¿Qué me enseña esta lección?
En el mundo perceptivo del ego, el Amor, adopta multitud de expresiones. Hablamos del amor de padres; amor de hermanos; amor de hijos; amor de parejas; amor a la patria; amor al trabajo, y, amor, amor, amor.
La razón de que esto sea así, es que vivimos identificados con un mundo dual, donde un rayo de luz blanca, puede adquirir una diversidad de tonalidades.
Al igual, como esa luz blanca, es apreciada en una multiplicidad de tonalidades y, sin embargo, su realidad no deja de ser blanca, el amor, cuando se expresa en el mundo dual del ego, lo hace manifestando una variedad de rostros y, a pesar de ello, su origen no sufre cambio, es decir, sigue siendo amor.
El Amor es un Atributo de la Divinidad que debe conducirnos hacia la Unidad. Cualquier otra identificación que no haga referencia al Ser que Somos, nos llevará a creer que somos diferentes unos a otros; que nos encontramos separados de los demás y que la energía amorosa, adopta vibraciones distintas, en virtud al tipo de relación que experimentemos.
Desde el punto de vista de la verdad, de la realidad, la dualidad es una ilusión y, por lo tanto, las diversas expresiones con las que se expresa el amor egoico, son un error.
Allí donde el Amor se manifiesta, no existe el miedo, la culpa, el castigo, la separación, la enfermedad, etc. Existe la liberación, la inocencia, la pureza, la unidad.
Ejemplo-Guía: "Amo a mi pareja, sin embargo, su manera de ser a veces..."
Me gustaría compartir con vosotros, aprovechando las enseñanzas que nos ofrece esta lección, unas experiencias que he tenido la oportunidad de conocer, a lo largo de los años que he dedicado al estudio de temas espirituales.
Respetaré, por supuesto, el anonimato de los compañeros que han compartido conmigo sus vivencias, y me limitaré a exponer lo esencial del aprendizaje.
Muchas parejas se han consolidado antes de que las partes o una de sus partes, haya encontrado lo que podríamos llamar el camino espiritual. Se habían conocido siendo personas sin inquietudes trascendentes y a lo largo de su relación, se produce un encuentro, una experiencia, que les o le invita a plantearse la vida desde otra perspectiva. He conocido casos en los que la "llamada" ha despertado a ambas partes de la relación, y, también he conocido casos en los que el cambio ha sido sentido, tan sólo, por una de las partes.
Al cabo de los años de esas relaciones, he observado, que los ritmos evolutivos de las partes afectadas, condiciona el modo en cómo las parejas se aceptan entre sí.
Por encima de todo y como punto en común válido para todas ellas, nos encontramos con el ideal del amor. En ese nivel de consciencia, suele confundirse el término amor conyugal, con el término amor fraternal.
En muchos casos, el tema sexual, se convierte en una experiencia conflictiva, en la medida en que alguno de los amantes, interprete que mantener relaciones sexuales con otro fin que no sea el de procrear, es una violación de las leyes divinas. Ya tenemos sobre la mesa un "expediente de condenación", el cual adoptará el rostro insufrible de la culpa.
Advertía, anteriormente, de la idealización del amor conyugal y del amor fraternal. Detrás de esa falsa idealización se suele esconder un deseo oculto de posesión y de encelamiento. Mentalmente, se pretende elevar la relación de pareja a una relación de amistad, sin embargo, ponemos límites a las expresiones y a las iniciativas del otro.
Recuerdo, como un amigo me refería que amaba a su pareja, que creía estar viviendo con ella una experiencia de relación kármica en la que percibía una deuda de amor. Sentía que estaba con ella, por la razón de estar liberando esa deuda kármica. Pero reconocía, que, a pesar de su elevada consciencia espiritual, había ciertos comportamientos de ella que no podía aceptar. Esa reflexión le llevaba a perdonar lo que había juzgado como imperdonable del comportamiento de su compañera y se daba más tiempo para continuar con su experiencia liberadora.
Con relación a este caso, habría que recordar lo que nos revela Un Curso de Milagros:
"La Biblia dice que si un hermano te pide que camines con él una milla, que le acompañes dos. Ciertamente no sugiere que le retrases en su viaje. Tu dedicación a un hermano no puede tampoco retrasarte a ti. Sólo puede conducir a un progreso mutuo" (T-4.In.1:1-4).
Las experiencias que estoy compartiendo con vosotros ya forman parte de un pasado lejano. Entonces, mi visión no estaba preparada para ver con los ojos de hoy.
Pienso, que todos los casos que he expuesto, el amor es experimentado desde la conciencia de separación. En todos los casos, el miedo, es el principal protagonista. Su papel estelar lo caracteriza por el deseo de posesión, por el temor a perder, por el temor al dolor. Se trata de un aspecto del amor que aún no se ha expresado en su valor más elevado, el de la libertad.
Toda relación, donde no exista la libertad, no existirá el verdadero Amor.
Confundimos el Amor con el deseo. Cuando se Ama, no se desea, pues el deseo conlleva posesión.
El Amor verdadero es expansión. El Amor verdadero está libre de todo juicio.
Un Curso de Milagros nos dice: "Tu relación especial se convertirá en el medio de erradicar la culpabilidad en todos los que son bendecidos a través de tu relación santa. Será un sueño feliz, y uno que compartirás con todo aquel que se cruce en tu camino" (T-18.II.7:1-2).
Si estás experimentando una relación especial, ten presente que tienes la oportunidad de perdonar todo pensamiento de culpa que puede, inconscientemente, atraerte a dicha relación. Trasciende todo apego y todo sentimiento de posesión. Ama desde la libertad y desde la unidad.
Reflexión: ¿Cuántos tipos de amor practicas?
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