sábado, 13 de abril de 2024

Capítulo 7: LOS REGALOS DEL REINO. I. El último paso

  Capítulo 7

LOS REGALOS DEL REINO

 

I. El último paso

1. El poder creativo de Dios y el de Sus creaciones es ilimitado, pero no existe entre ellos, una relación recíproca. 2Te comunicas plenamente con Dios, tal como Él se comunica contigo. 3Es éste un proceso continuo que compartes con Él, y por el hecho de que lo compartes, te sientes inspirado a crear como Él crea. 4En la crea­ción, no obstante, no existe una relación recíproca entre tú y Dios, ya que Él te creó a ti, pero tú no lo creaste a El. 5Ya te dije que tu poder creativo difiere del Suyo solamente en ese punto. 6Incluso en este mundo existe un paralelo. 7Los padres traen al mundo a sus hijos, pero los hijos no traen al mundo a sus padres. 8Traen al mundo, no obstante, a sus propios hijos, y, de este modo, procrean tal como sus padres lo hicieran.

Este punto nos aporta una aclaración que pudiéramos considerar obvia, y sin embargo, su contenido explica la razón por la cual, el Hijo de Dios ha fabricado una realidad ficticia que cree mantenerlo separado de Dios. 

La capacidad creadora heredada por el Hijo, de Su Padre, le capacita para tener la libertad de utilizar ese poder en sus propias creaciones.

2. Si tú hubieses creado a Dios y Él te hubiese creado a ti, el Reino no podría expandirse mediante su propio pensamiento creativo. 2La creación estaría, por lo tanto, limitada, y no podrías ser co­creador con Dios. 3De la misma manera en que el Pensamiento creador de Dios procede de Él hacia ti, así tu pensamiento crea­dor no puede sino proceder de ti hacia tus creaciones. 4Sólo de esta manera puede extenderse todo poder creativo. 5Las obras de Dios no son tus obras, pero tus obras son como las Suyas. 6Él creó a la Filiación y tú la expandes. 7Tienes el poder de acrecentar el Reino, aunque no de acrecentar a su Creador. 8Reivindicas ese poder cuando te mantienes alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino. 9Al aceptar que tienes ese poder, aprendes a recordar lo que eres.

La expansión de toda creación requiere de la libertad a la hora de proyectar la voluntad como Principio Creador.

Cuando este punto recoge que "Las obras de Dios no son tus obras, pero tus obras son como las Suyas", nos está aclarando que somos portadores del poder creador divino, pero la calidad de nuestras obras tan sólo son como las de Dios en lo referente a esa Condición Divina, pero no con respecto a la calidad de lo creado. Dios ha creado a la Filiación y lo ha hecho en la Unidad del Amor, por lo que se hace referencia a un único Hijo, creado a Su Imagen y Semejanza, o lo que es lo mismo, de Su Misma Mente y Calidad (Amor). El Hijo de Dios, en su condición divina tiene la capacidad de expandir su mente y de acrecentar el Reino.

3. A tus creaciones les corresponde estar en ti del mismo modo en que a ti te corresponde estar en Dios. 2Tú eres parte de Dios, tal como tus hijos son parte de Sus Hijos. 3Crear es amar. 4El amor se extiende hacia afuera simplemente porque no puede ser conte­nido. 5Nunca deja de fluir porque es ilimitado. 6El amor crea para siempre, aunque no en el tiempo. 7Las creaciones de Dios han existido siempre porque Él ha existido siempre. 8Tus creaciones han existido siempre, porque tú sólo puedes crear como Dios crea. 9La eternidad es tuya porque Él te creó eterno.


Un Curso de Milagros nos enseña que ninguna idea abandona su fuente. El Hijo de Dios es el fruto del Poder Creador de Dios, el cual, a través del Poder del Amor se Extendió de Si Mismo creando la Filiación.

4. El ego, por otra parte, siempre exige derechos recíprocos, ya que es competitivo en vez de amoroso. 2Está siempre dispuesto a hacer tratos, pero no puede comprender que ser igual a otro signi­fica que no es posible hacer ningún trato al respecto. 3Para ganar tienes que dar, no regatear. 4Regatear es imponer límites en lo que se da, y eso no es la Voluntad de Dios. 5Disponer lo mismo que Dios es crear como Él. 6Dios no limita en modo alguno Sus rega­los. 7Tú constituyes Sus regalos, por consiguiente, tus regalos son necesariamente como los Suyos. 8Los regalos que le haces al Reino no pueden sino ser como los regalos que El te hace a ti.

El mundo fabricado por el ego se rige bajo las leyes de la necesidad y la carencia. Todo su sistema de pensamiento se erige sobre los efímeros pilares del miedo y sus fabricaciones llevan el sello del deseo de obtener y poseer.

Lucha por obtener, y, cuando posee lo que desea, se despierta el miedo a perder lo que ha obtenido. Su identidad, su felicidad, se sostiene dependiendo de lo que posee, de lo que obtiene.

Cuando despertamos a la verdad, nos hacemos conscientes que el “ser”, está por encima del “obtener”, y ello, promueve una nueva visión en la que basar nuestra relación con el mundo de la percepción. Entendemos que para recibir hay que dar y ese gesto, se convierte en un gesto espontáneo libre de todo miedo y necesidad.

5. Yo le di al Reino únicamente amor porque creí que eso era lo que yo era. 2Lo que tú crees ser determina los regalos que haces, y si Dios te creó extendiéndose a Sí Mismo hasta dar lugar a lo que eres, sólo puedes extenderte a ti mismo tal como Él lo hizo. 3Sólo la dicha aumenta eternamente, pues la dicha y la eternidad son inseparables. 4Dios se extiende hacia afuera, más allá de todo límite y más allá del tiempo, y tú que eres co-creador con Él, extiendes Su Reino eternamente y más allá de todo límite. 5La eternidad es el sello indeleble de la creación. 6Los eternos son felices y viven en paz eternamente.

Ninguna creación que no esté basada en el Amor, es duradera, y por lo tanto, no aportará la verdadera dicha que, como bien recoge este punto, es Eterna, pues ambas son creaciones de Dios.

6. Pensar como Dios es compartir Su certeza acerca de lo que eres, y crear como Él es compartir el Amor perfecto que Él com­parte contigo. 2Hacia esto te conduce el Espíritu Santo, para que tu dicha sea total porque el Reino de Dios es íntegro. 3He dicho que el último paso en el redespertar al conocimiento lo da Dios. 4Esto es verdad, pero es difícil de explicar con palabras porque las palabras son símbolos, y lo que es verdad no necesita explica­ción. 5El Espíritu Santo, no obstante, tiene la tarea de traducir lo inútil a lo útil, lo que no tiene significado a lo significativo y lo temporal a lo eterno. 6El Espíritu Santo puede, por consiguiente, decirte algo acerca de este último paso.

El mensaje de las Enseñanzas es inequívoco. Nos aporta la visión de nuestra verdadera naturaleza y nos señala el origen de nuestra Creación. Igualmente, nos enseña que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y que gozamos de Su Poder Creador. Con esa información, con esa propuesta, está en nuestra consciencia el servir al Pensamiento de Dios o por el contrario, prestar nuestros servicios al pensamiento del ego. Los resultados de esa elección, nos situará en un estado de temporalidad y sufrimiento o por el contrario, en un estado de eterna dicha.

7. Dios no da pasos porque Sus obras no se realizan de forma gradual. 2No enseña, porque Sus creaciones son inalterables. 3No hace nada al final, porque El creó primero y para siempre. 4Debe entenderse que la palabra "primero", cuando se aplica a Dios, no es un concepto temporal. 5Él es el primero en el sentido de que es el Primero en la Santísima Trinidad. 6Es el Creador Principal por­que creó a Sus co-creadores. 7De ahí que el tiempo no le ataña a Él ni a lo que Él creó. 8Por lo tanto, el "último paso" que Dios dará fue cierto al principio, es cierto ahora y será cierto eterna­mente. 9Lo que es eterno está siempre presente porque su ser es eternamente inmutable. 10No cambia al aumentar porque fue creado para expandirse eternamente. 11Si no percibes su expan­sión significa que no sabes lo que es, 12ni tampoco Quién lo creó. 13Dios no te revela esto porque nunca estuvo oculto. 14Su luz jamás estuvo velada porque Su Voluntad es compartirla. 15¿Y cómo iba a ser posible que lo que se comparte plenamente se hubiese ocultado primero para luego ser revelado?

El término "Dios Es", adquiere significado a raíz del contenido de este último punto. Toda Su Creación, igualmente, hereda ese significado, por lo que podemos afirmar, que el Hijo de Dios "Es". ¿Qué debemos entender bajo esa afirmación? 

"Es", simboliza Ser, y esa cualidad debemos entenderla como la expresión de Eternidad, un Estado intemporal en el que el Principio Superior lo representa Dios, formando su compleción Trina, extendiéndose a través de Su Hijo y del Espíritu Santo.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 104

LECCIÓN 104

Busco únicamente lo que en verdad me pertenece.

1. La idea de hoy continúa con el tema de que la dicha y la paz no son sueños vanos. 2Tienes derecho a ellos por razón de lo que eres. 3Te llegan procedentes de Dios, Quien no puede dejar de darte lo que Él dispone. 4Pero primero tiene que haberse preparado un lugar donde recibir Sus dones. 5Pues éstos no son bien acogidos por la mente que ha aceptado los regalos que ella misma fabricó allí donde sólo a los de Dios les corresponde estar.

2. Hoy queremos deshacernos de cuanto regalo inútil nosotros mismos hayamos fabricado y depositado ante el santo altar donde sólo a los dones de Dios les corresponde estar. 2Sus dones son los que en verdad son nuestros. 3Sus dones son los que here­damos desde antes de que el tiempo comenzara, y los que segui­rán siendo nuestros después de que el tiempo haya pasado a ser eternidad. 4Sus dones son los que se encuentran en nosotros ahora, pues son intemporales. 5Y no tenemos que esperar a que sean nuestros. 6Son nuestros hoy.

3. Elegimos, por lo tanto, tenerlos ahora, sabiendo que al elegirlos en lugar de lo que nosotros mismos hemos fabricado, no estamos sino uniendo nuestra voluntad a la de Dios y reconociendo que ambas disponen lo mismo. 2Nuestros períodos de práctica más prolongados de hoy, los cinco minutos que cada hora le dedica­mos a la verdad para tu salvación, deben comenzar con lo siguiente:

3Busco únicamente lo que en verdad me pertenece, y la dicha y la paz son mi herencia.

4Deja a un lado entonces los conflictos mundanos que ofrecen otros regalos y otros objetivos que sólo pueden perseguirse en un mundo de sueños y que se componen de ilusiones, de las cuales dan testimonio.

4. Dejamos todo esto a un lado y, en su lugar, buscamos aquello que verdaderamente es nuestro cuando pedimos poder recono­cer lo que Dios nos ha dado. 2Despejamos en nuestras mentes un santo lugar ante Su Altar, en el que Sus dones de paz y felicidad son bien recibidos y al que venimos a encontrar lo que Él nos ha dado. 3Venimos llenos de confianza hoy, conscientes de que lo que Él da es lo que en verdad nos pertenece. 4Y ya no deseamos nada más, pues no hay nada más que en verdad nos pertenezca.

5. De esta manera, despejamos hoy el camino para Él, al recono­cer simplemente que Su Voluntad ya se ha cumplido y que la dicha y la paz nos pertenecen por ser Sus eternos dones. 2No nos permitiremos perderlos de vista entre cada uno de los períodos en que venimos a buscarlos allí donde Él los depositó. 3Traere­mos a la memoria el siguiente recordatorio tan a menudo como podamos:

4Busco únicamente lo que en verdad me pertenece.
5Lo único que quiero son los dones de dicha y paz de Dios.


¿Qué me enseña esta lección? 

Ningún regalo, ninguna promesa del ego, puede aportarnos dicha y felicidad. Desde una
conciencia basada en la carencia, el ego siente la necesidad de llenar esos vacíos y se entrega a la conquista de objetivos que, ilusoriamente, le lleva a obtener riquezas que atesora guiado por el miedo a perderlo si lo comparte. El ego adora los múltiples ídolos que fabrica e instala su seguridad en los valores efímeros de los mismos.

Cuanto más atesora, mayor es su inseguridad, su temor a la pérdida. Su demencia llega a extremos inimaginables y el sufrimiento permanente, le impide gozar de uno sólo instante de dicha y felicidad. 

Es imposible ese encuentro, cuando en nuestra mente se dan cita el miedo, la culpa, el castigo, la carencia y la separación. Tan sólo cuando conseguimos despertar al Amor, a la Unidad, al Perdón, a la Abundancia, tan sólo entonces, conseguiremos que se produzca el encuentro con lo que verdaderamente nos pertenece, la dicha y la felicidad. 


Ejemplo-Guía: "¿Estás dispuesto a vivir en el Gozo?

Si tu respuesta es afirmativa, lo que realmente estás manifestando es tu certeza de saber quién eres en realidad, tu certeza de que te encuentras provisionalmente experimentando el sueño de la ilusión, tu certeza de que tuviste un pensamiento errado y ahora reconoces cuál es tu verdadera función.

La experiencia del Gozo siempre nos ha estado aguardando, pues fue el regalo con el que nuestro Creador nos obsequió al expandirnos de Su Fuente. No podemos ser diferente a Su Esencia, pues hemos sido emanados de Ella.

Pero, nuestra capacidad de elección, nos llevó a depositar otros regalos procedentes de la proyección de la mente dividida, la cual fabricó nuevas creencias que ocuparon el lugar donde anteriormente se encontraba la condición natural del Gozo.

Gozar, tan solo es posible cuando experimentamos la Comunión con nuestro Creador y vivimos desde Su Unidad. El Gozo es una experiencia inefable de Paz interior que nos lleva a vivir la vida con la plena aceptación, con la plena certeza de que somos el Hijo de Dios.

Si nos acercamos al Gozo desde la visión dual del ego, emitiremos argumentos que traten de justificar nuestra creencia en que el gozo está basado en la experiencia de posesión, de bien-estar. Desde ese punto de vista, estaremos dispuestos a emprender cualquier acción con el único propósito de hacer realidad la experiencia del gozo, es decir, de asegurar que nada ni nadie puede arrebatarnos nuestras posesiones, las cuales la hemos convertido en el ídolo de nuestra felicidad.

El Gozo, no tiene nada que ver con lo que recibimos desde fuera, no tiene nada que ver con el deseo y la experiencia de posesión, no tiene nada que ver con los matices que nos aportan las experiencias de nuestras vidas.

¿Qué quiere decir esto? ¿Qué podemos sentir Gozo aun estando enfermos? ¿Qué podemos sentirnos felices aun habiendo perdido a un ser querido? ¿Qué disfrutaremos de la paz, aun cuando hemos sido ultrajados injustamente?

Lo que puedo compartir con todos vosotros, desde el corazón, es mi propia experiencia. Mis aportaciones no pretenden despertar admiración, ni complicidad alguna. No estoy en posesión de la verdad, ni es mi intención ganar seguidores. Por favor, es importante que se interprete, simplemente, como un acto de compartir desde la experiencia.

Hecha esta aclaración, os puedo decir que es fácil confundir la experiencia del goce con la del Gozo. El goce es el efecto que se persigue cuando movilizamos nuestros deseos de poseer. Este deseo responde a la creencia del ego basada en la escasez y en la necesidad y por muchas experiencias de goce que experimentemos, nunca tendremos la sensación final de estar satisfecho. Ese goce es temporal y efímero.

En cambio, cuando se vive la experiencia del verdadero Gozo, es el resultado de haber elegido al verdadero guía, al Espíritu, lo que significa el recordatorio de lo que realmente somos. Este reconocimiento se traduce, de forma inmediata, en el propósito de ver las cosas de otra manera, de poner fin a las viejas creencias de separación, de pecado, de culpa, de sufrimiento y en su lugar, depositar la única creencia verdadera, la que siempre ha estado ahí aguardando que la integrásemos, la que nos lleva a la certeza de lo que somos: Hijo de Dios.

Con esa consciencia, viviremos la vida, aportando siempre la misma respuesta, la del Gozo, independientemente de que llueva o luzca el Sol.


Reflexión: ¿Existe algo en el mundo que conoces que te pueda ofrecer un gozo permanente? ¿Por qué?

viernes, 12 de abril de 2024

Capítulo 6. V-C. Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino.

 C. Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino.

1. Hemos dicho anteriormente que el Espíritu Santo evalúa, y tiene que
hacerlo. 2El Espíritu Santo separa lo verdadero de lo falso en tu mente, y te enseña a juzgar cada pensamiento que dejas que se adentre en ella a la luz de lo que Dios puso allí. 3El Espíritu Santo, con vistas a reforzar el Reino en ti, 4conserva lo que está de acuerdo con esa luz, y acepta y purifica lo que está parcialmente de acuerdo con el Reino. 5Mas lo que está en completo desacuerdo lo rechaza juzgando contra ello. 6Así es como Él mantiene la per­fecta consistencia del Reino y su perfecta unificación. 7Recuerda, no obstante, que lo que el Espíritu Santo rechaza el ego lo acepta. 8Ello se debe a que ambos están en completo desacuerdo en rela­ción con todo, dado que están en completo desacuerdo con res­pecto a lo que tú eres. 9Las creencias del ego en torno a esta cuestión tan fundamental varían considerablemente, y ésta es la razón de que él suscite diferentes estados de ánimo. 10El Espíritu Santo nunca varía en este punto, y, por lo tanto, el único estado de ánimo que genera es uno de dicha. 11Él protege dicho estado rechazando todo lo que no lo fomenta, y así, sólo Él puede mante­nerte en un estado, de perfecta dicha.

El juicio del Espíritu Santo, no es condenatorio, si lo fuese estaría argumentando a favor del sistema de pensamiento del ego, cuyo juicio sí es condenatorio, pues se basa en la separación y en el miedo.

El juicio del Espíritu Santo es una evaluación de nuestra mente y separa los pensamientos verdaderos de los falsos, permitiéndonos elegir libremente a cuál de ellos servir.

2. El Espíritu Santo no te enseña a juzgar a otros porque no quiere que enseñes nada que sea erróneo, y que, de este modo, tú mismo lo aprendas. 2No sería consistente si te permitiera reforzar lo que debes aprender a evitar. 3En la mente del pensador, por lo tanto, el Espíritu Santo es enjuiciador, pero sólo a fin de unificar la mente de modo que pueda percibir sin emitir juicios. 4Esto le permite a la mente enseñar sin emitir juicios y, por consiguiente, aprender a estar libre de ellos. 5Esta rectificación es necesaria sólo en tu mente, a fin de que dejes de proyectar en lugar de extender. 6Dios Mismo ha establecido lo que puedes extender con perfecta seguridad. 7Por lo tanto, la tercera lección del Espíritu Santo reza así: 

 8Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino.

Sin la luz del Espíritu Santo, la mente serviría al ego y permaneceríamos sumidos en la oscuridad, dormidos y percibiendo los rigores de un mundo donde las leyes que los sostienen son falsas e ilusorias. El juicio del Espíritu Santo aporta la lucidez necesaria para que nuestra mente ponga la voluntad al servicio de la Unidad y del Amor. Ese es el "juicio final" pues es el final del juicio.

Todas las lecciones del Espíritu Santo son esenciales, pues su propósito es mostrarnos el camino que ha de reconducirnos a nuestro verdadero Hogar. Aun así, esta tercera lección, para mí, adquiere una especial motivación al considerarla determinante a la hora de poder alcanzar esa Visión Unificadora de la que somos portadores.

Leemos el contenido de las enseñanzas y alimentamos a nuestra mente con nuevas creencias que deben llevarnos a servir a la Verdad. En mi "caminar", cuando contemplo el trayecto recorrido, reconozco que el cambio de sistema de pensamiento requiere de un factor fundamental, poner nuestra voluntad al servicio de nuestra divinidad, es decir, mantenerse alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino. 

Mientras que permanezcamos en el mundo físico, el poder de seducción del sistema de pensamiento del ego, adormece nuestra conciencia impidiendo que nos mantengamos permanentemente alertas. 

"La Luz permanentemente encendida". Esta frase, la he utilizado en muchas ocasiones como un mantra a través del cual fijar la atención de mi consciencia para que sirviese a la luz. Reconozco que, a pesar de ello, no siempre consigo que ese estado sea permanente. Pero he aprendido, que el simple hecho de tomar consciencia de ello, me lleva al estado presente de donde puedo nuevamente elegir.

Llegará ese instante presente en el que nuestra mente-luz esté permanentemente encendida.

3. Éste es uno de los pasos más importantes para que se pro­duzca un cambio fundamental. 2No obstante, todavía contiene un aspecto del proceso de inversión del pensamiento, ya que implica que hay algo contra lo que debes mantenerte alerta. 3Este paso representa un gran avance con respecto a la primera lección, que es meramente el principio del proceso de inversión del pensa­miento, y también con respecto a la segunda, que es esencial­mente la identificación de lo que es más deseable: 4Este paso, que es la conclusión lógica del segundo tal como el segundo lo es del primero, subraya la dicotomía que existe entre lo deseable y lo indeseable. 5Por lo tanto, hace que la elección final sea inevitable.

A lo largo del Capítulo 6, se ha desarrollado, como tema principal, las Lecciones del Amor, y en su apartado V, más concretamente, las Lecciones del Espíritu Santo.

Cuando utilizamos el símil “caminar” o “camino”, lo hacemos para hacer referencia a la secuencia que nos aportan las Lecciones del Espíritu Santo, el Cual, nos la presentan en tres fases, en un intento de adaptar la enseñanza al proceso actual de nuestra mente, que se encuentra identificada con el tiempo. Hemos visto como en la primera de esas lecciones, se nos dice que, “para poder tener, da todo a todos”, y con ello, podremos demostrar que tener y ser es un mismo estado.

En la segunda lección, se recoge que, “para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es. Se establece la igualdad entre enseñar-aprender-tener y ser.

Por último, y como consecuencia de haber andado el camino que nos ofrece la lección anterior, se alcanza la tercera lección, la cual es fundamental en el proceso de inversión del pensamiento, la cual nos dice, “mantente alerta solo en favor de Dios y de su reino”, es decir, elige en todo momento hacer la Voluntad de Dios, sintonizar con Sus Pensamientos y crear desde el Amor.

4. Mientras que el primer paso parece agudizar el conflicto y el segundo puede, hasta cierto punto, aún entrañar conflicto, el ter­cer paso requiere un constante estado de alerta contra el con­flicto. 2Ya he dicho que puedes estar tan alerta contra el ego como a su favor. 3La última lección enseña no sólo que puedes sino que tienes que estar alerta. 4No se ocupa de la cuestión de los grados de dificultad, sino del hecho de que tu primera prioridad debe ser mantenerte alerta. 5Esta lección es inequívoca, pues enseña que nunca se deben hacer excepciones, aunque no niega que la tentación de hacerlas se presentará. 6Aquí pues, es donde se te pide que, a pesar del caos, seas consistente. 7Mas la consistencia y el caos no pueden coexistir por mucho tiempo, puesto que se excluyen mutuamente. 8No obstante, mientras tengas que estar alerta contra algo, no estarás reconociendo esta mutua exclusión, y seguirás creyendo que puedes elegir la consistencia o el caos. 9Al enseñarte cuál debes elegir, el Espíritu Santo acabará por enseñarte que no tienes que elegir en absoluto. 10Esto finalmente liberará a tu mente de tener que elegir, y la encaminará hacia la creación dentro del Reino.

La Luz que nos aporta el Espíritu Santo nos llevará a contemplar la realidad de lo que somos. Este despertar, nos llevará a dejar de servir al error en sus distintas manifestaciones y, sobre todo, la más esencial de todas, la visión de la Unidad y la comprensión de que la separación no es real, sino el contenido de una pesadilla percibida durante nuestro estado de sueño.

La elección entre la luz y la oscuridad será un tramo del trayecto, pero al final, tendremos la certeza de que en ningún momento hemos dejado de ser Luz.

5. Elegir a través del Espíritu Santo te conducirá al Reino. 2Creas mediante tu verdadero ser, pero tienes que aprender a recordar lo que eres 3La forma de recordarlo es inherente al tercer paso, que conecta las lecciones implícitas en los otros dos, y va más allá de ellos hacia una verdadera integración. 4Si permites que en tu mente haya tan sólo lo que Dios puso en ella, la estarás recono­ciendo tal como Dios la creó. 5Por lo tanto, la estarás aceptando tal como es. 6Puesto que tu mente es íntegra, estarás enseñando paz porque creerás en ella. 7Dios será de todos modos el que dará el paso final por ti, pero cuando llegues al tercer paso, el Espíritu Santo ya te habrá preparado para Dios. 8Te está preparando para la conversión de tener, a ser, en virtud de la naturaleza misma de los pasos que tienes que dar con Él.

No es lo mismo, "poseer", que "tener". Para el ego, poseer, se convierte en uno de los pilares que sustenta su sistema de pensamiento. Su identidad se refuerza bajo la creencia en lo que posee. Sin el sentimiento de posesión, el ego proyecta esa necesidad como una carencia y sus acciones se movilizan en pos de sus deseos de posesión, para lo cual, no duda en utilizar todo su arsenal de artimañas para arrebatarle sus pertenencias a los demás, con el fin de asegurar su subsistencia y de sentirse más poderoso.

Ya hemos visto en un anterior punto la igualdad existente entre "tener" y "ser".

El Espíritu Santo nos revela que somos portadores de luz, pues somos luz. La capacidad de extender esa luz procede de la propia cualidad de la luz, la cual es creadora. Desde ese punto de vista, tenemos luz, porque somos luz. Tenemos la capacidad de extender la luz, pues ser y tener se funden en una misma ecuación, cuyo resultado es ser consciente de nuestra divinidad.

6. Aprendes primero que tener se basa en dar, y no en obtener. 2Luego aprendes que aprendes lo que enseñas, y que quieres aprender a estar en paz. 3Ésta es la condición necesaria para poder identificarte con el Reino, puesto que es la condición del Reino. 4Has creído estar fuera del Reino, y, como consecuencia de ello, te has excluido a ti mismo de él en tu pensamiento. 5Es esen­cial, por lo tanto, enseñarte que no puedes sino estar incluido en el Reino, y que lo único que debes excluir es la creencia de que no estás incluido en él.

Podemos percibir este mundo temporal y vivir en el estado espiritual del Reino. Esto es posible porque nuestros ojos se han abierto a la realidad que somos, seres espirituales, portadores de luz, en un escenario en el que esa luz ha quedado oculta en espera de ser descubierta.

Cuando esa luz es nuestro faro, dejaremos de naufragar una y otra vez en las oscuras aguas de nuestros deseos de posesión. Caminaremos por este mundo ligeros de equipaje y con la certeza de que nuestro mayor valor es lo que somos, luz y amor.

7. El tercer paso, por consiguiente, es un paso de protección para tu mente, pues te permite identificarte sólo con el centro, donde Dios erigió el altar a Sí Mismo. 2Los altares son creencias, pero Dios y Sus creaciones están más allá de toda creencia, ya que están más allá de cualquier duda. 3La Voz que habla en favor de Dios lo hace únicamente en nombre de las creencias que están más allá de toda duda, lo cual te prepara para llegar a estar libre de dudas, mientras tu creencia en Dios y Su Reino se vea asal­tada por cualquier duda, lo que Él ha logrado perfectamente no será evidente para ti. 5Por eso es por lo que debes mantenerte alerta en favor de Dios. 6El ego habla contra Su creación, y, por lo tanto, engendra dudas. 7No podrás ir más allá de las creencias hasta que no creas plenamente.

Creer plenamente es la firme decisión de nuestra voluntad de servir únicamente a la Luz, para lo cual, nuestra consciencia permanecerá alerta en cada presente de nuestra eterna existencia.

8. Enseñar a toda la Filiación sin hacer excepciones demuestra que percibes su plenitud y que has aprendido que es una. 2Ahora tie­nes que estar alerta para mantener su unicidad en tu mente por­que si dejas que te asalte la duda, perderás la conciencia de su plenitud y serás incapaz de enseñarla. 3La plenitud del Reino no depende de tu percepción, pero tu conciencia de su plenitud sí. 4Sólo tu conciencia necesita protección, puesto que el estado de ser no puede ser atacado. 5No obstante, no podrás experimentar una auténtica sensación de que existes mientras sigas teniendo dudas con respecto a lo que eres. 6Por eso es por lo que es esencial que te mantengas alerta. 7No permitas que entre en tu mente nin­guna duda acerca de tu existencia o, de lo contrario, no podrás saber con certeza lo que eres. 8La certeza es el regalo que Dios te hace. 9La verdad no requiere vigilancia, pero las ilusiones sí.

Me quedo con la frase: "No permitas que entre en tu mente nin­guna duda acerca de tu existencia o, de lo contrario, no podrás saber con certeza lo que eres".

9. La verdad está exenta de ilusiones y, por lo tanto, mora dentro  del Reino. 2Todo lo que está fuera del Reino es ilusorio. 3Cuando desechaste la verdad te percibiste a ti mismo como desprovisto de ella. 4Al concebir otro reino al que atribuiste valor, no mantuviste en tu mente sólo el Reino de Dios, y, de esta manera, excluiste parte de tu mente de él. 5Lo que inventaste ha aprisionado tu voluntad, y ha hecho enfermar tu mente, que ahora tiene que ser sanada. 6Mantenerse alerta contra esta enfermedad es la manera de sanarla. 7Una vez que tu mente haya sanado, irradiar salud, y, de este modo, enseñará lo que es la curación. 8Esto te consagrará como un maestro que enseña lo mismo que yo. 9Yo tuve que mantenerme tan alerta como tú tienes que hacerlo ahora, y aquellos que eligen enseñar lo mismo tienen que estar de acuerdo con respecto a lo que creen.

En este punto, queda explicado de manera resumida, las causas que nos han llevado a desconectarnos de la Mente de Dios y a sustituir esa conexión con una dimensión distinta, así como, el camino de retorno que nos conducirá a conectar nuevamente con la Fuente que nos Creó.

10. El tercer paso, por lo tanto, es una afirmación de lo que quieres creer, y requiere que estés dispuesto abandonar todo lo demás. 2Si sigues al Espíritu Santo, Él te capacitará para que des este paso. 3Tu vigilancia es señal de que quieres que Él te guíe. 4La vigilancia requiere esfuerzo, pero sólo hasta que aprendas que el esfuerzo en sí es innecesario. 5Has realizado enormes esfuerzos por conser­var lo que inventaste porque no es verdad. 6Por lo tanto, ahora tienes que canalizar todos tus esfuerzos contra ello 7Sólo  esto puede eliminar la necesidad de tener que esforzarte, e invocar al Ser que tienes y que eres. 8Este reconocimiento no requiere ningún esfuerzo por tu parte, puesto que ya es verdad, ni tampoco necesita protección. 9Descansa en la perfecta seguridad de Dios. 10Por lo tanto, la inclusión es total y la creación no tiene límites.

¡Qué así sea!

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 103

LECCIÓN 103

Dios, al ser Amor, es también felicidad.


1. La felicidad es un atributo del amor. 2No se puede separar de él 3ni experimentarse donde éste no está. 4El amor no tiene límites, al estar en todas partes. 5La dicha, por consiguiente, está asimismo en todas partes. 6Mas la mente puede negar que esto es así, al creer que hay brechas en el amor por donde el pecado puede infil­trarse y acarrear dolor en lugar de dicha. 7Esta absurda creencia pretende limitar la felicidad al definir al amor como algo limitado, e introducir desacuerdo en lo que no tiene límites ni opuestos.

2. De este modo, se asocia el miedo con el amor, y sus resultados se convierten en el patrimonio de aquellas mentes que piensan que lo que han hecho es real. 2Estas imágenes, desprovistas de toda realidad, dan testimonio del temor a Dios, olvidándose de que, al ser Dios Amor, tiene que ser también dicha. 3Hoy tratare­mos nuevamente de llevar este error básico ante la verdad y de enseñarnos a nosotros mismos que:

4Dios, al ser Amor, es también felicidad. 

5Tener miedo de Él es tener miedo de la dicha.

6Comienza tus sesiones de práctica de hoy con esta asociación que corrige la falsa creencia de que Dios es miedo. 7Subraya asi­mismo que la felicidad es tu patrimonio por razón de lo que es Él.

3. Permite hoy que esta corrección sea colocada en tu mente en cada hora de vigilia. 2Da la bienvenida entonces a toda la felici­dad que dicha corrección brinda a medida que la verdad reem­plaza al miedo, y la dicha se convierte en lo que esperas ha de ocupar el lugar del dolor. 3Dado que Dios es Amor, se te conce­derá. 4Refuerza esa esperanza a menudo a lo largo del día, y aca­lla todos tus temores con la siguiente expresión de certeza, la cual es benévola y completamente cierta:

5Dios, al ser Amor, es también felicidad.

6Y la felicidad es lo que busco hoy.

7No puedo fracasar, pues lo que busco es la verdad.


¿Qué me enseña esta lección?

Cuando siembro Amor, el fruto que cosecho es la felicidad. De esta relación causa-efecto, deduzco, que la felicidad no es una cuestión de azar, sino que es la consecuencia directa de una expresión de la Voluntad dirigida hacia la acción de Amar.

El Amor es el lenguaje con el que se expresa nuestro verdadero Ser. Es una expresión que se destila de la Mente Una. Una mente que cree estar separada del resto de las mentes, es una mente que sirve al error. Ese tipo de mente, piensa que Dios es algo externo a nosotros y siente temor a ser víctima de la Justicia Divina, pues participa de la creencia del pecado, de la culpa y del castigo como única vía de redención.

Sin embargo, esa creencia es fruto de la ignorancia del ego, el cual ha fraguado un sistema de creencias que le lleva a sentir verdadero pánico del único camino que pudiera poner en entredicho su credibilidad, su existencia, el del Amor. Amar, perdonar, le deja sin argumentos, pues sus pilares se asientan en la culpa, en el miedo, en la necesidad, en el sufrimiento, en el sacrificio.

La verdadera felicidad no podemos sustentarla en los logros que recibimos del mundo material, pues al ser estos efímeros, la felicidad también lo sería. La verdadera felicidad forma parte de nuestra realidad, pues el Amor es la condición de nuestro Ser.


Ejemplo-Guía: ¿Estás dispuesto a vivir sin miedos?

Si tu respuesta es afirmativa, entonces, lo primero que debes saber es que tu verdadero Ser no es de este mundo. No, no confundas esta afirmación, con la posibilidad de que seas un extraterrestre, un mensajero intergaláctico perteneciente a otro planeta vecino. Tampoco pienses, que he perdido la razón y estoy desvariando. Aún, creo que conservo la cordura.

¿Entonces qué significado tiene lo que digo? ¿Qué quiero decir cuando manifiesto que nuestro verdadero Ser no es de este mundo? Sencillamente, que nuestra verdadera realidad no es el cuerpo que percibimos. Nuestra verdadera esencia es Espiritual y tiene su Fuente en Su Creador, en Dios. El cuerpo, es un vehículo transitorio que nos permite adquirir experiencias en el plano denso, en el mundo de las formas, en el mundo de la percepción, el mismo que permite a la mente expresarse en su manifestación individualizada, dando expresión al ego.

Esta afirmación es de vital importancia a la hora de vivir la vida. Si no sabemos realmente quiénes somos, cómo vamos a saber cuál es nuestra función en la existencia. Para mí, este punto de partida, es la piedra angular donde levantar el edificio de la verdad.

Si tengo la certeza de que soy Espíritu, un Santo Hijo de Dios, libre de toda limitación, la vida será una fuente de inspiración donde expandir mi condición divina a través de mi esencia verdadera, el Amor. Esta certeza me permite gozar de la Felicidad, pues la Felicidad es un atributo del Amor.

Ahora bien, si mi visión sirve a la mente dual, la que basa sus argumentos en la creencia en la separación, en el pecado y en la culpabilidad, entonces soy un fiel servidor del miedo, con lo cual, todos mis intentos de gozar de la felicidad serán vanos, pues la propia semilla del miedo carece de la fortaleza precisa para hacer que disfrutemos del fruto de la felicidad.

Todas las Lecciones del Curso de Milagros, así como toda la literatura expuesta en el Texto, podría resumirse en este punto de partida. Tener la certeza de quiénes somos y actuar en consecuencia, con la total confianza de que somos Uno con el Creador y con la Filiación, nuestros hermanos en evolución.

A partir de esa certeza, aun experimentando en el mundo del sueño, en el mundo de la percepción, tendremos el entendimiento que nos permita que somos los soñadores de nuestros sueños. Ello favorece el estado mental de la aceptación, de la fe, o lo que es lo mismo, de la confianza y del compromiso. La felicidad forma parte de nuestra esencia. Viviremos todo tipo de vivencias, pero nuestra mente ya no las juzgarás desde la dualidad, estas son buenas, estas otras son malas. Ya no calificaremos a las vivencias buenas como portadoras de felicidad y a las malas como portadoras de sufrimiento. Ya no otorgamos ese poder a las circunstancias externas, sino que elegimos vivir desde el empoderamiento, desde el endiosamiento, lo que quiere decir, que utilizamos la fuerza de la voluntad para dirigir nuestras elecciones y apostar por vivir la vida tal y como es.

¿Estás dispuesto a vivir sin miedos? Ama sin miedos, desde la libertad.

Reflexión: ¿Crees que la felicidad tiene algo que ver con el amor? ¿Se puede ser feliz sin amor?

jueves, 11 de abril de 2024

Capítulo 6. V-B. Para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es.

 B. Para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es.


1. Los que creen en la separación tienen un miedo básico a las represalias y al abandono. 2Creen en el ataque y en el rechazo, de modo que eso es lo que perciben, lo que enseñan y lo que apren­den. 3Estas ideas descabelladas son claramente el resultado de la disociación y la proyección. 4Eres lo que enseñas, pero es evidente que puedes enseñar incorrectamente, y, por consiguiente, te pue­des enseñar mal a ti mismo. 5Muchos pensaron que yo les estaba atacando, aunque es evidente que eso no era cierto. 6Un alumno desquiciado aprende lecciones extrañas. 7Lo que tienes que reco­nocer es que cuando no compartes un sistema de pensamiento, lo debilitas. 8Los que creen en él perciben eso como un ataque contra ellos. 9Esto se debe a que cada uno se identifica con su propio sistema de pensamiento, y todo sistema de pensamiento se centra en lo que uno cree ser. 10Si el núcleo del sistema de pensamiento es cierto, lo único que puede extenderse desde él es la verdad. 11Pero si lo que se encuentra allí es una mentira, lo único que puede proceder de él son engaños.

Sin pensamientos disociados de la Mente del Creador, del Amor, no existiría la creencia en la separación, en el miedo, en las represalias y en el abandono. No habría culpa que redimir, ni pecado que purificar.

Si tenemos pensamientos disociados de la Mente Divina, es porque creemos que es posible crear fuera del Reino de Dios, y, si esto es así, si lo creemos, lo enseñamos y lo aprendemos.

2. Los buenos maestros se dan cuenta de que sólo los cambios fundamentales son duraderos, mas no comienzan en ese nivel. 2Su primer objetivo -y el más importante- es fortalecer en el estu­diante el deseo de cambiar. 3Ese es asimismo no sólo su último objetivo sino también su objetivo final. 4Lo único que el maestro tiene que hacer para garantizar el cambio es estimular en el alumno su deseo de cambiar. 5Cambiar de motivación es cambiar de mentalidad, y esto inevitablemente produce un cambio funda­mental, ya que la mente es fundamental.

La motivación tiene el poder de movilizar la fuerza de la voluntad. En la motivación que mueva nuestra voluntad, es decir, en la dirección en la que la encaucemos, servirá a la luz o la oscuridad, al Ser o al ego, al Amor o al miedo, a la Dicha o al sufrimiento.

No es una labor fácil la del maestro, la de inspirar al estudiante para que cambie la dirección de su motivación, de su voluntad. 

Recuerdo un pasaje que leí hace ya tiempo, que bien pudiera ayudarnos a comprender este punto:

"Un joven fue a ver un sabio cierto día y le preguntó: señor, ¿qué debo hacer para convertirme en un sabio? El sabio no contestó. El joven, después de haber repetido su pregunta cierto número de veces con parecido resultado, lo dejó y volvió al siguiente día con la misma demanda. No obtuvo tampoco contestación alguna, y entonces volvió por tercera vez y repitió su pregunta: señor, ¿qué debo hacer para convertirme en un sabio?  

Finalmente, el sabio lo atendió y se dirigió a un río que por allí corría. Entró en el agua llevando al joven de la mano. Cuando alcanzaron cierta profundidad, el sabio se apoyó en los hombros del joven y lo sumergió en el agua, a pesar de sus esfuerzos para desasirse de él. Al fin lo dejó salir, y cuando el joven hubo recuperado el aliento, el sabio interrogó:  

- Hijo mío, cuando estabas bajo el agua, ¿qué era lo que más deseabas?  

Sin vacilar contestó el joven: aire, quería aire.  

- ¿No hubieras preferido mejor, riquezas, placeres, poderes o amor? ¿No pensaste en ninguna de esas cosas?  

- No señor, deseaba aire y solo pensaba en el aire que me faltaba - fue la inmediata respuesta.  

- Entonces -dijo el sabio-, para convertirte en un sabio debes desear la sabiduría con la misma intensidad con que deseabas el aire. Debes luchar por ella y excluir todo otro fin de tu vida. Debe ser tú sola y única aspiración, día y noche. Si buscas la sabiduría con ese fervor, seguramente te convertirás en un sabio".

3.  El primer paso en el proceso de inversión o des-hacimiento es el des-hacimiento del concepto de "obtener. 2La primera lección del Espíritu Santo es por consiguiente: "Para poder tener, da todo a todos". 3Dije que es posible que esto agudice el conflicto tempo­ralmente, y ahora podemos aclarar este punto aún más. 4A estas alturas, todavía no percibes la igualdad que existe entre tener y ser. 5Hasta que no la percibas, tener te parecerá lo opuesto a dar. 6La primera lección, por consiguiente, parece encerrar una contradicción, puesto que la está aprendiendo una mente que está en conflicto. 7Esto quiere decir que hay deseos conflictivos, y, así, la lección no puede aprenderse de manera consistente todavía. 8Lo que es más, la mente del alumno proyecta su propio conflicto, y, por lo tanto, no percibe consistencia en las mentes de los demás, lo cual le hace sospechar de la motivación de éstos. 9Ésa es la verdadera razón de que, desde cualquier punto de vista, la pri­mera lección sea la más difícil de aprender. 10Puesto que aún eres extremadamente consciente del ego en ti mismo y respondes principalmente al ego de los demás, se te está enseñando a que reacciones ante ambos como si lo que realmente crees no fuese verdad.

El sistema de pensamiento en el que se basa el ego está en conflicto con la verdad, con lo real, pues da lugar a una conciencia perceptiva que responde a la creencia en la separación, y en todos los efectos que se derivan de ese acto, la represalia, la culpa, el sentimiento de abandono, etc.

Siendo esto así, desde el conflicto fruto de esa creencia, Ser y tener no se percibe desde la igualdad, y menos aún se participa de la primera lección del Espíritu Santo, "Para poder tener, da todo a todo", es decir, para poder Ser, tenemos que compartir lo que somos, desde la igualdad que nos une en la Santa Filiación del Hijo de Dios.

4. El ego -operando a la inversa como de costumbre- percibe la primera lección como algo demente. 2De hecho, ésa es su única alternativa, pues la otra posibilidad, que sería mucho menos acep­table para él, es obviamente que él es el que es demente. 3En esto, como en todo, los juicios del ego están predeterminados por lo que él es. 4El cambio fundamental tendrá lugar cuando el pensa­dor cambie de mentalidad. 5Mientras tanto, la progresiva claridad de la Voz del Espíritu Santo hace que sea imposible que el alumno no la oiga. 6Por algún tiempo, pues, recibirá mensajes conflictivos y aceptará los dos.

Mientras que la consciencia responda a una mente dual, el proceso de aprendizaje de la verdad, que nos situará en un estado de percepción verdadera, será afrontado desde el conflicto y la mente tendrá que afrontar un proceso de cambio hasta que la voluntad esté al servicio de la Unidad.

5. La manera de escapar del conflicto que surge de dos sistemas de pensamiento que se oponen entre sí consiste claramente en escoger uno y abandonar el otro. 2Si te identificas con tu sistema de pensamiento, lo cual es inevitable, y aceptas dos sistemas de pensamiento que están en total desacuerdo, es imposible gozar de paz mental. 3Si enseñas ambos sistemas, que es lo que probablemente harás mientras los aceptes a los dos, estarás ense­ñando conflicto y también aprendiéndolo. 4Sin embargo, tú deseas la paz, pues, de lo contrario, no habrías invocado a la Voz de la paz para que te ayudase. 5Su lección no es demente, pero el conflicto sí.

En resumen, mientras que estemos sirviendo a dos señores a la vez, no gozaremos de la paz. Recordemos que no se puede dar lo que no se tiene.

6. Entre la cordura y la demencia no puede haber conflictos 2Sólo una de ellas es verdad y, por lo tanto, sólo una de ellas es real. 3El ego trata de persuadirte de que es a  ti a quien le corresponde decidir cuál de ellas es verdad, mas el Espíritu Santo te enseña que la verdad fue creada por Dios, y tu decisión no puede alterarla en absoluto. 4A medida que empieces a comprender el sereno poder de la Voz del Espíritu Santo y Su perfecta consistencia, tu mente se dará cuenta de que estás tratando de revocar una decisión que se tomó irrevocablemente por ti. 5Por eso sugerí anteriormente que te recuerdes a ti mismo permitir que el Espíritu Santo decida en favor de Dios por ti.  

Hemos sido creados de la Verdad y desde la Verdad, pues Dios es la Mente que alberga la Verdad. Por lo tanto, podemos demorar el momento de tomar consciencia de lo que Somos y de lo que tenemos, pero no podemos destruir lo que no hemos creado. 

7. No se te pide que tomes decisiones descabelladas aunque tal vez pienses que eso es lo que se te está pidiendo. 2Sin embargo; creer que es a ti a quien le corresponde decidir lo que son las creaciones de Dios no puede sino ser una locura. 3El Espíritu Santo percibe el conflicto exactamente como es. 4Por consiguiente, Su segunda lección reza así:       

5Para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es.

“Dar y recibir”; “Enseñar y aprender”; “Ser y tener”. Son afirmaciones que se recogen en las enseñanzas del Curso y que forman parte del Sistema de Pensamiento de Dios y de Sus Creaciones. La segunda lección del Espíritu Santo, recoge el contenido del Pensamiento Divino. Para tener paz, o lo que es lo mismo, para Ser paz, enseña paz, es decir, expande lo que eres, para así aprender lo que es, esto es, para así experimentar el Ser.

8. Éste es todavía un paso preliminar; puesto que aún no has equiparado tener con ser. 2Es, no obstante, un paso más avanzado que el primero, que en realidad no es sino el comienzo del proceso de inversión del pensamiento. 3El segundo paso es una afirmación categórica de lo que deseas. 4Es pues, un paso encaminado a liberarte del conflicto, ya que significa que se han considerado las alternativas y se ha elegido la más deseable. 5Con todo, la expresión "más deseable" aún implica que lo deseable tiene diferentes grados. 6Por lo tanto, aunque este paso es esen­cial para poder tomar la decisión fundamental, no es obviamente el último. 7No se ha aceptado todavía la falta de grados de difi­cultad en los milagros porque nada que se desee completamente puede ser difícil. 8Desear completamente es crear, y crear no puede ser difícil si se tiene en cuenta que Dios Mismo té creó para que fueses un creador.

"Desear completamente es crear". El contenido de esta afirmación es esencial, pues no aporta un dato al que hemos hecho referencia en los anteriores puntos de este capítulo. La afirmación podría haber sido: "Desear es crear", pero no lo ha expresado así, sino que ha incluido el término "completamente" y con ello, entiendo que Jesús nos quiere mostrar que la voluntad, la motivación debe ser completa, es decir, debe servir plenamente a la verdad, o lo que es lo mismo, la voluntad cuando sirve a la Unidad Integral, da lugar a un acto creador. 

En cambio, si la motivación no consigue que la voluntad sirva a la unidad, sino que sirve a una creencia dual, entonces el acto al que da lugar, será la proyección y la fabricación de lo ilusorio.

9. El segundo paso, por lo tanto, es todavía perceptivo, si bien es un paso gigantesco hacia la percepción unificada que refleja el conocimiento de Dios. 2Al dar este paso y seguir en esa dirección, estarás avanzando hacia el centro de tu sistema de pensamiento, donde tendrá lugar el cambio fundamental. 3En el segundo paso  el progreso es intermitente, pero el segundo paso es más fácil qué el primero porque es el que le sigue. 4Darse cuenta de que este paso no puede sino seguir al primero es señal de una creciente conciencia de que el Espíritu Santo te guiará en tu camino.

Si el Ser es Unidad, es Paz, y el Ser es igual que tener, cuando enseñamos lo que somos, lo que tenemos, estamos aprendiendo a conocer lo que somos y al mismo tiempo, lo que tenemos.