martes, 10 de diciembre de 2024

Capítulo 16. V. La decisión de alcanzar la compleción (2ª parte).

V. La decisión de alcanzar la compleción (2ª parte). 

4. En la relación especial -nacida del deseo oculto de que Dios nos ame con un amor especial- es donde triunfa el odio del ego. 2Pues la relación especial es la renuncia al Amor de Dios y el intento de asegurar para uno mismo la condición de ser especial que Él nos negó. 3Es esencial para la supervivencia del ego que tú creas que el especialismo no es el infierno, sino el Cielo. 4Pues el ego jamás querría que vieses que lo único que la separación con­lleva son pérdidas, al ser la única condición en la que el Cielo no puede existir.

Con base en este punto, la idea que dio lugar al sistema de pensamiento del ego fue el deseo de ser especial a los ojos del creador. Este pensamiento es totalmente opuesto a la voluntad de Dios, pues Su Creación se sustenta en la fuerza del Amor, cuya visión es la unicidad de lo creado. La Filiación, desde el punto de vista del amor, como extensión de la Voluntad del Padre, es el símbolo de la unidad. Mientras que el ego es la fabricación de una imagen que se sustenta en el especialismo; esto es, en el deseo de ser diferente con respecto de los demás.

5Para todo el mundo el Cielo es la compleción. 2En esto no puede haber desacuerdo porque tanto el ego como el Espíritu Santo lo aceptan. 3Están, no obstante, en completo desacuerdo con respecto a lo que es la compleción y a cómo se alcanza. 4El Espíritu Santo sabe que la compleción reside en primer lugar en la unión, y luego en la extensión de ésta. 5Para el ego, la comple­ción reside en el triunfo, y en la extensión de la "victoria" incluso hasta el triunfo definitivo sobre Dios. 6El ego cree que con esto el ser se libera finalmente, pues entonces no quedaría nada que pudiese ser un obstáculo para él. 7Ésa es su idea del Cielo. 8Para el ego, pues, la unión -la condición en la que él no puede interfe­rir- tiene que ser el infierno.

El ego no cree que el Cielo es la compleción, pues, tal y como su sistema de pensamiento lo entiende, es decir, desde la creencia de que es especial y de que dicha condición es lo que le lleva a conseguir la victoria, triunfando sobre los demás, el Cielo no puede ser el símbolo de la separación. Es por ello que el ego se inventó la creencia en el infierno, pues al creerse pecador, al creer en la separación, el paso por ese "infierno" es inevitable.

6. La relación especial es un mecanismo extraño y antinatural del ego para unir Cielo e infierno, e impedir que se pueda distinguir entre uno y otro. 2Tratar de encontrar lo que supuestamente es lo "mejor" de los dos mundos, simplemente ha dado lugar a que se tengan fantasías de ambos y a que sea imposible percibir a nin­guno de ellos tal como realmente es. 3La relación especial es el triunfo de esta confusión. Es un tipo de unión en que la unión está excluida, pues la exclusión es la base de dicho intento de unión. 5¿Qué mejor ejemplo que ésto puede haber de la máxima del ego: "Busca, pero no halles"?

El Cielo, símbolo de la unicidad, se presenta ante la visión del ego como una falsedad. Si creyese en el Cielo, su sistema de pensamiento se resentiría, o lo que es lo mismo, desaparecería, pues, como sabemos, el sistema de pensamiento del ego se basa en la creencia en la separación. Por lo tanto, si no cree en el Cielo, porque supone una clara amenaza a su sistema de pensamiento, debe sustituirlo por un cielo ficticio y redentor; es decir, se inventa la existencia del infierno, el lugar perfecto para purgar sus pecados y, de este modo, liberarse de la culpa.

La relación que existe entre el infierno y la relación especial es evidente, pues ambas tienen el mismo objetivo, la liberación de la culpa a través del falso amor. En verdad, tanto la creencia en el infierno como las relaciones especiales son una estrategia del ego para garantizar que no escaparemos de su sistema de pensamiento, pues el especialismo genera más especialismo.

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