sábado, 20 de enero de 2024

Principio 20: Los milagros despiertan nuevamente la consciencia de que el espíritu, no el cuerpo, es el altar de la verdad.

PRINCIPIO 20

Los milagros despiertan nuevamente la consciencia de que el espíritu, no el cuerpo, es el altar de la verdad. Este reconocimiento es lo que le confiere al milagro su poder curativo.


El dolor es dormir; el júbilo, despertar.

Los milagros, al despertar nuestra consciencia y revelarnos el Ser que Somos, realmente, lo que está haciendo es indicarnos que el camino que ha de conducirnos al Estado de júbilo-despertar es perdonar.

Esta idea se desarrolla en el Libro de Ejercicios, concretamente en la Lección 198:

“El perdón desvanece todos los demás sueños, y aunque en sí es un sueño, no da lugar a más sueños. Todas las ilusiones, salvo ésta, no pueden sino multiplicarse de mil en mil. Pero con ésta, a todas las demás les llega su fin. El perdón representa el fin de todos los sueños, ya que es el sueño del despertar. No es en sí la verdad. No obstante, apunta hacia donde ésta se encuentra, y provee dirección con la certeza de Dios Mismo. Es un sueño en el que el Hijo de Dios despierta a su Ser y a su Padre, sabiendo que Ambos son uno”. (L-pI.198.3:1-7))

Así lo expresa Kenneth Wapnick al referirse a este Principio: “Ahí está, otra vez, la misma idea, de que la verdad y la santidad no se encuentran en el cuerpo, se encuentran en nuestras mentes. Cuando nuestras mentes se sanen totalmente recordaremos que la verdad está en nuestra Identidad como espíritu”.

Este Principio nos ofrece la oportunidad de profundizar en la idea del sueño y del despertar. Vamos a dedicar las siguientes líneas a recoger lo que el Curso tiene que aportar sobre este particular.

Habrá que remontarse a los “inicios” para rescatar el significado del Estado llamado El jardín del Edén -la condición que existía antes de la separa­ción- era un estado mental en el que no se necesitaba nada" (T-2.I.3:1).
Nos refiere el Curso que, "cuando Adán dio oídos a "las mentiras de la serpiente", lo único que oyó fueron falsedades. Tú no tienes por qué continuar cre­yendo lo que no es verdad, a no ser que así lo elijas(T-2.I.3:2-3).

Es importante que sepamos, que la realidad a la que nos invitó “la serpiente”, "puede literalmente desaparecer en un abrir y cerrar de ojos por­que no es más que una percepción falsa. Lo que se ve en sueños parece ser muy real. La Biblia nos refiere que sobre Adán se abatió un sueño profundo, mas no se hace mención en ninguna parte a que haya despertado. El mundo no ha experimentado todavía ningún despertar o renacimiento com­pleto. Un renacer así es imposible mientras sigamos proyectando o creando falsamente. No obstante, la capacidad de extender tal como Dios nos extendió Su Espíritu permanece todavía dentro de nosotros. En realidad, ésta es nuestra única alternativa, pues se nos dio el libre albedrío para que nos deleitáramos creando lo perfecto" (T-2.I.3:4-10).

Me pregunto, ¿por qué el Hijo de Dios eligió soñar a estar despierto?

Me abordan, otras muchas reflexiones. En el mundo de la ilusión, utilizamos el sueño como un periodo para descansar. Sin embargo, Un Curso de Milagros nos indica que el descanso no se deriva de dormir sino de despertar.

El Texto del Curso dedica un Capítulo en el que habla de las base del sueño y que considero importante para comprender el significado del estado que estamos analizando.

¿No es acaso cierto que de los sueños surge un mundo que parece ser muy real? Mas examina lo que es ese mundo. Obvia­mente no es el mundo que viste antes de irte a dormir. Es más bien una distorsión de él, urdida exclusivamente en torno a lo que tú hubieses preferido que ocurriese. En él eres "libre" para reconstruir lo que parecía atacarte, y convertirlo en un tributo a tu ego, que se indignó por el "ataque". Ése no sería tu deseo a menos que no te identificases a ti mismo con el ego, que siempre se ve a sí mismo, y, por lo tanto, a ti, como sometido a un cons­tante ataque y sumamente vulnerable a él" (T-18.II.1:1-6).

"Los sueños son caóticos porque están regidos por tus deseos conflictivos, y así, lo que es verdad les trae sin cuidado. Son el mejor ejemplo de cómo se puede utilizar la percepción para sus­tituir a la verdad por ilusiones. Al despertar no los tomas en serio, pues el hecho de que la realidad se viola tan radicalmente en ellos resulta evidente. Sin embargo, son una manera de ver el mundo y de cambiarlo para que se adapte mejor al ego. Son ejemplos impresionantes, tanto de la incapacidad del ego para tolerar la realidad, como del hecho de que tú estás dispuesto a cambiar la realidad para beneficiarlo a él" (T-18.II.2:1-5).

"La diferencia entre lo que ves en sueños y lo que ves al desper­tar no te resulta inquietante. Reconoces que lo que ves al desper­tar se desvanece en los sueños. Al despertar, no obstante, no esperas que haya desaparecido. En los sueños eres tú quien determina todo. Las personas se convierten en lo que tú quieres que sean y hacen lo que tú les ordenas. No se te impone ningún límite en cuanto a las sustituciones que puedes llevar a cabo. Por algún tiempo parece como si se te hubiese dado el mundo para que hicieses de él lo que se te antojase. No te das cuenta de que lo estás atacando y tratando de subyugarlo para que se avenga a tus deseos" (T-18.II.3:1-8).

"Los sueños son desahogos emocionales en el nivel de la percep­ción en los que literalmente profieres a gritos: "¡Quiero que las cosas sean así!" Y aparentemente lo consigues. Mas los sueños son inseparables de su fuente. La ira y el miedo los envuelven, y en cualquier instante la ilusión de satisfacción puede ser invadida por la ilusión de terror. Pues el sueño de que tienes la capacidad de controlar la realidad y de sustituirla por un mundo que pre­fieres es aterrante. Tus intentos de eliminar la realidad son aterra­dores, pero no estás dispuesto a aceptar esto. Por lo tanto, lo sustituyes con la fantasía de que la realidad es lo que es aterra­dor, y no lo que tú quieres hacer de ella. Y de este modo la culpa­bilidad se vuelve real" (T-18.II.4:1-8).

"Los sueños te muestran que tienes el poder de construir un mundo a tu gusto, y que por el hecho de desearlo lo ves. mien­tras lo ves no dudas de que sea real. Mas he ahí un mundo, que aunque claramente existe sólo en tu mente, parece estar afuera. No reaccionas ante él como si tú mismo lo hubieses construido, ni te das cuenta de que las emociones que el sueño suscita no pueden sino proceder de ti. Los personajes del sueño y sus accio­nes parecen dar lugar al sueño. No te das cuenta de que eres tú el que los hace actuar por ti, ya que, si fueses tú el que actuase, la culpa no recaería sobre ellos, y la ilusión de satisfacción desapare­cería. Estos hechos no son ambiguos en los sueños. Pareces des­pertar, y el sueño desaparece. Pero lo que no reconoces es que lo que dio origen al sueño no desapareció con él. Tu deseo de cons­truir otro mundo que no es real sigue vivo en ti. Y pareces des­pertar a lo que no es sino otra forma de ese mismo mundo que viste en tus sueños. Estás soñando continuamente. Lo único que es diferente entre los sueños que tienes cuando duermes y los que tienes cuando estás despierto es la forma que adoptan, y eso es todo. Su contenido es el mismo. Constituyen tu protesta contra la realidad, y tu idea fija y demente de que la puedes cambiar. En los sueños que tienes mientras estás despierto, la relación especial ocupa un lugar especial. Es el medio con el que tratas de que los sueños que tienes mientras duermes se hagan realidad. De esto no puedes despertar. La relación especial representa tu resolución de mantenerte aferrado a la irrealidad, y de impedirte a ti mismo despertar. mientras le otorgues más valor a estar dormido que a estar despierto, no querrás despertar” (T-18.II.5:1-20).

"El aprendizaje que verdaderamente corrige comienza siempre con el despertar del espíritu y con el rechazo de la fe en la visión física. Sin embargo, esto frecuentemente entraña temor, ya que tienes miedo de lo que tu visión espiritual te mostraría" (T-2.V.7:1-2).

Debemos reconocer que somos el soñador del mundo de los sueños. "Todo lo que aterrorizó al Hijo de Dios y le hizo pensar que había perdido su inocencia, repudiado a su Padre y entrado en guerra consigo mismo no es más que un sueño fútil. Mas ese sueño es tan temible y tan real en apariencia, que él no podría despertar a la realidad sin verse inundado por el frío sudor del terror y sin dar gritos de pánico, a menos que un sueño más dulce precediese su despertar y permi­tiese que su mente se calmara para poder acoger -no temer- la Voz que con amor lo llama a despertar; un sueño más dulce, en el que su sufrimiento cesa y en el que su hermano es su amigo. Dios dispuso que su despertar fuese dulce y jubiloso, y le pro­porcionó los medios para que pudiese despertar sin miedo" (T-27.VII.13:3-5).

Esa Voz dispuesta a despertarnos con amor es el Espíritu Santo, el cual, siempre práctico en Su sabiduría, acepta nuestros sueños y los emplea en beneficio de nuestro despertar.

¿Cómo actúa el Espíritu Santo dentro del sueño para ayudarnos a despertar?

La respuesta a esta cuestión viene recogida en el punto V del capítulo 6 del Curso, el cual trata sobre las lecciones del Espíritu Santo:

Como cualquier buen maestro, el Espíritu Santo sabe más de lo que tú sabes ahora, y sólo te enseña para que llegues a ser igual que Él. Tú te enseñaste mal a ti mismo al creer lo que no era cierto. No creíste en tu propia perfección. ¿Iba acaso Dios a ense­ñarte que habías fabricado una mente dividida, cuando Él sabe que tu mente es íntegra? Lo que Dios sí sabe es que Sus canales de comunicación no están abiertos a Él, lo cual le impide impartir­les Su gozo y, así, saber que Sus Hijos son completamente dicho­sos. El dar de Su gozo es un proceso continuo, no en el tiempo sino en la eternidad. La extensión de Dios, aunque no Su comple­ción, se obstruye cuando la Filiación no se comunica con Él cual una sola. Así que Dios pensó: "Mis Hijos duermen y hay que despertarlos" (T-6.V.1:1-8).

"¿Qué podría despertar más dulcemente a un niño que una tierna voz que no lo asusta sino que simplemente le recuerda que la noche ya pasó y que la luz ha llegado? No se le dice que las pesadillas que lo estaban aterrorizando tanto no eran reales, pues los niños creen en la magia. Simplemente se le asegura que ahora está salvo. Más tarde se le enseña a distinguir la diferencia entre estar dormido y estar despierto, para que entienda que no tiene que tener miedo de los sueños. Y así, cuando vuelva a tener pesa­dillas, él mismo invocará la luz para desvanecerlas" (T-6.V.2:1-5).

"Un buen maestro enseña mediante un enfoque positivo, no mediante uno negativo. No hace hincapié en lo que tienes que evitar para escapar de lo que te puede hacer daño, sino en lo que tienes que aprender para ser feliz. Piensa en el miedo y en la confusión que un niño experimentaría si le dijeran: "No hagas eso porque es muy peligroso y te puede hacer daño, pero si haces esto otro, no te harás daño, estarás a salvo y no tendrás miedo". Defi­nitivamente es mucho mejor usar tan solo tres palabras: "¡Haz sólo esto!" Esta simple afirmación es perfectamente inequívoca y muy fácil de entender y de recordar" (T-6.V.3:1-5).

"El Espíritu Santo nunca hace una relación detallada de los erro­res porque Su intención no es asustar a los niños, y los que carecen de sabiduría son niños. Siempre responde, no obstante, a su lla­mada, y el hecho de que ellos puedan contar con Él los hace sen­tirse más seguros. Los niños ciertamente confunden las fantasías con la realidad, y se asustan porque no pueden distinguir la dife­rencia que hay entre ellas. El Espíritu Santo no hace distinción alguna entre diferentes clases de sueños. Simplemente los hace desaparecer con Su luz. Su luz es siempre la llamada a despertar, no importa lo que hayas estado soñando. No hay nada duradero en los sueños, y el Espíritu Santo, que refulge con la Luz de Dios Mismo, sólo habla en nombre de lo que perdura eternamente”. (T-6.V.4:1-7))

"Toda clase de enfermedad, e incluso la muerte, son expresiones físicas del miedo a despertar. Son intentos de reforzar el sueño debido al miedo a despertar" (T-8.IX.3:2-3).

"Dormir es aislarse; desper­tar, unirse" (T-8.IX.3:6).

"La manera en que te despiertas indica cómo usaste el tiempo que pasaste durmiendo. 2¿A quién se lo ofreciste? 3¿Bajo que maestro lo pusiste? 4Siempre que te despiertas desanimado es que no se lo ofreciste al Espíritu Santo. 5Sólo cuando te despiertas feliz utilizaste el tiempo que pasaste durmiendo en armonía con Su propósito. 6Dormir puede ciertamente "drogarte" si lo usas inde­bidamente en favor de la enfermedad. 7Dormir no es una forma de muerte de la misma manera en que la muerte no es una forma de inconsciencia. 8La inconsciencia total es imposible. 9Puedes descansar en paz debido únicamente a que estás despierto" (T-8.IX.4:1-8).

"La curación es la liberación del miedo a despertar, y la substi­tución de ese miedo por la decisión de despertar. La decisión de despertar refleja la voluntad de amar, puesto que toda curación supone la sustitución del miedo por el amor" (T.8.IX.5:1-2).

¿Hasta cuándo tendremos que permanecer dormidos?

Cuando hacemos alusión al estado del “sueño”, lo que realmente estamos diciendo es que el Hijo de Dios ha olvidado Su Origen y ha creído sustituirlo por otra identidad. Por lo tanto, despertará cuando recuerde su verdadera identidad.

Recordaremos todo en el instante en que lo deseemos de todo cora­zón, pues si desear de todo corazón es crear, nuestra voluntad habrá dispuesto el fin de la separación, y simultáneamente le habremos devuelto nuestra mente a nuestro Creador y a nuestras creaciones. Al conocerlos, ya no tendremos deseos de dormir, sino sólo el deseo de despertar y regocijarnos. Soñar será imposible porque sólo desearemos la verdad, y al ser ésa por fin nuestra voluntad, dispondremos de ella.

“Cuando despiertes, verás la verdad a tu alrededor y dentro de ti, y ya no creerás en los sueños porque éstos dejarán de ser reales para ti. El Reino, en cambio, y todo lo que allí has creado, será sumamente real para ti porque es hermoso y verdadero”. (T-6.IV.6:7-8)

Doy fin a esta introducción sobre el sueño y el despertar, con esta hermosa cita:

“Acepta el sueño que Él te dio en lugar del tuyo. No es difícil cambiar un sueño una vez que se ha identificado al soñador. Des­cansa en el Espíritu Santo, y permite que Sus dulces sueños reem­placen a los que soñaste aterrorizado, temiéndole a la muerte. El Espíritu Santo te brinda sueños de perdón, en los que la elección no es entre quién es el asesino y quién la víctima. Los sueños que Él te ofrece no son de asesinatos ni de muerte. El sueño de culpa­bilidad está desapareciendo de tu vista, aunque tus ojos están cerrados. Una sonrisa ha venido a iluminar tu rostro durmiente. Duermes apaciblemente ahora, pues éstos son sueños felices” (T-27.VII.14:1-8).

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 20

LECCIÓN 20
  
Estoy decidido a ver.

1. Hemos tenido hasta ahora una actitud bastante relajada con respecto a nuestras sesiones de práctica. 2Apenas hemos tratado de dirigir el momento en que debes llevarlas a cabo; el esfuerzo requerido por tu parte ha sido mínimo, y ni siquiera se te ha pedido que cooperes o que te intereses activamente en ellas. 3Este enfoque ha sido intencional, y ha sido planeado muy cuidadosamente. 4No hemos perdido de vista lo importante que es invertir completamente tu manera de pensar. 5La salvación del mundo depende de ello. 6Mas no podrás ver si te sientes coaccionado, o si te abandonas al resentimiento y a la oposición.

2. Ésta es la primera vez que intentamos establecer cierta estructura. 2No interpretes esto erróneamente como un intento de querer ejercer presión o fuerza. 3Deseas la salvación. 4Deseas ser feliz. 5Deseas la paz. 6No lo has logrado todavía porque tu mente no tiene ninguna disciplina, y no puedes distinguir entre la dicha y el pesar, el placer y el dolor, o el amor y el miedo. 7Ahora estás aprendiendo a diferenciar unos de otros. 8Y grande en verdad será tu recompensa cuando lo logres.

3. Tu decisión de querer ver es todo lo que requiere la visión. 2Lo que quieres se te concede. 3No cometas el error de creer que el pequeño esfuerzo que se te pide es una indicación de que nuestro objetivo es de poco valor. 4¿Cómo iba a ser la salvación del mundo un propósito trivial? 5¿Y cómo podría salvarse el mundo si no te salvas tú? 6Dios tiene un solo Hijo, y él es la resurrección y la vida. 7Su voluntad se hace porque se le ha dado pleno poder en el Cielo y en la tierra. 8Con tu decisión de querer ver, se te da la visión.

4. Los ejercicios de hoy consisten en que te recuerdes a ti mismo a lo largo del día que quieres ver. 2La idea de hoy implica tácitamente también el reconocimiento de que ahora no ves. 3Por lo tanto, cada vez que repites la idea, estás afirmando que estás decidido a cambiar tu estado actual por uno mejor, por uno que realmente deseas.

5. Repite la idea de hoy lentamente y a conciencia por lo menos dos veces por hora, y trata de hacerlo cada media hora. 2No te desanimes si se te olvida hacerlo, pero esfuérzate al máximo por acordarte. 3Las repeticiones adicionales deben aplicarse a cualquier situación, persona o acontecimiento que te perturbe. 4Pue­des verlos de otra manera, y los verás. 5Verás lo que desees ver. 6Ésta es la verdadera ley de causa y efecto tal como opera en el mundo.

¿Qué me enseña esta lección? 

Este ejercicio nos hace conscientes del verdadero poder con el que El Creador nos ha dotado. Somos el Hijo y hemos sido creados a Su imagen y semejanza. Cada uno de nosotros tiene el poder de elegir. Si yo decido ver una realidad inspirada por mis emociones, por mi afán de individualidad, fabricaré un mundo de separación e individualidades. 

Forjaré esa visión en mi patrón de creencias y daré forma a mi vida en virtud a esa visión. Mis hábitos basados en esas creencias darán lugar a un destino y el círculo quedará cerrado para justificar mi percepción errónea, nacida de un deseo de ver desde mi propia individualidad.

Sin embargo, esa percepción es irreal, pues al igual como nuestros hijos forman parte de una misma familia, el Hijo de Dios forma la Filiación Santa. La Unidad de esa Filiación pone en evidencia el error de la creencia del ego en la separación. 

Nuestra elección debe ser ver la realidad y la verdad que permanece olvidada por el sueño del ego.

Pongamos en uso nuestro poder creador y creemos esa visión de filiación y de unidad con Dios. El Amor a través del perdón, es el camino que ha de permitirnos despertar de ese sueño. 

En la aplicación de este ejercicio he puesto en práctica el deseo de ver a mis hermanos tal y como son, Hijos de Dios y no meramente cuerpos materiales. Mi voluntad, mi elección, de ver, me ha llevado a ser consciente de momentos o instantes santos con respecto a esta visión. 

En mi elección de ver, la obra de Bruce Lipton, "La biología de las creencias", me ha ayudado a adquirir una visión nueva y diferente, a la hora de relacionar el pensamiento con el cuerpo.

 

Ejemplo-Guía: "El comportamiento de nuestro hijo nos desespera" 

En las lecciones anteriores hemos ido entrenando nuestra mente para favorecer un nuevo aprendizaje. Al igual como ocurre en cualquier proceso de entrenamiento, tenemos que tener presente, que, en las primeras fases, es lógico que aparezcan los clásicos síntomas de "agujetas" como consecuencia de que nuestra "musculatura" no está habituada a efectuar ciertos ejercicios. Pero, al poco tiempo, este síntoma desaparece y, en su lugar, recibimos con agrado nuevas sensaciones que nos hacen sentir bien con nosotros mismos, pues evidenciamos que el esfuerzo que estamos realizando comienza a dar sus frutos, nos sentimos más ágiles, flexibles y dinámicos, es como si nos sintiésemos más vivos. 

Esta analogía, nos ayuda a comprender las sensaciones que hemos ido experimentando a lo largo de estos primeros 19 días de prácticas de los ejercicios propuestos en las lecciones. 

Muchos que inician un proceso de entrenamiento, suelen abandonarlo transcurrido unos días de haberlo comenzado. Tal vez, la exigencia de mantener un compromiso permanente, una actitud de continua actividad, le lleve a replantearse su elección inicial y finalmente deciden abandonar el entrenamiento. 

Con la actual lección, tenemos que tomar una decisión que considero crucial. ¿Por qué? Pues porque tenemos que elegir entre "ver" como hasta ahora lo hemos hecho o, por el contrario, aceptar la invitación que nos traslada esta lección para ser conscientes de que, por encima de todo, nuestra voluntad es "ver" la verdad. 

Podemos contarnos entre los que han adquirido todo el saber teórico que nos ofrece este mundo y, sin embargo, continuar sin ver la verdad que se encuentra más allá de la percepción del mismo. Con ello quiero decir, que el saber teórico no nos aporta la visión verdadera, salvo que tengamos la firme voluntad de verla y experimentarla. 

Eso, ¿dónde nos lleva? Elegir "ver", nos lleva a desaprender, a deshacernos de las creencias viejas y nos sitúa en una nueva vibración que nos permite mantenernos alerta, cuando nos encontramos con los efectos de nuestros pensamientos. 

Si aplicamos esta enseñanza a este ejemplo, cuando nos encontremos ante una situación que antes interpretábamos como conflictiva, ahora nuestra actitud es distinta. Ya no vemos a nuestro hijo separado de nosotros. Ya somos conscientes, de que aquello que interpreta nuestra mente, está basado en el pasado, cuando en verdad, no tiene el significado que le habíamos otorgado. Ahora vives el presente como una oportunidad de ver la situación de otra manera. Ahora eliges ver la verdad, eliges ver a tu hijo como un Ser Espiritual, inocente e impecable. Esa nueva visión, te ofrecerá paz y felicidad y, ese nuevo pensamiento, recuérdalo, sus efectos, no lo experimentarás tan sólo tú, sino también tu hijo. 

Ese es el verdadero milagro. 

Reflexión: ¿Con qué intensidad deseas ver la realidad?

viernes, 19 de enero de 2024

Principio 19: Los milagros hacen que las mentes sean una en Dios.

PRINCIPIO 19

Los milagros hacen que las mentes sean una en Dios. Se basan en la cooperación porque la Filiación es la suma de todo lo que Dios creó. Los milagros reflejan, por lo tanto, las leyes de la eternidad, no las del tiempo.



Para el ego, el milagro es algo antinatural debido a que no entiende cómo es posible que mentes separadas puedan influenciarse unas a otras. Pero las mentes no pueden estar separadas. De ahí que los milagros siem­pre cambian nuestra mente, en verdad no hay ninguna otra.

A lo largo del estudio del Curso de Milagros, tendremos que tratar, inevitablemente, el tema de la unidad y de la mente. No obstante y a título de introducción, me gustaría aprovechar el contenido de este Principio para realizar un acercamiento a dichos temas.

Ya que vamos a hablar sobre la unidad, me gustaría comenzar aludiendo al origen de la separación.

La capacidad de extenderse es un aspecto fundamental de Dios que Él le dio a Su Hijo. En la creación, Dios Se extendió a Sí Mismo a Sus creaciones y les infundió la misma amorosa Volun­tad de crear que Él posee. No sólo fuiste plenamente creado, sino que fuiste creado perfecto. No existe vacuidad en ti. Debido a la semejanza que guardas con tu Creador eres creativo. Ningún Hijo de Dios puede perder esa facultad, ya que es inherente a lo que él es, pero puede usarla de forma inadecuada al proyectar. El uso inadecuado de la extensión -la proyección- tiene lugar cuando crees que existe en ti alguna carencia o vacuidad, y que puedes suplirla con tus propias ideas, en lugar de con la verdad. Este proceso comprende los siguientes pasos":
  • Primero: Crees que tu mente puede cambiar lo que Dios creó.
  • Segundo: Crees que lo que es perfecto puede volverse imper­fecto o deficiente.
  • Tercero: Crees que puedes distorsionar las creaciones de Dios, incluido tú.
  • Cuarto: Crees que puedes ser tu propio creador y que estás a cargo de la dirección de tu propia creación. (T-2.I.1:1-12)
Se entiende, que el uso incorrecto de la capacidad creadora (hemos heredado los Atributos de nuestro Creador), es decir, la proyección (acto que nos induce a dirigir nuestra atención hacia lo exterior), se produce cuando existe en nosotros alguna carencia. Pero, ¿qué carencia podría tener el Hijo de Dios, gozando de la Plenitud Divina al ser una Extensión de la Mente de Dios?

Esa carencia hay que entenderla como el intenso deseo de experimentar la individualidad, es decir, el propio aprendizaje. Es por lo que el Texto nos dice que el error se consuma cuando creemos que podemos suplir esa carencia con ideas propias, en lugar de con la verdad.

Podemos decir, que estamos ante la elección. No hay otra elección. Tan sólo esa. La Esencia de origen mental, decide “imitar a su creador”, pero lo hace fuera del Seno de donde ha sido Emanada. A partir de ese “pensamiento único”, dio comienzo la proyección y la posterior identificación con lo fabricado: imágenes que dieron lugar al aprendizaje a través de la percepción (aparición del ego y de su vehículo, el cuerpo).

¿Qué consecuencias tiene la separación?: La sustitución del Amor por el miedo.

Nos dice el Curso que, "antes de la separación la mente era invulnerable al miedo, ya que el miedo no existía. Tanto la separación como el miedo son creaciones fal­sas que tienen que deshacerse a fin de que se pueda restaurar el templo y abrir el altar para que reciba la Expiación"  (T-2.III.2:2-3).

"Tienes miedo de la Voluntad de Dios, porque hemos usado nuestra mente, que Él creó a semejanza de la Suya Propia, para crear falsa­mente. La mente sólo puede crear falsamente cuando cree que no es libre. Una mente "aprisionada" no es libre porque está poseí­da, o refrenada, por sí misma. Está, por lo tanto, limitada, y la voluntad no es libre de afirmarse a sí misma. Ser uno es ser de una misma mente o voluntad. Cuando la Voluntad de la Filiación y la del Padre son una, la perfecta armonía entre ellas es el Cielo"  (T-3.II.4:1-6).

"La mente puede hacer que la creencia en la separación sea muy real y aterradora. A esta creencia es lo que se conoce por el "diablo". Es una idea poderosa, dinámica y destructiva que está en clara oposición a Dios debido a que literalmente niega Su Paternidad"  (T-3.VII.5:1-2).

Tal vez te estés preguntando, ¿por qué elegimos el miedo en vez del amor?

La respuesta a esta cuestión responde a que sólo nuestra mente puede producir miedo y esta situación se produce cada vez que está en conflicto con res­pecto a lo que quiere, lo cual, inevitablemente, produce tensión, ya que existen discrepancias entre lo que quiere y lo que hace al res­pecto. Eso sólo puede corregirse aceptando un objetivo unificado.

Hemos dicho que la proyección es un acto erróneo de la mente. Pues bien, "el primer paso correctivo para deshacer ese error es darse cuen­ta, antes que nada, de que todo conflicto es siempre una expresión de miedo. De alguna manera tenemos que haber decidido no amar, ya que de otro modo el miedo no habría tenido lugar. A partir de ahí, todo el proceso correc­tivo se reduce a una serie de pasos pragmáticos dentro del pro­ceso más amplio de aceptar que la Expiación es el remedio. Estos pasos pueden resumirse de la siguiente forma:
  • Reconoce en primer lugar que lo que estás experimentando es miedo.
  • El miedo procede de una falta de amor.
  • El único remedio para la falta de amor es el amor perfecto.
  • El amor perfecto es la Expiación"  (T-2.VI.7:1-8) .

“Todo el mundo experimenta miedo. Sin embargo, no se reque­riría más que una pequeña dosis de recto pensar para que uno pudiese darse cuenta de por qué se produce. Son muy pocos los que aprecian el verdadero poder de la mente, y nadie permanece totalmente consciente de él todo el tiempo. No obstante, si espe­ras librarte del miedo hay algunas cosas que debes comprender, y comprender plenamente. La mente es muy poderosa y jamás pierde su fuerza creativa. Nunca duerme. Está creando conti­nuamente. Es difícil reconocer la oleada de poder que resulta de la combinación de pensamiento y creencia, la cual puede literalmente mover montañas. A primera vista parece arrogante creer que posees tal poder, mas no es ésa la verdadera razón de que no lo creas. Prefieres creer que tus pensamientos no pueden ejercer ninguna influencia real porque de hecho tienes miedo de ellos. Eso puede mitigar la conciencia de culpabilidad, pero a costa de percibir a la mente como impotente. Si crees que lo que piensas no tiene ningún efecto, puede que dejes de tenerle miedo, pero es bastante improbable que le tengas respeto. No hay pensamien­tos fútiles. Todo pensamiento produce forma en algún nivel” (T-2.VI.9:1-14).

Decíamos que el proceso correctivo nos lleva hasta la Expiación. Bien, "el milagro se une a la Expiación al poner a la mente al servicio del Espíritu Santo. Así se establece la verdadera función de la mente y se corrigen sus errores, que, como hemos dicho, son simplemente una falta de amor" (T-1.IV.2:6-7).

"Si una mente percibe sin amor, percibe tan sólo un armazón vacío y no se da cuenta del espíritu que mora adentro. Pero la Expiación restituye el espíritu al lugar que le corresponde. La mente que sirve al espíritu es invulnerable" (T-1.IV.2:9-11). Tendremos ocasión de dedicar un capítulo exclusivo al tema de la Expiación.

"Los milagros se dan en la mente que está lista para ellos. Dicha mente, al estar unida, se extiende a todos aun cuando el que obra milagros no se dé cuenta de ello. La naturaleza impersonal del milagro se debe a que la Expiación en sí es una, lo cual une a todo lo creado con su Creador" (T-1.III.7:1-3).

Un Curso de Milagros nos recomienda que no dejemos de vigilar a nuestra mente, ya que de otro modo no podría ser de ayuda al Espíritu Santo. "Obrar milagros requiere el que uno se dé cuenta plenamente del poder de los pensamientos a fin de evitar las creaciones falsas" (T-2.VII.2:2).

La proyección dio lugar a "la conciencia -el nivel de la percepción-, la primera divi­sión que se introdujo en la mente después de la separación, con­virtiendo a la mente de esta manera en un instrumento preceptor en vez de en un instrumento creador. La conciencia ha sido correctamente identificada como perteneciente al ámbito del ego. El ego es un intento erróneo de la mente de percibirnos tal como deseamos ser, en vez de como realmente somos. Sin embargo, sólo podemos conocernos a nosotros mismos como realmente somos, ya que de eso es de lo único que podemos estar seguros. Todo lo demás es cuestionable"  (T-3.IV.2:1-5).

Siguiendo con las recomendaciones mencionadas, el Curso nos invita a que nos cuidemos de las tentaciones del ego y de sus engaños. "En verdad, no tiene nada que ofrecernos. Añade, que cuando hayamos abandonado el des-ánimo voluntario, veremos cómo nuestra mente puede concentrarse, trascender toda fatiga y sanar. El Curso reconoce que no nos mantenemos lo suficientemente alerta contra las exigencias del ego como para poder librarnos de ellas. Eso no tiene por qué ser así" (T-4.IV.6:2-5).

"El hábito de colaborar con Dios y Sus creaciones se adquiere fácilmente si nos negamos diligentemente a dejar que nuestra mente diva­gue"  (T-4.IV.7:1).

“Lo que es lo mismo no puede ser diferente, y lo que es uno no puede tener partes separadas” (T-25.I.7:7).

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 19

LECCIÓN 19

No soy el único que experimenta los efectos de mis pensamientos.

1. La idea de hoy es obviamente la razón por la que lo que ves no te afecta a ti solo. 2Notarás que las ideas que presentamos relacionadas con el acto de pensar a veces preceden a las que están relacionadas con la percepción, mientras que en otras ocasiones se invierte ese orden. 3Eso se debe a que el orden en sí no importa. 4El acto de pensar y sus resultados son en realidad simultáneos, ya que causa y efecto no están nunca separados.

2. Hoy volvemos a hacer hincapié en el hecho de que las mentes están unidas. 2Rara vez se acoge bien esta idea al principio, puesto que parece acarrear un enorme sentido de responsabilidad, e incluso puede considerarse como "una invasión de la vida íntima”. 3Sin embargo, es un hecho que no existen pensamientos privados. 4A pesar de tu resistencia inicial a esta idea, ya entenderás que para que la salvación sea posible, esta idea tiene que ser verdad. 5Y la salvación tiene que ser posible porque es la Voluntad de Dios.

3. El minuto de búsqueda mental que se requiere para los ejercicios de hoy debe hacerse con los ojos cerrados. 2Repite primero la idea de hoy y luego escudriña tu mente en busca de aquellos pensamientos que se encuentren en ella en ese momento. 3A medida que examines cada uno de ellos, descríbelo en función del personaje o tema central que contenga, y mientras lo mantienes en la mente, di:

4No soy el único que experimenta los efectos de este pensamiento acerca de ____

4. El requisito de ser lo más imparcial posible al seleccionar los objetos para las sesiones de práctica ya te debe resultar bastante familiar a estas alturas, y de aquí en adelante no se repetirá diariamente, aunque se incluirá de vez en cuando a modo de recordatorio. 2No olvides, sin embargo, que seleccionar los objetos al azar en todas las sesiones de práctica seguirá siendo esencial hasta el final. 3Esta falta de orden en el proceso de selección es lo que hará que finalmente tenga sentido para ti el hecho de que no hay grados de dificultad en los milagros.

5. Además de las aplicaciones de la idea de hoy "según lo dicte la necesidad"; se requieren por lo menos tres sesiones de práctica, aunque el tiempo requerido para las mismas podría acortarse si ello fuese necesario. 2No intentes hacer más de cuatro.

¿Qué me enseña esta lección? 

He aquí una de las claves que el ego utiliza en sus relaciones y que, sin embargo, no es consciente de ella: la responsabilidad de la extensión de los pensamientos. Cada vez que emitimos una creencia, un pensamiento, los efectos del mismo afectan igualmente a los demás. Es más, el poder de la palabra, como vehículo utilizado por el pensamiento, es capaz de fabricar una realidad ficticia en la mente de los demás, dando lugar a una cadena de errores compartidos. 

Cuando hablamos, emitimos una energía que el otro capta en forma de impresión, la cual puede quedar a un nivel consciente o inconsciente, pero lo que está claro es que le afectará en su estado anímico. 

La relación existente de verdadera Filiación, hace que cada pensamiento encuentre en los demás un efecto, al igual que en nosotros, pues el otro y yo somos uno. Por lo tanto, todo lo que proyectemos sobre los demás, lo estaremos proyectando sobre nosotros mismos. Damos lo que tenemos, o lo que es lo mismo, proyectamos lo que pensamos que somos. 

El pensamiento del ego, negará, no reconocerá este hecho, pues se siente separado de Dios y del Hijo de Dios. 

Será a través del uso correcto del pensamiento, que el Ser deberá percibir correctamente su realidad y abrir el camino de comunicación, a través del Espíritu Santo, hacia el verdadero Conocimiento. 

Mientras que el pensamiento esté orientado hacia la satisfacción de las emociones separadoras, navegaremos sin rumbo, sin orientación real. Cuando el pensamiento despierte del sueño de la individualidad y descubra su origen universal y holístico, trabajará para la Unidad y el verdadero Amor.

 

Ejemplo-Guía: "El comportamiento de nuestro hijo nos desespera" 

No nos será difícil recordar alguna escena de nuestra vida, en la que hayamos sido testigos de cómo el uso de las palabras se ha convertido en el detonante que ha provocado que una relación pase a una situación de "alerta máxima", por correr el peligro de terminar desencadenándose un conflicto de dimensiones inimaginables. 

Detrás de cada palabra se oculta un pensamiento. Estamos habituados a comprobar los efectos que tienen las palabras cuando las compartimos con los demás, pero no lo estamos tanto, cuando esas palabras nos las dirigimos hacia nosotros mismos. ¿Os resuena lo que digo? Es más, estamos permanentemente hablándonos a nosotros mismos, y, lo más importante de esta cuestión es que en la misma medida en que nos hablamos, en el mismo tono en el que conversamos con nosotros mismo, lo hacemos con los demás. 

En verdad, no existe diferencia alguna entre el modo de hablarnos a nosotros mismos o hablar a los demás. Ambas, están aportándonos información de nuestro estado mental, aunque no todos comparten esta afirmación, pues cuando sus palabras son hirientes y condenatorias sobre alguna situación, reconocer que el otro se merece nuestro juicio, es más fácil que reconocer que lo que estamos proyectando fuera no es más que una visión “condenada” de nuestro propio yo. 

En el ejemplo que estamos analizando, aplicar lo anteriormente dicho, nos ha de llevar a un estado de permanente alerta, pues cuando estamos dando traslado a nuestras palabras, en su contenido, tenemos que saber leer lo que estamos gestando en nuestra mente. Si la actitud de nuestro hijo nos desespera y le criticamos su comportamiento, deberíamos preguntarnos: ¿qué parte de nosotros no estamos aceptando?, ¿dónde se encuentra en nosotros ese pensamiento de rigor, esa exigencia mental? 

El uso de la palabra, en una experiencia de conflicto de relación, es de suma importancia. Según lo que digamos, en un momento puntual, podemos suavizar una situación y provocar canales de entendimiento o, por lo contrario, podemos despertar a la fiera que hay dormida en cada uno de nosotros. 

Reflexión: ¿Y si cada ser humano, tuviese la potestad de conectar su mente con un "campo de información de infinitas posibilidades" donde poder sintonizar con la frecuencia de infinitud de tonos de pensamientos?

jueves, 18 de enero de 2024

Principio 18: El milagro es un servicio.

PRINCIPIO 18

 El milagro es un servicio. Es el máximo servicio que le puedes prestar a otro. Es una manera de amar al prójimo como a ti mismo, en la que reconoces simultáneamente tu propia valía y la de él.

Existe una Regla de Oro, de la cual, el Curso de Milagros nos dice es la norma del comportamiento apropiado. La Regla de Oro nos pide que nos comportemos con los demás como quisiéramos que ellos se comportasen con nosotros. Esta Regla nos recuerda, que respondemos a lo que percibimos y tal como percibimos así nos comportamos. Por lo tanto, la percepción que tenemos de nosotros mismos, así como la que tenemos de los demás debe ser fidedigna.
Si nuestra percepción es incorrecta no podremos comportarnos de manera apropiada.

Desde la visión de la Unidad, en la que formamos parte de una misma familia, la percepción que tengamos con nosotros mismos y con los demás, condicionará el modo en cómo nos vamos a comportar con ambos, es decir, con nosotros mismos y con los demás.

Si en cambio nuestra visión es de separación, cuando atacamos el error que vemos en el otro, en verdad, nos estaremos haciendo daño a nosotros mismos. Como bien expresa el Curso, no podemos conocer a nuestro hermano, si lo atacamos.

Atacamos aquello que consideramos extraño, y si atacamos a nuestro hermano, lo estamos considerando un extraño y no podremos conocerle, lo que está poniendo de manifiesto que, realmente, no nos conocemos a nosotros mismos.

Este Principio nos ofrece la oportunidad de profundizar sobre la idea que hemos expuesto de inicio, el milagro es una manera de amar al prójimo como a nosotros mismos.

Podemos partir diciendo, que la separación es la fuente de la culpabili­dad, y cuando recurrimos a ella para salvarnos, en verdad lo que estamos proclamando es nuestra creencia de que estamos solo. De ello se deduce que estar solo es ser culpable, pues al sentir que estamos solo, lo que estamos haciendo es negar la Unidad entre Padre e Hijo.

Sin embargo, no hay diferen­cias entre los Hijos de Dios y todo les pertenece a todos por igual. Arrebatarle algo a uno de ellos es desposeerlos a todos. Mas bendecir a uno de ellos, es bendecirlos a todos cual uno solo.

En el capítulo V del Curso, concretamente en su introducción nos revela la capacidad de expansión que tiene la luz cuando es manifestada a través del pensamiento amoroso:

Todo pensamiento benévolo que cualquiera de tus hermanos abrigue en cualquier parte del mundo te bendice. Deberías que­rer bendecirles a tu vez, como muestra de agradecimiento. No tienes que conocerlos personalmente ni ellos a ti. La luz es tan potente que irradia a través de toda la Filiación, la cual da gracias al Padre por irradiar Su dicha sobre ella. Únicamente los santos Hijos de Dios son canales dignos de Su hermosa dicha porque sólo ellos son lo suficientemente hermosos como para conservarla compartiéndola. Es imposible que un Hijo de Dios pueda amar a su prójimo de manera diferente de como se ama sí mismo. De ahí que la plegaria del sanador sea":

"Permíteme conocer a este hermano como me conozco a mí mismo" (T-5.In.3:1-8).

Mientras dure la percepción, debemos agradecer el hecho de que nuestro hermano sea el espejo en el que vemos reflejada la imagen que tenemos de nosotros mismos. La percepción perdurará hasta que la Filiación reconozca que es íntegra.  Nosotros inventamos la percepción, y ésta perdurará mientras la sigamos deseando.

Sabemos por las enseñanzas del Curso, que es imposible apreciar la realidad parcialmente. En verdad, se ha dicho que no podemos servir a dos amos a la vez.
No podemos negar parte de la Filiación sólo en parte. Es tan imposible como lo es amarla sólo en parte. No es posible tampoco amarla totalmente sólo a veces. No podemos estar, totalmente comprometido sólo en algunas ocasiones. Si le negamos la bendición a un hermano, nos sentiremos desposeídos. Nos estaremos negando la bendición a nosotros mismos, o lo que es lo mismo, nos estaríamos condenando.

Cuando un hermano actúa insensatamente, te está ofreciendo una oportunidad para que lo bendigas. Su necesidad es la tuya. Tú necesitas la bendición que puedes darle. No hay manera de que tú puedas disponer de ella excepto dándola. Ésa es la ley de Dios, la cual no hace excepciones. Careces de aquello que niegas, no porque haya carencia de ello, sino porque se lo has negado a otro, y, por lo tanto, no eres consciente de ello en ti. Lo que crees ser determina tus reacciones, y lo que deseas ser es lo que crees que eres. Lo que deseas ser, entonces, determina forzosamente todas tus reacciones”. (T.8.VII.2:1-7)

Si aceptamos la percepción variable que nuestro hermano tiene de sí mismo, estaremos aceptando que su mente dividida es la nuestra, y no aceptaremos nuestra pro­pia curación sin la suya.

Debemos reforzar nuestra mente con la visión de que compartimos el mundo real de la misma manera en que compartimos el Cielo, y la curación de nuestro hermano es nuestra curación.

Si percibimos que un hermano nos ha ofendido debemos arrancar la ofensa de nuestra mente. Si lo que percibimos nos ofende, nos ofendemos a nosotros mismos y condenamos al Hijo de Dios a quien Dios no condena.

En estas ocasiones, el Curso nos dice: “deja que el Espíritu Santo elimine todas las ofensas que el Hijo de Dios comete contra sí mismo y no percibas a nadie si no es a través de Su consejo, pues Él quiere salvarte de toda condenación. Acepta Su poder sanador y extiéndelo a todos los que Él te envíe, pues Su Voluntad es sanar al Hijo de Dios, con respecto al cual Él no se engaña” (T-11.VIII.12:4-5).

"No podemos entablar ninguna relación real con ninguno de los Hijos de Dios, a menos que los amemos a todos, y que los amemos por igual. El amor no hace excepciones. Si otorgas tu amor a una sola parte de la Filiación exclusivamente, estarás sembrando culpabilidad en todas tus relaciones y haciendo que sean irreales. Sólo puedes amar tal como Dios ama. No intentes amar de forma diferente de como Él lo hace, pues no hay amor aparte del Suyo. Hasta que no reconozcamos que esto es verdad, no tendremos idea de lo que es el amor. Nadie que condena a un hermano puede considerarse inocente o que mora en la paz de Dios. Si es inocente y está en paz, pero no lo ve, se está engañando, y ello significa que no se ha contemplado a sí mismo" (T-13.X.11:2-8).

“No es un sueño amar a tu hermano como a ti mismo, ni tu relación santa es tampoco un sueño. Lo único que aún le queda del mundo de los sueños es que todavía es una relación especial. Mas le es muy útil al Espíritu Santo, Quien tiene una función especial aquí. Tu relación se convertirá en el sueño feliz a través del cual Él podrá derramar Su alegría sobre miles y miles de personas que creen que el amor es miedo y no felicidad. Deja que Él lleve a cabo la función que Él le asignó a tu relación al aceptarla en tu nombre, y no habrá nada que no contribuya a ella para que se convierta en lo que Él quiere que sea” (T-18.V.5:1-6).

¿Cómo podemos hacer del milagro un servicio para la Filiación?

Los milagros son simplemente la transformación de la negación en verdad. Si amarse uno a sí mismo significa curarse uno a sí mismo, los que están enfermos no se aman a sí mismos. Por lo tanto, están pidiendo el amor que los podría sanar, pero que se están negando a sí mismos. Si supiesen la verdad acerca de sí mismos no podrían estar enfermos. La tarea del obrador de mila­gros es, por lo tanto, negar la negación de la verdad. Los enfermos deben curarse a sí mismos, pues la verdad mora en ellos. Mas al haberla nublado, la luz de otra mente necesita brillar sobre la suya porque dicha luz es suya.

La luz brilla en todos ellos con igual intensidad independien­temente de cuán densa sea la niebla que la oculta. Si no le otor­gas a la niebla ningún poder para ocultar la luz, no tiene ninguno. Pues sólo tiene poder si el Hijo de Dios se lo confiere. Y debe ser él mismo quien le retire ese poder, recordando que todo poder es de Dios. Tú puedes recordar esto por toda la Filia­ción. No permitas que tu hermano se olvide, pues su olvido es también él tuyo. Pero cuando tú lo recuerdas, lo estás recordando por él también porque a Dios no se le recuerda solo. Esto es lo que has olvidado. Percibir la curación de tu hermano como tu propia curación es, por lo tanto, la manera de recordar a Dios. Pues te olvidaste de tus hermanos y de Dios, y la Respuesta de Dios a tu olvido no es sino la manera de recordar.

No percibas en la enfermedad más que una súplica de amor, y ofrécele a tu hermano lo que él cree que no se puede ofrecer sí mismo. (T-12.II.1:3)