¿Qué me enseña esta lección?
Magnífica lección, que nos lleva a “vernos” en el otro. Cuando proyecto, mi manera de ver las cosas en el otro, y le juzgo de una manera condenatoria, estoy viendo reflejado en él, mi manera de ver las cosas y lo hago porque esa apreciación condenatoria habita en mi interior. Aquello en lo que no creo, no lo veré. Y aquello en lo que creo, es fruto de lo que deseo ver. Por lo tanto, el filtro de nuestros deseos y emociones nos influencia a la hora de ver las cosas y, por ello, a la hora de dar una respuesta a las situaciones que vivimos.
He sido testigo de una experiencia dolorosa de relación basada en el reproche. Mientras que mi acompañante ha proyectado su ira sobre la otra persona a la cual ha juzgado de injusta, yo no he podido tener esa apreciación. Me he preguntado por qué, y la única respuesta que encuentro es que yo no me he sentido atacado por ese sentimiento de injusticia, mientras que ella sí, por el único motivo de que ella es injusta consigo misma.
Debemos hacer un esfuerzo para ver de manera diferente aquello que percibimos. Para ello, nos ayudará la certeza, la creencia verdadera, de que todos formamos una Unidad. Cuando esta manera de percepción cale en todo nuestro ser, ¿cómo podremos atacar a nuestro hermano? Si lo hacemos, estaremos atacándonos a nosotros mismos.
Si contemplamos nuestro cuerpo físico como un todo orgánico, compuesto por billones de células que se han unido para constituir una máquina saludable, observamos que esa filiación celular mantendrá el equilibrio orgánico mientras que exista en sus relaciones un estado de armonía implícita. Ahora bien, cuando se produce un ataque de una parte de las células a otras, entonces, el conflicto celular da origen a la enfermedad.
El cuerpo por sí mismo no tiene la capacidad de favorecer un estado de armonía o desarmonía, ya que responde a los estímulos de la mente y, ésta, no es otra cosa que el foco a través del cual se comunica el Espíritu. Si la mente no responde a los estímulos de unidad emitidos por el Espíritu y se manifiesta independiente de Él, se produce una manifestación incoherente que dará lugar a esos desarreglos orgánicos.
La enfermedad la
percibimos como real porque es una de las creencias más sólidas en las que se
basa el sistema de pensamiento del ego. No olvidemos, que el cuerpo no puede
crear y la creencia de que puede -error básico- da lugar a todos los síntomas
físicos (T-2.IV.2:6).
Ejemplo-Guía: "Mi cuerpo está enfermo".
Aplicar la lección
a este ejemplo, nos lleva, de entrada, a cambiar la definición del propio
ejemplo, pues si elegimos ver las cosas de otra manera, tendré que ver el
cuerpo con otra visión distinta a la que habitualmente he tenido, es decir, si
expreso que "mi cuerpo está enfermo", le estoy atribuyendo una
condición que no tiene, pues el cuerpo no puede enfermar, pues no puede crear
desde la percepción errónea.
La nueva visión abre mi mente a una nueva creencia, la cual me lleva a expresar que es en mi mente donde debo buscar la verdadera causa del error, del conflicto, aunque nuestros ojos físicos los vea manifestado en el cuerpo como lo que es, un efecto. Por lo tanto, ya tenemos una aplicación de esta lección al ejemplo-guía elegido hoy.
A partir de esa nueva visión, escudriñamos nuestra mente para identificar la causa que da origen al trastorno físico. Descubriremos que esa causa siempre tiene un mismo origen, la mente dual que cree ciegamente en la separación. El creernos escindidos de la comunión con Dios, nos lleva a adquirir una identidad separada del Creador y, por ende, de todo lo creado. Ese pensamiento se ha convertido, igualmente, en la causa del miedo, como emoción contraria al Amor.
Sentimos miedo por todo y, esto es así, porque nos sentimos separados de nuestra Fuente.Al igual que un niño se siente seguro cuando se ve protegido por la presencia de sus padres, el Ser, al sentirse separado de su Creador, siente miedo, principalmente, porque cree que ha desobedecido la Voluntad de su Padre, al cual atribuye la responsabilidad de las cosas "malas" que le ocurren. Se trata de una respuesta instintiva que responde al mandato de "ganarás el pan con el sudor de tu frente", en ese instante ancestral en el que Adán y Eva fueron expulsados -ilusoriamente- del Edén.
Esa separación no es real. Siempre hemos permanecido habitando ese Edén, pero nuestra elección de crear individualmente y de adquirir conciencia, nos llevó a fabricar un "estado" separado del Edén-Unidad. En este estado, la vía de aprendizaje elegido es la percepción y cuando nuestra mente "recapitula" la elección de servir al deseo-causa de la separación, el estado esencial del Amor, que es la armonía, se ve distorsionado dando lugar a un estado de desarmonía y de incoherencia que se manifiesta como la enfermedad.
Dentro del sueño, una percepción nueva de la enfermedad debe llevarnos a interpretarla como una vía de aprendizaje, lo cual siempre es positivo, revelándonos que su única causa se encuentra en la errónea creencia de que nos encontramos separados de nuestro Creador y de Su Creación. La enfermedad no debemos juzgarla como mala y negativa. Esa visión es carente de lucidez, en los términos que estamos explicando, pues al formar parte del sistema de pensamiento del ego, la enfermedad carece de verdadero significado, salvo el que el ego le otorga para afianzar la credibilidad de su falsa identidad.
He de reconocer, que el tema de la salud es de interés compartido por muchos estudiantes de los temas espirituales. Quizás supere en ese supuesto ranking de interés a otros muchos temas. En realidad, esto es una apreciación errónea de la mente que le gusta moverse en el campo de las comparaciones. Ya sabemos que al igual como no hay grados de dificultad en los milagros, tampoco los hay a la hora de valorar aquello que llamamos problemas. La causa de todos los problemas, acabamos de analizarlo, es la elección de nuestra mente de basar sus creencias en la separación y en la falta de Amor.
Cuando escudriñemos nuestra mente, no lo hagamos con la intención de buscar la "causa-culpa", si así lo hacemos, nos descubriremos, a renglón seguido, castigándonos en demanda de "redimirnos". Esto dónde nos lleva. Pues sencillamente a "nacer de nuevo", es decir, a ver las cosas de otra manera, a ver las cosas desde la verdad. Y la verdad nos revela que somos Seres de Luz, inocentes e impecables. Nada de lo que podamos hacer nos puede dañar, salvo que en nuestra mente creamos que lo puede hacer. En verdad, no tenemos que hacer nada, salvo, expresar nuestros dones y talentos. Nuestra esencia es Amor. Vivámoslo.
Reflexión: Si lo
que percibes es el efecto de lo que deseas, ¿qué debes hacer para cambiar tu
percepción de dolor, de infelicidad, etc?
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