VI. Más allá del cuerpo (2ª parte).
4. En esto la mente está claramente engañada. 2No puede atacar, pero sostiene que sí puede, y para probarlo, se vale de lo que hace para hacerle daño al cuerpo. 3La mente no puede atacar, pero puede engañarse a sí misma. 4Y eso es todo lo que hace cuando cree que ha atacado al cuerpo. 5Puede proyectar su culpabilidad, pero no puede deshacerse de ella proyectándola. 6Y aunque es obvio que puede percibir la función del cuerpo erróneamente, no puede cambiar la función que el Espíritu Santo le asignó a éste. 7El cuerpo no es el fruto del amor. 8Aun así, el amor no lo condena y puede emplearlo amorosamente, respetando lo que el Hijo de Dios engendró y utilizándolo para salvar al Hijo de sus propias ilusiones.
La enseñanza no dice que la mente no puede atacar, pero puede engañarse a sí misma, fruto de su identificación con el cuerpo.
Es importante recordar que, aunque el cuerpo no es el fruto del amor, sí puede ser empleado para extender el amor.
5. ¿No te gustaría que los medios de la separación fueran reinterpretados como medios de salvación y se usasen para los fines del amor? 2¿No le darías la bienvenida y le prestarías tu apoyo a este intercambio de fantasías de venganza por tu liberación de ellas? 3La percepción que tienes del cuerpo puede ser ciertamente enfermiza, pero no debes proyectar eso sobre él. 4Pues tu deseo de hacer que lo que no tiene la capacidad de destruir sea destructivo, no puede tener ningún efecto real. 5Lo que Dios creó sólo puede ser como Él quiere que sea, pues así lo dispone Su Voluntad. 6Tú no puedes hacer que Su Voluntad sea destructiva. 7Puedes, no obstante, forjar fantasías en las que tu voluntad entra en conflicto con
Pienso que las aportaciones que nos hace el Curso en este punto son muy interesantes. Durante algún tiempo, llegué a pensar que con mi voluntad podía hacer daño a Dios y, por extensión, al resto de Su Creación, en particular a los que veía como "los demás". Ese pensamiento demente emanaba de la total ignorancia de mí mismo y de lo que somos realmente. Identificado con el cuerpo, le otorgué un ficticio poder para hacer que las cosas fuesen como yo deseaba que fuesen. Cuando sentí agotada esa alocada voluntad, descubrí que Dios es Perfecto e Inmune a mis ataques. Lo que Es, lo hace invulnerable, pues el Amor no es vengativo, ni cruel, ni receloso. El Amor absorbe todo dolor, toda culpa, toda la oscuridad que pueda fabricar la mente errada y lo disuelve en su inmenso mundo de Luz.
Sí, ahora soy consciente de que lo que Dios creó sólo puede ser como Él quiere que sea, pues así lo dispone Su Voluntad. Podemos quedar dormidos a esa realidad, pero no podemos quedar eternamente dormidos, pues no es esa nuestra condición verdadera.
Podemos utilizar el cuerpo para expandir el amor. Para ello, tan solo tenemos que acercarnos a nuestros hermanos y verlos tal y como realmente son, formando parte de la Unidad que constituye la Filiación.
6. Es una locura usar el cuerpo como chivo expiatorio sobre el que descargar tu culpabilidad, dirigiendo sus ataques y culpándolo luego por lo que tú mismo quisiste que hiciese. 2Es imposible exteriorizar fantasías, 3pues éstas siguen siendo lo que tú deseas y no tienen nada que ver con lo que el cuerpo hace. 4El cuerpo no sueña con ellas, y lo único que éstas hacen es convertirlo en un lastre en vez de en algo útil. 5Pues las fantasías han hecho de tu cuerpo tu "enemigo"; algo débil, vulnerable y traicionero, merecedor del odio que le tienes. 6¿De qué te ha servido todo esto? 7Te has identificado con eso que odias, el instrumento de venganza y la aparente fuente de tu culpabilidad. 8Le has hecho esto a algo que no tiene significado, proclamándolo la morada del Hijo de Dios y haciendo luego que se vuelva contra él.
Esa disociación de la mente da lugar a un mundo dividido y al olvido de que nuestra verdadera causa bebe de la misma Fuente de Dios de la cual emanó Su Creación.
La flagelación, así como otros castigos que ejercemos sobre el cuerpo para purgar la creencia en la culpa y en el pecado, se convierte en la evidencia de que estamos castigando al medio, al cuerpo, cuando en verdad su función es totalmente neutra al ser fruto de nuestra percepción en el mundo tridimensional.
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