II. La base del sueño (3ª parte).
La relación especial que es bendecida por el Espíritu Santo se convierte en una oportunidad para transformar el odio en amor. Pilotar esa experiencia en clave de amor nos llevará a tener sueños felices, los cuales precederán lo que nos aguarda cuando definitivamente se produzca el retorno a nuestro verdadero Hogar.
La relación especial se convierte, en manos del Espíritu Santo, en un aprendizaje que será extendido en todas y cada una de nuestras relaciones con los demás. En dicha relación lo que impera es la creencia en la Unidad.
8. No permitas que el sueño se apodere de ti y te haga cerrar los ojos. 2No es extraño que los sueños puedan dar lugar a un mundo irreal. 3Lo que sí es increíble es que tengas el deseo de hacer eso. 4Tu relación con tu hermano se ha convertido en una relación en la que ese deseo ha sido eliminado, pues su propósito ha sido trocado de uno de sueños a uno de verdad. 5Mas no estás seguro de esto porque piensas que quizá eso sea lo que es el sueño. 6Estás tan acostumbrado a elegir entre sueños, que no te das cuenta de que por fin has elegido entre la verdad y todas las ilusiones.
Mientras permanecemos sintonizando la frecuencia del ego, el sueño nos parecerá tan real que lo aceptaremos como una dinámica natural de nuestra mente y a la que estamos acostumbrados. Sabemos que mientras permanecemos dormidos podemos enfrentarnos a terribles pesadillas, pero también sabemos que al despertar, nos libraremos de su recuerdo.
Este aprendizaje no parece suficiente para el estado mental del ego, pues no acaba de comprender que, con su despertar, se logra el estado de lucidez necesario para comprender que lo soñado no tiene ningún poder sobre nosotros, no puede hacernos daño alguno. Sin embargo, el ego no quiere asumir que el sueño se produce por el deseo de permanecer dormido. Darse cuenta de ello significaría su final.
Mientras que el sueño es la consecuencia de que nuestra mente elige "dormir" y creer en la separación y en el miedo, el despertar es la consecuencia de que nuestra mente elige estar despierto y creer en la unidad y el amor, o lo que es lo mismo, vivir la realidad que le ofrece el Cielo.
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