Cumplir con las Leyes Divinas nos permite ser
ciudadanos conscientes del Reino de los Cielos.
- Busca
primero el Reino de los Cielos porque ahí es donde las leyes de Dios
operan verdaderamente, y no pueden sino operar verdaderamente porque son las
leyes de la verdad. Pero busca sólo eso, puesto que no puedes encontrar nada
más. No hay nada más. Dios es el Todo de todo en un sentido muy literal.
No hay júbilo mayor que dar el Reino a los
demás.
- El
Reino,
que no es sino gloria excelsa y júbilo perfecto, reside en ti para que lo des. ¿No
te gustaría darlo?
Tu mente puede elegir entre Ser el Reino de
Dios o tener y atesorar los tesoros del reino material.
- Tu
identificación con el Reino de Dios es incuestionable, y
sólo tú pones en duda este hecho cuando piensas irracionalmente.
Cuando sirves al reino que has fabricado,
dejas del extender el Verdadero Reino y dejas de ejercer tu potestad creadora.
- Tu
mente dividida está obstruyendo la extensión del Reino, y en la extensión
de éste reside tu felicidad. Si no extiendes el Reino, es que no estás
pensando con tu Creador ni creando como Él creó.
El Reino no puede serte arrebatado. Eres tú, el
que decides abandonarlo.
- No
podrás por menos que sentirte atemorizado si crees que tu hermano te está
atacando para arrebatarte el Reino de los Cielos. Ésta es la base
fundamental de todas las proyecciones del ego.
Cuando eliges extender el Reino de los
Cielos, gozas de perfecta paz.
- El
Reino
se extiende para siempre porque está en la Mente de Dios. No conoces tu propio
gozo porque no conoces la plenitud de tu propio Ser. Excluye cualquier parte
del Reino
y no podrás gozar de plenitud. Una mente dividida no puede percibir su llenura,
y necesita que el milagro de su plenitud alboree en ella y la cure. Esto vuelve
a despertar la plenitud en dicha mente; y al aceptar dicha plenitud se
reincorpora al Reino. Cuando aprecias por completo la llenura de Ser de tu
mente, el egoísmo se vuelve imposible y la extensión inevitable. Por eso es por
lo que el Reino goza de perfecta paz. El espíritu está cumpliendo su
función, y sólo el pleno cumplimiento produce paz.
Cuando niegas la Voluntad del Padre, estás
negando la Luz de su Reino.
- La
verdad es la Voluntad de Dios. Comparte Su Voluntad y estarás compartiendo Su
conocimiento. Niega que Su Voluntad sea la tuya, y estarás negando Su
Reino y el tuyo.
Tu misión es enseñar al Reino el verdadero
significado de lo que es el Reino.
- Te
exhorto a recordar que te he escogido a ti para que le enseñes al Reino
lo que es el Reino. Esta lección no admite excepciones porque la falta de excepciones
es la lección en sí. Cada Hijo que regresa al Reino con esta lección en
su corazón ha sanado a la Filiación y ha dado gracias a Dios. Todo aquel que
aprende esta lección se convierte en el maestro perfecto porque la ha aprendido
del Espíritu Santo.
El Reino de los Cielos incluye a todos los
Hijos de Dios.
- El
Reino de Dios incluye a todos Sus Hijos y a los hijos de éstos, que son tan
semejantes a los Hijos como éstos son semejantes al Padre. Conoce, entonces, a
los Hijos de Dios, y habrás conocido a toda la creación.
El Reino es Paz.
- El
conocimiento no es la motivación para aprender este curso. La paz lo es. La paz
es el requisito previo para alcanzar el conocimiento, simplemente porque los
que están en conflicto no están en paz, y la paz es la condición necesaria para
el conocimiento porque es la condición del Reino.
El ego se interpone en tu encuentro con el
Reino.
- Tú
no puedes encontrar el Reino por tu cuenta, y tú, que eres
el Reino,
no puedes encontrarte a ti mismo por tu cuenta. Para lograr el objetivo del
plan de estudios, por lo tanto, no debes escuchar al ego, cuyo propósito es derrotar
su propio objetivo.
Ser el Reino es una elección que debes tomar
con libertad.
- Yo
puedo enseñarte, pero tú tienes que elegir seguir mis enseñanzas. ¿Cómo podría
ser de otra manera, si el Reino de Dios es libertad?
Ser el Reino es amar la creación de Dios.
- En
el Reino
no hay idólatras, sino un gran aprecio por todo lo que Dios creó, debido al
sereno conocimiento de que cada ser forma parte de Él.
El Reino de los Cielos está dentro de cada
uno de nosotros.
- Hermosa
criatura de Dios, estás pidiendo solamente lo que te prometí. ¿Crees que yo te
iba a engañar? El Reino de los Cielos está dentro de ti. Ten fe en que la
verdad está en mí porque yo sé que está en ti.
El Reino de los Cielos, ni se compra, ni se
vende.
- No
obstante, no puedes vender el Reino de los Cielos. Tu herencia no
se puede comprar ni vender. Ninguna parte de la Filiación puede quedar desheredada,
pues Dios goza de plenitud y todas sus extensiones son como Él.
La Voluntad es el Principio Primigenio del
Padre; es la expresión más elevada del Espíritu y el valor más preciado del
Reino.
- La
Expiación no es el precio de tu plenitud; es, no obstante, el precio de ser
consciente de tu plenitud. Lo que decidiste "vender" tuvo que ser
salvaguardado para ti, ya que no lo habrías podido volver a
"comprar". Aun así, tienes que invertir en ello, no con dinero sino
con espíritu. Porque el espíritu es voluntad, y la voluntad es el
"precio" del Reino.
Donde hay amor, no hay culpa, y el Reino es
pleno amor.
- Ante
el glorioso esplendor del Reino la culpabilidad se desvanece,
y habiéndose transformado en bondad ya nunca volverá a ser lo que antes fue.
El Reino de Dios es la heredad de Su Hijo.
- El
Hijo de Dios tiene derecho a heredar el Reino, el cual se le dio en su creación. No
trates de robárselo, pues estarás buscándote culpabilidad y no podrás sino
experimentarla.
El Reino pertenece al Espíritu y no al mundo
material.
- Mi
nacimiento en ti es tu despertar a la grandeza. No me des la bienvenida en un
pesebre, sino en el altar de la santidad, en el que la santidad mora en
perfecta paz. Mi Reino no es de este mundo, puesto que está en ti. Y tú eres
de tu Padre. Unámonos en honor a ti, que no puedes sino permanecer para siempre
más allá de la pequeñez.
El Reino de los Cielos es la morada del Hijo
de Dios.
- No
hay nada externo a ti. Esto es lo que finalmente tienes que aprender, pues es
el reconocimiento de que el Reino de los Cielos te ha sido restaurado.
Pues eso fue lo único que Dios creó, y Él no lo abandonó ni se separó a Sí
Mismo de él. El Reino de los Cielos es la morada del Hijo de Dios, quien no
abandonó a su Padre ni mora separado de Él. El Cielo no es un lugar ni tampoco
una condición. Es simplemente la conciencia de la perfecta unicidad y el conocimiento de que no hay nada más: nada
fuera de esta unicidad, ni nada adentro.
Hasta aquí, hemos expuestos las afirmaciones
recogidas en el manual “Un Curso de Milagros” con respecto al significado de “Reino
de los Cielos” o “Reino de Dios”. Como adelanté al principio, en la
Introducción, gracias al contenido expuesto podríamos extraer la información
necesaria para adquirir una visión, lo suficientemente clara y completa, que
nos permitiese comprender lo que se quiere decir cuando se utiliza el término “Reino
de los Cielos”.
A esta altura del camino recorrido, podemos concluir,
que cuando se habla del Reino de los Cielos, muchos han interpretado que se
alude a un “reino” de orden físico, cuyo gobierno sería dirigido por un Alto dignatario
o representante y legítimo heredero de la Estirpe Espiritual. Esta idea se ha
desarrollado ampliamente a lo largo de la historia, desembocando en la certeza
de que la Iglesia es el vivo reflejo del Reino de Dios en la tierra. El camino
para alcanzar ese “reino”, pasa por cumplir los mandatos y preceptos enunciados
por los defensores de la ley eclesiástica. Sus representantes “legales”, los componentes
de la curia vaticana, tienen la potestad de decidir si las almas son merecedoras
o no, de ser ciudadanos del Reino.
La traducción hebrea de la palabra “reino”,
Malkut, advertíamos que representa al Séfira que se corresponde en el Árbol
Cabalístico con el Mundo Material o la Región Física. Ocurre, que esta
vinculación esotérica, ha derivado socialmente, en que los esquemas sociales,
adquiriesen ese “patrón” organizativo, donde la Monarquía, con la figura del
rey a la cabeza, se erigía como la máxima representación del poder y del orden
social.
No deja de ser curioso, que la aplicación de
ese modelo cósmico al plano físico, ha contribuido a establecer un esquema
social lo más alejado del verdadero Propósito Cósmico.
Mientras que en el Reino de los Cielos debe
imperar la Unidad, en el reino material, impera la separación. Con el tiempo,
se fueron constituyendo numerosos reinos dentro de un mismo país, los cuales,
para salvaguardar sus bienes y posesiones, entablaban sangrientas contiendas
con los reinos vecinos.
Una visión más clara y cercana a la verdad,
es la que nos ofrece el punto de vista espiritual. El Organigrama Divino, representado
por 10 Centros de Consciencia (Séfiras) constituye lo que se conoce como “Árbol
Cabalístico”, donde se recoge 10 Escenarios o Centros Iniciáticos, los cuales
se expresan en potencialidades que el Alma debe desarrollar para alcanzar su
condición divina. Dicho de otro modo, somos Hijos de Dios y hemos heredado
potencialmente todas sus cualidades. Hemos sido creados a su imagen y
semejanza. Esa heredad se encuentra en nosotros en estado potencial, decíamos,
por lo que debemos ir desarrollándola dentro de un proceso evolutivo. Podemos
comparar ese “trabajo” con el que desarrolla un bebe al nacer. Decimos de él,
que es un ser creador, con capacidad para crear, pero esa condición estará
activa, tan sólo, cuando alcance la madurez para ello.
Por lo tanto, cuando decimos que el Alma,
potencialmente, es poseedora de 10 Atributos, debemos saber, igualmente, que
éstos deben ser desarrollados. Desde este punto de vista, cuando atribuimos a
Malkut el significado de Reino, debemos comprender, que lo que realmente significa,
es que para que esa condición divina se alcance, debemos estar capacitados para
que cada uno de nuestros actos, a nivel material, sea el reflejo de la Voluntad
del Padre, es decir, que sean portadores de Unidad, Amor y Paz. Si actuamos
así, estaremos instituyendo el Reino de Dios en la Tierra.
Existe un axioma hermético que dice: “Como
Arriba, es Abajo”. Si prestamos atención al Árbol Cabalístico, vemos como el
Séfira superior es Kether, representante del Padre y cuyo Atributo es Voluntad.
El más inferior, es Malkut, representante del Mundo Físico. Si aplicamos el
axioma, diremos que las Leyes de Arriba, las Divinas, deben ser las Leyes de Abajo,
las humanas, expresado de otro modo, El Yo Espiritual debe manifestarse en el
Yo Físico y la Voluntad del Padre, debe ser la Voluntad del ego. Cuando existe
esta “Com-unión”, entonces, “estaremos” en lo que “Somos”, es decir, en el
Reino de los Cielos.
Compartiendo un pensamiento: “El Reino de Dios es libertad”. Tan sólo tú, debes elegir el camino que ha de conducirte a ser consciente de Él.
Me gustaría finalizar con una frase de Ralph
Nader que dice así: “La labor del líder es producir más líderes, no más
seguidores”. Parafraseándola, “La labor del rey es producir más reyes, no más súbditos”
Esto es extender el Reino de los Cielos,
no para obtener más posesiones, sino para Ser lo que realmente Somos.