LECCIÓN 71
Sólo el plan
de Dios para la salvación tendrá éxito.
1. Tal vez aún no te hayas
percatado de que el ego ha urdido un plan para la salvación que se opone al de
Dios. 2Ese es el plan en el que crees. 3Dado que es lo
opuesto al de Dios; crees también que aceptar el plan de Dios en lugar del ego
es condenarte. 4Esto, desde luego, parece absurdo. 5Sin
embargo, una vez que hayamos examinado en qué consiste el plan del ego, quizá
te des cuenta de que, por muy absurdo que parezca, es ciertamente lo que crees.
2. El plan del ego para la
salvación se basa en abrigar resentimientos. 2Mantiene que, si tal
persona actuara o hablara de otra manera, o si tal o cual acontecimiento o
circunstancia externa cambiase, tú te salvarías. 3De este modo, la
fuente de la salvación se percibe constantemente como algo externo a ti. 4Cada
resentimiento que abrigas es una declaración y una aseveración en la que
crees, que reza así: "Si esto fuese diferente, yo me salvaría" 5El
cambio de mentalidad necesario para la salvación, por lo tanto, se lo exiges a
todo el mundo y a todas las cosas excepto a ti mismo.
3. El papel de tu mente en este
plan consiste, pues, en determinar qué es lo que tiene que cambiar -a excepción
de ella misma- para que tú te puedas salvar. 2De acuerdo con este
plan demente, cualquier cosa que se perciba como una fuente de salvación es
aceptable, siempre y cuando no sea eficaz. 3Esto garantiza que la
infructuosa búsqueda continúe, pues se mantiene viva la ilusión de que, si bien
esta posibilidad siempre ha fallado, aún hay motivo para pensar que podemos
hallar lo que buscamos en otra parte y en otras cosas. 4Puede que
otra persona nos resulte mejor; otra situación tal vez nos brinde el éxito.
4. Tal es el plan del ego para tu
salvación. 2Seguramente habrás notado que está completamente de
acuerdo con la doctrina básica del ego que reza: "Busca, pero no
halles". 3Pues, ¿qué mejor garantía puede haber de que no
hallarás la salvación que canalizar todos tus esfuerzos buscándola donde no
está?
5. El plan de Dios para la
salvación es eficaz sencillamente porque bajo Su dirección, buscas la salvación
allí donde ésta se encuentra. 2Pero si has de tener éxito, como Dios
promete que lo has de tener, tienes que estar dispuesto a buscarla sólo allí. 3De
lo contrario, tu propósito estará dividido e intentarás seguir dos planes de
salvación que son diametralmente opuestos en todo. 4El resultado no
podrá ser otro que confusión, infelicidad, así como una profunda sensación de
fracaso y desesperación.
6. ¿Cómo puedes librarte de todo
esto? 2Muy fácilmente. 3La idea de hoy es la respuesta. 4Sólo
el plan de Dios para la salvación tendrá éxito. 5En esto no puede haber realmente
ningún conflicto porque no existe ninguna alternativa al plan de Dios que te
pueda salvar. 6El Suyo es el
único plan cuyo desenlace es indudable. 7El Suyo es el único plan
que tendrá éxito.
7. Que nuestra práctica de hoy
consista en reconocer esta certeza. 2Y regocijémonos de que haya una
respuesta para lo que parece ser un conflicto sin solución. 3Para
Dios todo es posible. 4Alcanzarás la salvación por razón de Su
plan, el cual no puede fallar.
8. Comienza hoy tus dos sesiones de
práctica más largas pensando en la idea de hoy y observando que consta de dos
partes, las cuales contribuyen en igual medida al todo. 2El plan de Dios para tu salvación
tendrá éxito, pero otros planes no. 3No permitas que la segunda
parte te cause depresión o enfado, pues esa parte es inherente a la primera. 4Y
la primera te releva totalmente de todos tus
intentos descabellados y de todos tus planes dementes para liberarte a ti
mismo. 5Todos ellos te han llevado a la depresión y a la ira, pero
el plan de Dios triunfará. 6Su plan te conducirá a la liberación y
a la dicha.
9. Teniendo esto presente,
dediquemos el resto de las sesiones de práctica más largas a pedirle a Dios que
nos revele Su plan. 2Preguntémosle muy concretamente:
3¿Qué quieres que haga?
4¿Adónde quieres que vaya?
5¿Qué quieres que diga y a quién?
6Deja que Él se haga cargo del
resto de la sesión de práctica y que te indique qué es lo que tienes que hacer
en Su plan para tu salvación. 7Él responderá en la misma medida en
que tú estés dispuesto a oír Su Voz. 8No te niegues a oírla. 9El
solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo
estás dispuesto a escuchar. 10Esto es suficiente para que seas
acreedor a Su respuesta.
10. Durante las sesiones de práctica
cortas repite con frecuencia que el plan de Dios para tu salvación, y solamente
el Suyo, tendrá éxito. 2Mantente alerta hoy para no caer en la tentación de
abrigar resentimientos, y responde a esas tentaciones con esta variación de
la idea de hoy:
3Abrigar resentimientos es lo opuesto al plan de Dios
para la salvación.
4Y únicamente
Su plan tendrá éxito.
5Trata de recordar la idea de hoy
unas seis o siete veces por hora. 6No puede haber mejor manera de
pasar medio minuto, o menos, que recordando la Fuente de tu salvación y
viéndola allí donde se encuentra.
¿Qué me enseña esta lección?
El Plan de Dios para nuestra salvación está
basado en el Amor.
Se trata de un estado de Ser, no de una
emoción, ni de un sentimiento.
Cuando actuamos desde el ego, llegamos a
percibir emociones y sentimientos que nos acercan a la vibración del amor, pero
en la medida en que amamos lo externo, entendiendo que nos encontramos
separados de él, nuestro sentimiento no alcanza el potencial suficiente para
permitirnos alcanzar el éxito: Ser Uno.
Ese amor egoico es posesivo y está bajo la
influencia del miedo. Verdaderamente, aunque le llamamos amor, no lo es.
En efecto, el miedo original surge de la
percepción mental que nos lleva a sentirnos individuales y separados de nuestro
creador y de lo creado.
El Amor incondicional es el camino de la
salvación, en la medida en que está libre de miedo, de culpa y de resentimiento.
Hacer la Voluntad del Padre, es alcanzar
ese estado Pleno del Ser. Amar a nuestros hermanos es practicar la salvación.
Ejemplo-Guía: ¿Quién nos niega la salvación? ¿Quién nos niega la felicidad?
En la lección de ayer, veíamos como nada externo a nosotros puede salvarnos, ni nada
externo a nosotros puede brindarnos paz. Veíamos, igualmente, que nada
externo a nosotros nos puede hacer daño, perturbar nuestra paz o
disgustarnos en modo alguno. Entonces, ¿por qué nos lamentamos de que sean los
demás los que nos privan de la felicidad? ¿por qué queremos cambiar al mundo
para que éste nos sonría?
Verdaderamente, ¿quién
crees tú que te niega la salvación, la libertad, la felicidad?
Si contestamos desde
la visión del ego, tal vez pienses que la culpa es de tus padres, de la
educación, del entorno social, de tus vecinos, de tus familiares, de tus
antepasados, de tu profesor de primaria, de tu pareja, de tu jefe, del amigo
que te traicionó, de la mala suerte, del gobierno, de Dios.
Claro, esa visión te
llevará a querer cambiar los factores externos que has identificado como los
agentes culpables de tu desdicha. En la medida que esa creencia tome fuerza en
tu interior, decidirás militar en grupos radicales, o bien, ser un denunciante
anónimo que, sintiéndose víctima de las circunstancias, se conforma con
expresar su infelicidad, a través de la ira, del rencor, del resentimiento, del
ataque, del sufrimiento, de la enfermedad.
Por lo tanto, antes de
aspirar a la salvación es muy importante identificar los obstáculos que nuestra
mente fabrica y a los que da forma en el mundo de la percepción.
Hoy os invito a
realizar un ejercicio mental que os permita llevar a cabo dicha identificación.
El procedimiento inicial ha de favorecer un estado mental de quietud, para lo
cual debemos buscar un momento propicio en el podamos gozar de unos minutos de
meditación, de encuentro con uno mismo.
Cierra tus ojos y deja
fluir tus pensamientos sin aferrarte a ellos. Concéntrate en el ritmo
respiratorio y relaja todo tu cuerpo. Cuando hayas alcanzado un nivel de
relajación, dale la instrucción a tu mente para que busque en tu interior, a
aquellas personas y circunstancias que te impiden ser feliz, que te impiden
actuar sin libertad, que te impiden sentirte a salvo.
Muchas de esas
imágenes te llevarán a situaciones pasadas. En ellos, te encontrarás cara a
cara con tus resentimientos. Otras imágenes, parecerán hablarte del futuro, de
las inquietudes, de las expectativas no resueltas. Tan solo es una ilusión
basada en lo temporal. En verdad, el origen de esa visión se encuentra en el
recuerdo de situaciones pasadas que nos llevan a sentir un permanente temor
ante la posibilidad de que se repitan en el futuro.
Cuando hayas terminado
esa identificación, concéntrate un instante y pregúntate: ¿dónde se encuentran
las causas que nos llevan a sentirnos víctimas del mundo exterior? Ahora estás
frente a ellas. Están en tu mente, pues la sola imagen de la persona o el hecho
circunstancial que percibes, tan solo tiene vida si tú lo revives en tu mente. Te
darás cuenta, igualmente, de que siempre vemos a los demás como nosotros
creemos que son, pero nunca como son en realidad.
Entonces, si lo que
has considerado "enemigo", no se encuentra fuera, sino dentro
de ti, en tu mente, ¿dónde se encuentra el correctivo? Igualmente,
en tu mente. Ello nos invita a elegir de nuevo, y digo de nuevo, pues ya
habíamos elegido ver desde la opción de la dualidad, desde la opción de la
separación, o lo que es lo mismo, ver desde el miedo.
Ahora, tenemos la
opción de ver de otra manera. Elegimos servir al Plan de Salvación que nuestro
Padre ha dispuesto para nosotros. Tenemos la certeza de que ese Plan es el
único que tendrá éxito, pues ese Plan nos lleva a realizar nuestra única y
verdadera función en este mundo: perdonar y amar.
Reflexión: ¿Qué
plan de salvación sigues? ¿Te ha llevado alguna vez a ser feliz? ¿Por qué?
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