Soy espíritu.
¿Qué me enseña esta
lección?
Afirmar mi única y verdadera realidad me permite alcanzar un elevado estado de consciencia.
Pronunciar ese reconocimiento, me hace sentir una enorme felicidad y una profunda paz, semejante a la que se experimenta, cuando despertamos de una agitada pesadilla.
Yo soy Espíritu. Mis ojos ya no se
encuentran limitados por los contornos de la materia y desde ahora y para la
eternidad, decido ver la única y verdadera realidad: nuestra esencia divina. La
veo en mí, y a través de mí, veo la divinidad de mis hermanos.
Desde la visión de lo que Soy, veo una manera distinta de relacionarnos con
nosotros mismos y con el mundo que vemos proyectado fuera. Esa visión me está
mostrando un mundo nuevo, en el que desde que nacemos en él, se nos muestra a
la luz de la verdad, lo que realmente somos. Se nos revela, que el cuerpo que
percibimos no es nuestra identidad, sino tan solo un envoltorio que utilizamos
como vehículo para expresarnos en el mundo ilusorio de las formas y cuya única
función es la de ayudarnos a percibir correctamente.
Se nos revela, en este mundo nuevo, que todos somos Hijos de un mismo Padre y
que en la unidad formamos Su Filiación. Que Ese Padre es la Fuente de donde
recibimos el aliento de Vida. De esa Fuente recibimos la capacidad de crear y
para ello utilizamos la mente, el foco a través del cual se expresa nuestro Ser
Espiritual.
Se nos revela, en este mundo nuevo, que la
mente es Una y se complace en la Santidad, en la Plenitud, en la Inocencia y en
la Impecabilidad. Esa mente Una es la causa de todo efecto y a través de su
foco, el Hijo de Dios expande los Atributos con los que ha sido creado, su
Voluntad, su Amor y su Inteligencia.
Ejemplo-Guía: "¿Cómo crear ese mundo nuevo?
Ese mundo no hay que crearlo, pues ya
existe. Le llamamos nuevo, desde la perspectiva ilusoria del mundo de la
percepción basado en la temporalidad, pero en verdad, ese mundo es real en la
eternidad.
Ese mundo no hay que crearlo, pues no
tiene cabida en la dimensión de la percepción, pues su Fuente es el verdadero
Conocimiento. Su existencia pertenece al Espíritu, donde Todo Es.
En el nivel en el que hemos depositado
nuestra identidad pasajera, ese mundo nuevo, es como una Voz que nos despierta
de las oscuras pesadillas que estamos soñando. Es esa Voz que nos susurra al
oído que dejemos de sufrir, que dejemos de sentir temor, que dejemos de sentir
dolor, que dejemos de experimentar la necesidad y la escasez. Esa Voz nos ofrece
su mano y nos lleva a la verdadera visión de lo que somos: Hijos de Dios. Y esa
visión nos permite comprender que lo que llamábamos realidad tan solo era el
escenario de nuestros sueños y que las vivencias experimentadas habían sido
escritas por nosotros, el único soñador.
Siendo así, no debemos preocuparnos por
crear lo que ha existido por siempre. Ese mundo, es el Hogar de Dios, es el
"Vientre Divino" donde su Hijo se ha gestado y desde el cual ha sido
emanado. Esa emanación, es una expansión de Dios Mismo, por lo que no debemos
entenderlo como una separación. En ese Estado de Unidad, no se concibe la
necesidad, pues Todo Es.
Trasladar ese Estado de Plenitud al nivel
del sueño, nos sitúa en un nuevo escenario donde dejamos de sentirnos
prisioneros de las limitaciones del mundo de la percepción. Ahora tenemos la
certeza, de que ese mundo puede ser dibujado con distintas tonalidades, pues en
verdad, somos los únicos con capacidad para aportar esos tonos. Y elegimos, el
tono de la abundancia, el tono de la salvación, de la libertad, de la
confianza, de la salud, el tono del perdón y del amor.
Elegimos desechar los viejos colores de la
pesadumbre, del victimismo, del apego, del miedo y de la culpa, del dolor y de
la tristeza, del resentimiento y del odio, de la necesidad y de la escasez.
Ese es el nuevo lienzo que decidimos
crear. La mente al servicio del Espíritu y con esa visión, elegimos vivir la
vida, conocedores de que somos los artistas que la colorean.
Reflexión: ¿Crees ser un Espíritu?
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