martes, 7 de mayo de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 128

LECCIÓN 128

El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee.

1.  El mundo que ves no te ofrece nada que puedas necesitar; nada que puedas usar en modo alguno; ni nada en absoluto que te pueda hacer feliz. 2Cree esto y te habrás ahorrado muchos años de miseria, incontables desengaños y esperanzas que se convierten en amargas cenizas de desesperación. 3Todo aquel que quiera dejar atrás al mundo y remontarse más allá de su limitado alcance y de sus mezquindades tiene que aceptar que este pensamiento es verdad.


2. Cada cosa que valoras aquí no es sino una cadena que te ata al mundo; y ése es su único propósito. 2Pues todas las cosas tienen que servir para el propósito que tú  les has asignado, hasta que veas en ellas otro propósito. 3El único propósito digno de tu mente que este mundo tiene es que lo pases de largo, sin detenerte a percibir ninguna esperanza allí donde no hay ninguna. 4No te dejes engañar más. 5El mundo que ves no te ofrece nada que tú desees.

3. Escápate hoy de las cadenas con las que aprisionas a tu mente cuando percibes la salvación aquí. 2Pues aquello que valoras lo consideras parte de ti tal como te percibes a ti mismo. 3Todo aque­llo que persigues para realzar tu valor ante tus propios ojos te limita todavía más, oculta de tu conciencia tu valía y añade un cerrojo más a la puerta que conduce a la verdadera conciencia de tu Ser.

4. No dejes que nada que esté relacionado con pensamientos cor­porales te demore en tu avance hacia la salvación, ni que la tenta­ción de creer que el mundo puede ofrecerte algo que deseas te retrase. 2No hay nada aquí que valga la pena anhelar. 3Nada aquí es digno de un instante de retraso o de dolor, ni de un solo momento de incertidumbre o de duda. 4Lo que carece de valor no ofrece nada. 5Lo que verdaderamente tiene valor no se puede hallar en lo que carece de valor.

5. Nuestra práctica de hoy consiste en abandonar todo pensa­miento que tenga que ver con cualquier valor que le hayamos atribuido al mundo. 2Lo liberaremos de cualquier propósito que le hayamos asignado a sus aspectos, fases y sueños. 3Lo conside­raremos en nuestra mente como algo carente de propósito, y lo relevaremos de todo aquello que queríamos que fuese. 4De esta manera romperemos las cadenas que atrancan la puerta que con­duce a nuestra liberación de él, e iremos más allá de todos sus insignificantes valores y limitados objetivos.

6. Permanece muy quedo y en paz por un rato, y observa cuán alto te elevas por encima del mundo cuando liberas a tu mente de sus cadenas y dejas que busque el nivel donde se siente a gusto. 2Tu mente se sentirá agradecida de poder estar libre por un rato. 3Ella sabe dónde le corresponde estar. 4Libera sus alas y volará sin titubeo alguno y con alegría a unirse con su santo propósito. 5Déjala que descanse en su Creador, para que allí se le restituya la cordura, la libertad y el amor.

7. Dale hoy diez minutos de descanso en tres ocasiones. 2Y cuando abras los ojos después de cada una de estas sesiones no valorarás nada que veas tanto como lo valorabas antes. 3Tu pers­pectiva del mundo cambiará ligeramente cada vez que le permitas a tu mente liberarse de sus cadenas. 4El mundo no es el lugar donde le corresponde estar. 5Y a ti te corresponde estar allí donde ella quiere estar, y a donde va a descansar cuando la liberas del mundo. 6Tu Guía es infalible. 7Haz que tú mente sea receptiva a Él. 8Permanece muy quedo y descansa.

8. Protege asimismo tu mente a lo largo del día. 2Y cuando pien­ses que algún aspecto o alguna imagen del mundo tiene valor, niégate a encadenar tu mente de esa manera, y, en lugar de ello, repite para tus adentros con tranquila certeza:

3Esto no me tentará a que me demore.
4El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee.

¿Qué me enseña esta lección?

Esta mañana, necesitaba encontrar una respuesta, pues me sentía embargado por un sinsabor que me producía una profunda tristeza. A pesar de que estaba proyectando mi mente con pensamientos de gratitud y amor, no acababa de elevarme por encima de la fuerte gravedad que el mundo ejercía sobre mis ansias de volar.

Cuando leí por primera vez el contenido de esta lección, ya con el primer párrafo, sentí un profundo alivio, pues vi claramente identificado lo que me estaba pasando. Pretendía encontrar el estímulo de la felicidad visualizando las cosas con los ojos del cuerpo, es decir, estaba buscando la felicidad allí donde no podré encontrarla, pues la respuesta que recibo del mundo está condicionada con las expectativas marcadas por el ego.

Tan sólo en la quietud de la mente, una mente liberada de la prisión de los pensamientos erróneos, identificados con el miedo, la culpa, la división, el sufrimiento, el odio, la venganza, la enfermedad, la necesidad, conseguirá que logre desplegar las alas de la mente y me permita ver la realidad del Espíritu.

Para mí es una lección muy importante, pues nos enseña el fruto que obtendremos si sembramos en la buena tierra, o en cambio, decidimos sembrar en la roca. Nada a lo que el ego haya dado valor podrá aportarnos paz y felicidad.

Ejemplo-Guía: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. Mateo 6:21

Hoy abordamos una de las lecciones que nos ofrece la respuesta, que, en lo más profundo de nuestro ser, estamos buscando. Hoy reconoceremos, si así lo "deseamos", sinceramente, que la razón de que no seamos felices no se encuentra fuera de nosotros, como siempre hemos creído, sino que es el resultado del uso que hemos dado a nuestra mente, la cual ha dado credibilidad a un mundo ilusorio proyectado por el poder de nuestro deseo.

Tendremos que realizar, una vez más, una búsqueda interior de cuáles son nuestros deseos y, para que nos sirva de ayuda en esa ilusionante búsqueda, debemos tener presente que el deseo de ver un mundo diferente al creado por nuestro Hacedor, es la principal causa que ha dado origen a todos los efectos que asociamos a la variedad, casi infinita, de deseos con los que nos identificamos.

He elegido como ejemplo-guía una frase extraída del Nuevo Testamento, concretamente, del Evangelio de Mateo, en la que se resume de una manera explícita una gran verdad, que nos resultará fácil reconocer y aceptar.

Un Curso de Milagros expresa esa misma verdad, utilizando otros términos que me gustaría recordar:

"Lo que deseas es verdad para ti. Pues es imposible desear algo y no tener fe de que ello es real. Desear otorga realidad tan irreme­diablemente como ejercer la voluntad crea. El poder de un deseo apoya a las ilusiones tan fuertemente como el amor se extiende a sí mismo. Excepto que uno de ellos engaña y el otro sana" (T-24.V.1:6-10).

"La fe y el deseo van de la mano, pues todo el mundo cree en lo que desea" (T-21.II.8:6).

"La visión se amolda a lo que se desea, pues la visión siempre sigue al deseo" (T-20.VII.5:6). 

Ya habremos intuido la pregunta que debemos hacernos y que nos servirá de guía a la hora de encontrar la respuesta adecuada:

¿Qué es lo que veo? ¿Es esto lo que quiero ver? ¿Es esto lo que deseo?

El evangelista Mateo nos la haría del siguiente modo:

¿Cuáles son tus tesoros?

Realmente, lo que busca encontrar esa reflexión es saber a qué le estamos dando valor, pues aquello a lo que le estamos dando ese valor se configurará como nuestra realidad.

Ver-Deseo-Valor, tres palabras que nos revelan nuestra realidad. El deseo de ser un cuerpo nos lleva a ver el cuerpo y darle valor al cuerpo; luego, desde ese punto de vista, creeremos que somos un cuerpo.

Si deseamos bienes materiales, veremos desde la perspectiva de obtener esos bienes materiales y le daremos a esa visión el máximo valor, de tal modo que nuestra realidad, nuestra felicidad, dependerá de conseguir tener y poseer bienes materiales.

Si deseamos prestigio, dirigiremos nuestra atención, nuestra visión, allí donde podamos sentirnos importantes y especiales. Darle valor a esa visión nos llevará a anteponer nuestro prestigio por encima de todas las cosas, lo que significa que viviremos la vida como una confrontación permanente en la que vencer es lo esencial.

Estos son simples ejemplos de una dinámica que forma parte de nuestra vida, y con la cual estamos totalmente identificados. Pero, lo importante que debemos aprender de esta lección es reconocer el poder que tiene el deseo. Cuando dejamos de utilizarlo orientándolo para hacer realidad lo ilusorio, y en cambio, lo dirigimos para nuestro despertar, entonces, todo ese potencial se utilizará con un fin creador y no proyector.

¡Padre, deseo hacer Tu Voluntad!

¡Espíritu Santo, deseo la Expiación!


Reflexión: ¿Qué te puede ofrecer este mundo que te haga plenamente feliz?

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