jueves, 30 de enero de 2025

Capítulo 18. EL FINAL DEL SUEÑO. I. El substituto de la realidad (4ª parte).

  Capítulo 18

EL FINAL DEL SUEÑO


I. El substituto de la realidad (4ª parte).

10. En ti no hay separación, y no hay sustituto que pueda mantenerte separado de tu hermano. 2Tu realidad fue la creación de Dios, la cual no tiene sustituto. 3Estáis tan firmemente unidos en la verdad, que sólo Dios mora allí. 4Y Él jamás aceptaría otra cosa en lugar de vosotros. 5Él os ama a los dos por igual y cual uno solo. 6Y tal como Él os ama, así sois. 7Nosotros no estáis unidos en ilusiones, sino en un Pensamiento tan santo y tan perfecto que las ilusiones no pueden permanecer allí para mancillar el santo lugar donde os encontráis unidos. 8Dios está contigo, hermano mío. 9Unámonos en Él en paz y con gratitud, y aceptemos Su regalo como nuestra más santa y perfecta realidad, la cual compartimos con Él.

Sí, ahora sabemos que somos uno. Ahora nos sentimos guiados por el Mensajero de Dios, por el Espíritu Santo. Su Voz nos acompaña en todo instante y nos libera de toda tentación.

Hemos alcanzado el altar donde se encuentra la verdad. Consciente en ese encuentro de Amor, sentimos la Comunión con nuestro Padre y hacemos nuestra Su Dicha por Su Compleción. Esa Compleción es también la nuestra. Hacemos consciente la Filiación.

11. El Cielo le es restituido a toda la Filiación a través de tu relación, pues en ella reside la Filiación, íntegra y hermosa, y a salvo en tu amor. 2El Cielo ha entrado silenciosamente, pues todas las ilusiones han sido llevadas dulcemente ante la verdad en ti, y el amor ha refulgido sobre ti, bendiciendo tu relación con la verdad. 3Dios y toda Su creación han entrado a formar parte de ella juntos. 4¡Cuán santa y hermosa es vuestra relación, la cual la verdad ilumina! 5El Cielo la contempla y se regocija de que lo hayas dejado venir a ti. 6Y Dios Mismo se alegra de que tu relación siga siendo tal como fue creada. 7El universo que se encuentra dentro de ti se une a ti junto con tu hermano. 8Y el Cielo contempla con amor aquello que está unido en él, junto con su Creador.

Hemos dejado la relación especial atrás y, de la mano del Espíritu Santo, hemos percibido al otro tal y como es en verdad, compartiendo nuestra imagen y semejanza con Dios. Nos hemos hecho conscientes de que somos seres espirituales que comparten la esencia del amor y que poseen el don para crear desde el amor.

Hoy podemos exclamar al unísono: "Espíritu soy, un santo Hijo de Dios; libre de toda limita­ción, a salvo, sano y pleno. Libre para perdonar y libre para salvar al mundo".

12. Aquel a quien Dios ha llamado no debe prestar oídos a ningún substituto. 2La llamada de los sustitutos no es más que el eco del error original que fragmentó el Cielo. 3¿Y qué fue de la paz de los que prestaron oídos a dicha llamada? 4Regresa conmigo al Cielo, y caminando junto con tu hermano ve a otro mundo más allá de éste, hasta llegar a la belleza y alegría que ese otro mundo te ofrece. 5¿Quieres debilitar y fragmentar aún más lo que ya se encuentra fragmentado y sin esperanzas? 6¿Es ahí donde buscarías la felicidad? 7¿No preferirías acaso reparar lo que ha sido quebrantado y unirte a la cruzada para devolverle la plenitud a lo que fue asolado por la separación y la enfermedad?

La vida que conocemos es fruto de una percepción alterada por la proyección de una mente que sirve al miedo, a la creencia en el pecado y en la culpa, lo que hace que dicha percepción de la vida se convierta en un pensamiento demente.

Al negar el amor, como nuestro huésped, lo que hacemos es sustituir la verdad por el error, por la ilusión. Siendo esto así, el mundo que percibimos es hijo del error, hijo de la ilusión, donde el amor es malentendido y temido, donde el amor se busca donde no se encuentra, donde el amor se mendiga y no se da.

13. Has sido llamado, junto con tu hermano, a la más santa función que este mundo puede ofrecer. 2Ésa es la única función que no tiene límites, y que llega hasta cada uno de los fragmentos de la Filiación cual auxilio sanador y unificador. 3Esto es lo que se te ofrece en tu relación santa. 4Acéptalo ahora, y lo darás tal como lo has recibido. 5La paz de Dios se te da con el luminoso propósito en el que te unes a tu hermano. 6La santa luz que os unió tiene que extenderse, de la misma forma en que la aceptasteis.

Cuando planteamos la ecuación de la igualdad y semejanza de Dios y Su Hijo, veíamos que el fruto del acto creado desde el amor es su expansión. Cuando se da lo que se es, lo que damos se multiplica a sí mismo y su abundancia será infinita, pues el hecho de expandirse ya es una manifestación infinita, pues esa es su misión. Eso es lo que es, y si lo es, lo será siempre.

Desde el amor te veo, hermano. Desde el amor te bendigo.  

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