lunes, 9 de diciembre de 2024

Capítulo 16. V. La decisión de alcanzar la compleción (1ª parte).

V. La decisión de alcanzar la compleción (1ª parte). 

1. Cuando se examina la relación especial, es necesario, antes que nada, darse cuenta de que comporta mucho dolor. 2Tanto la ansie­dad como la desesperación, la culpabilidad y el ataque están pre­sentes, intercalados con períodos en que parecen haber desaparecido. 3Es esencial que todos estos estados se vean tal como realmente son. 4Sea cual fuere la forma en que se manifies­ten, son siempre un ataque contra el ser para que el otro se sienta culpable. 5He hablado de esto con anterioridad, pero hay algunos aspectos de lo que realmente se está intentando que aún no hemos examinado.

Al analizar la relación especial, hemos visto que la fuerza de atracción que nos lleva a establecer dicha relación permanece oculta a nuestra conciencia, ya que, si tuviésemos que responder a la pregunta: "¿por qué te sientes atraído por esa persona en concreto?", la respuesta más frecuente sería "porque nos gusta". En verdad, con esa respuesta, lo que estamos definiendo es un aspecto del amor, al que se le ha otorgado el nombre de enamoramiento. "Algo he visto en ella que me enamora". Entonces, ¿qué es lo que se oculta detrás de ese sentimiento? 

Debe ser algo que no soporta la presencia de la verdad, pues si fuese verdad, esa fuerza no cambiaría. Lo que quiero decir con ello es que, si bien nos sentimos atraídos por el amor, si nos hemos enamorado de esa persona, la relación no sería especial, sino que estaría gobernada por la fuerza del amor, la cual no nos hace libres y felices. Si analizamos las secuencias de una relación, no tendremos dificultad para apreciar que esa atracción inicial a la que hemos llamado amor pierde fuerza, pierde su verdadero significado, dando paso a sentimientos confusos y cambiantes, los cuales lo único que persiguen es someter la voluntad del otro a nuestros deseos. Por lo tanto, debemos estar ocultando el sentimiento que nos lleva a elegir de manera especial a una persona para que sea nuestro compañero en esa alocada aventura de la relación. 

Si no es amor, es miedo, y del miedo se desprenden aspectos que forman parte de nuestra creencia, como el pecado, la culpa y el sufrimiento. He aquí la condición que prevalece en toda relación especial. La creencia en la separación nos lleva a atacar al otro con la intención de que se sienta culpable. 

2. Dicho llanamente, el intento de que otro se sienta culpable va siempre dirigido contra Dios, 2pues el ego quiere que creas que Dios, y sólo Él, es culpable, lo cual deja a la Filiación vulnerable al ataque y sin ninguna protección contra él. 3La relación de amor especial es el arma principal del ego para impedir que llegues al Cielo. 4No parece ser un arma, pero si examinases cuánto la valo­ras y por qué, te darías cuenta de que lo es.

Que el inconsciente colectivo de la humanidad participa en la demente creencia de que culpamos a Dios de nuestras vicisitudes, se verifica en el contenido de los Libros Sagrados. Si leemos al pie de la letra el contenido del Antiguo Testamento, podremos comprobar cómo se describen episodios en los que se nos muestra a un dios vengativo que castiga a un pueblo por considerar que violan sus leyes. La liberación del pueblo judío llevada a cabo por Moisés supuso la exterminación, por la mano de Jehová, del imperio egipcio, gobernado por la figura de un faraón cuya crueldad era manifiesta. Pero, como ya he adelantado, no podemos entender al pie de la letra el contenido de los libros sagrados, los cuales se han escrito en un lenguaje adaptado a la comprensión de la época y, en la mayoría de los casos, ocultaban verdades más trascendentes de las que una simple mirada no ha conseguido descifrar.

En muchas ocasiones, el sentido de la lógica es el camino más fácil para llegar a la verdad.

Si Dios es Amor y ha creado a Su Hijo del Amor, con total libertad para crear, podremos concretar que Su Hijo no puede ser diferente a Su Creador, es decir, no puede ser lo que no es. Quedaría por añadir que, aunque no puede ser lo que no es, sí puede creer lo que no es. De esto último se deduce que puede elegir la verdad o puede elegir la ilusión.

Si elige la ilusión, está eligiendo creer lo que no es, lo que le lleva a identificarse con creencias basadas en el miedo, el pecado, la culpa y el sufrimiento. 

3. La relación de amor especial es el regalo más ostentoso del ego y el que mayor atractivo tiene para aquellos que no están dis­puestos a renunciar a la culpabilidad. 2Aquí es donde más clara­mente se puede ver la "dinámica" del ego, pues, contando con la atracción de su ofrenda, las fantasías que se centran sobre la rela­ción de amor especial son con frecuencia muy evidentes. 3Nor­malmente se consideran aceptables, e incluso naturales. 4Nadie considera raro amar y odiar al mismo tiempo, y aun los que creen que odiar es un pecado, simplemente se sienten culpables por ello, pero no hacen nada por corregirlo. 5Esto es lo que es "nor­mal" en la separación, y aquellos que aprenden que no es normal en absoluto, parecen ser los que no son normales. 6Pues este mundo es lo opuesto al Cielo, al haber sido concebido para ser su opuesto, y todas las cosas aquí son exactamente lo opuesto a la verdad. 7En el Cielo, donde el significado del amor se conoce perfectamente, el amor es lo mismo que la unión. 8Aquí, donde en lugar del amor se acepta la ilusión de amor, el amor se percibe como separación y exclusión.

El mundo lo percibimos erróneamente porque elegimos creer que nuestra identidad procede de la realidad de lo percibido. Para el ego y su sistema de pensamiento basado en la información que le reporta la percepción, aquello que no ve, no existe, por lo que establece como una de sus verdades que el espíritu es ilusión y que el cuerpo físico es lo real. El origen del escepticismo procede de esa creencia, y la existencia de Dios es puesta en duda ante la imposibilidad de ser visto y, en el mejor de los casos, es juzgada como el máximo referente de la culpabilidad, acusándole de ser el promotor de todas nuestras desgracias.

Lo que es verdad aparece como ilusión, y lo que realmente es ilusión es considerado por el ego como verdadero. Con estas premisas, el Amor Incondicional es ilusión y el amor especial es verdadero. 

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