sábado, 9 de septiembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 252

LECCIÓN 252

El Hijo de Dios es mi Identidad.

1. La santidad de mi Ser transciende todos los pensamientos de santidad que pueda concebir ahora. 2Su refulgente y perfecta pureza es mucho más brillante que cualquier luz que jamás haya contemplado. 3Su amor es ilimitado, y su intensidad es tal que abarca dentro de sí todas las cosas en la calma de una queda certeza. 4Su fortaleza no procede de los ardientes impulsos que hacen girar al mundo, sino del Amor ilimitado de Dios Mismo. 5¡Cuán alejado de este mundo debe estar mi Ser! aY, sin embargo, ¡cuán cerca de mí y de Dios!

2. Padre, Tú conoces mi verdadera Identidad. 2Revélamela ahora a mí que soy Tu Hijo, para que pueda despertar a la verdad en Ti, y saber que se me ha restituido el Cielo.

¿Qué me enseña esta lección?

Todos los días, al levantarme, el primero de mis pensamientos es de agradecimiento a Dios por concederme la luz necesaria para hacerme consciente de lo que Soy realmente. Para mí, es de vital importancia repetir este pensamiento cada día y tratar de mantenerlo vivo a lo largo del resto de la jornada, pues tengo la certeza de que la repetición irá calando profundamente hasta conseguir vivir el instante con plena consciencia de Dios en mí.

Soy consciente de las limitaciones y artimañas que utiliza el ego, para convencernos de que estamos perdiendo en tiempo en la búsqueda de una nueva identidad. Es comprensible de que esto sea así, pues el ego sabe que el despertar del sueño de la ilusión nos llevará a renunciar a seguir su control y hegemonía, lo que significa su no existencia.

¡Padre!, Soy tu santo Hijo. Hoy reclamo mi herencia. Qué mi voluntad sea hacer Tu Voluntad; qué mi amor sea expandir Tu Amor y qué mi pensamiento no tenga otro propósito que expresar la Unidad que emana de Tu Mente!
¡Qué así sea!

Ejemplo-Guía: "¿Quién es el Hijo de Dios?

Para muchos estudiantes, al principio, no les queda claro quién es el Hijo de Dios. ¿Es cristo el Hijo de Dios? ¿Somos nosotros el Hijo de Dios? 

No menos interesantes, son las dudas que nos plantea el acto pecaminoso imputado al Hijo de Dios y que se convierte en la piedra angular en la que se sustenta nuestro actual sistema de creencias.

Vamos a analizar algunos mensajes extraídos en el Texto con el propósito de arrojar luz sobre estas cuestiones.


"El Hijo de Dios incluye tanto al Padre como al Hijo porque es a la vez Padre e Hijo".



"Cristo es el Hijo de Dios que no está en modo alguno separado de Su Padre y cuyos pensamientos son tan amorosos como el Pensa­miento de Su Padre, mediante el cual fue creado".


Si el Hijo de Dios, es el fruto de Su Creación, una extensión de Su Mente -como nos lo expresa el Curso-, es lícito pensar que el Hijo incluya al Padre. Igualmente, lícito, es pensar que si Cristo es el Hijo de Dios, y el Hijo de Dios incluye tanto al Padre como al Hijo, Padre-Cristo-Hijo forman una Unidad inseparable.

Cada Hijo de Dios es uno en Cristo porque su ser está en Cristo, al igual como el de Cristo está en Dios. 

¿Un poco confuso? En apariencia, tan solo. La redacción del Curso, en ocasiones, da lugar a pensar que cuando se está haciendo alusión al Hijo de Dios y a Cristo, está refiriéndose a dos entidades separadas. Pero no es así. Cristo, es el Arquetipo -por utilizar un término simbólico- del Pensamiento Amoroso de Dios. El Hijo de Dios, creado de ese Pensamiento Amoroso, ha olvidado que lo es, mientras que ha dado lugar a un Pensamiento falso, que le ha llevado a creerse, ilusoriamente, pecador y como consecuencia de esa visión velada, como culpable de haber transgredido la confianza de Su Creador.

 No en vano el Curso nos advierte: "No te engañes con respecto al Hijo de Dios, pues, si lo haces, no podrás sino engañarte inevitablemente con respecto a ti mismo. Y al enga­ñarte con respecto ti mismo te engañarás con respecto a tu Padre, para Quien cualquier engaño es imposible".

El Hijo de Dios cree estar perdido en la culpabilidad, solo en un mundo tenebroso donde el dolor le acosa por todas partes desde el exterior. Cuando haya mirado en su interior y haya visto la radiante luz que allí se encuentra, recordará cuánto lo ama su Padre. Y le parecerá increíble que jamás hubiese podido pensar que su Padre no le amaba y que lo condenaba. En el momento en que nos demos cuenta de que la culpabilidad es una locura totalmente injustificada y sin ninguna razón de ser, no tendremos miedo de contemplar la Expiación y de aceptarla totalmente.

La traición que el Hijo de Dios cree haber cometido sólo tuvo lugar en ilusiones, y todos sus "pecados" no son sino el producto de su propia imaginación. Su realidad es eternamente inmacu­lada. El Hijo de Dios no necesita ser perdonado, sino despertado. En sus sueños se ha traicionado a sí mismo, a sus hermanos y a su Dios. Mas lo que tiene lugar en sueños no tiene lugar real­mente.

Un Curso de Milagros, nos revela: "El Espíritu Santo mantiene a salvo la visión de Cristo para cada Hijo de Dios que duerme. En Su visión el Hijo de Dios es per­fecto y Él anhela compartir Su visión contigo. El Espíritu Santo te mostrará el mundo real porque Dios te dio el Cielo. A través del Espíritu Santo, tu Padre exhorta a Su Hijo a recordar. El des­pertar de Su Hijo da comienzo cuando él empieza a invertir en el mundo real, lo cual le permite aprender a re-invertir en sí mismo. Pues la realidad es una con el Padre y con el Hijo, y el Espíritu Santo bendice el mundo real en Nombre de los Dos".
"Contempla al Hijo de Dios, observa su pureza y per­manece muy quedo. Contempla serenamente su san­tidad, y dale gracias a su Padre por el hecho de que la culpabilidad jamás haya dejado huella alguna en él.

Reflexión: La Verdad es que soy el Hijo de Dios.

viernes, 8 de septiembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 251

¿Qué es el pecado?

1. El pecado es demencia. 2Es lo que hace que la mente pierda su cordura y trate de que las ilusiones ocupen el lugar de la verdad. 3Y al estar loca, la mente ve ilusiones donde la verdad debería estar y donde realmente está. 4El pecado dotó al cuerpo con ojos, pues, ¿qué iban a querer contemplar los que están libres de pecado? 5¿Para qué iban a querer la vista, el sonido o el tacto? 6¿Qué iban a querer oír o intentar asir? 7¿Qué necesidad iban a tener de los sentidos? 8Usar los sentidos es no saber. 9Y la verdad sólo se compone de conocimiento y de nada más.

2. El cuerpo es el instrumento que la mente fabricó en su afán por engañarse a sí misma. 2Su propósito es luchar. 3Mas el objetivo por el que lucha puede cambiar. 4Y entonces el cuerpo lucha por otro objetivo. 5Lo que ahora persigue lo determina el objetivo que la mente ha adoptado para sustituir a la meta de engañarse a sí misma que antes tenía. 6La verdad puede ser su objetivo, tanto como las mentiras. 7Y así, los sentidos buscarán lo que da fe de la verdad.

3. El pecado es la morada de las ilusiones, las cuales representan únicamente cosas imaginarias procedentes de pensamientos fal­sos. 2Las ilusiones son la "prueba" de que lo que no es real lo es. 3El pecado "prueba" que el Hijo de Dios es malvado, que la intem­poralidad tiene que tener un final y que la vida eterna sucumbirá ante la muerte. 4Y Dios Mismo ha perdido al Hijo que ama, y de lo único que puede valerse para alcanzar Su Plenitud es la corrup­ción; la muerte ha derrotado Su Voluntad para siempre, el odio ha destruido el amor y la paz ha quedado extinta para siempre.

4. Los sueños de un loco son pavorosos y el pecado parece ser ciertamente aterrador. 2Sin embargo, lo que el pecado percibe no es más que un juego de niños. 3El Hijo de Dios puede jugar a haberse convertido en un cuerpo que es presa de la maldad y de la culpabilidad, y a que su corta vida acaba en la muerte. 4Mien­tras tanto, su Padre ha seguido derramando Su luz sobre él y amándolo con un Amor eterno que sus pretensiones no pueden alterar en absoluto.

5. ¿Hasta cuándo, Hijo de Dios, vas a seguir jugando el juego del pecado? 2¿No es hora ya de abandonar esos juegos peligrosos? 3¿Cuándo vas a estar listo para regresar a tu hogar? 4¿Hoy quizá? 5El pecado no existe. 6La creación no ha cambiado. 7¿Deseas aún seguir demorando tu regreso al Cielo? 8¿Hasta cuándo, santo Hijo de Dios, vas a seguir demorándote, hasta cuándo?


LECCIÓN 251

No necesito nada más que la verdad

1. Busqué miles de cosas y lo único que encontré fue desconsuelo. 2Ahora sólo busco una, pues en ella reside todo lo que necesito, y lo único que necesito. 3Jamás necesité nada de lo que antes bus­caba, y ni siquiera lo quería. 4No reconocía mi única necesidad. 5Pero ahora veo que solamente necesito la verdad. 6Con ella todas mis necesidades quedan satisfechas, mis ansias desaparecen, mis anhelos se hacen finalmente realidad y a los sueños les llega su fin. 7Ahora dispongo de todo cuanto podría necesitar. 8Ahora dis­pongo de todo cuanto podría querer. 9Y ahora, por fin, me encuen­tro en paz.

2. Y por esa paz, Padre nuestro, te damos gracias. 2Lo que nos negamos a nosotros mismos, Tú nos lo has restituido, y ello es lo único que en verdad queremos.


¿Qué me enseña esta lección?

El Hijo de Dios, no puede renunciar a su Esencia, a lo que, verdaderamente, Es. Puede demorar el encuentro consciente con su Padre, pero retornará a su hogar, al igual como lo hizo el “hijo pródigo” en la parábola de Jesús.

El Hijo de Dios, gozaba de la Abundancia Divina antes de decidir fabricar su propia realidad. Ese acto, propio de quien goza del Libre Albedrío para crear, le impulsó a buscar la verdad a través de la percepción de los sentidos, lo que le llevó a prestar atención a un mundo ilusorio y temporal.

La identificación con ese mundo transitorio, propició la creencia en el pecado, al sustituir, por propia iniciativa, el Amor por el miedo; la Unidad por la separación; la Abundancia por la escasez; la Dicha por el castigo; la Alegría por el sufrimiento; la Vida por la muerte; la eternidad por lo temporal; el Espíritu por el cuerpo.

Pero el pecado, al igual como el cuerpo, es una fabricación del ego; ambos, son manifestaciones propiciadas por la proyección de la mente en el mundo de las formas, interpretando esa visión como la verdad.

Desde ese instante, el Hijo de Dios, no ha cesado de buscar en el mundo físico lo que echa de menos de su verdadera patria: la felicidad, la alegría, la libertad… Pero, en la medida que aumenta sus esfuerzos por atrapar estos estados del Alma, en la misma medida, comprueba con desolación que se aleja de ellas, pues, el mundo de la ilusión no puede aportarle ni un ápice de la Verdad.

Para acceder a la Verdad, tan sólo debemos despojarnos de los ropajes del ego, de sus falsas creencias, de sus ilusiones y ceder el mando de nuestras vidas, al Espíritu que habita en nuestro interior. Orientar nuestra mente al servicio de ese Espíritu, conlleva hacer consciente la Unidad y el Amor.

Ejemplo-Guía: "¿Es esto verdad?

Recuerdo, que al comienzo de haber emprendido el estudio del Curso, experimenté una profunda crisis de creencias. Todas mis verdades, las que hasta ese momento me habían aportado un escenario en el que me sentía con cierta seguridad, saltaron por los aires. El suelo que pisaba a partir de ese momento era poco seguro y estable. No era un novato en lo relacionado con el mundo espiritual. Llevaba años estudiando en diferentes corrientes iniciáticas, y a pesar de ello, lo que más me conmovió, fue conocer que el mundo que había percibido como realidad, no lo era. Qué ese mundo, cuya creación otorgaba al Creador, era una fabricación del Hijo de Dios. Qué nada de lo que veía, significaba nada.

Toda una invitación para una mente buscadora e inquieta.

En el presente actual, he logrado renovar el archivo donde deposito mis verdades. Ahora, me relaciono de una manera amistosa con esos nuevos conceptos. Al estudiar la Lección de hoy, he comprendido que es importante cuestionar lo que es verdad de lo que no lo es. Las enseñanzas del Curso nos lo pone claro desde el principio. El mundo que percibimos y que hemos creído real, no lo es. 

Si no tenemos la certeza de dicha afirmación, si en nuestro sistema de creencia, aún  podemos encontrar algún resquicio que haga real este mundo, entonces entraremos en conflicto interno, situación ésta muy incómoda.

He elegido este ejemplo como guía, pues he podido visualizar cada situación como una oportunidad que nos brinda la posibilidad de elegir poner en duda nuestras creencias, nuestras firmes verdades.  Imaginemos que vas conduciendo y que al llegar a un stop, un coche te golpea en la parte trasera de tu vehículo. Si hacemos realidad la experiencia, todos tus resortes emocionales se dispararán y responderás de forma exaltada. El resultado de la experiencia suele acabar con una profunda sensación de disgusto y tristeza. Pero, tienes a tu alcance una opción diferente. Si eliges no hacer real la experiencia; si trasciende la propia experiencia y te dices que todo es una ilusión fabricada por tu mente, entonces te sitúas en una nueva dimensión, en la que puedes elegir no sufrir, no trasladar la emoción (ojo no por represión) al nivel del dolor.

A veces he defendido la creencia que la verdad no es una, sino que existen tantas verdades como mentes. Pero hoy pienso que estaba equivocado. Que esa visión era válida cuando interpretaba el mundo desde la visión del ego. La Verdad tan solo es una y la condición que la caracteriza, es que tiene la propiedad de no cambiar. Este significado queda recogido en uno de los significados que se detalla en el Diccionario para el concepto verdad.

Me gustaría compartir con vosotros, las reflexiones que recogí en un artículo que se encuentra publicado en mi Blog "Aprendiendo Un Curso de Milagros" y que titulé "¿Es el mundo físico real?". 

Os dejo el enlace: 
http://aprendiendouncursodemilagros.blogspot.com.es/2015/02/es-el-mundo-fisico-real.html

Reflexión: ¿Cuál es la Verdad?

jueves, 7 de septiembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 250

LECCIÓN 250

Que no vea ninguna limitación en mí.

1. Permítaseme contemplar al Hijo de Dios hoy y ser un testigo de su gloria. 2Y que no trate de empañar la santa luz que mora en él y ver su fuerza menoscabada y reducida a la fragilidad; que no perciba en él las deficiencias con las que atacaría su soberanía.

2. Él es Tu Hijo, Padre mío. 2Y hoy quiero contemplar su ternura en lugar de mis ilusiones. 3Él es lo que yo soy, y tal como lo vea a él, me veré a mí mismo. 4Hoy quiero ver verdaderamente, para que en este mismo día pueda por fin identificarme con él.

¿Qué me enseña esta lección?

No es fácil, que el ego renuncie a su hegemonía, a su control, sobre nuestra vida. Él se mantiene gracias a que creemos en él, gracias a que decidimos identificarnos con el cuerpo, con lo temporal, con la ilusión.

Hemos podido tomar consciencia de que permanecíamos dormidos, viviendo un sueño que nos parecía real. Podemos decir, que hemos despertado y hemos reconocido que estamos soñando y de que nada cuanto vemos y percibimos en él, es real. Pero, aún así, seguimos soñando y, nos damos cuenta de ello, pues no siempre conseguimos estar a la altura del Camino de Luz que hemos vislumbrado en nuestro recién despertar.

En el plano donde experimentamos la percepción del cuerpo físico, a través de nuestros sentidos, el ego tiene un gran poder. Se mueve como “pez en el agua” y tiene una gran destreza en fabricar fantasías e ilusiones que nos envuelven con sus máximas estrategias: el miedo, la culpa, el castigo, el dolor, el sufrimiento, el sacrificio, la muerte, el tiempo…

Salir de esa maraña de ilusiones, no se consigue intentándolo desde nuestra personalidad egoica. Sería como pedir al fabricante que destruya lo que ha fabricado. Para conseguir salir del laberinto de la ilusión, del error, es preciso dejar nuestros asuntos en manos del Espíritu Santo, pues Él conoce el Plan Integral que debemos realizar y nos ayudará a deshacer todos los errores mentales que nos han mantenido prisioneros de lo ilusorio.

“Espíritu soy. Un Santo Hijo de Dios. Libre de toda limitación. A salvo, sano y pleno. Libre para perdonar. Libre para salvar el mundo”.

Ejemplo-Guía: "Deshaciendo los límites del ego"

Es cuestión de atreverse. A veces, cuando afrontamos un nuevo horizonte, lo vemos tan inaccesible, que esa condición mental de limitación se transforma en nuestro principal obstáculo. Cuántas veces hemos querido superar una situación que nos perjudica y aún sabiendo lo que tenemos que hacer, no lo hacemos por miedo a fracasar, por miedo a no conseguir nuestro objetivo.

Los imposibles, siguen siendo imposibles, hasta que nos proponemos hacer-lo-posible. Todo camino se anda dando un primer paso, o lo que es lo mismo, toda creación comienza con un primer acto de voluntad.

Si aplicamos esta afirmación al ejemplo que he elegido para el desarrollo de esta Lección, podemos decir, que para deshacer los límites que nos impone el ego, es preciso que estemos dispuestos a elegir de nuevo, de una manera firme y certera, en la dirección que ha de permitirnos ver las cosas de otra manera.

Podemos permanecer quejosos de todas las vicisitudes que nos ocurren en la vida y, a pesar de ello, no hacer nada para cambiar el escenario donde se desenvuelve nuestras experiencias. Nos decimos: "deseo que cambie el mundo; deseo que esta situación deje de ser hostil...", pero no hacemos nada para cambiar nosotros. En verdad, no tenemos asumido que nuestra manera de ver las cosas, nuestras creencias, sean la causa que da origen a lo experimentado.

Mientras que continuemos identificándonos con el ego y alimentando su sistema de pensamiento, estaremos dando continuidad a las experiencias de las que nos quejamos como víctimas. Dicho de otro modo más directo, si quieres libertad, libérate mentalmente de todo aquello que te limita. Si quieres amor, libérate del miedo que te oprime y te bloquea. Si quieres paz, deja de castigarte y de condenarte y en lugar de ello, perdona.

El ego ha tenido su protagonismo y ha realizado (está realizando) su cometido a la perfección. Nos ha ofrecido un escenario donde podemos deleitarnos de la belleza de la existencia y sobre todo, un escenario donde hemos podido tomar conciencia de la calidad de nuestras obras y del poder creador de la mente, la cual es capaz de fabricar un mundo ilusorio y dotarle de una falsa realidad.

Los propios límites impuestos por el ego y las leyes que gobiernan su mundo ilusorio, nos ha llevado a recordar nuestra verdadera Esencia, la cual se siente portadora de un ilimitado poder creador. Para el Espíritu no hay límites, pues ha sido creado a Imagen y Semejanza de su Creador, Dios. 

Para actuar en el escenario del ego, en el mundo físico, inspirado por el poder ilimitado del Espíritu, es preciso que, previamente, nos hayamos perdonado y estemos dispuesto a desplegar la fuerza del Amor.  Cuando somos testigos de actos inspirados por el Amor, no siempre lo comprendemos. En ocasiones, incluso llegamos a escandalizarnos y tratamos de acallar esa voz que nos revela que estamos sirviendo a un orden de creencias que debe ser renovado. 

El mismo Jesús, a lo largo de su travesía, protagonizó muchas anécdotas en las que sus actos de amor, fueron motivo de rebeliones y ataques, por entender que estaban violando las leyes mosaicas. Curar un día sábado o perdonar a la adultera, no estaba bien visto, a pesar de ser actos inspirados por el amor.

Es interesante, el poner en práctica la enseñanza de esta Lección.  ¿Qué pasaría en nuestras vidas, si elegimos un día de la semana y decidimos dedicarlo, plenamente, a practicar el amor sin límites?

Reflexión: ¿Cómo entiendes amar sin límites?

miércoles, 6 de septiembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 249

LECCIÓN 249

El perdón pone fin a todo sufrimiento y a toda sensación de pérdida.

1. El perdón nos ofrece un cuadro de un mundo en el que ya no hay sufrimiento, es imposible perder y la ira no tiene sentido. 2El ataque ha desaparecido y a la locura le ha llegado su fin. 3¿Qué sufrimiento podría concebirse ahora? 4¿En qué pérdida se podría incurrir? 5El mundo se convierte en un remanso de dicha, abun­dancia, caridad y generosidad sin fin. 6Se asemeja tanto al Cielo ahora, que se transforma en un instante en la luz que refleja. 7Y así, la jornada que el Hijo de Dios emprendió ha culminado en la misma luz de la que él emanó.

2. Padre, queremos devolverte nuestras mentes. 2Las hemos traicionado, sumido en la amargura y atemorizado con pensamientos de violencia y muerte. 3Ahora queremos descansar nuevamente en Ti, tal como Tú nos creaste.

¿Qué me enseña esta lección?

Cierra los ojos e intenta llevar a tu mente al primer pensamiento que eligió “ver” el mundo físico y abandonar la verdadera Visión que lo mantenía en conexión directa con su Creador.

Ese primer pensamiento sintió la llamada del deseo y dispuso la voluntad al servicio de un impulso que le llevó a querer conocer por sí mismo.

Esa vivencia me recuerda a lo que ocurre con el ser humano cuando alcanza la edad para sentir por sí mismo y para decidir qué rumbo dar a su vida. Es como una recapitulación inscrita en el inconsciente colectivo de la humanidad y que se revive cada vez que alcanzamos la edad en la que degustamos el poder de elegir.

Dejamos atrás un periodo en el que han sido nuestros padres los que han decidido por nosotros, sin embargo, con la pubertad, hemos despertado a la voz de los deseos y sentimientos, los cuales nos invitan a tomar conciencia de nuestra individualidad. Nos descubrimos como seres diferenciados. Observamos que los cuerpos con los que nos identificamos son diferentes unos a otros. 
Mientras que nos encontrábamos en Unión con Dios, todos gozamos de esa unidad. Ahora sin embargo, hemos descubierto la diversidad y experimentamos la separación.

Sí, hemos elegido aprender por nuestra propia vía, pero ocurre que esta decisión nos ha llevado a experimentar el dolor, el miedo, la culpa, la desolación y el sufrimiento.

No es ese el camino que Dios dispuso para nosotros, pero nuestra elección de aprender desconectado de la Guía Divina, nos ha situado en el “camino de la perdición”, el camino de la ilusión, del error.

El perdón, es el antídoto que pone fin a esa vía de sufrimiento, de desesperación, de muerte.

Mantén cerrado tus ojos. Trasládate a ese primer pensamiento que te llevó a la división. Míralo. Tan sólo fue una decisión errónea, pero nunca un pecado. Puedes corregir ese error. Ponlo en manos del Espíritu Santo, pídele Expiación. El corregirá tu mente y podrás ver la rectitud. El perdón disolverá el recuerdo del error y te situará en un contexto nuevo en el que podrás visionar una nueva realidad, pues la Unidad es la puerta que nos conduce a la Plenitud.

Ejemplo-Guía: "Viviendo desde el perdón"

¿Me acompañas? Te preguntarás ¿a dónde? 

Quiero andar el camino que me ha de llevar hasta la Salvación. He de decirte, que dicho camino lo recorreré desnudo, bueno, mi único compañero de viaje se llama perdón. Es muy singular, pues cuando tengo hambre me da de comer; cuando siento sed, me da de beber. Cuando quiero conversación, se convierte en mi contertulio y cuando requiero descanso, se transforma en un confortable colchón que me hace sentir en el mismo Cielo.

Sí, ha sido necesario dejar atrás aquellos viejos ropajes que evocaban viejos recuerdos de sufrimiento., de dolor, de miedos. He dicho adiós, definitivamente, al pasado y le he agradecido su enseñanza, pero ya no la necesito, pues mi alma añora liberarse de las ataduras que me impiden experimentar la eternidad que subyace en cada nuevo presente.

¿Me acompañas? Ya sabes dónde.

¿Cómo lo andaremos? No lo se. Pero pienso que eso no es lo más importante. Lo verdaderamente importante es que hemos elegido andarlo.

Las piedras que encontremos en la senda, serán distintas piedras, pero no te preocupes por su tamaño; no sientas miedo por su aparente realidad, todas ellas, se disuelven cuando las afrontas desde el perdón. ¿No lo crees? Haz la prueba.

Tu "piedra" se llama "la pérdida de un ser muy querido". Sientes un profundo odio por la persona que le ha causado la muerte y crees que no descansarás hasta que el culpable reciba su merecido. Tu mente y tu corazón se alimentan del odio y del deseo de venganza. Has perdido la paz y, ese sentimiento, te impide ser feliz. Piensas que esa "piedra", es tan inmensamente grande, que jamás podrás acompañarme hasta el final del camino.

Recuerda que para andar el camino que nos conduce hasta la Salvación, debemos abandonar nuestros viejos ropajes. Si pretendemos realizar esa travesía con el ropaje del odio y de la venganza, pronto nos agotaremos y abandonaremos la aventura.

Es preciso que en nuestra mente se haya producido una llamada que nos invite a ver las cosas de otra manera. Si seguimos creyendo que somos un cuerpo, todo lo que le ocurra a ese cuerpo, nos producirá dolor, pues pensamos que somos la víctima de lo que le ocurre a ese cuerpo. Pero, cuando alcanzamos a comprender el inmenso poder que tiene nuestra mente para fabricar e imaginar, como por ejemplo, la identidad de un cuerpo, entonces podemos elegir utilizar esa mente para que nos permita ver la verdadera realidad.

Sabemos por las enseñanzas recogidas en el Curso, que no hay grados de dificultad para los milagros. Podemos decir, que no hay grados que diferencien las "piedras" que se convierten en los obstáculos que creemos ver en el camino que nos conduce a la Salvación. 

Reflexión: Perdonar, es vivir en paz.

martes, 5 de septiembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 248

LECCIÓN 248

Lo que sufre no forma parte de mí.

1. He abjurado de la verdad. 2Permítaseme ahora ser igualmente firme y abjurar de la falsedad. 3Lo que sufre no forma parte de mí. 4Yo no soy aquello que siente pesar. 5Lo que experimenta dolor no es sino una ilusión de mi mente. 6Lo que muere, en realidad nunca vivió, y sólo se burlaba de la verdad con respecto a mí mismo. 7Ahora abjuro de todos los conceptos de mí mismo, y de los engaños y mentiras acerca del santo Hijo de Dios. 8Ahora estoy listo para aceptarlo nuevamente como Dios lo creó, y como aún es.

2. Padre, mi viejo amor por Ti retorna, y me permite también amar nue­vamente a Tu Hijo. 2Padre, soy tal como Tú me creaste. 3Ahora recuerdo Tu Amor, así como el mío propio. 4Ahora comprendo que son uno.

¿Qué me enseña esta lección?

"Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa..." Estas palabras forman parte del Acto Penitencial, oración que con frecuencia, utiliza la iglesia católica en sus actos religiosos.

Cuanto dolor encierran. Aún recuerdo el gesto que acompaña su expresión, un triple golpe en el pecho a la altura del corazón, se convierte en nuestra sufrida declaración de que somos indignos pecadores, temerosos de ir a un infierno incandescente, si no conseguimos redimir nuestros pecados con el sacrificio y el dolor.

Qué fácil le resulta al ego mantenernos prisioneros del error. Qué fácil es para él, responder al ataque, con ira, con odio, con venganza. Qué fácil resulta juzgar aquello que no aceptamos de nosotros mismos.

Nuestra voluntad nos ha llevado a renunciar a la verdad y en su lugar, hemos fabricado un mundo de certezas basadas en la ilusión, a las cuales le hemos dado la condición de la verdad.

Nuestra mente se encuentra demasiado ocupada en dar respuestas y buscar soluciones a los múltiples problemas y preocupaciones planteados por el mundo en el que cree vivir. Se encuentra tan sometida al miedo a perder, a la escasez, que no encuentra un solo segundo de paz, de sosiego, de quietud.

El sufrimiento se ha convertido en el modo de vida que caracteriza nuestra existencia. Desde que nacemos, nos enseñan que para ser alguien en la vida, hay que sacrificarse y sufrir para hacernos fuertes. El sufrimiento, parece satisfacer el apetito vengativo de Dios.

Pero nada, por lo que actualmente sufrimos, es real. Somos Hijos del Amor, creados por Amor, y el Amor no puede abandonarnos en manos del sufrimiento y del sacrificio.

Ha sido nuestra creencia en que nos encontramos desconectados de la Gracia de nuestro Creador, de que somos pecadores merecedores de castigo, lo que nos  ha llevado a pensar que el sacrificio nos abrirá las puertas del Cielo y nos purificará de nuestros pecados.

Debemos tener la plena certeza de que Dios nos proveerá de todo cuanto necesitemos, pero para ello, debemos abrir nuestra consciencia y permitir que Él habite en ella.


Ejemplo-Guía: "Entre el sufrimiento y la felicidad, ¿qué eliges?

Lo plantearé de otra manera. Entre el cuerpo y el Espíritu, ¿qué eliges?

No es necesario decirlo más alto. Está lo suficientemente claro. Es tan directo y, al mismo tiempo, sencillo, que tanta claridad nos aturde.

¿Te tambaleas? ¿Y si fuera verdad la afirmación de que no somos aquello con lo que nos hemos estado identificando hasta ahora? ¿Y si fuera verdad de que el ser que cree sufrir no es real, de que todo es fruto la mente del pensante?

Es lógico, aunque irreal, de que nos tambaleemos cuando, lo que hemos llamado real, nuestras seguridades, nuestras creencias, nuestras posesiones, desaparezca de nuestra mente. ¿Qué será de nosotros?

Alegrémonos, pues nuestro verdadero soporte, no nos ha abandonado nunca. Su Presencia es una Vía de felicidad, a diferencia, como nuestro antiguo soporte, el mundo material, causante permanente de sufrimiento y dolor.

Con Dios y con Su Filiación, nada nos faltará. No hay necesidad de protegernos por miedo a ser atacado. No recelo al dar por miedo a perder. No hay culpa, pues no existe la creencia en el pecado. No hay enfermedad, no hay muerte, no hay tiempo, no hay límites, pues nuestra presencia es la eternidad y es la verdadera vida.

¿Qué vamos a elegir, entre el sufrimiento y la felicidad¿ ¿Qué vamos a elegir, entre el cuerpo y el Espíritu? ¿Entre la ilusión y la verdad? ¿Entre el miedo y el Amor? ¿Entre el pecado y la inocencia? ¿Entre la escasez y la abundancia?

Reflexión: Cuando creas a un hijo, ¿no lo harías invulnerable al sufrimiento? 

lunes, 4 de septiembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 247

LECCIÓN 247

Sin el perdón aún estaría ciego.

1. El pecado es el símbolo del ataque. 2Si lo veo en alguna parte, sufriré. 3Pues el perdón es el único medio por el que puedo alcan­zar la visión de Cristo. 4Permítaseme aceptar que lo que Su visión me muestra es la simple verdad y sanaré completamente. 5Ven hermano, déjame contemplarte. 6Tu hermosura es el reflejo de la mía. 7Tu impecabilidad, la mía propia. 8Has sido perdonado, y yo junto contigo.

2. Así es como quiero ver a todo el mundo hoy. 2Mis hermanos son Tus Hijos. 3Tu Paternidad los creó y me los confió como parte de Ti, así como de mi propio Ser. 4Hoy Te honro a través de ellos, y así espero en este día poder reconocer mi Ser.

¿Qué me enseña esta lección?

Atacar es ir en contra de… Si el pecado es el símbolo del ataque, ello significa que la acción a la que hemos llamado “pecado” representa el acto de no llevar a cabo la Voluntad de nuestro Padre, es decir, es el acto de actuar de una manera aislada a Él. De ahí procede la creencia, que ha dado lugar al ego, de que estamos separados de nuestro Creador.

Pero esa creencia es imposible, salvo que creamos en ella. Si así lo hacemos, estaremos viviendo la ilusión de la muerte, del castigo, de la culpa, del dolor, de la tristeza y el sufrimiento.

Un hijo es fruto de la obra creadora del padre, y esta vinculación sería imposible y falsa, si no compartieran la misma Unidad.

La semilla se perpetúa a través del fruto, de tal modo que semilla y fruto forman una unidad integral.

La semilla de Dios, Somos Todos nosotros, los cuales formamos la Filiación Divina. El Rostro de Dios se encuentra reflejado en cada uno de sus Hijos y, Todos juntos, formamos una Unidad con Él.

Ejemplo-Guía: "La curación de la ceguera"

El título de esta Lección, me ha inspirado a reflexionar sobre el símbolo de la "ceguera".

La capacidad de ver el mundo que contemplamos con los ojos del cuerpo, nos lleva a identificarnos con un mundo irreal e ilusorio y sin embargo, se convierte en uno de los principales sentidos físicos que da origen a la creencia errónea de que somos un cuerpo.

Si aquello que vemos es lo irreal, ¿qué es lo real?

Podríamos decir, que lo real es aquello que no vemos. Pero no lo vemos, por la razón lógica de que no existe, sino porque en el sistema de creencia del ego, aquello que no percibimos con nuestros sentidos físicos, no existe.

Pero debemos completar esta reflexión. No podemos dejarla en ese nivel de análisis. Tenemos que añadir, que lo que no ven nuestros ojos físicos, no es porque no exista, sino porque hemos elegido, con nuestra mente, no verlo. ¿Por qué esa elección?

Tal vez nos cueste creer esa deducción. Tal vez nos estemos diciendo, que estamos deseosos de ver el mundo espiritual, pero nuestros ojos físicos no nos lo muestra. Y es cierto, que eso ocurre. La razón de que ello sea así, está implícita en el contenido del argumento dado, es decir, no lo vemos pues nuestros ojos físicos no nos permite ver aquello que hemos negado con nuestra mente. Si no creemos en la Unidad del Espíritu; si tenemos miedo a Dios y al Amor, los ojos de nuestra mente estarán cerrados para esa realidad.

La "ceguera" es un símil que viene a revelarnos sobre el estado de nuestra conciencia. Si estamos identificados con el mundo de la percepción, nuestros ojos tan sólo creerán en aquello que sean capaces de ver. Ese estado, es similar a la situación del ciego, pues nos hace incapaces de ver la realidad del mundo espiritual.

No debemos confundir, la verdadera Visión espiritual con la videncia espontánea de los planos más sutiles al denso, de donde los videntes extraen visiones que nos presentan como verdades trascendentes.

El Mundo de Dios, es un Campo de Luz que es captada por la mente, la cual, proyecta esa luz dando lugar a diferentes niveles. Este Curso nos enseña, que esos niveles son frutos de la interpretación de la mente, identificando solamente como real al Mundo Unitario de Dios.

Formando parte del sueño que estamos soñando, nuestra mente se irá liberando de las densas capas que le impiden visualizar el Mundo Divino, sin interferencia de niveles intermedios. Pero en ese proceso de liberación, muchos se quedan a medio camino, cuando vislumbran el reflejo del Mundo de Dios en estadios donde aún la Unidad adquiere rostros separados. La pista que ha de servirnos para saber reconocer que ese estado no es el Mundo de Dios, nos la aporta el hecho de que el miedo sigue formando parte de las emociones que se perciben cuando entramos en contacto con dichos niveles de conciencia. Un ejemplo de lo que queremos decir, lo podemos experimentar en la manifestación terrenal del sueño. Cuando dormimos, es el plano astral donde se desarrolla nuestra conciencia. Ese nivel de conciencia está influenciado por nuestros miedos y aunque nos muestra un mundo más sutil, no es el Mundo Verdadero donde tenemos nuestro Hogar.

Cuanto más identificado nos encontremos con el mundo de las formas, con el sistema de pensamiento del ego, nuestro nivel de ceguera será mayor. La liberación de ese estado que nos impide ver la realidad se convierte en una invitación a realizar la función que Dios nos tiene encomendado: Perdonar.

El perdón es el antídoto contra el miedo y se convierte en el camino de la Salvación y de la Paz.

Reflexión: ¿Cuando vemos al otro, vemos pecado o salvación, miedo o amor?

domingo, 3 de septiembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 246

LECCIÓN 246

Amar a mi Padre es amar a Su Hijo.

1. Que no piense que puedo encontrar el camino a Dios si abrigo odio en mi corazón. 2Que no piense que puedo conocer a mi Padre o a mi ser, si trato de hacerle daño al Hijo de Dios. 3Que no deje de reconocerme a mí mismo, y siga creyendo que mi conciencia puede abarcar lo que mi Padre es o que mi mente puede concebir todo el amor que Él me profesa y el que yo le profeso a Él.

2. Aceptaré seguir el camino que Tú elijas para que yo venga a Ti, Padre mío. 2Y no podré por menos que triunfar porque así lo dispone Tu Volun­tad. 3Y reconoceré que lo que Tu Voluntad dispone, y sólo eso, es lo que la mía dispone también. 4Por lo tanto, elijo amar a Tu Hijo. 5Amén.

¿Qué me enseña esta lección?

No podemos amar a nuestro Padre, si no nos amamos a nosotros mismos. Esto es así, pues, el Hijo es una extensión del Padre; es una parte de Si Mismo; el Hijo ha sido creado a su Imagen y Semejanza.

De igual forma, no podemos amar a nuestros hermanos, si ese amor no se encuentra en nuestro interior. Cuando nos amamos, estamos tomando consciencia de la Unidad que gobierna sobre todo lo creado. No podemos amar una parte de nosotros y odiar otra. Eso no es posible, pues la dualidad no forma parte del Amor Unificador.

Podemos, y de hecho así lo hacemos, amar nuestra naturaleza más elevada y noble, y sin embargo, odiar aquellos aspectos de nuestro yo, de los que no nos sentimos orgullosos. En estos casos, experimentaremos circunstancias en las que nos veremos atraídos por aquellas personas que nos inspiran elevados valores, mientras que sentiremos aversión, por aquellas otras, que representan los bajos instintos.

Amar a Dios, significa Amar a nuestros hermanos y amarnos a nosotros mismos: Amar la Totalidad.

El sentimiento de sentirnos especiales, es una prueba que nos ofrece la oportunidad de valorar el verdadero sentido de la Unidad.

Ejemplo-Guía: "Reflexionando sobre el Amor"

Muchos, decimos amar a Dios, sin embargo, odiamos a aquellos que nos dañan. La Lección de hoy nos enseña, que no podemos amar a Dios, si no amamos, igualmente, a Su Hijo.

Sí, desde la perspectiva de la percepción, desde la visión de la separación y de la dualidad, es posible amar un elevado ideal y al mismo tiempo odiar aquello que aborrecemos. Pero, esta visión es errónea, pues el verdadero Amor está basado en la certeza de que formamos parte de una misma Filiación y que esa vinculación se encuentra plenamente unida a nuestra Fuente, a la Mente de nuestro Creador.

Es imposible amar a Dios y no amar a Su creación, pues ambos forman un unidad.

En nuestro maniobrar humano, observamos que muchos padres tienen preferencias por uno de sus hijos en detrimento de otros. La escala de niveles, frutos de un sistema de pensamiento basado en el juicio, en la división y en la diferenciación, nos lleva a seleccionar nuestro amor, sometiéndolo a un sistema de medida.

Amo lo que considero bueno y beneficioso y rechazo lo que considero malo o perjudicial. La razón de que este sistema de pensamiento se exprese de esta manera, la encontramos en la creencia de que existe un "afuera" que nos produce un profundo miedo y tratamos de identificarlo para protegernos de él. Esa proyección fabricada por nuestra mente nos lleva a identificarnos como cuerpos separados, siendo la imagen del otro la que nos amenaza. De igual modo, las circunstancias que experimentamos, son valoradas como agresoras a nuestros intereses, a nuestros deseos, lo que nos convierte en víctimas de un fatal destino, cuando en verdad, ese "destino" no es más que la proyección de nuestro mundo interno.

"Aceptaré seguir el camino que Tú elijas para que yo venga a TiPadre mío". Esta expresión, define de manera hermosa la ruta que nos lleva directamente a la Plenitud del Alma, pues nos conduce, de manera inequívoca, hasta las puertas del Cielo. No importa el camino, pues todos los caminos, sin filtros de juicios, nos conducen hacia la Salvación.

Si, desde nuestro corazón, somos capaces de expresar la frase anterior, sin duda, estaremos en condición de gozar de la Paz de Dios, pues el Amor recorrerá cada una de las células de nuestro Ser.

Reflexión: ¿Hay diferencia entre querer y amar?