¿Qué me enseña esta lección?
Es necesario interpretar lo que significa el concepto ataque. Para el ego, su principal objetivo, lo que estimula su naturaleza, es la conquista de la individualidad y para ello fabrica la creencia de la realidad del mundo material.
Individualidad es opuesto de Unicidad. Para alcanzar la individualidad debemos separarnos de la Unidad y desde este sentimiento de separación, la individualidad puede ser interpretada como un ataque a la Unicidad, a la Filiación.
Siguiendo esta misma idea, el mundo material es lo opuesto al mundo
espiritual, dicho de otro modo, lo que existe en el mundo material ataca al
mundo espiritual.
El mundo material se convierte para el ego en su plano de manifestación, en el cual expresa sus potencialidades a través de sus creaciones. Todo lo creado, todas las creencias fabricadas desde la conciencia de separación parecen atacar al mundo de la eternidad. Siendo el mundo material perecedero, lo irreal ataca a lo eterno y real, expresiones estas del espíritu.
Es necesario pues, escapar de esa ilusión, renunciando al pensamiento del ataque, es decir, no dando valor al deseo de individualización y separación para retornar al deseo de unificación.
Cuando nuestros pensamientos juzgan el mundo material, está, atacando lo espiritual, pues en la medida que lo juzga lo cree real y le estimula la naturaleza emocional. Ese pensamiento está apegado a la percepción errónea que le aporta el mundo de los sentidos físicos. Ese pensamiento se siente estimulado, atrapado, y, se produce la identificación y el apego a ese estímulo. Esta vivencia es un claro ataque a la liberación que nos ofrece el Amor Incondicional.
No podemos olvidar que ese concepto de ataque dará como respuesta la
creencia de ser objeto de la venganza de aquello que hemos atacado. Esa
venganza no es más que los efectos causados por nuestro ataque, es decir, por
nuestro deseo de satisfacer nuestra naturaleza emocional.
Ejemplo-Guía: "Me desespera el comportamiento de mi hijo".
Si el comportamiento de nuestro hijo nos desespera y queremos que esta circunstancia cambie, para lo cual, nos proponemos que sea nuestro hijo el que cambie, entonces, tendremos que repasar de nuevo el contenido de estas lecciones, pues estamos percibiendo erróneamente la experiencia. ¿Por qué?
Sencillamente, porque lo que estamos experimentando son los efectos y la rectificación del error debemos hacerlo en el nivel de donde se ha creado, en la causa, es decir, en nuestra mente, en nuestros pensamientos.
¿Cuál es ese error? Creer que nuestro hijo es un ser del cual nos encontramos separados y al que percibimos como una amenaza, pues estamos interpretando su relación como un permanente ataque.
Es a esa visión errónea a la que debemos renunciar, rectificándola, elevando un nuevo pensamiento emanado desde la mente recta, es decir, un pensamiento orientado hacia la unidad. Ese pensamiento estará exento de juicio condenatorio y nos llevará a la certeza de que nuestros hermanos son inocentes e impecables.
En verdad, lo que estamos haciendo es compartir la Voz que nos inspira el Espíritu Santo, convirtiéndonos en instrumentos conscientes al servicio de nuestra divinidad.
Renunciando al ataque, estamos renunciando, igualmente, al odio, al espíritu vengativo y al miedo, la verdadera causa que nos lleva a percibir este mundo desde el temor, desde el egoísmo, desde la necesidad y la escasez, desde el dolor y el sufrimiento.
Eliminada la causa, la percepción errónea dará paso a la percepción verdadera, lo que significa, que el comportamiento de nuestro hijo dejará de ser para nosotros un motivo de desesperación.
Reflexión: No se te puede salvar del mundo, pero te puedes escapar de su
causa. ¿Cómo?
Muchas gracias Juanjo!
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