martes, 9 de febrero de 2016

Interpretación Astro-Cabalística del Evangelio de Marcos: Trabajos de Transición Aire-Tierra (V)


ORIGEN DEL MESIAS

35 Tomando Jesús la palabra, decía enseñando en el Templo: ¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David? 36 David mismo, inspirado por el Espíritu Santo, ha dicho: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. 37 El mismo David le llama Señor, ¿de donde, pues, viene que sea hijo suyo? Una gran muchedumbre le escuchaba con agrado. 38 En su enseñanza les decía: Guardaos de los escribas, que gustan de pasearse con rozagantes túnicas, de ser saludados en las plazas 39 y de ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes, 40 mientras devoran las casas de las viudas y simulan largas oraciones. Estos tendrán un juicio muy severo.

Cuando alguien nos pregunte, ¿quién eres?, la respuesta más común, después de haber titubeado unos minutos, pues pocas veces nos hemos planteado estas cuestiones cuando nuestra consciencia se encuentra identificada con el mundo material, será: “Soy hijo de... y mi nombre es...” Por lo tanto, extraemos de esa contestación que tenemos una identidad y esta procede de nuestra genealogía familiar.

Esa es la respuesta que sabe dar nuestra tendencia llamada "escribas", los representantes de nuestra personalidad material y pasajera.

La rama genealógica de David nos lleva hasta José, el carpintero, padre físico de Jesús La tradición revelaba que el Mesías procedería de la cuna de David, por lo tanto, Jesús, el Mesías, era legítimo heredero de la Sangre Divina. Sin embargo, Jesús-Cristo arroja más luz sobre este asunto de identidad. El trae una misión que no debe olvidar, elevar la consciencia humana, petrificada en la Columna de la Izquierda -de la Forma-, llevándola a vislumbrar una nueva verdad, la única y verdadera realidad, la del Espíritu

Es hora de renovar nuestra identificación con la personalidad material; es hora de que dejemos de conocernos tan solo en lo externo y tangible, en lo perecedero; es hora, de que sepamos que nuestra verdadera esencia no tiene su origen en David, sino en Kether-Padre, el verdadero Señor.

David representa, dentro del proceso involutivo de la consciencia, el centro de Hochmah; el mismo que ocupa Jesús-Cristo, pero en el proceso evolutivo. La encarnación de Jesús como Cuerpo Físico sí tiene su origen genealógico en David, ahora bien, la esencia espiritual que se unió a Jesús, la Crística, tiene otro origen mucho más elevado, pues se trata de un Querubín, Arcángeles al servicio de Hochmah-Amor.

David -personalidad humana- tiene que llamar Señor al Mesías pues, en verdad, Él es su representante, a niveles materiales.

Es necesario que comprendamos este punto que se nos enseña en el momento en que nos vamos a disponer a afrontar la Iniciación de Tierra, donde la consciencia tiende a oscurecerse. Es necesario que conozcamos nuestros orígenes, material y espiritual, pues así no nos comportaremos como los escribas que, plenamente identificados con su yo profano, actúan tan solo para gratificarlo, paseándose con rozagantes túnicas por las plazas, buscando ocupar los primeros asientos en las sinagogas y en los banquetes.

Si analizamos nuestra sociedad actual, de la que formamos parte, vemos que ha sido inspirada por nuestros escribas internos. Lo que prevalece es la competitividad y el poder. El valor fundamental se otorga en función a los logros materiales que poseemos: títulos, honores, dinero, etc...

El mensaje de Jesús-Cristo revelándonos el origen del Mesías, es que busquemos la verdadera personalidad y que trabajemos para hacerla realidad en nuestras vidas.

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