sábado, 6 de mayo de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 126

LECCIÓN 126

Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy.

1. La idea de hoy, que es completamente ajena al ego y a la manera de pensar del mundo, es de suma importancia para la inversión de pensamiento al que este curso dará lugar. 2Si creyeses lo que la idea de hoy afirma, no te resultaría difícil perdonar com­pletamente, tendrías certeza con respecto a tu objetivo y no ten­drías ninguna duda acerca de tu rumbo. 3Entenderías los medios a través de los cuales se alcanza la salvación, y no vacilarías en emplearlos ahora mismo.

2. Examinemos lo que crees en lugar de esta idea. 2Te parece que los demás están separados de ti, que son capaces de adoptar com­portamientos que no tienen repercusión alguna sobre tus pensa­mientos; y que los que tú adoptas no tienen repercusión alguna sobre los de ellos. 3Tus actitudes, por lo tanto, no tienen ningún efecto sobre ellos, y sus súplicas de ayuda no guardan relación alguna con las tuyas. 4Crees además que ellos pueden pecar sin que ello afecte la percepción que tienes de ti mismo, mientras que tú puedes juzgar sus pecados y mantenerte a salvo de cualquier condenación y en paz.

3. Cuando "perdonas" un pecado, no ganas nada con ello directa­mente. 2Es una ofrenda de caridad a alguien que no se la merece, a fin de demostrar simplemente que tú eres mejor y que te encuen­tras en un plano superior a él. 3Él no se ha ganado la limosna de tu tolerancia -que tú le concedes sabiendo que no es digno de tal dádiva- ya que sus pecados lo han situado muy por debajo de una verdadera igualdad contigo. 4No tiene derecho a tu perdón, el cual supone un regalo para él, pero no para ti.

4. De este modo, el perdón es básicamente algo falso: un capricho caritativo, benévolo tal vez, pero inmerecido; una dádiva que a veces se concede y a veces se niega. 2Puesto que es inmerecido, es justo no otorgarlo, pero no es justo que tú tengas que sufrir por haberte negado a concederlo. 3El pecado que perdonas no es tu pecado. 4Alguien que se encuentra separado de ti lo cometió. 5Y si tú entonces eres magnánimo con él y le concedes lo que no se merece, la dádiva es algo tan ajeno a ti como lo fue su pecado.

5. Si esto fuese verdad, el perdón no tendría ningún fundamento sobre el que basarse con certeza y seguridad. 2Sería una excentri­cidad, según la cual algunas veces decides conceder indulgente­mente un indulto inmerecido. 3Conservarías, no obstante, el derecho a no eximir al pecador de la justa retribución por su pecado. 4¿Crees que el Señor de los Cielos iba a permitir que la salvación del mundo dependiera de esto?  5¿No sería acaso Su interés por ti ciertamente ínfimo, si permitiese que tu salvación dependiese de un capricho?

6. No entiendes lo que es el perdón. 2Tal como lo ves, no es sino un freno al ataque abierto que no requiere corrección alguna en tu mente. 3Tal como lo percibes, no te puede brindar paz. 4No constituye un medio por el que liberarte de aquello que ves en otro, pero no en ti mismo. 5No tiene poder alguno para restaurar en tu conciencia tu unidad con él. 6Eso no es lo que Dios dispuso para ti.

7. Al no haberle concedido al Padre el regalo que Él te pide, no puedes reconocer Sus regalos; y crees que Él no te los ha dado. 2Sin embargo, ¿te pediría Él un regalo que no fuese para ti? 3¿Podría acaso quedar satisfecho con gestos vacíos y considerar que tales míseros regalos son dignos de Su Hijo? 4La salvación es un regalo mucho mejor que eso. 5Y el verdadero perdón, que es el medio por el que se alcanza la salvación, no puede sino sanar a la mente que da, pues dar es recibir. 6Lo que no se ha recibido, no se ha dado, pero lo que se ha dado tiene que haberse recibido.

8. Hoy trataremos de entender la verdad según la cual el que da y el que recibe son uno. 2Vas a necesitar ayuda para poder entender esto, ya que es una idea completamente ajena a los pensamientos a los que estás acostumbrado. 3Mas la Ayuda que necesitas ya está aquí. 4Deposita tu fe en Él hoy, y pídele que esté contigo a la hora de practicar con la verdad. 5Y si sólo logras captar un pequeño atisbo de la liberación que reside en la idea que practicamos hoy, éste será ciertamente un día glorioso para el mundo.

9. Dedica hoy quince minutos en dos ocasiones a tratar de enten­der la idea de hoy. 2Esta idea es el pensamiento mediante el cual el perdón pasa a ocupar el lugar que le corresponde entre tus prioridades. 3Es el pensamiento que liberará a tu mente de cual­quier obstáculo que te impida comprender el significado del per­dón y lo valioso que es para ti.

10. Mientras permaneces en silencio, cierra los ojos al mundo que no comprende lo que es el perdón, y busca amparo en el sereno lugar en el que los pensamientos quedan transformados y donde las falsas creencias se abandonan. 2Repite la idea de hoy, y pide poder entender lo que realmente significa. 3Estáte dispuesto a dejarte enseñar. 4Alégrate de oír lo que te dice la Voz de la verdad y de la curación, y entenderás las palabras que Él te diga y recono­cerás que son tus propias palabras.

11. Tan a menudo como puedas hoy, recuérdate a ti mismo que tienes un objetivo, una meta que hace que éste sea un día de especial importancia para ti y para todos tus hermanos. 2No per­mitas que tu mente se olvide de este objetivo por mucho tiempo, sino que di para tus adentros:

3Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy.
4La Ayuda que necesito para comprender que esto es verdad, está conmigo ahora.
5Y confiaré en Él plenamente.

6Permanece luego en silencio por un momento y deja que tu mente sea receptiva a Su corrección y a Su Amor. 7Y creerás lo que le oigas decir, pues recibirás lo que Él te dé.

  
¿Qué me enseña esta lección?

Esta lección es un inmenso paso hacia la Verdad que nos enseña que Todos formamos parte de una misma Filiación.

La acción de dar está inspirada por el acto creador de nuestro Padre, el cual, a través de un acto volitivo de expansión creó de Sí Mismo, a su Hijo, la Humanidad.

Tener la certeza de que cada uno de nuestros hermanos es una “Manifestación de Dios”, implica que no existe una relación de separación, sino de Unidad. Cuando estoy viendo a Dios a través de mi hermano, estoy realmente, reconociendo mi propia divinidad,

Desde esta realidad, cada vez que doy a través de la relación, estoy dándome a mí mismo. Esta verdad, nos sitúa en un estado de consciencia que favorece la ejecución del Plan Divino de la Salvación.

Esta acción está liberada del miedo a perder; del sentimiento de escasez y de necesidad, Expresa la condición natural de la abundancia, pues nos expresamos desde la Grandeza, desde la Dicha y desde la Plenitud.

Cuando damos estamos promoviendo la fuerza de Atracción y la respuesta se hace inmediata llevándonos a recibir lo que hemos dado. Es muy importante ser consciente de esta Verdad, pues de este modo, el “otro” se convierte en un “maestro” que aportándonos lo que hemos dado, nos ayuda a conocernos íntegramente.

Esta acción llevada a cabo con plena consciencia, nos hace ser consciente de nuestra capacidad creadora.

Ejemplo-Guía: "Mira a tu prójimo... y contesta, ¿qué ves?"

La respuesta, no exige mucha reflexión. Es aconsejable, incluso, que no le dediquemos mucho tiempo a la contestación. Es una invitación para que la mente inconsciente se exprese con plena libertad, sacando de nuestro interior lo que subyace oculto y no le permitimos que ocupe nuestra conciencia por juzgarlo inadecuado desde la perspectiva de nuestra moral.

Es una invitación a la sinceridad, a la honradez y a la integridad con nosotros mismos.

Unos minutos de un día cualquiera...

Acabo de despertarme y mis pensamientos no tardan en mostrarme el panorama laboral que me espera. Visualizo a mi jefe y sus acostumbradas exigencias y noto como mi rostro se deprime con tan solo pensar que tendré que enfrentarme, un día más, a lo que considero un trato injusto. Pienso que mi jefe está abusando de mi disposición servicial y colaboradora y está interpretando esa actitud de forma egoísta, pues todo el trabajo que nadie quiere, me lo endosa a mí. Mal empieza la mañana, y eso que aún no he llegado al trabajo.

Mientras conduzco, casi tengo un accidente con el coche. Un demente se ha saltado un stop y no he podido evitarlo, le he gritado y le he insultado. Se que no sirve para nada, pero me he quedado muy a gusto.

Ya en el trabajo, me cruzo con algunos compañeros y tengo dificultad para saludarlos. Cuando levanté la cabeza, mis sombríos pensamientos se animaron por un momento al contemplar la belleza de la nueva secretaria del departamento de administración. Todo fue un espejismo, mi conciencia no tardó en mandarme un par de juicios condenatorios que me dejaron más hecho polvo de lo que llegué...

Aquí lo dejo. Aunque se trata de una ficción, podría ser un típico ejemplo de un día cualquiera. 

Yo mismo, me reconocería en esa secuencia, cuando aún mi conciencia estaba plenamente identificada con el mundo de percepción. Esa conciencia, respondía a los argumentos que me ofrecían el nivel sensorial. Aquello que soy capaz de percibir con los sentidos, es a lo que le otorgo credibilidad. Mi identidad, es totalmente individualizada y no comparte creencia alguna en la unidad, sino todo lo contrario, defiende a capa y espada la visión de la separación.

Mi esposa, mis hijos, mi familia, mi jefe, mis compañeros, mis amigos y enemigos, y el resto del mundo que me rodea, significan para mi el valor que yo les de. Puedo amarlos u odiarlos; desearlos o ignorarlos. Lo único que me preocupa es lo que me pueden dar y quitar. Eso sí, mi felicidad depende de ello.

Cuando fui adquiriendo una mayor conciencia, paralelamente, se produjo en mi una nueva manera de ver las cosas. Ahora, el mundo que me rodea, lo veo como una proyección de mi mundo interior. En la medida en la que dejo de juzgar y condenar, las experiencias que me invitan a emitir juicios no se producen y si lo hacen, no las veo, no le presto atención.
Es cierto, que por el simple hecho de haber tomado una mayor consciencia; por el hecho de entregar mi mente a la no dualidad, al no juicio, de la noche a la mañana, no he logrado evitar que por mi mente pasen tentaciones e impulsos que han formado parte de mis creencias durante muchos años. Pero existe una gran diferencia. Ahora tengo plena conciencia de que soy yo el que elijo como responder al pensamiento. Puedo dejarme seducir por él o puedo, simplemente, dejarle marchar, lo mismo que ha venido.

Con esta nueva conciencia, no permito que mi mente se recree con pensamientos sombríos nada más comenzar la mañana. En su lugar, mantengo una conversación con Dios y con Su Voz, el Espíritu Santo. En dicha conversación, me pongo a su servicio y le entrego las decisiones que deba de dar a lo largo del día. Es una magnífica práctica para comenzar el día.

Si en el trayecto al trabajo, observo alguna imprudencia de algún conductor, no entro en juicios, simplemente, intento comprender y no prestarle atención.
Mi actitud con los compañeros de proactiva. Siempre estoy abierto a las anécdotas que se producen en mi relación con ellos, pues tengo claro de que de sus voces, de su interrelación, recibiré una lección gratuita de sabiduría.

Lo de la belleza de las mujeres guapas, es lo que peor llevo. ¡Ja, ja, ja!. Es una broma.
Ante esta experiencia, es importante no caer en condenas absurdas. Nos ayudará a reflexionar en la ilusión del cuerpo y en aprender a ver a los demás en su identidad espiritual.

En resumen, la cuestión radica en tomar consciencia de que el mundo de afuera lo fabricamos desde nuestra mente. Ese mundo ilusorio, nos invita permanentemente a integrarlo, en la medida de que es el reflejo de nuestro mundo interno.

Recordemos lo que nos dice el Curso sobre la proyección:

"Cualquier división en la mente conlleva por fuerza el rechazo de una parte de ella misma, y eso es lo que es la creencia en la separación. La plenitud de Dios, que constituye Su paz, no puede ser apreciada salvo por una mente íntegra que reconozca la plenitud de la creación de Dios. Mediante ese reconocimiento, dicha mente conoce a su Creador. Exclusión y separación son sinónimos, al igual que separación y disociación. Dijimos ante­riormente que la separación fue y sigue siendo un acto de diso­ciación, y que una vez que tiene lugar, la proyección se convierte en su defensa principal, o, en otras palabras, el mecanismo que la mantiene vigente. La razón de ello, no obstante, puede que no sea tan obvia como piensas.
          
Repudias lo que proyectas, por lo tanto, no crees que forma parte de ti. Te excluyes a ti mismo al juzgar que eres diferente de aquel sobre el que proyectas. Puesto que también has juzgado contra lo que proyectas, continúas atacándolo porque continúas manteniéndolo separado dé ti. Al hacer esto de manera incons­ciente, tratas de mantener fuera de tu conciencia el hecho de que te has atacado a ti mismo, y así te imaginas que te has puesto a salvo.

La proyección, sin embargo, siempre te hará daño. La proyec­ción refuerza tu creencia de que tu propia mente está dividida, creencia ésta cuyo único propósito es mantener vigente la separa­ción. La proyección no es más que un mecanismo del ego para hacerte sentir diferente de tus hermanos y separado de ellos. El ego justifica esto basándose en el hecho de que ello te hace pare­cer "mejor" que tus hermanos, y de esta manera empaña tu igual­dad con ellos todavía más. La proyección y el ataque están inevitablemente relacionados, ya que la proyección es siempre un medio para justificar el ataque. Sin proyección no puede haber ira.  El ego utiliza la proyección con el solo propósito de destruir la percepción que tienes de ti mismo y de tus hermanos. El proceso comienza excluyendo algo que existe en ti, pero que repudias, y conduce directamente a que te excluyas a ti mismo de tus hermanos.

Hemos aprendido, no obstante, que hay una alternativa a la proyección. Todas las capacidades del ego se pueden emplear para un propósito mejor, ya que sus capacidades las dirige la mente, que dispone de una Voz mejor. El Espíritu Santo extiende y el ego proyecta. Del mismo modo en que los objetivos de ambos son opuestos, así también lo son sus resultados.

El Espíritu Santo comienza percibiendo tu perfección. Como sabe que esa perfección es algo que todos comparten, la reconoce en otros, y así la refuerza tanto en ti como en ellos. En vez de ira, esto suscita amor tanto en ellos como en ti porque establece el estado de inclusión. Puesto que percibe igualdad, el Espíritu Santo percibe en todos las mismas necesidades. Esto invita auto­máticamente a la Expiación porque la Expiación es la necesidad universal de este mundo. Percibirte a ti mismo de esta manera es la única forma de hallar felicidad en el mundo. Eso se debe a que es el reconocimiento de que tú no estás en este mundo, pues el mundo es un lugar infeliz".

Reflexión: ¿Qué piensas de la siguiente afirmación?: Cuando juzgas y condenas el comportamiento de otros, es a ti a quien estás condenando.

viernes, 5 de mayo de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 125

LECCIÓN 125

En la quietud recibo hoy la Palabra de Dios.

1. Deja que hoy sea un día de quietud y de sosegada escucha. 2La Voluntad de tu Padre es que hoy oigas Su Palabra. 3Por eso te llama desde lo más recóndito de tu mente donde Él mora. 4Óyele hoy. 5No podrá haber paz hasta que Su Palabra sea oída por todos los rincones del mundo, y tu mente, escuchando en quietud, acepte el mensaje que el mundo tiene que oír para que pueda dar comienzo la serena hora de la paz.

2. Este mundo cambiará gracias a ti. 2Ningún otro medio puede salvarlo, pues el plan de Dios es simplemente éste: el Hijo de Dios es libre de salvarse a sí mismo, y se le ha dado la Palabra de Dios para que sea su Guía, y Ésta se encuentra para siempre a su lado y en su mente, a fin de conducirlo con certeza a casa de Su Padre por su propia voluntad, la cual es eternamente tan libre como la de Dios. 3No se le conduce a la fuerza, sino con amor. 4No es juzgado, sino santificado.

3. Hoy oiremos la Voz de Dios en la quietud, sin la intromisión de nuestros insignificantes pensamientos ni la de nuestros deseos personales, y sin juzgar en modo alguno Su santa Palabra. 2Tam­poco nos juzgaremos a nosotros mismos hoy, pues lo que somos no puede ser juzgado. 3Nos hallamos mucho más allá de todos los juicios que el mundo ha formado contra el Hijo de Dios. 4El mundo no lo conoce. 5Hoy no prestaremos oídos al mundo, sino que aguardaremos silenciosamente la Palabra de Dios.

4. Santo Hijo de Dios, oye a tu Padre. 2Su Voz quiere darte Su santa Palabra para que disemines por todo el mundo las buenas nuevas de la salvación y de la santa hora de la paz. 3Nos congre­gamos hoy en el trono de Dios, en el sereno lugar de tu mente donde Él mora para siempre en la santidad que creó y que nunca ha de abandonar.

5. Él no ha esperado a que tú le devuelvas tu mente para darte Su Palabra. 2Él no se ocultó de ti cuando tú te alejaste por un breve período. 3Para Él, las ilusiones que abrigas de ti mismo no tienen ningún valor. 4Él conoce a Su Hijo, y dispone que siga siendo parte de Él a pesar de sus sueños y a pesar de la locura que le hace pensar que su voluntad no es su voluntad.

6. Él te habla hoy. 2Su Voz espera tu silencio, pues Su Palabra no puede ser oída hasta que tu mente no se haya aquietado por un rato y tus vanos deseos hayan sido acallados. 3Aguarda Su Pala­bra en silencio. 4Hay una paz en ti a la que puedes recurrir hoy a fin de que te ayude a preparar a tu santísima mente para oír la Voz que habla por su Creador.

7. En tres ocasiones hoy, y en aquellos momentos que sean más conducentes a estar en silencio, deja de  escuchar al mundo durante diez minutos y elige en su lugar escuchar plácidamente la Palabra de Dios. 2Él te habla desde un lugar que se encuentra más cerca de ti que tu propio corazón. 3Su Voz está más cerca de ti que tu propia mano. 4Su Amor es todo lo que eres y todo lo que Él es; Su Amor es lo mismo que tú eres y tú eres lo mismo qué El es.

8. Es tu voz la que escuchas cuando Él te habla. 2Es tu Palabra la que Él pronuncia. 3Es la Palabra de la libertad y de la paz, de la unión de voluntades y propósitos; sin separación o división en la única Mente del Padre y del Hijo. 4Escucha hoy a tu Ser en silen­cio, y deja que te diga que Dios nunca ha abandonado a Su Hijo y que tú nunca has abandonado a tu Ser.

9. Sólo necesitas estar muy quieto. 2No necesitas ninguna otra regla que ésta para dejar que la práctica de hoy te eleve muy por encima del pensamiento del mundo y libere tu visión de lo que ven los ojos del cuerpo. 3Sólo necesitas estar quieto y escuchar. 4Oirás la Palabra en la que la Voluntad de Dios el Hijo se une a la Voluntad de  su Padre en total armonía con ella y sin ninguna ilusión que se interponga entre lo que es absolutamente indivisi­ble y verdadero. 5A medida que transcurra cada hora hoy, detente por un momento y recuérdate a ti mismo que tienes un propósito especial en este día: recibir en la quietud la Palabra de Dios.

¿Qué me enseña esta lección?

La quietud de nuestra mente es necesaria si queremos oír la Palabra de Dios. Si nuestra mente se encuentra ocupada intentando de poner orden en el mundo caótico de los pensamientos de los que se alimenta el ego, no podrá, a su vez oír la voz procedente de nuestro Padre.

Tal vez te preguntes,  ¿cómo será la Voz de nuestro Hacedor? ¿Seré capaz de entender su Lenguaje? ¿Será una voz, como la que estoy acostumbrado a percibir? Si nos hacemos estas preguntas, nos encontraremos en la posición de aquel que ha olvidado las largas conversaciones mantenidas con El. Pues, la cuestión es otra bien diferente. Él no ha dejado de hablarnos en ningún momento de nuestra existencia. Es imposible que lo haya hecho, pues Somos una Extensión de Sí Mismo. Es como pretender que un órgano o parte del cuerpo, no pertenezca a la totalidad de ese cuerpo.

Sí, jamás ha dejado de comunicarse con nosotros, lo que ocurre, es que nuestros oídos están tan saturados de ruidos, que no conseguirnos oír su mensaje. La mente está tan enfrascada por comprender otras voces, que no es capaz de interpretar la Palabra de nuestro Creador.

Desde la quietud, su Voz es clara y diáfana. Su mensaje nos habla de Unidad, de Amor, de Paz, de Abundancia y Perfección. Su Voz es inconfundible, pues cualquiera otra voz que no proclame este mensaje, no procede de Él.

Y esa Voz, la identificaremos como nuestra propia Voz. En verdad, no son dos voces distintas, sino una misma Voz.

Debemos aprender a identificar, igualmente, que la Palabra de Dios, puede proceder de nuestros Hermanos, pues Ellos, al igual que nosotros, son Hijos de Dios, y la Palabra de Dios es Una para Todos, sin diferencias.

Ejemplo-Guía: "No consigo oír la Palabra de Dios"

"Lo he intentado, he buscado un momento de silencio, en un lugar donde nadie pudiese interrumpirme y he practicado el silencio de la mente. Pero durante todo el tiempo que he estado en espera de recibir la Palabra de Dios, no lo he conseguido. 
Sinceramente, he llegado a pensar, que el mensaje de esta lección es falso. También, he llegado a otra conclusión, soy muy torpe y no consigo realizar el ejercicio adecuadamente. Tal vez sea un problema de mi evolución espiritual y no estoy lo suficientemente preparado para oír la Palabra de Dios".

Si al leer esta introducción te has identificado con alguna de las simulaciones, ya puedes ir desechándola de tu mente. No se trata en absoluto de que no estés preparado para lograr oír la Palabra de Dios, ni de que no estés realizando el ejercicio adecuadamente. No es nada de eso. Tal vez te hayas creado unas expectativas de cómo debería resultar la experiencia. Si ha sido así y lo piensas, verás claramente que lo que estás haciendo es emitir un deseo de cómo crees que deben ser las cosas. Es muy común, tanto es así, que ese fue el primer impulso que nos llevó a concebir la separación.

El simple hecho de que hayas elegido oír la Palabra de Dios ya ha conseguido el propósito. ¿Lo ves? Plantealo desde otro punto de vista. Si damos por hecho de que el tiempo lo hacemos real, llevamos muchas vidas identificándonos con el ser que no somos, escuchando una voz que no es la verdadera. Esa voz nos habla de separación, de miedo, de culpa, de dolor, de sufrimiento, de enfermedad y de muerte. Si en este instante, eliges dejar de oír esa voz y prestar toda tu atención a otra Voz, a la verdadera, ello significa que has apostado por la salvación, por la liberación, por la Unidad, por el Amor, por la inocencia, por la abundancia, por la salud, por la vida. Esa es la Palabra de Dios.

¿Esperabas otra? Muchas veces, cuando hablamos con Dios lo hacemos con la intención de que nos saque de los apuros en los que nos hemos metido siguiendo las voces que sirven al ego. En esas peticiones, pedimos al Creador que nos de la razón, que nos permita vencer en nuestras contiendas, que nos permita ganar los pleitos, las guerras, las oposiciones, los partidos, etc, olvidamos que nuestro interlocutor es el Padre de todos nuestros hermanos y le estamos pidiendo que se ponga a favor nuestra en detrimento de los demás. El mundo del ego es así de demente.

Para oír la Palabra de Dios, nuestra voluntad debe llevarnos a dejar de pensar en términos de ego, esto es, desde la separación; debemos evitar que sean nuestros deseos personales los que nos lleven a elegir y debemos dejar de juzgarnos y condenarnos. Si despejamos nuestro camino de esos hábitos, estaremos en una permanente conversación con Dios.

Reflexión: ¿Cuál crees que es el mensaje que el mundo tiene que oír para que pueda dar comienzo la serena hora de la paz?

jueves, 4 de mayo de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 124

LECCIÓN 124

Que no me olvide de que soy uno con Dios.

1. Hoy volvemos a dar gracias de que nuestra Identidad se encuentre en Dios. 2Nuestro hogar está a salvo; nuestra protec­ción garantizada en todo lo que hacemos, y tenemos a nuestra disposición el poder y la fuerza para llevar a cabo todo cuanto emprendamos. 3No podemos fracasar en nada. 4Todo lo que tocamos adquiere un brillante resplandor que bendice y que sana. 5En unión con Dios y con el universo seguimos adelante llenos de regocijo, teniendo presente el pensamiento de que Dios Mismo va con nosotros a todas partes.

2. ¡Cuán santas son nuestras mentes!. 2Todo cuanto vemos refleja la santidad de la mente que es una con Dios y consigo misma. 3¡Cuán fácilmente desaparecen los errores y la muerte da paso a la vida eterna! 4Nuestras luminosas huellas señalan el camino a la verdad, pues Dios es nuestro Compañero en nuestro breve recorrido por el mundo. 5Y aquellos que vienen para seguirnos reconocerán el camino porque la luz que nos acompaña se rezaga; si bien, no se separa de nosotros según seguimos ade­lante.

3. Lo que recibimos es el eterno regalo que hemos de dar a aque­llos que han de venir después, así como a los que vinieron antes o a los que estuvieron con nosotros por algún tiempo. 2Y Dios, que nos ama a todos con el amor equitativo con el que fuimos crea­dos, nos sonríe y nos ofrece la felicidad que dimos.

4. Hoy no pondremos en duda Su Amor por nosotros, ni cuestio­naremos Su protección ni Su cuidado 2Ninguna absurda ansie­dad podrá venir a interponerse entre nuestra fe y nuestra conciencia de Su Presencia. 3Hoy somos uno con Él en reconoci­miento y en recuerdo. 4Lo sentimos en nuestros corazones. 5Sus Pensamientos se encuentran en nuestras mentes y nuestros ojos ven Su hermosura en todo cuanto contemplamos. 6Hoy vemos únicamente lo amoroso y lo que es digno de amor.

5. Lo vemos en lo que aparenta ser doloroso, y el dolor da paso a la paz. 2Lo vemos en los que están desesperados; en los tristes y en los compungidos, en los que creen estar solos y amedrentados y a todos se les devuelve la tranquilidad y la paz interior en la que fueron creados. 3Y lo vemos igualmente en los moribundos y en los muertos, restituyéndolos así a la vida. 4Y podemos ver todo esto porque primero lo vimos en nosotros mismos.

6. A aquellos que saben que son uno con Dios jamás se les puede negar ningún milagro. 2Ni uno solo de sus pensamientos carece del poder de sanar toda forma de sufrimiento en cualquier per­sona, sea ésta de tiempos pasados o aún por venir, y de hacerlo tan fácilmente como en las que ahora caminan a su lado. 3Sus pensamientos son intemporales, y no tienen nada que ver con el tiempo ni con la distancia.

7. Nos unimos a esta conciencia al decir que somos uno con Dios. 2Pues con estas palabras afirmamos también que estamos sanos y salvos, y que podemos salvar y sanar. 3Ahora queremos dar lo que hemos recibido. 4Pues queremos conservar los regalos que nuestro Padre nos dio. 5Hoy deseamos tener la experiencia de que somos uno con Él, de modo que el mundo pueda compartir con nosotros nuestro reconocimiento de la realidad. 6Al nosotros tener esta experiencia el mundo se libera. 7Y al negar que estamos separados de nuestro Padre, el mundo sana junto con nosotros.

8. ¡Que la paz sea contigo hoy! 2Asegura tu paz practicando la conciencia de que eres uno con tu Creador, tal como Él es uno contigo. 3En algún punto hoy, cuando te parezca más conve­niente, dedica media hora al pensamiento de que eres uno con Dios. 4Ésta es la primera vez que intentamos llevar a cabo una sesión prolongada para la cual no se establecen reglas ni se sugie­ren palabras especiales con las que dirigir la meditación. 5Hoy confiaremos en que la Voz de Dios nos hablará cuando lo crea oportuno, seguros de que no habrá de fallar. 6Mora en Él durante esa media hora. 7Él se encargará del resto.

9. ¡El beneficio que ello te ha de aportar no será menor porque creas que no está pasando nada. 2Quizá no estés listo hoy para aceptar estas ganancias. 3Pero en algún punto y en algún lugar, llegarán a tu conciencia, y no podrás sino reconocerlas cuando afloren con certeza en tu mente. 4Esta media hora estará enmar­cada en oro, y cada minuto será como un diamante incrustado alrededor del espejo que este ejercicio te ofrece. 5Y verás en él la faz de Cristo, reflejando la tuya.

10. Tal vez hoy, tal vez mañana, veas tu propia transfiguración en el espejo que esta santa media hora te presenta para que te mires en él. 2Cuando estés listo, la encontrarás allí, en tu mente, en espera de ser hallada. 3Recordarás entonces el pensamiento al que dedicaste esta media hora, y lleno de agradecimiento te darás cuenta de que jamás habrías podido invertir mejor el tiempo.

11. Tal vez hoy, tal vez mañana, mires en ese espejo y comprendas que la inmaculada luz que ves emana de ti; que la hermosura que en él contemplas es la tuya propia. 2Considera esta media hora como el regalo que le haces a Dios, con la certeza de que lo que Él te dará a cambio será una sensación de amor que sobrepasa tu entendimiento; una dicha tan profunda que excede tu compren­sión y una visión tan santa que los ojos del cuerpo no la pueden ver. 3Sin embargo, puedes estar seguro de que algún día, tal vez hoy, tal vez mañana, entenderás, comprenderás y verás.

12. Añade más gemas al marco dorado que rodea al espejo que hoy se te ofrece repitiendo cada hora para tus adentros:

2Que no me olvide de que soy uno con Dios, en unión con todos mis hermanos y con mi Ser, en eterna paz y santidad.

¿Qué me enseña esta lección?

Hoy he tomado consciencia de lo importante que es tener la certeza de que somos Uno con Dios. Ha sido fulgurante y revelador. He sido consciente, de cómo es fácil y habitual seguir los patrones fabricados por el ego. Es muy sutil, y cuando estás alimentando esa sutilidad no acabas de ver que en realidad estás viviendo una ilusión, donde el peso del pasado juega un papel muy importante.

Cada vez que emitimos un juicio basado en la necesidad, por ejemplo: “que mala suerte tengo”; “la vida me está poniendo a prueba”; “mi felicidad depende de lo que les ocurre a mis seres queridos” o  “mi paz es imposible con los problemas que tengo”, estamos creyendo de que por alguna razón somos merecedores de esas situaciones y nos identificamos con ellas, hasta el punto de que “invitamos” a nuestra mente a pensamientos sombríos, pesimistas y tristes.

Pero ocupar nuestra mente con ese tipo de pensamientos es alejarnos de la verdad y servir al error. Cada vez que de nuestros labios salen palabras que hablen de enfermedad, de necesidad, de dolor, de miedo, de castigo, de sufrimiento, de victimismo, de sacrificio, de separación, estamos alimentando el error, al tiempo que estamos negándonos a nosotros mismos.

Reflexionemos un momento. Si Dios es la Perfección, es la Salvación, es la Plenitud. Si es impecable e invulnerable. ¿Veis a Dios hablando de dolor, de muerte, de enfermedad, de castigo? No, verdad. No podemos verlo, pues esos conceptos son fabricaciones del ego.

El Hijo de Dios, es decir, cada uno de nosotros, somos perfectos, estamos a salvo, sanos, plenos. Somos eternos, impecables e invulnerables. Somos tal y como Dios nos ha creado. Entonces, si creemos con certeza que Somos Uno con Dios, dejemos de utilizar las fabricaciones del ego y Seamos Creadores al servicio de nuestro Padre.

Ejemplo-Guía: "Cuando te sientas "bajo", recuerda de que eres uno con Dios"

Esta técnica no debe resultarnos desconocida, pues la hemos empleado mucho en nuestros primeros años de vida. Suele ocurrir, sobre todo para los que tiene mala memoria, como yo, que hayamos olvidado esa experiencia en la que nos sentíamos permanentemente protegidos por la presencia de nuestros padres

En la medida en que hemos ido creciendo, con la edad, hemos ido alejándonos de esa necesidad básica de nuestra niñez, y ahora, en la nueva condición de adolescente, experimentamos una nueva necesidad, la cual tan solo se ve satisfecha cuando somos consciente de nuestra individualidad. 

Ese tránsito viene acompañado por el "olvido" de que formamos parte de un hogar a través del cual podemos reconocer nuestra identidad, La rebeldía propia de la adolescencia nos lleva muchas veces a renegar de nuestra identidad familiar. Es como si estuviésemos recapitulando el proceso espiritual que nos ha llevado a la situación en la que nos encontramos en la actualidad.

El precio de ganar nuestra individualidad ha dado lugar al ego y ha propiciado la errónea creencia de que estamos separados de nuestro Creador. Somos un cuerpo sometido a las leyes del espacio y del tiempo.

Elegir la individualidad, elegir la separación, es elegir la senda del miedo, de la culpa, del dolor, del sufrimiento, del odio, de la enfermedad, de la muerte.

El mundo que el ego ha fabricado se sustenta de la ilusión y mantiene a la conciencia sumida en un sueño, donde hemos olvidado lo qué realmente somos. 

Dentro del mundo del sueño, podemos tomar conciencia de que somos los soñadores, lo que significa que tenemos acceso a una información que nos permite elegir de nuevo.
En esa elección, decidimos tener sueños felices y nuestra percepción errónea se transforma en una percepción verdadera.

A partir de ese momento, decidimos vivir la vida desde la visión de la unidad y asumimos nuestra función en el plan de salvación que Dios a dispuesto para Su Hijo.

Cuando estamos recorriendo esa nueva senda, podemos encontrarnos con nuevos obstáculos en el camino y nuestro estado anímico puede experimentar lo que coloquialmente llamamos "bajón". En esos momentos de duda, de inseguridad, tenemos que recuperar la actitud desplegada cuando eramos niños, es decir, tenemos que recuperar la confianza en nuestros padres y dirigirnos a ellos con la certeza de que sabrán aportarnos la paz que necesitamos. Lo que quiero decir con ello, es que en los momentos "bajos", recordemos nuestra condición  espiritual y reforcemos desde la certeza, que somos uno con Dios. 

Reflexión: ¿Has experimentado la presencia de Dios en tu interior? ¿Cómo te has sentido?

miércoles, 3 de mayo de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 123

LECCIÓN 123

Gracias Padre por los regalos que me has concedido.

1. Sintámonos agradecidos hoy. 2Hemos llegado a sendas más lle­vaderas y a caminos más despejados. 3Ya no nos asalta el pensa­miento de volver atrás, ni resistimos implacablemente a la verdad. 4Aún hay cierta vacilación, algunas objeciones menores y cierta indecisión, pero puedes sentirte agradecido por tus logros, los cuales son mucho más grandes de lo que te imaginas.


2. Dedicar ahora un día a sentirte agradecido te aportará el benefi­cio adicional de poder tener un atisbo de lo grande que ha sido tu progreso y de los regalos que has recibido. 2Alégrate hoy, con amoroso agradecimiento, de que tu Padre no te haya abandonado a tu suerte, ni de que te haya dejado solo vagando en las tinieblas. 3Agradece que te haya salvado del ser que creíste haber hecho para que ocupara Su lugar y el de Su creación. 4Dale gracias hoy.

3. Da gracias de que Él no te haya abandonado, y de que Su Amor ha de refulgir por siempre sobre ti, eternamente inmutable. 2Da gracias asimismo por tu inmutabilidad, pues el Hijo que Él ama es tan inmutable como Él Mismo. 3Agradece que se te haya salvado. 4Alégrate de tener una función que desempeñar en la salvación. 5Siéntete agradecido de que tu valía exceda con mucho los míse­ros regalos que le diste a quien Dios creó como Su Hijo y de que excede también los mezquinos juicios que emitiste en contra suya.

4. Elevaremos hoy nuestros corazones llenos de agradecimiento por encima de la desesperanza, y alzaremos nuestros ojos agra­decidos, que ya no mirarán al suelo. 2Hoy entonaremos el himno de gratitud, en honor al Ser que Dios ha dispuesto que sea nues­tra verdadera Identidad en Él. 3Hoy le sonreiremos a todo aquel que veamos y marcharemos con paso ligero según seguimos ade­lante a llevar a cabo nuestro cometido.

5. No caminamos solos. 2Y damos gracias de que a nuestra sole­dad haya venido un Amigo a traernos la Palabra salvadora de Dios. 3Gracias a ti por escucharlo. 4Su Palabra es muda si no se la oye. 5Al darle las gracias a Él se te dan a ti también. 6Un mensaje que no se haya oído no puede salvar al mundo, por muy poderosa que sea la Voz que lo comunique o por muy amoroso que sea el mensaje.

6. Gracias a ti que has oído, pues así te vuelves el mensajero que lleva la Voz de Él consigo y que la deja resonar por todo el mundo. 2Acepta hoy las gracias que Dios te da, al darle tú las gracias a Él. 3Pues Él quiere ofrecerte las gracias que tú le das, puesto que acepta tus regalos llenos de amorosa gratitud y te los devuelve multiplicados miles y cientos de miles de veces más. 4Él bendecirá tus regalos compartiéndolos contigo. 5Y así, el poder y fortaleza de éstos crecerán hasta llenar el mundo de gozo y gratitud.

7. Acepta las gracias que Él te da y dale las tuyas durante quince minutos en dos ocasiones hoy. 2Y comprenderás a Quién le das las gracias, y a Quién le da Él las gracias según tú se las das a Él. 3Esta santa media hora que le dediques te será devuelta a razón de años por cada segundo; y debido a las gracias que le das, tendrá el poder de brindarle la salvación al mundo miles y miles de años más pronto.

8. Acepta las gracias que Él te da, y comprenderás con cuánto amor te conserva en Su Mente, cuán profundo e infinito es el cuidado que te prodiga y cuán perfecta es Su gratitud hacia ti. 2Acuérdate de pensar en Él cada hora y de darle las gracias por todo lo que Él le ha dado a Su Hijo para que éste pueda elevarse por encima del mundo, y recordar a su Padre y a su Ser.

¿Qué me enseña esta lección?

El mayor regalo que he recibido, es tener consciencia de quién soy verdaderamente. Por ello, doy gracias a Dios.

Doy gracias, por haberme permitido ver que todos y cada uno de mis hermanos conforman el rostro de Dios. Estoy aprendiendo, cada día, a mirarlos de una forma diferente. Trato de trascender la imagen de su cuerpo y en su lugar, veo la luz de su ser espiritual, repleto de amor. En vez de ver su enemistad, su maldad, su odio, su ataque, veo su inocencia y su impecabilidad.

Doy gracias a Dios, pues su Espíritu es la Fuerza que me aporta la certeza de que estoy contribuyendo al Plan de Salvación y que estoy cumpliendo con mi función, la de amar y perdonar.

Doy gracias a Dios, pues me permite poner en sus manos todos los asuntos que me mantienen ocupados y faltos de paz.
Doy gracias a Dios, pues Él me acompaña y me guía…

Doy gracias a Dios, porque me ha permitido ver la realidad; porque me ha permitido ver que nunca he sido expulsado del Paraíso dispuesto por El para que gocemos de su Dicha y de su Paz.

Ejemplo-Guía: "Es de bien nacidos, ser agradecidos"


Comparto un artículo que he encontrado en la red, escrito por Susana Terrones, en la web udep.edu.pe/castellano actual. Me ha gustado, porque nos ofrece una amplia descripción de los términos gracias, agradecido y gratitud.


La palabra gracias proviene del latín singular gratia (‘gracia’), que originariamente hacía referencia a la ‘honra y alabanza que se tributaba a otro’. En la actualidad, el DRAE (2001) la registra con el significado de ‘cualidad o conjunto de cualidades que hacen agradable a la persona o cosa que las tiene’ y ‘don o favor que se hace sin merecimiento particular; concesión gratuita’. En este sentido,gracia adquiere otras acepciones como las de atractivo, afabilidad y buen modo en el trato con las personas: “Tiene gracia”; perdón o indulto: “Le concedieron la gracia del indulto”; habilidad y soltura: “Baila con mucha gracia”; capacidad de alguien o de algo para hacer reír: “Es una mujer con mucha gracia”; proeza, hazaña, mérito: “La gracia de esa madre fue la de salvar a su hijo”. En plural se usa como expresión de agradecimiento: “Gracias”, “Muchas gracias”, “Mil gracias”, “Un millón de gracias”.
Gracia también se entiende como el favor sobrenatural y gratuito que Dios concede al hombre para ponerlo en el camino de la salvación: “Hemos de procurar estar en gracia de Dios”, y se suele usar como nombre de pila: “Gracia lee el diario solo los domingos”. Por otro lado, se emplea para formar sintagmas del tipo: “año de gracia”, “estado de gracia”, “golpe de gracia”, “tiro de gracia”, “acción de gracias”, “hacimiento de gracias”, o locuciones verbales como “hacer o tener gracia” (‘divertir, entretener, recrear’), “caer en gracia o tener gracia” (‘ser ameno, gracioso o chistoso’), o las expresiones irónicas: “¡Qué gracia!”, “¡No me hace ninguna gracia!”, para rechazar la pretensión de alguien o para manifestar fastidio o disgusto.



Gracias, con el significado de ‘agradecer’, proviene a su vez de la frase latina gratias agere (‘dar gracias’) y guarda relación con el adjetivo latino gratus (‘agradable, agradecido’). Se dice que gratiay gratus presentan la misma raíz indoeuropea que genera en latín el préstamo literario Charites oCárites para referirse a las Gracias de la mitología griega, que eran las diosas del encanto, la belleza, la naturaleza, la creatividad humana y la fertilidad: Aglaya (‘Belleza’), Eufrósine (‘Júbilo’) y Talía (‘Festividades’).



Con el sentido de ‘dar gracias’ se han creado otras palabras como gratitud (‘sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera’), graciable (‘inclinado a hacer gracias, y afable en el trato’), gratificar(‘recompensar o galardonar con una gratificación o dar gusto, complacer’), gratificación(‘recompensa o remuneración fija que se concede por el desempeño de un servicio o cargo, la cual es compatible con un sueldo del Estado’), congratular (‘manifestar alegría y satisfacción a la persona a quien ha acaecido un suceso feliz’), etc. En ocasiones, aparece en diálogos: “–¿Cuánto te debo? –Las gracias”.


No dejemos, pues, de tener este gesto de cortesía con los demás. Sepamos aprovechar las ocasiones para dar las gracias, ya que como dice Jaime Septién: “el agradecimiento es uno de los dones de la verdadera nobleza de corazón y funda una estética: la belleza de una comunicación que antepone al otro al interés meramente personal”.

Un Curso de Milagros utiliza en muchas ocasiones los términos gratitud, gracias y agradecido y lo hace convirtiéndose en una guía que favorece el reencuentro con nuestra verdadera identidad. Por ejemplo:


"Si le estás agradecido a tu hermano, le estarás agradecido a Dios por lo que El creó. Mediante tu gratitud podrás llegar a conocer a tu hermano, y un momento de verdadero reconocimiento convierte a todo el mundo en tu hermano porque cada uno de ellos es Hijo de tu Padre".

"Yo no necesito gratitud, pero tú necesitas desarrollar tu mer­mada capacidad de estar agradecido, o no podrás apreciar a Dios. Él no necesita que lo aprecies, pero tú sí. No se puede amar lo que no se aprecia, pues el miedo hace que sea imposible apreciar nada. Cuando tienes miedo de lo que eres no lo apre­cias, y, por lo tanto, lo rechazas. Como resultado de ello, enseñas rechazo."


"La única reacción apropiada hacia un hermano es apreciarlo. Debes estarle agradecido tanto por sus pensamientos de amor como por sus peticiones de ayuda, pues ambas cosas, si las perci­bes correctamente, son capaces de traer amor a tu conciencia."


"Y Dios se siente feliz y agradecido cuando le das las gracias a Su perfecto Hijo por razón de lo que es. Y todo Su agradecimiento y felicidad refulgen sobre ti que haces que Su alegría sea total, junto con Él. Y así, tu alegría se vuelve total. Aquellos cuya voluntad es que la felicidad del Padre sea total, y la suya junto con la de Él, no pueden ver ni un solo rayo de oscuridad. Dios Mismo ofrece Su gratitud libre­mente a todo aquel que comparte Su propósito. Su Voluntad no es estar solo. Ni la tuya tampoco."

"Es de bien nacidos, ser agradecidos". He querido utilizar este refrán popular como ejemplo para presentar el debate de la gratitud, del agradecimiento y concluir el profundo significado que encierra dicha actitud. Para mi, se trata de una manifestación de nuestra verdadera identidad espiritual, de nuestra condición amorosa.


Para entender el concepto de ser "bien nacido" hay que recordar que el concepto de honor entronca con el de familia, siendo heredable el buen concepto que de una persona se tenga por sus descendientes. Además, las personas en nuestra cultura que nacen de padres deshonrosos o que, siendo de buena familia no les corresponden y se comportan de la manera que de ellos se espera son "malnacidos", expresión lexicalizada en una única palabra. Así, bien nacido es quien es de noble linaje y también quien se comporta con nobleza.
Si esta visión, con claros argumentos procedente del ego, la planteamos en términos espirituales, el término "bien nacido" y "agradecido" encuentra su sentido más profundo en el linaje espiritual del cual procedemos. Nuestra verdadera familia, es la Filiación, la cual tiene un sólo origen, la Fuente de donde hemos emanados: Dios.

Reflexión: ¿Has oído la Voz del Espíritu Santo? ¿Qué sensación te ha producido?

martes, 2 de mayo de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 122

LECCIÓN 122

El perdón me ofrece todo lo que deseo.

1. ¿Qué podrías desear que el perdón no pudiese ofrecerte? 2¿Deseas paz? 3El perdón te la ofrece. 4¿Deseas ser feliz, tener una mente serena, certeza de propósito y una sensación de belleza y de ser valioso que transciende el mundo? 5¿Deseas cuidados y seguridad, y disponer siempre del calor de una protección segura? 6¿Deseas una quietud que no pueda ser perturbada, una mansedumbre eternamente invulnerable, una profunda y perma­nente sensación de bienestar, así como un descanso tan perfecto que nada jamás pueda interrumpirlo?

2. El perdón te ofrece todo eso y más. 2El perdón pone un deste­llo de luz en tus ojos al despertar, y te infunde júbilo con el que hacer frente al día. 3Acaricia tu frente mientras duermes, y reposa sobre tus párpados para que no tengas sueños de miedo o de maldad, de malicia o de ataque. 4Y cuando despiertas de nuevo, te ofrece otro día de felicidad y de paz. 5El perdón te ofrece todo esto y más.

3. El perdón permite que se descorra el velo que oculta la faz de Cristo de aquellos que contemplan el mundo sin piedad. 2Te per­mite reconocer al Hijo de Dios, y borra de tu memoria todo pensa­miento muerto, de manera que el recuerdo de tu Padre pueda alzarse en el umbral de tu mente. 3¿Qué podrías desear que el perdón no pudiese darte? 4¿Qué otros regalos aparte de éstos merecen procurarse? 5¿Qué imaginado valor, efecto trivial o pro­mesa pasajera que nunca se ha de cumplir puede ofrecerte más esperanza que la que te brinda el perdón?

4. ¿Por qué habrías de buscar una respuesta distinta de la que lo contesta todo? 2He aquí la respuesta perfecta, la que se da a toda pregunta imperfecta, a las súplicas sin sentido, a tu reticencia a escuchar, a tu poco esmero y a la confianza parcial que tienes. 3¡He aquí la respuesta! 4Deja de buscar. 5No hallarás ninguna otra en su lugar.

5. El plan de Dios para tu salvación no puede cambiar ni fracasar. 2Siéntete agradecido de que siga siendo exactamente como Él lo planeó. 3Su plan se alza inmutable ante ti como una puerta abierta, llamándote desde adentro en cálida bienvenida, exhortán­dote a que entres y a que te sientas como en tu casa, donde te corresponde estar.

6. ¡He aquí la respuesta! 2¿Preferirías quedarte afuera cuando el Cielo en su totalidad te espera adentro? 3Perdona y serás perdo­nado. 4Tal como des, así recibirás. 5No hay más plan que éste para la salvación del Hijo de Dios. 6Regocijémonos hoy de que así sea, pues la respuesta que aquí se nos da es clara y explícita, y su sencillez hace que sea inmune al engaño. 7Todas las complejida­des que el mundo ha tejido de frágiles telarañas desaparecen ante el poder y majestuosidad de esta simplísima afirmación de la verdad.

7. ¡He aquí la respuesta! 2No le des la espalda para irte a vagar sin rumbo otra vez. 3Acepta ahora la salvación. 4Es el regalo que te hace Dios, no el mundo. 5El mundo no puede dar ningún regalo de valor a la mente que ha aceptado como suyo lo que Dios le ha dado. 6Dios dispone que hoy se reciba la salvación y que los enre­dos de tus sueños no sigan ocultándote su insustancialidad.

8. Abre hoy los ojos y contempla un mundo feliz, donde reinan la paz y la seguridad. 2El perdón es el medio por el que este mundo feliz viene a ocupar el lugar del infierno. 3Dicho mundo se alza en la quietud para salir al encuentro de tus ojos abiertos y llenar tu corazón de una profunda tranquilidad, según afloran en tu con­ciencia verdades ancestrales en eterno renacimiento. 4Lo que entonces recordarás jamás podrá describirse. 5Sin embargo, tu perdón te lo ofrece.

9. Teniendo presente los regalos que el perdón concede, empren­deremos nuestra práctica de hoy con la esperanza y la fe de que éste será el día en que alcanzaremos la salvación. 2Hoy la busca­remos gustosamente y con ahínco, sabiendo que tenemos la llave en nuestras manos; y aceptaremos la respuesta que el Cielo ha dado al infierno que nosotros mismos nos hemos labrado, pero en el que ya no queremos permanecer por más tiempo.

10. Dedicaremos gustosamente un cuarto de hora por la mañana y por la noche a la búsqueda que garantiza que al infierno le lle­gará su fin. 2Comienza lleno de esperanza, pues hemos llegado al punto donde el camino se vuelve mucho más fácil. 3Y ahora el trecho que todavía nos queda por recorrer es corto. 4Estamos en verdad muy cerca del momento que se ha señalado como el final de sueño.

11.   Sumérgete en una sensación de felicidad al comienzo de estas sesiones de práctica, pues en ellas hallarás la segura recompensa de preguntas que ya han sido contestadas, así como lo que tu aceptación de esas respuestas te brinda. 2Hoy se te concederá experimentar la paz que ofrece el perdón y la dicha que te propor­ciona el descorrimiento del velo.

12. Ante la luz que hoy has de recibir, el mundo se desvanecerá hasta desaparecer por completo, y verás surgir otro mundo para describir al cual no tienes palabras. 2Ahora nos encaminamos directamente hacia la luz, y recibimos los regalos que han sido salvaguardados para nosotros desde los orígenes del tiempo, los cuales han estado aguardando el día de hoy.

13. El perdón te ofrece todo lo que quieres. 2Hoy se te conceden todas las cosas que deseas. 3No pierdas de vista tus regalos a lo largo del día, cuando regreses nuevamente a enfrentarte a un mundo de constantes cambios y sombrías apariencias. 4Mantén tus regalos claramente en tu conciencia, según ves lo inmutable en medio del cambio y la luz de la verdad tras toda apariencia.

14. No caigas en la tentación de dejar que tus regalos queden sepultados en el olvido, por el contrario, mantenlos firmes en tu mente tratando de pensar en ellos por lo menos un minuto cada cuarto de hora. 2Recuerda cuán preciados son con el siguiente recordatorio, el cual tiene el poder de mantenerlos en tu concien­cia a lo largo del día:

3El perdón me ofrece todo lo que quiero.

4Hoy he aceptado que esto es verdad.
5Hoy he recibido los regalos de Dios.


¿Qué me enseña esta lección?

El miedo es la falta de amor y la falta de amor, dio origen al pecado, cuyas consecuencias ha desencadenado que el hombre se sienta escindido del mundo donde reina la Gracia, la Dicha, la Paz y la Felicidad, ese Mundo Paradisíaco que Dios dispuso para la Humanidad y del cual se ha creído expulsado tras su iniciativa de comer del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal.

Nos creemos pecadores; hemos establecido en nuestro inconsciente colectivo, que ya no gozamos de la Misericordia Divina; que estamos bajo la tutela de un Padre Celestial que en justicia nos ha condenado a sufrir para alcanzar la redención y la salvación.

¡Cuánto pesa sobre nuestra conciencia ese “negligente” acto!

Sí, creemos en un Dios cruel que nos ha castigado por nuestros pecados y como lo creemos, lo vivimos. Hemos fabricado toda una ilusión que justifique que somos merecedores del castigo y nos sentimos culpables por nuestras acciones.

Esta lección nos enseña, que el perdón nos ofrecerá todo lo que creemos que hemos perdido. Nos lleva de nuevo a habitar en el mítico Paraíso Terrenal y gozar de la confianza de nuestro Creador. Ese perdón debe dirigirse en primer lugar hacia nosotros mismos y liberarnos de la culpa que nos mantiene prisioneros del error de haber pecado. Si así lo hacemos, estaremos preparados para perdonar al mundo, pues ese mundo es el reflejo de nuestras propias creencias.

Ejemplo-Guía: "Perdona y se feliz"

No, no es un eslogan publicitario. Si lo fuese, todavía nos quedaría la esperanza de poder adquirir ese bien tan preciado que ha de conducirnos al disfrute y al gozo de la felicidad. 

Pero, el perdón no se puede comprar, pero sí adquirir. Y debemos interpretar el verbo adquirir como la acción de aprender y como ya dijera en la lección anterior, la acción de recordar esa cualidad que forma parte intrínseca de nuestro verdadero Ser, el amor, el perdón.

No podemos negar, que esa afirmación, "Perdona y se feliz", conlleva un motivador mensaje. Tú al igual que yo, somos buscadores de la felicidad, y lo somos por la sencilla razón de que creemos que la hemos perdido, aunque no es así.

Sí, somos buscadores de la felicidad. Pues bien, la lección de hoy nos revela el camino más directo para conseguir adquirir la llave que ha de permitirnos entrar en el reino de la felicidad. ¿Estamos dispuestos a perdonar? Si es así, si perdonamos, la recompensa es conseguir todo aquello que verdaderamente deseamos.

¿A quién debemos perdonar? ¿Tan sólo a nuestros enemigos?

En verdad, podemos hacer un esfuerzo e identificar a todas las personas a las que creemos que debemos perdonar; podemos, igualmente, identificar a todas aquellas situaciones que tengamos seleccionadas como susceptibles de ser perdonadas, pero podemos simplificar esa búsqueda, que no es más que un juego de la mente dual. ¿Cómo hacerlo? Muy sencillo, perdonando el único error que creemos haber cometido y al que hemos llamado "pecado": la separación.

En efecto, para poder perdonar, debemos estar limpios de culpas, y el acto que nos llevó a creernos separados de nuestro Creador y de Su Creación, debe ser expiado, corregido y perdonado.

Desde nuestra condición egoica no sabemos cómo realizar ese acto de perdón, en primer lugar porque culpa al Creador de habernos sentenciados a ganar el pan con el sudor de nuestra frente, de habernos hecho débiles y temporales. Siendo esto así, no podemos llevar la oscuridad hacia la luz, sino que debemos activar en nosotros la luz que habita en nuestro verdadero Ser. Debemos entregar al Espíritu Santo todos nuestros sentimientos de culpa y solicitar su expiación. Este acto debemos realizarlo desde la certeza de que lo que estamos haciendo es poner nuestra mente al servicio del Espíritu.

A partir de ese momento, una vez que hemos perdonado lo esencial, el error de creernos separados, adquirimos una nueva visión, la cual se traducirá en nuevas elecciones, en nuevas decisiones, que estarán basadas en el acto mental de desaprender aquellas creencias adquiridas y en su lugar, permitir un nuevo renacer, el surgir de la única y verdadera creencia: somos Hijos de Dios.

La nueva visión se manifestará en todas nuestras acciones. El pensamiento de posesión, de escasez, de culpa y miedo, que antes gobernaba todo nuestros actos, da paso a un nuevo "bien-ser", que se caracterizará por la ausencia de juicios condenatorios, de ataques, de castigos, de necesidad y la presencia de perdón, de impecabilidad, de inocencia, de felicidad.

Reflexión: ¿Existe algo más valioso que el perdón, para ti?