sábado, 27 de febrero de 2016

Interpretación Astro-Cabalística del Evangelio de Marcos: Trabajos de Tauro (VII)

TRISTES PREDICCIONES

26 Dichos los himnos, salieron para el monte de los Olivos. 27 Díjoles Jesús: Todos os escandalizaréis, porque escrito está: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas; 28 pero, después de haber resucitado os precederé a Galilea.
29 Mas Pedro le dijo: Aun cuando todos se escandalizaren, no yo. 30 Jesús le respondió: en verdad te digo que tu hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres. 31 Pero él más y más insistía: Aunque fuera preciso morir contigo, jamás te negaré. 

Cuando el momento, el encuentro espiritual es más intenso, cuando anímicamente nos sentimos más pletóricos, nos sentimos inundados de una paz y de un bienestar espiritual sin precedentes; en definitiva, cuando tenemos la certeza de que ya tenemos un pie en el Cielo, en ese justo y maravilloso momento, toda nuestra autoseguridad será puesta a prueba una vez más; pero en esta ocasión, no lo esperaremos, pues estamos totalmente convencidos de que ya habíamos dado todos los pasos que había que dar, incluso hemos comido y bebido del Cuerpo y Sangre del Maestro. ¿Qué podemos pedir más?
Pero de nuevo, la voz interior que nos guía nos llamará a primera fila. Aún nos aguardan los Trabajos más difíciles; los últimos del ciclo de culminación; los que habrán de glorificarnos, pero a los que había que responder.

Esto que nos ocurre, se recoge astrológicamente en el tercer decanato de Tauro, donde, a pesar de que la dinámica es la Comunión con nuestro Dios, también se experimenta un anticipo del proceso de la pasión del Maestro, de su prendimiento y muerte, así como de su resurrección.

Mientras que nuestro Maestro nos alimente, mientras esté a nuestro lado inspirándonos el camino a tomar, nosotros, como ovejas, le seguiremos, y pastaremos con paz y tranquilidad. Sin embargo, cuando el Maestro se retire al otro Plano y nos deje al amparo de nuestras propias acciones, entonces, titubearemos y negaremos alguna relación entre Él y nosotros cuando veamos peligrar nuestra vieja personalidad.

¿Qué difícil es seguirle hasta el último tramo de su camino?

Nuestra personalidad material, representada por los signos de Tierra, y con Capricornio-Pedro a la cabeza, pretenderá demostrar que jamás se escandalizará de ser un seguidor del Maestro. Sin embargo, eso fue lo que sucedió y está sucediéndonos todavía a todos nosotros, así como a las instituciones levantadas por este Arquetipo, como la Iglesia.

Cuando peligra la existencia del cuerpo, de la vida a niveles físicos, nuestro Pedro interno, negará su verdadera esencia, a su Yo Espiritual. Dirá que no la conoce; dirá que él no ha causado ningún cambio en la sociedad. El respeta a la autoridad, el poder. El no tiene nada que ver con el Maestro. A ese Pedro, alimentándose de las seguridades que le ofrecen las riquezas materiales, le resulta imposible abandonarlas para ser humillado, avergonzado, empobrecido, malogrado, castigado, etc.

Esta es la dinámica de anticipación que se pone de manifiesto en este punto del presente capítulo; pero, hay algo en el que no podemos pasar por alto, aunque a los discípulos aún no les ha llamado la atención, obviamente, en respuesta a que aún no han llegado a esa fase del Plan. Me estoy refiriendo a la predicción de Jesús, de resucitar y de precederle a Galilea.

En efecto, los Trabajos del tercer decanato de Tauro, la anticipación de Virgo, nos acerca a la idea de muerte, pero igualmente a la de resurrección.

Jesús nos dice que, tras haberse liberado del mundo de Malkuth, volverá a manifestarse y nos llevará a Galilea. ¿Qué debemos entender con este Trabajo?

Si volvemos nuestra mirada hacia el principio de estos Trabajos, concretamente hasta situarnos en el Capítulo I, en el punto 4, versículos 14-15, vemos como el primer Trabajo de predicación lo hizo Jesús en Galilea, y decíamos que esa tierra situada junto al Mar, nos esta aludiendo a la morada del Agua, al Elemento líquido. Entonces veíamos expresada en este punto la dinámica de Hesed, el Séfira encargado de dicho Elemento. Por lo tanto, esta nueva alusión del Maestro de guiarnos hasta Galilea tras resucitar, nos sugiere el Plano de Manifestación en el que se producirá el encuentro con sus discípulos.

Ese encuentro se llevará a cabo en el Mundo Espiritual. No debemos interpretar a Galilea como una ubicación material, sino espiritual: es una Nueva Galilea.

Si traducimos su nombre al lenguaje hebreo -sagrado-, tendremos la siguiente información. Galilea (ha-Galil = la provincia), que traducido a sus correspondencias numéricas, nos lleva al número 6. Veámoslo: He-Guimel-Lamed-Yod-Lamed = 5+3+30+10+30 = 78 = 15 = 6. Este número, nos indica la vinculación al Séfira Tiphereth; o lo que es lo mismo, sitúa la consciencia en el Mundo de Creación. Guiarnos hasta Galilea, significa pues, despertar nuestra conciencia.

El número 6–Tiphereth, tiene su morada en el Plano Astral, en el Mundo del Deseo. Por esta razón, cuando Jesús se refiere a Galilea, en verdad, nos esta revelando la existencia de un nuevo estado, de un nuevo marco, donde la energía vibrará a un tono superior al material.

jueves, 25 de febrero de 2016

Interpretación Astro-Cabalística del Evangelio de Marcos: Trabajos de Tauro (VI)

INSTITUCION DE LA EUCARISTIA

22 Mientras comían, tomó pan, y bendiciéndolo, lo partió, se lo dio y dijo: Tomad, este es mi cuerpo. 23 Tomando el cáliz, después de dar gracias, se lo entregó, y bebieron de él todos. 24 Y les dijo: Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. 25 En verdad os digo que ya no beberé del fruto de la vid hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios.

En la medida en que los Trabajos se aproximan a su culminación, cada momento supera en belleza al anterior. Si tensa y emotiva fue la escena en la que se produce la revelación de la tendencia "traidora", no menos emocionante y hermosa, es la hora en la que se produce el verdadero Trabajo del signo Tauro: la Comunión de los Santos; la Comunión con el Hijo del hombre, la Comunión con Dios; la Comunión con el Yo profundo y verdadero.

“Mientras comían”, es decir, mientras el alma se encuentra en el proceso de asimilar, de incorporar en la consciencia el nuevo alimento para crecer en él y con él, el Maestro toma el pan, ese manjar que hemos elaborado con nuestros esfuerzos. Es el fruto de nuestra siembra; lo hemos cuidado, lo hemos cosechado, y ahora, forma parte de nuestra mesa, dispuesto para ser incorporado por nuestra consciencia. Ese pan en manos del Maestro es el Pan de Vida, y Él nos lo ofrece como el verdadero alimento espiritual, como el Cuerpo de Cristo, es decir, como Obra de Amor.

Debemos entender, con este símbolo ritual que a partir de aquella tarde Pascual se ha repetido una y otra vez en las iglesias católicas al celebrar la Eucaristía, que nuestra mayor dicha se encuentra en convertirnos en pan para los demás, pues de este modo podremos incorporarnos a ellos formando parte de su ser. Convertirnos en pan, significa darnos en semilla; penetrar en la tierra humana de nuestros hermanos; crecer en ellos, y permitir que nos convirtamos en abundante y fértil cosecha, la cual será recogida por ellos, y utilizada para saciar su apetito. Ser pan, significa, actuar con amor y servicio.

“Tomando el cáliz bebieron todos de él”. Podemos -si queremos- ver en ese cáliz, una copa donde servir el vino, sin embargo, existe otro cáliz mucho más trascendente y al cual hace alusión Cristo; este es el cáliz del corazón, donde podemos encontrar el líquido destilado por nuestro amor. El corazón es esa copa que lentamente se va llenando de sangre y que cuando se llena, se deja rebosar para que esta llegue hasta los más recónditos rincones de nuestro ser.

A esa fuente que no deja de emanar vida, es a donde debemos dirigirnos para saciar nuestra sed. Ese corazón, el de Cristo, derramará su sangre para que llegue hasta todos y cada uno de las criaturas de la Tierra. Su corazón es tan grande, tan inmenso, que tan sólo Él, que todo lo ha amado, puede hacer que la "sangre" purificadora llegue hasta todos nosotros.

En la medida en que nuestro amor se expande cada vez más, nuestro corazón físico se agranda igualmente, y llegará el día en que notaremos, como en cada sentimiento se manifestará con más poder, y los latidos del centro cardiaco se agudizarán.

Cuando nuestros sentimientos nos hayan llevado a celebrar la sagrada Eucaristía, no de un modo ritual, superficial, sino como un encuentro con Dios, entonces, experimentaremos un proceso de elevación espiritual que nos llevará a tener la impresión de que nos hemos liberado de unas pesadas cadenas.

Ya no tendremos más necesidad de beber el fruto de la vid, el fruto del amor, a niveles físicos, pues la próxima vez lo haremos en el reino de Dios, es decir, nos liberamos de la rueda de encarnaciones, no tendremos que experimentar nuevamente más vivencias a niveles físicos. A partir de ese momento, el amor será expresado y recibido en el Reino de Dios, en el Mundo de Creación.

Jesús-Cristo se liberaba, de este modo, de los Trabajos dirigidos al Cuerpo Emocional, y que se han ido desarrollando en los signos fijos: Leo, Escorpio, Acuario y Tauro. Una vez con la consciencia en otro Plano, en el Astral, el fruto de la vid, el liquido Elemento, el amor, será bebido e incorporado en el Mundo Emocional, en el Reino de Dios.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Interpretación Astro-Cabalística del Evangelio de Marcos: Trabajos de Tauro (V)

ANUNCIO DE LA TRAICIÓN

17 Llegada la tarde, vino con los doce, 18 y, recostados y comiendo, dijo Jesús: en verdad os digo que uno de vosotros me entregará; uno que come conmigo.
19 Comenzaron a entristecerse y a decirle uno en pos de otro: ¿soy yo? 20 El les dijo: Uno de los doce, el que moje conmigo en el plato, 21 pues el Hijo del hombre se va, según de Él está escrito; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado! Mejor le fuera a ese hombre no haber nacido.

Es indudable que intentar comprender literalmente este pasaje, nos llevaría a muchas contradicciones. No podemos estar viendo a un Jesús piadoso, reflexivo y sobre todo misericordioso, y al poco tiempo, interpretarlo como critico, y amenazante. Él, que había vencido las tentaciones diabólicas de su propia naturaleza emocional, Él, que sabia y conocía su misión redentora, que sabia su propio fin, que se había rodeado de las Doce Fuerzas Constituyentes, y sabía desde el principio que una de ellas sería utilizada para hacer su papel, dramático e ingrato papel, ¿cómo ahora iba a juzgar tan violentamente a aquel que debía entregarle?

Una vez más, debemos orientar el contenido de estas enseñanzas a nuestro interior, pues son guiones que han de escenificar secuencias donde la principal protagonista es la consciencia. El cronista nos sitúa directamente en escena, dando vida a la actitud que se adopta en la dinámica de Tauro y que le es característica: “recostados y comiendo”. Con ello, nos describe la disposición pasiva y asimiladora que se protagoniza en el signo fijo de Tauro.

Llegado este punto de encuentro con nuestra divinidad interna, con la que vamos a compartir el alimento espiritual, debemos mostrarnos con paz interior, no podemos estar agitados de un lado para otro, con mil asuntos por resolver. No, no es esa la situación que debemos adoptar. Busquemos un lugar elevado anímicamente hablando; una sala cómoda, y una vez instalados y cómodos -paz-, comamos con el Maestro, alimentémonos del amor.

Pasemos revista a nuestra naturaleza emocional, a nuestras acciones y busquemos todo lo bueno que hay en ella. Alimentémonos de esos “cuerpos”. Cuando estemos en ese momento de éxtasis profundo, debemos no quedar eternamente en él (es algo que suele ocurrirnos en Tauro). Hemos de estar despiertos, y nuestro amor nos dirá: “debo ser compartido con aquellos que no saben de mi. Ellos están tan apegados al mundo de las formas, al mundo material, tan escasos de amor, que sus almas peligran con quedar prisioneras para siempre en el mundo del rigor y del dolor”.

Cuando ese estado anímico llamado Amor, nos anuncia que debe morir para que su muerte libere a cuantos estén faltos de él, nos movilizaremos, pues ese acto de muerte nos supondrá un gran sacrificio. Dejaremos de sentirnos los privilegiados, tal vez habíamos puesto nuestro orgullo en ello, y la muerte de ese amor, nos lleve a ser humillados y avergonzados. ¿Estaremos preparados para aceptarlo?

¿Quién de nosotros le ha de entregar? ¿Qué tendencia es la que hará que el amor deje de estar con nosotros comiendo y bebiendo para siempre?

Si así pensamos, no habremos comprendido en absoluto la obra que moviliza a Jesús. Ese amor había nacido para que Todos los Hombres de la Tierra, todos y absolutamente todos, se alimentaran de Él y crecieran con su fuerza.

Cáncer
Una sola Fuerza de entre las Doce, iba a entregarle. “El que moje conmigo en el plato”. No podía ser otro que Judas, el representante de Cáncer. ¿Acaso no es este signo la puerta de entrada de las emociones? El Elemento liquido, rebelde al Fuego, al designio espiritual, una vez más protagoniza el papel principal. Pero también, es el canal de Cáncer quien facilita el que el amor universal -Jesucristo- llegue a todos los hombres. Por lo tanto, el amor da la alternativa al amor.

La frustración que Jesús señala en la parte ultima de este pasaje, se debe a un propósito educativo. El quiere enseñarnos, que el hecho de tener que morir para despertar las consciencias de los hombres es un proceso que forma parte del antiguo mundo al que Él viene a poner fin, a trascender. El hombre viejo, ya lo hemos visto, aprende por la vía de la experiencia; el hombre Nuevo debe aprender por otra vía, pues de lo contrario no alcanzaría jamás la Liberación.

Nosotros debemos dar ese importante avance; debemos aprender a amar como Cristo nos enseña en este pasaje: “debemos estar dispuestos a aceptar nuestra cruz, esa cruz constituida por los Cuatro Elementos -Fuego, Agua, Aire y Tierra-. Recordemos el mandato Crístico, que nos exhortaba: “toma tu cruz y sígueme”. Pero no veamos en ello una invitación al sufrimiento, sino a la Comunión, al logro de esa conquista de unificación que nos lleva a la Liberación. Morir en nuestra cruz, debemos interpretarlo como consumar el Trabajo que tenemos encomendado de divinizar la materia, de tomar consciencia de nuestro estado divino. El amor es una energía que forma parte de nosotros, no se trata de que tengamos que ir a buscarlo fuera. No, ese amor ya forma parte de nuestro ser integral. Siempre ha formado parte de nosotros. La muerte del Maestro ha de enseñarnos que ese Amor que nos da la Vida, debe dar ahora la vida por los demás para que crezca en ellos. No se trata de que tengamos que perder el vehículo material a través del cual podemos expresar nuestros valores. Lo que en verdad debe morir es nuestro apego a él, a los sentidos físicos que nos mantienen dormidos, y re-nacer en Espíritu.  Descubrámoslo por vía interna. Recostémonos y comamos de él.

Si hemos seguido a Cristo hasta este peldaño, y aun seguimos con el propósito de entregarle, es que no hemos comprendido su misión, y le obligamos a ser “prendido” y entregado por nuestra naturaleza emocional. Entonces mejor le fuera a ese hombre-Cáncer no haber nacido; es decir, mejor que no hubiésemos puesto en circulación con nuestra voluntad un nuevo deseo egoísta que va en contra del deseo universal y liberador.


martes, 23 de febrero de 2016

Interpretación Astro-Cabalística del Evangelio de Marcos: Trabajos de Tauro (IV)


PREPARACION DE LA ÚLTIMA CENA

12 El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba la Pascua, dijeronle los discípulos: ¿Dónde quieres que vayamos para que preparemos la Pascua y la comas? 13 Envió a dos de sus discípulos y les dijo: Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre con un cántaro de agua; seguidle, 14 y donde el entrare, decid al dueño: El Maestro dice: ¿Dónde esta mi departamento, en que pueda comer la Pascua con mis discípulos? 15 Él os mostrará una sala alta, grande, alfombrada, pronta. Allí haréis los preparativos para nosotros. 16 Sus discípulos se fueron, y vinieron a la ciudad, y hallaron como les había dicho, y prepararon la Pascua.

Ya nos encontramos en plena fiesta Pascual. La hora crucial se acerca, el momento decisivo ya se respira en el Aire. La Verdad está a punto de manifestarse en toda su plenitud. Pero antes, hay que cumplir con los preceptos instituidos. No importa, que en nuestro interior ya no sintamos la necesidad de alimentarnos con los mismos manjares de nuestros antepasados. Tal vez, nosotros hayamos descubierto otro modo de realizar las cosas, pero antes de descubrir nuestro "sistema" debemos agotar el proceder de lo antiguo, debemos aceptar las condiciones de juego del hombre antiguo, pues estas, han sido nuestras mismas condiciones en la anterior etapa que tratamos de sublimar.

Es la hora de demostrar que, sin formar parte del mundo viejo, se respetarán sus normas, sus costumbres, sus fiestas. Jesús, nuestro Maestro interno, debe saber ver con claridad dónde debemos celebrar la pascua. Él debe conocer a la perfección su mundo interno, sus diferentes vehículos, pues cuando sus discípulos le reclamen preguntándoles: ¿Dónde quieres que vayamos para que preparemos la Pascua y la comas?, no podemos contestarle con titubeos o aludiendo que no sabemos dónde.

Veamos qué respuesta da el Hijo del hombre a sus discípulos; prestemos atención, pues nos da importantes claves para comprender como suceden las cosas en nuestras vidas.

En primer lugar, envía a dos discípulos Ya sabemos lo que esto significa. El número dos, es el del amor, y al mismo tiempo, el que desarrolla el proceso de interiorización. Es importante este detalle, pues en este capitulo, lo que estamos aprendiendo, es a integrar el último de los Elementos, la Materia, en la "nueva consciencia". Ese proceso es el protagonizado por Tauro. Por lo tanto, que sean dos los discípulos, nos está revelando que, en nuestras acciones, debemos desear movilizar siempre el amor.

En segundo lugar, los manda a la ciudad. Podría haber elegido un lugar secreto o alejado del bullicio, como la montaña, o como los bosques, sin embargo, es a la ciudad donde debemos dirigir a los representantes del amor. ¿Por qué? Pues porque el amor debe abarcar a la muchedumbre que se encuentra arropada en el calor que le proporcionan las viejas instituciones. Él sabía que en el desierto, en las montañas, se encontraría con los buscadores, pero Él no venía a dar luz a los que ya le seguían, sino a los que no tenían. En la ciudad, en nuestra ciudadela interna, encontramos a las tendencias acomodadas, frágiles y prisioneras de sus costumbres, de sus riquezas y posesiones. Ahí es donde debemos dirigirnos con nuestro amor, aunque sepamos que será el lugar donde menos nos aceptarán.

En la ciudad, nos saldrá al encuentro un hombre con un cántaro de agua: sigámosle.

Da la sensación, tal y como explica el cronista los hechos, que Jesús tenía previsto todo lo que iba a ocurrir. Ello da motivos a pensar, que o bien lo tenía planeado, hipótesis que no tiene sentido, o bien, que tenía la capacidad de ver, es decir, era clarividente voluntario, lo que le permitiría profetizar acontecimientos antes de que estos sucedieran. Esta reflexión se encuentra dentro de la dinámica que estamos estudiando, y podemos afirmar esto, debido a la manifestación de ese personaje acompañado con un cántaro de agua que nos sale al encuentro. ¿Quién es ese hombre? ¿Qué representa en este tramo del camino?

Algunos de vosotros ya habréis intuido que se trata de una clara alusión al Arquetipo del signo Acuario, el Aguador. La razón de que aparezca en la escena donde se llevan a cabo los Trabajos de Tauro, la fiesta Pascual donde se comerá del alimento sagrado, es la misma que hemos visto al comenzar este capitulo XIV, en el que el cronista nos situaba en la tierra de la conspiración Acuariana.

Jesús nos invita a utilizar correctamente las energías mentales que se gestan en la dinámica de Acuario, pues ya en la naturaleza humana esas energías están siendo utilizadas inadecuadamente por los príncipes de los sacerdotes y los escribas.

Jesús se dirige a las tendencias más elevadas que hay en nosotros, las que están representadas por los discípulos, pues de este modo, dadas las instrucciones correctas, se abrirá un camino nuevo por el que al principio circularan pocos, pero con el tiempo, se convertirá en la autopista más transitada.

Por lo tanto, será nuestra naturaleza acuariana, nuestra capacidad para gestar la verdad a la que debemos seguir. También podemos decir que será en la Era de Acuario cuando el hombre tendrá la oportunidad de celebrar la Pascua con Jesús, la posibilidad de comer de su Cuerpo, y beber de su Sangre. En esa Era, el hombre que sepa seguir los pasos del Aguador, se convertirá en un verdadero discípulo del Cristo y alcanzará el proceso de Liberación

Donde entre ese hombre Acuariano, debemos entrar y preguntar al dueño, ¿dónde está mi departamento en que pueda comer la Pascua con mis discípulos?

¡Que maravilloso momento! Nuestros pasos, guiados por el amor, nos llevan a seguir al Aguador; nos lleva a asimilar la nueva verdad, esa verdad que será la que se convierta en carne y en sangre para alimentar al hombre nuevo. En ese momento, se produce un nuevo encuentro, en esta ocasión, con el verdadero dueño; la nueva verdad, nos pondrá en contacto con ese personaje al que tanto le hemos dado la espalda en el pasado. Ese dueño, es verdaderamente dueño y señor de nuestras vidas, es nuestro Yo Espiritual. Preguntémosle a Él, ¿qué lugar ha de ocupar el Maestro en nuestra ciudadela psíquica-mental? Debemos dirigirnos a nuestro Yo Divino y preguntarle, ¿dónde debemos protagonizar ese encuentro maravilloso, entre el Amor-Jesucristo y sus tendencias más fieles, los discípulos?

El Yo Espiritual, no podría ser de otro modo tratándose del amor, conociendo la Fuerza que reclama su atención, dispone una sala alta, grande, alfombrada y pronta; nos dispone el centro de Hochmah, donde encontramos la Fuente del Amor Universal. Esa es la morada donde encontramos el Arquetipo de todos los signos He. En esta morada se dan cita los signos de Leo, Escorpio, Acuario y Tauro, pues en ellos, el amor se manifestará con diferentes rostros.

En Leo, lo hace como un ideal, como un Principio abstracto: ¡Hay que amar al mundo!

En Escorpio, lo hace como un sentimiento propio, como autosatisfacción: ¡El amor bien entendido empieza por uno mismo!

En Acuario, lo hace como una extensión que alcanza a las relaciones: ¡Yo y tú, somos iguales. Amo lo que hay en ti, pues formas parte de mí!

Por último, en Tauro, lo hace a través de sus acciones y obras: ¡Te ofrezco lo que poseo para que te alimentes y hagas uso de ello!

En la sala de Hochmah encontramos todos los preparativos para celebrar la Pascua. El amor universal debe convertirse en la sala, donde nos encontraremos con nuestro Maestro y con el resto de nuestros hermanos de ruta.


lunes, 22 de febrero de 2016

Interpretación Astro-Cabalística del Evangelio de Marcos: Trabajos de Tauro (III)


LA TRAICION DE JUDAS

10 Judas Iscariote, uno de los doce, se fue a los príncipes de los sacerdotes para entregárselo. 11 Ellos, al oírle, se alegraron y prometieron darle dinero, y buscaba ocasión oportuna para entregarle.

Muchos estudiosos de las distintas ramas del saber, teólogos, sociólogos, psicólogos, historiadores, filósofos, etc., incluso muchos hombres corrientes por simple curiosidad, se han planteado esta cuestión: ¿Por qué razón, Judas entregó a su Maestro? ¿Cómo era posible que, después de convivir junto a Él durante tres años, después de haber comido y bebido en su misma mesa, después de haber sido testigo de sus acciones publicas y de las íntimas, aquel hombre pudiera entregarle? ¿Por dinero? ¿Por estima o fama? ¿Por decepción? ¿Por miedo?... ¿pero, a qué?
Todas estas respuestas han sido barajadas; todas ellas tienen su argumento, y sin embargo, nadie ha dicho que Judas entregó al hijo del hombre por amor.

Los más radicales se escandalizarán. Algunos otros ni tan siquiera tendrán en cuenta esta cuestión, la ignorarán; pero aquellos que se hayan visto identificados alguna vez en sus vidas en Judas, y hayan reconocido en ese rostro su propio rostro (no un rostro secreto, ni íntimo, sino el rostro de todos los días), sin duda alguna, se pararán a pensar que, ciertamente, puede haber algo de verdad en esa respuesta. Judas entregó a Jesús por amor.

Hacer cumplir la ley sin que nos olvidemos ni una sola tilde, ni un solo espacio, no es fácil, hay que amar mucho para lograrlo. Sí, hermanos míos, la ley debía cumplirse para ser trascendida. Ese había sido siempre el mensaje del Maestro. Ese es el mensaje del Hijo del hombre: “No penséis que he venido a abrogar la ley de los Profetas; no he venido a abrogarla, sino a consumarla” (Mt. 5, 17-18).

La ley de Jehová es inflexible en su manifestación Lo que nace en la fase Yod (semilla), debe morir cuando alcance la fase 2º He (frutos), y de esa muerte surgirá un nuevo Yod (nueva semilla).

Jesús podría haber muerto por un proceso natural, es decir, de viejo, sin embargo, su misión no era permanecer en un Cuerpo Material para glorificar sus cualidades y poderes.

Ese proceso se ha venido repitiendo en las personas de Herodes y de los antiguos reyes y emperadores. Jesús debía acelerar precisamente el desapego a lo que significaba estar preso de esos cuerpos, de los placeres que despertaba y perseguía saciar con ellos. Para ello, debía morir y volver a la vida en un Cuerpo más sublime y elevado, el Cuerpo Espiritual.

Para hacer cumplir esa ley que había de culminar con la Liberación, se necesitaba a alguien que personificase el poder de verdadero legislador, de ejecutor de la necesidad vital evolutiva. Alguien que, formando parte de la propia consciencia Crística, le pusiese en manos de aquellos que deberían consumar su Obra. Pero llevar a cabo esta decisión no le resultaría fácil a Judas, pues su precio, su recompensa, sería recibir el desprecio del mundo, pues el mundo no iba a interpretar aquel acto de traición, como un acto de amor.

Judas, astrológicamente es Cáncer, y cabalísticamente es Yesod. Las funciones de este Séfira, nos permiten comprender más profundamente las razones de Judas para vender al Maestro.

Yesod-Luna realiza funciones cristalizadoras. Ella es la que recibe en su centro las energías procedentes del resto de los Séfiras, y cuando está preñada de ellos, los pasa al Mundo Físico para que se conviertan en acciones y le retribuyan su labor. Judas es pues, la matrona cósmica, el que hace realidad los propósitos ajenos. Por lo tanto, su entrega no debemos verla de otro modo diferente. Fue parte del Plan Crístico. La humanidad se encontraba prisionera de unas creencias y el único modo de ayudarle a liberarse de ellas, era elevar el tono vibratorio de su Cuerpo Mental. Alguien debía recorrer ese camino nuevo aun inexplorado. Debía conquistar cada instancia, y una vez trazada la ruta debía enseñarle al resto de sus hermanos. Ese hombre fue Jesús, y su muerte significaba un paso decisivo, pues no podemos separarla de la resurrección, por lo que con ello, le decía al mundo: ¡Despertad!, no tengáis miedo a perder la vida; no aferraos más a ella, pues los verdaderos tesoros no se encuentran en ella, sino en vuestro interior. Buscadlos dentro y descubriréis que la luz, el amor que os da la vida, es inagotable. Su fruto es eterno. Cuanto más deis, más tendréis. No aferraos a lo perecedero; no padezcáis por lo que perderéis, pues no perderéis, sino que hallaréis. La verdadera vida no es la que veis reflejada en este cuerpo, sino la que lo mantiene vivo y siempre estará viva: la del Espíritu.

En verdad, Judas cumplió fielmente con su Trabajo. Él lo realizó con amor, pues sin él, no lo hubiera hecho jamás. Judas es Yesod, la matrona cósmica, y cada vez que nuestro Yesod interno lanza al mundo material el contenido de nuestras creencias con el propósito de recibir a cambio la confirmación de que estamos en lo cierto, estamos vendiendo a nuestro Jesús interno, estamos actuando de modo que necesitamos aprender por la vía de la experiencia, y haciéndolo así, estamos ligándonos una y otra vez kármicamente, y tendremos que volver una y otra vez al Mundo Material para pagar nuestras facturas.

Jesús nos ha enseñado un nuevo mundo, el del Padre, y un nuevo modo de aprendizaje: la Vía del Amor, la Vía Interna. Utilicémoslo y elevemos a Judas a una situación más ejemplar si cabe, en la que nos alimente internamente con el contenido de su memoria, y deje de este modo de inclinarnos a vender nuestras energías a nivel material.

domingo, 21 de febrero de 2016

Interpretación Astro-Cabalística del Evangelio de Marcos: Trabajos de Tauro (II)


LA UNCION DE BETANIA
3 Hallándose en Betania, en casa de Simón el leproso, cuando estaba recostado a la mesa, vino una mujer trayendo un vaso de alabastro lleno de un ungüento de nardo auténtico de gran valor y rompiendo el vaso de alabastro, se lo derramó sobre la cabeza. 4 Había algunos que, indignados, se decían unos a otros: ¿Para qué se ha hecho este derroche de un ungüento? 5 Porque pudo venderse en más de trescientos denarios y darlo a los pobres. Y murmuraban de ella. 6 Jesús dijo: Dejadla; ¿por qué la molestáis? Una buena obra es la que ha hecho conmigo: 7 porque pobres siempre los tenéis con vosotros, y cuando queráis podéis hacerles bien; pero a mi no siempre me tenéis 8 Ha hecho lo que ha podido, anticipándose a ungir mi cuerpo para la sepultura. 9 En verdad os digo: dondequiera que se predique el Evangelio, en todo el mundo se hablará de lo que esta ha hecho, para memoria de ella.
Es un momento hermoso, es una hora crucial. Nos encontramos en Betania, en casa de Simón el leproso. ¿Qué significado encierra, Betania? Si acudimos al conocimiento cabalístico, como otras veces hemos hecho, y analizamos las letras sagradas que forman el nombre, tendremos un primer acercamiento a su mensaje. Betania, en su división en consonantes, esta constituida por el Beith, el Tau y el Noun. La raíz Beith-Tau, nos sugiere un grado de vibración elevado de las Fuerzas vivas del Amor; un estado de sublimación del amor, el cual se encuentra maduro y fértil. Como consecuencia de esto, aparece la culminación del proceso, centrada en el Noun, letra-fuerza que nos invita a pensar precisamente en el signo de Tauro, pues zodiacalmente está bajo su regencia. Diremos pues, que Betania es una tierra de fertilidad en el más amplio sentido de la palabra. Es el símbolo de la naturaleza, concentrando el poder del amor maduro, la naturaleza como fuente de sabiduría. A esta conclusión podemos llegar por otra vía, por el uso de la numerología.
Si aplicamos sus correspondientes cifras a cada una de las tres letras que componen el nombre de Betania, obtendremos los siguiente: Beith=2; Tav=400; Noun=50, que sumados todos, dan la cantidad de 11, lo que nos lleva de nuevo al signo de Tauro, ya que este, es el lugar que ocupa en el zodiaco constituyente, en el que se disponen por manifestación de Elementos dentro del proceso creativo: Fuego, Agua, Aire y Tierra. Por lo tanto, Betania es la tierra de Tauro, la tierra de las riquezas, la tierra en la que debemos crecer y multiplicarnos, en la que debemos extendernos y ofrecer nuestros excedentes, como el árbol ofrece sus frutos para alimentar al caminante exhausto y hambriento.
Tauro nos invita a hacer uso de nuestras riquezas, de aquellas esencias que, a base de concentrarse, se han convertido en nuestros valores mas preciados; al igual como ocurre con el aroma de las flores, que concentran el amor y la sabiduría de la madre naturaleza; como el perfume que se expande en el Templo cuando ofrecemos nuestras plegarias. De este modo, en Tauro, debemos estar dispuestos a utilizar nuestras conservas.
¿Cómo actuamos verdaderamente en este envite de la vida? ¿Qué hacemos con nuestras riquezas? ¿Qué uso damos a lo que poseemos? Esta cuestión, como otras muchas de igual trascendencia, no puede contestarla nadie por nosotros. No podemos juzgar el uso que están dando a lo que tienen, este, ese o aquel. No, no podemos insistir en nuestro permanente error de ver el fallo en los demás y no en nosotros mismos. Ya es hora de que dejemos de vender nuestros “ungüentos” por 300 denarios, que es justo el precio que obtendremos si los “derramamos” con ánimo de sacar provecho de ello. Ese precio, 300, está sujeto al mundo del hombre antiguo, es el precio del rigor, el precio del aprendizaje vía externa.
Hagamos caso a Jesús-Cristo. Escuchemos su voz cálida y templada que penetra en nuestros oídos y nos dice: ¡Dejadla! Dejad que esa mujer, ese impulso emocional, derrame sus valores más preciados sobre mi, pues yo soy el amor, soy el perdón y la misericordia... ¡dejadla! pues, con su acción, está reconociendo que nada hay de más valor en su vida que aquel que es el motor de la verdadera y única esencia, la del Amor.
Puede ocurrirnos cualquier día, en nuestra vida, que esta “mujer” nos rocíe con sus ungüentos; es una sensación de bienestar interior que nos lleva a experimentar una paz profunda, y la satisfacción de saber que estamos siendo protegidos por un Ser de incalculable sabiduría, ese mismo Ser al que debemos la vida, al que debemos cada aliento de nuestra existencia.
Aquellos que se asomen a la naturaleza con un espíritu de unión, habrán sentido reconocer, en sus innumerables rostros, la expresión generosa de esa mujer que, embriagada de amor, tuvo el valor de derramar sus ungüentos sobre la cabeza del Hijo del hombre. La Madre Natura, desplegándose en su esplendorosa manifestación, vela día y noche sin cesar, para que todos y cada uno de sus hijos reciban su parte de alimento. Sin embargo, nosotros, aquellos que hemos sido incapaces de valorar, de comprender su entrega, le arrebatamos de las manos ese tarro de ungüentos, le arrebatamos sus árboles, le contaminamos sus aguas, le quemamos sus tierras, y le causamos profundas heridas a su coraza protectora... y todo, por trescientos denarios.
Un día fuimos parte de ella, nacimos en ella y con ella pero, cuando hemos crecido, nos hemos olvidado de que somos parte inseparable de su esencia; hemos olvidado que el dolor que le estamos causando será nuestro propio dolor.
No es casual que hayamos querido ver en la naturaleza, el obrar de la mujer que derrama sus riquezas sobre Jesús. Esa mujer, esa naturaleza, está vibrando en la misma sintonía espiritual, la de Tauro.
El mundo que entre todos hemos construido es una copia falsa de la realidad que deberíamos haber edificado. La causa de nuestro error se resume, maravillosamente, en este hermoso pasaje. Es la historia de nuestra propia existencia. Tenemos a nuestra disposición la energía llamada amor. Esta penetra en nuestro hogar, se sienta en nuestra mesa y sin embargo, a la hora de servirle, decimos: ¡alto!, no malgastemos nuestros medios en algo insignificante. Saquémosle partido. ¿Vamos acaso a enseñar gratis? Si sabemos lo que sabemos, pongámosle precio. ¿Vamos acaso a dar nuestro amor, así sin más? El que quiera recibir mi amor, que de algo a cambio. O tal vez, ¿voy a entregar mi tiempo en ayudar a los que nada tienen, a los que se están muriendo de hambre, a los que son víctimas de la guerra, a nuestro vecino que esta necesitado de ayuda y no puede pagarme? ¡Que no se hubieran metido en líos!
En cambio, cuando actuamos como esa mujer, dando lo mejor que tenemos; cuando veamos que la vida nos ofrece la oportunidad de realizar una obra en nombre del amor, entonces, donde quiera que se predique el Evangelio, es decir, donde quiera que se hable de amor, se recordará aquella acción, pues no puede ser de otro modo, pues ese es el único modo de obrar: DAR, SIN ESPERAR NADA A CAMBIO.