viernes, 27 de diciembre de 2024

Capítulo 17. II. El mundo perdonado (1ª parte).

II. El mundo perdonado (1ª parte).

1. ¡Imagínate cuán hermosos te parecerán todos aquellos a quie­nes hayas perdonado! 2En ninguna fantasía habrás visto nunca nada tan bello. 3Nada de lo que ves aquí, ya sea en sueños o des­pierto, puede compararse con semejante belleza. 4Y no habrá nada que valores tanto como esto ni nada que tengas en tanta estima. 5Nada que recuerdes que en alguna ocasión hiciera cantar a tu corazón de alegría te brindó ni una mínima parte de la felicidad que esta visión ha de brindarte. 6Pues gracias a ella podrás ver al Hijo de Dios. 7Contemplarás la belleza que el Espíritu Santo adora contemplar, y por la que le da gracias al Padre. 8Él fue creado para ver esto por ti hasta que tú aprendas a verlo por tu cuenta. 9Y todas Sus enseñanzas conducen a esa visión y a dar gracias con Él.

Cuando nuestra mente se une a la de Dios, es el Espíritu Santo quien se hace consciente en nosotros. El Espíritu Santo es la Mente compartida con nuestro Creador. Es la Mente Una, que a nivel de percepción se expresa como la Mente Recta.

Cuando vemos con la Mente Una, con la Mente Recta, percibimos correctamente el mundo, lo que significa que hemos recordado lo que somos, y esa visión se extiende hacia todo lo creado. La unidad sustituirá la ilusión de la separación, y el amor sustituirá al miedo. El perdón limpiará todo recuerdo de culpa procedente del pasado, y dará paso a la visión del instante santo, donde la forma será trascendida por los Grandes Rayos que emanan de cada ser.

2. Esta belleza no es una fantasía. 2Es el mundo real, resplande­ciente, puro y nuevo, en el que todo refulge bajo la luz del sol. 3No hay nada oculto aquí, pues todo ha sido perdonado y ya no que­dan fantasías que oculten la verdad. 4El puente entre ese mundo y éste es tan corto y tan fácil de cruzar, que nunca te hubieses podido imaginar que fuese el punto de encuentro de mundos tan dispares. 5Mas este corto puente es la cosa más poderosa conec­tada a este mundo. 6Este ínfimo paso, tan pequeño que ni siquiera has reparado en él, es un salto que te lleva a través del tiempo hasta la eternidad, y te conduce más allá de toda fealdad hacia una belleza que te subyugará y que nunca cesará de maravillarte con su perfección.

El apartado II del capítulo 17 se titula "El mundo perdonado". En este apartado, Jesús nos describe la belleza que contemplaremos cuando tomemos consciencia de la verdad. Esa verdad ha permanecido oculta por la densa niebla de la ilusión. La verdad es luz, y la luz es entendimiento. La verdad es eterna y siempre ha permanecido en nuestro interior, pues esa verdad nos aporta el Conocimiento de nuestra verdadera identidad. Ahora, sabemos que no somos un ego, que no somos un cuerpo físico, sino que somos el Ser Espiritual que ha sido creado a Imagen y Semejanza de Dios. Por tal motivo, somos eternos, puros, inocentes y dadores de amor.

3. Este paso, el más corto que jamás se haya dado, sigue siendo el mayor logro en el plan de Dios para la Expiación. 2Todo lo demás se aprende, pero esto es algo que se nos da, y que es completo en sí mismo y absolutamente perfecto. 3Nadie, excepto Aquel que planeó la salvación, podría completarlo tan perfectamente. 4El mundo real, en toda su belleza, es algo que se aprende a alcanzar. 5Todas las fantasías se desvanecen y nada ni nadie continúa siendo prisionero de ellas, y gracias a tu propio perdón ahora puedes ver. 6Lo que ves, sin embargo, es únicamente lo que inven­taste, excepto que ahora la bendición de tu perdón descansa sobre ello. 7Y con esta última bendición que el Hijo de Dios se da a sí mismo, la percepción real, nacida de la nueva perspectiva que ha aprendido, habrá cumplido su propósito.

Tal y como nos enseña el Curso que estamos analizando, el Hijo de Dios no debe ser perdonado, sino despertado. Con ello debemos entender que es el estado de nuestra consciencia, esto es, el estado de "sueño", que nos impide ver la verdad de lo que somos. Ese estado de sueños nos lleva a la creencia de que lo que percibimos es lo verdadero, cuando, en realidad, son fantasías emanadas de una mente perdida en la trama de la pesadilla que se inventa la mente fuera de lo real.

Elegir tener un sueño feliz, donde el perdón ponga fin a la visión de la separación, es el estado previo al estado de despertar. En ese momento, cuando nuestros ojos se abren a la verdad, seremos conscientes de que todo lo percibido durante el sueño ha sido fruto de la ilusión. 

4. Las estrellas se desvanecerán en la luz, y el sol que iluminó al mundo para que su belleza se pudiese apreciar desaparecerá. 2La percepción no tendrá razón de ser cuando haya sido perfeccio­nada, pues nada que haya sido utilizado para el aprendizaje ten­drá función alguna. 3Nada cambiará jamás; y las fluctuaciones y los matices, así como las diferencias y contrastes que hacían que la percepción fuese posible cesarán. 4La percepción del mundo real será tan fugaz que apenas tendrás tiempo de dar gracias a Dios por él. 5Pues una vez que hayas alcanzado el mundo real y estés listo para recibir a Dios, Él dará de inmediato el último paso.

En este punto, se recoge el anuncio de lo que sucederá una vez demos ese importante paso que nos lleva a cruzar el puente entre la ilusión y la verdad. Hemos aprendido que las pesadillas forman parte del sueño y que somos el soñador del sueño. Hemos aprendido que para despertar de ese sueño, tenemos que elegir el sueño del perdón, en el que elevaremos la ilusión hasta la verdad, la oscuridad hasta la luz, que nos permitirá dar ese último paso que abrirá nuestros ojos al mundo real.

¿Cómo te imaginas ese instante santo?

Miraremos en nuestro interior y ya no veremos culpa ni pecado. Ya no tendremos necesidad de ocultarnos. Ya no tendremos necesidad de castigarnos, ni de juzgarnos. Ya no tendremos miedo, sino una profunda gratitud por el amor que compartimos con el Creador y con la Filiación.

Miraremos fuera de nosotros y no percibiremos nada, pues ya no necesitamos aprender nada.

Sí, las estrellas que nos han servido de guías en la oscuridad se desvanecerán en la luz y el sol que iluminó nuestra consciencia desaparecerá, pues ahora la belleza que visionamos nos hace Uno con lo creado.

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