CUARTO REPASO
LECCIÓN 143
Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.
(125)
En la quietud recibo hoy la Palabra de Dios.
(126)
Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy.
¿Qué me enseña esta
lección?
(125) En la quietud recibo hoy la Palabra de Dios.
¿Cómo podremos oír la voz de nuestro Ser, si mantenemos nuestra mente ocupada en dar respuesta a los asuntos procedentes del mundanal ruido?
Debemos adiestrar nuestra mente de modo que preste atención tan sólo a lo que es verdad y deseche todo aquello que provenga del mundo de la ilusión.
Al igual que los músculos del cuerpo requieren de un continuo ejercitamiento para alcanzar voluminosidad y fortaleza, nuestra mente precisa de concentración y persistencia para lograr controlar la llamada de la naturaleza instintiva y pasional, propia de la personalidad egoica.
La Luz debe permanecer, permanentemente encendida, de modo que en todo momento y en todo lugar, seamos conscientes de las elecciones que tomamos.
Si nuestra mente sirve a nuestro verdadero Ser, todo será Abundante y Pleno; si se identifica con el cuerpo físico, la paz será una ilusión y la búsqueda de la felicidad una quimera.
¿A quién sirve tu mente?
Debemos adiestrar nuestra mente de modo que preste atención tan sólo a lo que es verdad y deseche todo aquello que provenga del mundo de la ilusión.
Al igual que los músculos del cuerpo requieren de un continuo ejercitamiento para alcanzar voluminosidad y fortaleza, nuestra mente precisa de concentración y persistencia para lograr controlar la llamada de la naturaleza instintiva y pasional, propia de la personalidad egoica.
La Luz debe permanecer, permanentemente encendida, de modo que en todo momento y en todo lugar, seamos conscientes de las elecciones que tomamos.
Si nuestra mente sirve a nuestro verdadero Ser, todo será Abundante y Pleno; si se identifica con el cuerpo físico, la paz será una ilusión y la búsqueda de la felicidad una quimera.
¿A quién sirve tu mente?
(126) Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo
doy.
En esa Unidad radica la Verdad de lo que Somos. Nuestro Ser es Uno en la Unidad de la Mente. En cambio, nuestros cuerpos, los percibimos separados.
Si nuestra mente se identifica con el cuerpo, verá separación y percibirá en el otro, su propio estado mental. Los errores del otro serán juzgados como pecados y condenados. El perdón es entendido como una vía de salvar al otro de si mismo, pero este gesto responde a un juicio condenatorio.
Ese es el gran error que mantiene al ego prisionero del miedo, de la culpa, del sufrimiento, de la venganza y del dolor. Sin darse cuenta, sin ser consciente de ello, está proyectando en los demás sus propias sombras; identifica en el comportamiento del otro sus propias debilidades y trata de “corregirlas” criticando y juzgándolas condenatoriamente.
Dar es recibir, pues lo que damos al otro nos lo estamos dando a nosotros mismos. Aquello que damos es una siembra, y tarde o temprano tendremos que recoger la cosecha de lo sembrado. Si no recibimos, es indicio de que no hemos dado.
¿Qué errores condenas en el otro?
Corrígelos en ti, y agradece a tu hermano que se haya ofrecido como tu espejo.
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