¿Qué me enseña esta lección?
Este ejercicio nos hace conscientes del verdadero poder con el que El Creador nos ha dotado. Somos el Hijo y hemos sido creados a Su imagen y semejanza. Cada uno de nosotros tiene el poder de elegir. Si yo decido ver una realidad inspirada por mis emociones, por mi afán de individualidad, fabricaré un mundo de separación e individualidades.
Forjaré esa visión en mi patrón de creencias y daré forma a mi vida en virtud a esa visión. Mis hábitos basados en esas creencias darán lugar a un destino y el círculo quedará cerrado para justificar mi percepción errónea, nacida de un deseo de ver desde mi propia individualidad.
Sin embargo, esa percepción es irreal, pues al igual como nuestros hijos forman parte de una misma familia, el Hijo de Dios forma la Filiación Santa. La Unidad de esa Filiación pone en evidencia el error de la creencia del ego en la separación.
Nuestra elección debe ser ver la realidad y la verdad que permanece
olvidada por el sueño del ego.
Pongamos en uso nuestro poder creador y creemos esa visión de filiación y de unidad con Dios. El Amor a través del perdón, es el camino que ha de permitirnos despertar de ese sueño.
En la aplicación de este ejercicio he puesto en práctica el deseo de ver a mis hermanos tal y como son, Hijos de Dios y no meramente cuerpos materiales. Mi voluntad, mi elección, de ver, me ha llevado a ser consciente de momentos o instantes santos con respecto a esta visión.
En mi elección de ver, la obra de Bruce Lipton, "La biología de las creencias", me ha ayudado a adquirir una visión nueva y diferente, a la hora de relacionar el pensamiento con el cuerpo.
Ejemplo-Guía: "El comportamiento de nuestro hijo nos desespera"
En las lecciones anteriores hemos ido entrenando nuestra mente para favorecer un nuevo aprendizaje. Al igual como ocurre en cualquier proceso de entrenamiento, tenemos que tener presente, que, en las primeras fases, es lógico que aparezcan los clásicos síntomas de "agujetas" como consecuencia de que nuestra "musculatura" no está habituada a efectuar ciertos ejercicios. Pero, al poco tiempo, este síntoma desaparece y, en su lugar, recibimos con agrado nuevas sensaciones que nos hacen sentir bien con nosotros mismos, pues evidenciamos que el esfuerzo que estamos realizando comienza a dar sus frutos, nos sentimos más ágiles, flexibles y dinámicos, es como si nos sintiésemos más vivos.
Esta analogía, nos ayuda a comprender las sensaciones que hemos ido experimentando a lo largo de estos primeros 19 días de prácticas de los ejercicios propuestos en las lecciones.
Muchos que inician un proceso de entrenamiento, suelen abandonarlo transcurrido unos días de haberlo comenzado. Tal vez, la exigencia de mantener un compromiso permanente, una actitud de continua actividad, le lleve a replantearse su elección inicial y finalmente deciden abandonar el entrenamiento.
Con la actual lección, tenemos que tomar una decisión que considero crucial. ¿Por qué? Pues porque tenemos que elegir entre "ver" como hasta ahora lo hemos hecho o, por el contrario, aceptar la invitación que nos traslada esta lección para ser conscientes de que, por encima de todo, nuestra voluntad es "ver" la verdad.
Podemos contarnos entre los que han adquirido todo el saber teórico que nos ofrece este mundo y, sin embargo, continuar sin ver la verdad que se encuentra más allá de la percepción del mismo. Con ello quiero decir, que el saber teórico no nos aporta la visión verdadera, salvo que tengamos la firme voluntad de verla y experimentarla.
Eso, ¿dónde nos lleva? Elegir "ver", nos lleva a desaprender, a deshacernos de las creencias viejas y nos sitúa en una nueva vibración que nos permite mantenernos alerta, cuando nos encontramos con los efectos de nuestros pensamientos.
Si aplicamos esta enseñanza a este ejemplo, cuando nos encontremos ante una situación que antes interpretábamos como conflictiva, ahora nuestra actitud es distinta. Ya no vemos a nuestro hijo separado de nosotros. Ya somos conscientes, de que aquello que interpreta nuestra mente, está basado en el pasado, cuando en verdad, no tiene el significado que le habíamos otorgado. Ahora vives el presente como una oportunidad de ver la situación de otra manera. Ahora eliges ver la verdad, eliges ver a tu hijo como un Ser Espiritual, inocente e impecable. Esa nueva visión, te ofrecerá paz y felicidad y, ese nuevo pensamiento, recuérdalo, sus efectos, no lo experimentarás tan sólo tú, sino también tu hijo.
Ese es el verdadero milagro.
Reflexión: ¿Con qué intensidad deseas ver la realidad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario