¿Qué me enseña esta lección?
Esta mañana, necesitaba encontrar una respuesta, pues me sentía embargado por un sinsabor que me producía una profunda tristeza. A pesar de que estaba proyectando mi mente con pensamientos de gratitud y amor, no acababa de elevarme por encima de la fuerte gravedad que el mundo ejercía sobre mis ansias de volar.
Cuando leí por primera vez el contenido de esta lección, ya con el primer párrafo, sentí un profundo alivio, pues, vi claramente identificado lo que me estaba pasando. Pretendía encontrar el estímulo de la felicidad visualizando las cosas con los ojos del cuerpo, es decir, estaba buscando la felicidad, allí donde no podré encontrarla, pues la respuesta que recibo del mundo está condicionada con las expectativas marcadas por el ego.
Tan sólo en la quietud de la mente, una mente liberada de la prisión de los pensamientos erróneos, identificados con el miedo, la culpa, la división, el sufrimiento, el odio, la venganza, la enfermedad, la necesidad, conseguirá que logre desplegar las alas de la mente y me permita ver la realidad del Espíritu.
Para mí es una lección muy importante, pues nos enseña el fruto que obtendremos si sembramos en la buena tierra, o en cambio, decidimos sembrar en la roca. Nada a lo que el ego haya dado valor, podrá aportarnos paz y felicidad.
Ejemplo-Guía: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también
vuestro corazón.” Mateo 6:21
Hoy abordamos una de las lecciones que nos ofrece la respuesta, que, en lo más profundo de nuestro ser, estamos buscando. Hoy reconoceremos, si así lo "deseamos", sinceramente, que la razón de que no seamos felices no se encuentra fuera de nosotros, como siempre hemos creído, sino que es el resultado del uso que hemos dado a nuestra mente, la cual ha dado credibilidad a un mundo ilusorio proyectado por el poder de nuestro deseo.
Tendremos que realizar, una vez más, una búsqueda interior de cuáles son nuestros deseos y para que nos sirva de ayuda en esa ilusionante búsqueda, debemos tener presente que el deseo de ver un mundo diferente al creado por nuestro Hacedor, es la principal causa que ha dado origen a todos los efectos que asociamos a la variedad, casi infinita, de deseos con los que nos identificamos.
He elegido como ejemplo-guía una frase extraída del Nuevo Testamento, concretamente, del Evangelio de Mateos, en la que se resume de una manera explícita una gran verdad, que nos resultará fácil reconocer y de aceptar.
Un Curso de Milagros, expresa esa misma verdad, utilizando otros términos que me gustaría recordar:
"Lo que deseas es
verdad para ti. Pues es imposible desear algo y no tener fe de que ello es
real. Desear otorga realidad tan irremediablemente como ejercer la voluntad
crea. El poder de un deseo apoya a las ilusiones tan fuertemente como el amor
se extiende a sí mismo. Excepto que uno de ellos engaña y el otro sana"
(T-24.V.1:6-10).
"La fe y el deseo
van de la mano, pues todo el mundo cree en lo que desea" (T-21.II.8:6).
"La visión se amolda a lo que se desea, pues la visión siempre sigue al deseo" (T-20.VII.5:6).
Ya habremos intuido la pregunta que debemos hacernos y que nos servirá de guía a la hora de encontrar la respuesta adecuada:
¿Qué es lo que veo? ¿Es esto lo que quiero ver? ¿Es esto lo que deseo?
El Evangelista Mateos, nos la haría del siguiente modo:
¿Cuáles son tus tesoros?
Realmente lo que busca encontrar esa reflexión, es saber a qué le estamos dando valor, pues aquello a lo que le estamos dando ese valor, se configurará como nuestra realidad.
Ver-Deseo-Valor, tres palabras que nos revelan nuestra realidad. El deseo de ser un cuerpo, nos lleva a ver el cuerpo y darle valor al cuerpo, luego, desde ese punto de vista, creeremos que somos un cuerpo.
Si deseamos bienes materiales, veremos desde la perspectiva de obtener esos bienes materiales y le daremos a esa visión el máximo valor, de tal modo, que nuestra realidad, nuestra felicidad, dependerá de conseguir tener y poseer bienes materiales.
Si deseamos prestigio, dirigiremos nuestra atención, nuestra visión, allí donde podamos sentirnos importantes y especiales. Darle valor a esa visión, nos llevará a anteponer nuestro prestigio por encima de todas las cosas, lo que significa que viviremos la vida como una confrontación permanente en la que vencer es lo esencial.
Estos son simples ejemplos de una dinámica que forman parte de nuestra vida, y, con la cual, estamos totalmente identificados. Pero, lo importante que debemos aprender de esta lección, es reconocer el poder que tiene el deseo. Cuando dejamos de utilizarlo orientándolo para hacer realidad lo ilusorio, y en cambio, lo dirigimos para nuestro despertar, entonces, todo ese potencial se utilizará con un fin creador y no proyector.
¡Padre, deseo hacer Tu Voluntad!
¡Espíritu Santo, deseo la Expiación!
Reflexión: ¿Qué te puede ofrecer este mundo que te haga plenamente feliz?
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