IV. La pequeña dosis de buena voluntad (2ª parte).
5. Limítate simplemente a hacer la pregunta. 2La respuesta se te dará. 3No trates de contestarla; trata simplemente de recibir la respuesta tal como se te dé. 4Al prepararte para el instante santo, no intentes hacerte santo de antemano a fin de estar listo para él. 5Eso sería confundir tu papel con el de Dios. 6
9Yo que soy anfitrión de Dios, soy digno de Él.
10Aquel que estableció Su morada en mí la creó como Él quiso que fuese.
11No es necesario que yo la prepare para Él, sino tan sólo que no interfiera en Su plan para reinstaurar en mí la conciencia de que estoy listo, estado éste que es eterno. 12No tengo que añadir nada a Su plan.
13Mas para aceptarlo, tengo que estar dispuesto a no substituirlo por el mío.
¡Hágase Tu Voluntad Padre y no la mía! Es la expresión que sintetiza la enseñanza que este punto nos ofrece. Pretender que podemos establecer las condiciones para alcanzar la paz es elegir ver las cosas desde nuestro ego, pues es creer en que estamos separados de la Fuente que nos ha creado.
6. Y eso es todo. 2Añade algo más, y estarás simplemente desvirtuando lo poco que se te pide. 3Recuerda que fuiste tú quien inventó la culpabilidad, y que tu plan para escapar de ella consiste en llevar
Al ego le seduce convencernos de que más importante que ser es hacer. Muestra un vivo interés en enseñarnos que lo real es aquello que se percibe, y que todo lo demás no existe, no es real. De dicha enseñanza, lo único que percibe es fortalecer su sistema de pensamiento basado en la creencia en la separación y en la percepción física. Soy lo que percibo y lo que no percibo no es real, no existe.
Por ese motivo, le damos mucha importancia a aquello que hacemos, y nos decimos: "Lo que hacemos es aquello en lo que creemos". Evidentemente, esa afirmación sería correcta siempre y cuando lo que creemos sea lo correcto, o lo que es lo mismo, cuando nuestras creencias no sean erróneas. Y sucede que sí lo son. Por lo que aquello que hacemos y que responde a lo que creemos, procede de un error, la ignorancia de lo que somos.
Las enseñanzas que estamos estudiando nos orientan en un sentido diferente al que nos ofrece el sistema de pensamiento del ego. Ser es lo esencial y el conocimiento de lo que somos nos permitirá estar en sintonía con la frecuencia en la que emite la Voz del Espíritu Santo, la cual nos llevará a la percepción verdadera.
El instante santo es el encuentro de la voluntad del Hijo y la Voluntad del Padre.
7. Esto es lo que hace que el instante santo sea algo tan fácil y natural.. 2Tú haces que sea difícil porque insistes en que debe haber algo más que tú tienes que hacer. 3Te resulta difícil aceptar la idea de que sólo necesitas dar un poco para recibir mucho. 4Y te resulta muy difícil entender que no es un insulto personal el que haya tal desproporción entre tu aportación y la del Espíritu Santo. 5Todavía estás convencido de que tu entendimiento constituye una poderosa aportación a la verdad y de que hace que ésta sea lo que es. 6Mas hemos subrayado que no tienes que comprender nada. 7La salvación es fácil de alcanzar precisamente porque no te pide nada que no puedas dar ahora mismo.
Dejemos de preocuparnos por lo que debemos hacer para ser santos. Cambiemos la creencia en que son nuestros actos los que nos otorgan el regalo de la santidad. Todos los Hijos de Dios son santos por su condición divina. Recordar esta verdad será el reconocimiento de que nuestros ojos se han abierto a la Visión Crística y que ahora percibimos la realidad de la Unidad.
8. No te olvides de que fue tu propia decisión hacer que todo lo que es natural y fácil, para ti fuese imposible. 2Si crees que el instante santo es algo difícil, es porque te has erigido en árbitro de lo que es posible, y aún no estás dispuesto a cederle el lugar a Uno que sabe. 3La creencia según la cual hay grados de dificultad en los milagros se basa en eso. 4Todo lo que Dios dispone no sólo es posible, sino que ya ha tenido lugar. 5Por eso es por lo que el pasado ha desaparecido. 6En realidad nunca tuvo lugar. 7Lo único que es necesario es deshacerlo en tu mente, que sí creyó que tuvo lugar.
La integridad de la Obra Creadora de Dios es Perfecta e Inalterable. Dicha Obra es el Hijo de Dios que da lugar a la Filiación. El Ser es, por lo tanto, Perfecto e Inalterable, lo que significa que no puede sufrir daño alguno que altere su esencia.
Hablamos de la inefabilidad del Ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario