es que busquemos la verdadera personalidad y que trabajemos para hacerla
realidad en nuestras vidas.
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