EL BAUTISMO DE JESÚS (HOCHMAH)
9 En aquellos días vino
Jesús desde Nazaret, de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.
Marcos da comienzo a este punto queriendo dejar muy
claro el escenario donde se desarrollarán los trabajos del bautismo y, para
ello, nos dice: "En aquellos días"; es decir, en los días del Fuego;
en la primera etapa del ciclo evolutivo dentro del proceso de adquisición de la
Nueva Consciencia, la del Cristo, la del Amor. Es necesario que el autor nos
aporte esa "pista" pues, como hemos dicho al comienzo de esta obra,
el capitulo I narra los trabajos propios del Arquetipo Aries, donde se recogen,
en forma de "presentación", la dinámica de los Diez Centros
Sefiróticos. Siendo así, este pasaje nos indica que aun nos encontramos
"en aquellos días", haciendo referencia al "día de Aries".
Marcos continua, en su propósito de situar las
diferentes piezas de este "rompecabezas", describiendo su situación y
procedencia. Es muy importante conocer las Fuerzas; tomar consciencia de cada
uno de los diferentes estados y, es así como continua diciendo: "vino Jesús
de Nazaret, de Galilea".
Se deduce de esta frase que, el estado anímico llamado
Jesús, no se encontraba en la tierra habitada por Juan. Este matiz nos permite
comprender una Ley Cósmica que deberíamos adoptar en nuestro comportamiento
humano. Hemos dicho que Jesús representa un peldaño superior a Juan en el
proceso evolutivo y, ahora vemos como, siendo Jesús superior, viene a Juan, la
instancia inferior; y esto es así porque lo superior debe servir SIEMPRE a lo
inferior. ¿Por qué? Porque, de este modo, la Luz de "arriba"
permite elevar la condición inferior hacia ella. El amor siempre debe ser
"derramado" con ese propósito de servicio.
Pero, analicemos el nombre de Jesús y del lugar de
donde vino: Nazaret.
JESHUA=JESÚS=YOD-HE-SHIN-VAV-HE
(10+5+300+6+5 = 326= 11= 2).
NAZARET=NOUN-TSADE-REISH-TAU
(50+90+200+400 = 740= 11= 2).
Debemos prestar atención al nombre de Jesús traducido
a terminología sagrada, al lenguaje hebreo: Yod, He, Shin, Vav, He, pues, en
realidad, es el nombre sagrado de JEHOVÁ: Yod, He, Vav, He, con la
incorporación de la letra Shin.
Expliquemos brevemente el significado de esta
metamorfosis. Jehová es el rostro de la divinidad actuando en Binah. Su nombre
ha dado lugar al ciclo-Ley que debe respetar o seguir cualquier acto creativo a
nivel material; por lo tanto, Jehová es el responsable y autor de toda la creación
mundana. Ahora bien, con Él no culmina el proceso evolutivo pues, como bien
hemos podido ver en el Árbol Cabalístico, para alcanzar el estadio Kether, aun
debemos conquistar Hochmah.
Para lograr este propósito, Kether-Padre manda al
mundo de Jehova-material a su Hijo, Cristo, el más elevado Espíritu dentro de
la Oleada de Vida Arcangelica-Querubin. Para hacer posible el Trabajo de Cristo
debía haber en el Mundo Físico un alma lo suficientemente evolucionada como
para lograr "soportar", sin destruirse, las altas vibraciones de
Cristo. Ese ser fue Jesús Por lo tanto, ser Jesús significa haber alcanzado un
nivel espiritual muy elevado, el cual ha de permitirnos pasar de la Columna del
Rigor-Binah-Jehová, a la Columna del Amor-Hochmah-Cristo.
La clave para dar ese importantísimo paso lo
encontramos en los "Trabajos" que se desprenden de la letra sagrada Shin, una de
las letras del alfabeto hebreo que, conjuntamente al Aleph y al Mem, forman las
conocidas letras Madres. El Shin, se sitúa en la tercera fila de letras del
alfabeto hebreo; justamente en la tercera columna, la regida por Binah. Por lo
tanto, podemos adelantar que, en el Shin, Binah se encuentra doblemente
concentrado, por tratarse del tercer plano de manifestación -tercera fila-, la
que ocupa el tercer lugar en dicha fila (ver tabla del alfabeto sagrado).
ALFABETO SAGRADO
Correspondencias numéricas y Astrocabalísticas
Kether
|
Hochmah
|
Binah
|
Hesed
|
Gueburah
|
Tiphereth
|
Netzah
|
Hod
|
Yesod
|
Aleph
^ 1 |
Beith
b 2 |
Guimel
f 3 |
Daleth
fa 4 |
He
a 5 |
Vav
e 6 |
Zain
i 7 |
Heith
id 8 |
Teith
d 9 |
Yod
h 10 |
Khaf
z 20 |
Lamed
zg 30 |
Mem
g 40 |
Noum
_ 50 |
Samekh
c 60 |
Ayn
c^ 70 |
Phe
80 |
Tsade
90 |
Qof
100 |
Reish
200 |
Shin
300 |
Tav
400 |
Khaf
final
500 |
Mem
final
600 |
Noum
final
700 |
Phe
final
800 |
Tsade
fina
900 |
Si sabemos que Binah se especializa en los Trabajos de Creación, diremos que, el Shin nos sitúa en la condición de expertos
constructores. Podríamos decir que, cuando el alma alcanza estos Trabajos, lo
ha experimentado todo convirtiéndose en "un Maestro" o, lo que es lo
mismo, ha culminado el ciclo de aprendizaje en el plano material y esta
preparada para liberarse de él.
Esa es precisamente la diferencia entre Juan y Jesús.
El primero es, igualmente, un experto en el arte de construir, de vivir en el
mundo de las formas. Si analizamos su nombre, observamos que su valor final nos sitúa en el 13, Letra Fuerza que corresponde al Mem, cuya regencia zodiacal es Capricornio, el Principio Constructor. JUAN= HEITH-VAV-ALEPH-NOUM FINAL= 8+6+1+700= 715= 13.
Es el conocedor de todas las leyes pero, aún
se encuentra en la Columna de la Izquierda regida por Binah. Desde allí esta
preparando el camino del Amor. No es casual que el nacimiento de Jesús tuviese lugar durante la regencia de Capricornio. Este signo simboliza el estadio donde la conciencia humana se encuentra más oscurecida y necesitada de Luz. Juan representa el trayecto del Alma hasta alcanzar ese estado de oscurecimiento y Jesús, representa la firme voluntad de liberarnos de él.
JESHUA si nos lleva a la Columna del Amor. Vemos como
su nombre suma 2 y, si profundizamos en el significado de cada una de sus
letras, comprenderemos en qué consisten los Trabajos que debemos desarrollar
para alcanzar ese peldaño de libertad.
Nos dice el cronista que Jesús vino desde Nazaret.
Ya hemos visto, que las correspondencias numéricas del nombre, nos lleva a la morada del 2, es decir, a la Morada de Hochmah-Amor, si queremos analizarlo desde el punto de vista sefirótico. Por lo tanto, la procedencia de Jesús, está clara: Su origen es el Centro de Conciencia Unificador del Amor y su Trabajo Primordial no puede ser otro que derramar en el mundo esa Esencia, Jesús es igual a 2 y este número, como hemos visto es Amor.
Difícilmente podríamos comprender el mensaje de Marcos, si no tuviésemos a
nuestra disposición el conocimiento cabalista. Si desglosamos el nombre,
observamos que la primera letra que nos aparece es el Noun. Siguiendo la
relación existente entre las letras hebreas y los signos zodiacales en su
disposición por Elementos, obtenemos información muy valiosa. En el Noun se
desarrollan los Trabajos del signo Tauro (ver alfabeto sagrado).
Este arquetipo del Elemento Tierra en su condición de
Fijo nos indica que, la procedencia de Jesús, parte del encuentro y conquista
del mundo material. El Noun-Tauro es la tierra de la seducción de los sentidos;
el esplendor de la materia nos mantiene prisionero de los goces, y se produce
en la conciencia un sopor que hace peligrar la evolución: apego es la
tentación.
A continuación del Noun aparece el Tsade, cuya función principal es trasladar al mundo material las energías de los demás centros de consciencia. Actúa como un "televisor" donde se proyecta los diferentes escenarios de la vida. La Fuerza Tsade nos revela la disponibilidad de derramar en el mundo la Luz de la que es portador.
La presencia del Reish en la fase ejecutiva del nombre, en
la tercera, nos cambia su panorámica y desarrollo. El Reish es la puerta de la
renovación, de la resurrección. Encontrándose en la tercera fila del alfabeto y
bajo la columna número 2, su aportación nos indica que esa tierra de oscuridad
sufre una renovadora aportación de luz, la cual le permite abandonar las
tinieblas y dar lugar a una nueva tierra donde sus frutos estarán recogidos en
los Trabajos de la ultima de las letras que forman el nombre, el Tau. Con esta Letra Fuerza se alcanza la meta final, donde se ha de restituir la pureza original perdida a lo largo de la andadura del alma humana a través del proceso evolutivo. Dicho proceso, cuenta con una ruta de ida y otra de retorno. En la ida, el alma humana debe conquistar su propia individualidad y debe tomar consciencia de su poder creador. En el retorno, desde su individualidad debe rencontrar la Unidad.
¿Qué nos indican todas estas referencias? Uniendo
todas estas claves, Nazaret es la tierra regenerada, sublimada. Es el estadio
que nuestra Consciencia Nueva, llamada Jesús, debe haber conquistado para
lograr elevar nuestra naturaleza humana a divina. El numero 2, como
representante de Hochmah, nos indica el Trabajo Unificador que hemos debido
realizar a niveles internos. Cuando hemos sido capaces de vencer nuestra
oscuridad, entonces, debemos dirigirnos hacia ese aspecto de nuestra
personalidad que ha evolucionado tanto que desea dar un nuevo avance.
Cuando en nuestro comportamiento humano hemos logrado
dominar una situación que hasta ese momento nos había mantenido prisioneros,
debemos permitir que ese ideal de superación venga desde la tierra llamada
Nazaret, pues, será el anuncio de que tenemos la capacidad interna para llevar
a cabo los Nuevos Trabajos. Esa virtud es interna y ya no es necesario que
aparezca en lo externo. La ley va por dentro y no precisaremos someternos a
ella como una necesidad de aprendizaje.
"Y fue bautizado por Juan en el Jordán".
Sin duda alguna, este pasaje escenifica uno de los hechos
más singulares que debe protagonizar el aspirante a la Consciencia Crística. Para
alcanzar este estado espiritual hemos visto, hasta ahora, que era preciso que
en nuestra naturaleza anímica creciesen dos tendencias paralelas, una llamada
Juan el Bautista que, como hemos dicho, representa el peldaño más elevado de la
Escuela del Rigor, y otra llamada Jesús, el cual representa la etapa de
sublimación de la Escuela de Juan y la creación de un nuevo modelo de
aprendizaje o, lo que podíamos llamar, la Escuela del Amor-Perdón.
Sin embargo, no debemos conformarnos con la presencia
de esas dos naturalezas, en estado de separación, en nosotros. Debemos
fundirlas de modo que la "superior" Jesús, reciba de manos de la
"inferior" -Juan-, el testigo. Ese trasvase de consciencia debe darse
en silencio, sin propaganda, sin folklore. Debe producirse con la naturalidad
propia de las cosas hechas a su tiempo; con la madurez de un ciclo culminado.
Llega ese día en el que el arrepentimiento es una realidad, no una necesidad. A
partir de ese momento, ya nada puede manchar nuestras vestiduras pues, nos
hemos convertido en almas puras, regeneradas, libres de culpa, libres de
miedos, sin apegos, tan solo querremos recibir la voz de nuestro Padre que,
haciéndose oír en nuestro cielo-consciencia, nos dirá: "Tu eres mi Hijo,
el Amado, en quien tengo mis complacencias".
Marcos nos sitúa en ese escenario mítico, en las Aguas
del Jordán Analicemos cabalísticamente el nombre de este río:
JORDÁN = YOD-REISH-DALETH-NOUN
FINAL (10+200+4+700 = 914 = 14= 5).
La transformación de las Letras Fuerzas a su correspondencia numérica, nos permite comprender el significado oculto que encierra el nombre Jordán. El valor final nos presenta al 5. Si trasladamos esta información al Árbol Cabalístico, vemos que el séfira activo es Gueburah, el centro donde las emociones se condensa, dando lugar a un mundo interno oscuro y turbulento, pero igualmente, es en este centro de conciencia, donde se adquiere el poder regenerador de las emociones.
Gueburah está representado
astrológicamente por el signo de Escorpio que está estrechamente unido a la idea de
"río" puesto que, dentro del Elemento Agua, Cáncer rige la lluvia
emanativa, Piscis al mar y Escorpio la turbulencia de los ríos.
De este estudio, la palabra Jordán se sintetiza en los
Trabajos del número 5 que, como hemos dicho en otra ocasión, representa el
Arquetipo del Amor a niveles humanos. ¿Cómo debemos entender el río Jordán partiendo de esta
deducción? Sencillamente, el bautismo en el río del Jordán pone de manifiesto
los Trabajos de Regeneración que debemos realizar para abordar la Consciencia Crística. Gueburah es un doble He, ya que se encuentra en el Segundo Plano del Árbol Cabalístico, en de las Emociones, donde protagoniza precisamente la función He.
Por lo tanto, podemos decir, que el Amor-He se encuentra muy concentrado, siendo el ideal a alcanzar.
El Jordán y el bautismo, debemos interpretarlos como
el momento crucial de nuestras vidas en el que decidimos hacer la Voluntad del
Padre, la cual no nos llevará, como hemos visto, al abandono de las tareas
humanas una vez aprendido todo cuanto teníamos que aprender, sino todo lo
contrario; a partir de ese momento, el mundo que nos rodea es donde debemos
proyectar nuestra luz pues, comprenderemos que, mientras uno tan sólo de
nuestros hermanos, se encuentre en la oscuridad, tendremos que bajar a su nivel
para ayudarle a evolucionar, aunque ese "retorno" sea voluntario.
Vemos, en el pasaje redactado por Marcos, que existe
un momento, un tiempo, en el que aparece el Espíritu en forma de
"paloma"; ese instante es justo cuando salimos del agua. Con ello, el
cronista nos muestra la condición indispensable: salir del agua, significa
espiritualmente superar las emociones, esas aguas que quedan representadas por
el río Jordán, la morada de Hochmah, la tierra de la unificación.
No olvidemos, que aún nos encontramos en el capitulo I
de Marcos donde estamos estudiando la dinámica propia del signo Aries. Ya
decíamos que habíamos encontrado una peculiaridad en este primer capitulo pues,
en el, el autor nos narra en trazos de “presentación” los Trabajos que el Espíritu-Aries
debe asimilar para alcanzar la consciencia de perfección creadora. Hasta este
punto hemos descifrado los Trabajos de Kether, los cuales, por tratarse del
primer Séfira, están estrechamente unidos con el signo de Aries. Debemos
entender pues, de esta exposición, que todos los nacidos bajo el signo de Aries
tienen, como principal misión, el poner de manifiesto los valores de Dios; y
deben hacerlo como si se tratase de un sembrador, es decir, proyectando su
voluntad con el único propósito de promover, iniciar una nueva andadura. En
este caso, la nueva aventura nos lleva hacia la conquista de la consciencia
Crística, y estamos describiendo, uno por uno, los impulsos que debemos
desarrollar a lo largo de toda la travesía.
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