sábado, 13 de enero de 2024

Principio 13: Los milagros son a la vez comienzos y finales, y así, alteran el orden temporal.

PRINCIPIO 13

Los milagros son a la vez comienzos y finales, y así, alteran el orden temporal. Son siempre afirmaciones de renacimiento que parecen retroceder, pero que en realidad van hacia adelante. Cancelan el pasado en el presente, y así, liberan el futuro.


Debo reconocer, que este Principio se refiere a uno de los temas, metafísicos, que más me ha enseñado el Curso: el enfoque del tiempo y la ley de causa-efecto.

Si desarrollamos una de las aplicaciones de la ley de causación y la teoría de la reencarnación, observamos que las relaciones se basan en la creencia en la deuda, es decir, en la culpabilidad. Volvemos al mundo, una y otra vez, con la intención de cubrir nuestras necesidades, de pagar nuestras deudas, de rectificar la violación de las leyes que hayamos perturbado con nuestro comportamiento en una vida pasada. Es decir, trasladamos a nuestro presente, la carga de “destino” que hemos dejado pendiente y que ahora decidimos retomar para superar lo que en otro momento no superamos. Podríamos decir, que repetimos curso y nos encontramos con las mismas asignaturas que no fuimos capaces de aprobar.

Estamos considerando una situación que forma parte de la ilusión, que forma parte del sueño, pues el mundo físico, y la dimensión espacio-temporal, son fruto de la fabricación de la mente errónea, la cual, como señalábamos en el análisis del anterior Principio, colapsa las ondas existentes en el campo de las infinitas posibilidades convirtiéndola en partículas, la forma básica de la materia. Sin embargo, y a pesar de esta realidad, es necesario que analicemos una de las creencias más arraigadas en el ego, pues en verdad es su ilusoria creación: el tiempo.

Hagamos un breve recorrido sobre la idea del tiempo y analicemos lo que nos dice Un Curso en Milagros.

¿Cómo surge la creencia en el tiempo? 

Tuvo que surgir, tras el acto transgresor de Adán y Eva en el Paraíso Terrenal, lo que llevó a Dios a expulsarle de esa tierra paradisiaca y mandarles al Este del Edén. Esta acción, dio lugar a la creencia en el pecado y a la falsa creencia de la “separación”. Ese tránsito de la consciencia, desde la Unidad a la separatividad, desde la Abundancia a la necesidad, originó la visión lineal de la ley de causa y efecto, es decir, un acto da lugar a un efecto, y este proceso se origina en lo que se ha llamado la secuencia del tiempo.

"Antes de la "separación", que es lo que sig­nifica la "caída", no se carecía de nada. No había necesidades de ninguna clase. Las necesidades surgen debido únicamente a que tú te privas a ti mismo. Actúas de acuerdo con el orden particu­lar de necesidades que tú mismo estableces. Esto, a su vez, depende de la percepción que tienes de lo que eres.

La única carencia que realmente necesitas corregir es tu sensa­ción de estar separado de Dios. Esa sensación de separación jamás habría surgido si no hubieses distorsionado tu percepción de la verdad, percibiéndote así a ti mismo como alguien necesi­tado. La idea de un orden de necesidades surgió porque, al haber cometido ese error fundamental, ya te habías fragmentado en niveles que comportan diferentes necesidades. A medida que te vas integrando te vuelves uno, y tus necesidades, por ende, se vuelven una. Cuando las necesidades se unifican suscitan una acción unificada porque ello elimina todo conflicto.

La idea de un orden de necesidades, que proviene del error original de que uno puede estar separado de Dios, requiere corrección en su propio nivel antes de que pueda corregirse el error de percibir niveles. No te puedes comportar con eficacia mientras operes en diferentes niveles. Sin embargo, mientras lo hagas, la corrección debe proceder verticalmente, desde abajo hacia arriba. Esto es así porque crees que vives en el espacio, donde conceptos como "arriba" y "abajo" tienen sentido. En última instancia, ni el espacio ni el tiempo tienen ningún sentido. Ambos son meramente creencias". (T-1.VI.1:6)

Podríamos decir que la eternidad es una idea de Dios, mientras que el tiempo es una creencia del ego. El único aspecto del tiempo que es eterno es el ahora.

Nos refiere el Curso que hemos elegido estar en el tiempo en vez de en la eternidad, y, por consiguiente, creemos estar en el tiempo. No nos corresponde estar en el tiempo. Nos corresponde estar únicamente en la eternidad, donde Dios Mismo nos ubicó para siempre. Son los sentimientos de culpabilidad los que perpetúan el tiempo.
En esto consiste la continuidad del ego, la cual le proporciona una falsa sensación de seguridad al creer que no podemos escaparnos de ella.

El Espíritu Santo hace uso del tiempo, pero no cree en, él.

Me pregunto, ¿qué utilidad tiene el tiempo? Dentro del sueño, ¿qué funcionalidad podría aportarnos?

“Tanto el tiempo como la eternidad se encuen­tran en tu mente, y estarán en conflicto hasta que percibas el tiempo exclusivamente como un medio para recuperar la eterni­dad. Tienes que aprender que el tiempo sólo existe para que hagas uso de él, y que nada en el mundo puede eximirte de esa responsabili­dad”. (T-10.1:2-4)

El tiempo en sí es algo que tú elegiste. Si quie­res recordar la eternidad, debes contemplar sólo lo eterno. Si permites que lo temporal te preocupe, estarás viviendo en el tiempo. Como siempre, tu elección estará determinada por lo que valores. El tiempo y la eternidad no pueden ser ambos rea­les porque se contradicen entre sí. Sólo con que aceptes lo intem­poral como lo único que es real, empezarás a entender lo que es la eternidad y a hacerla tuya”. (T-10.V.14)

¿Cómo usa el Espíritu Santo en tiempo, dentro del sueño, aun no creyendo en él?

“El Espíritu Santo es invisible, pero puedes ver los resultados de Su Presencia, y por ellos te darás cuenta de que Él está ahí. Es claro que lo que Él te capacita para hacer no es de este mundo, pues los milagros violan todas las leyes de la realidad tal como este mundo la juzga. Las leyes del tiempo y del espacio, del volumen y de la masa son transcendidas, pues lo que el Espíritu Santo te capacita para hacer está claramente más allá de todas ellas. Al percibir Sus resultados, comprenderás dónde debe estar Él, y sabrás por fin lo que Él es.
Los milagros son Sus testigos, y hablan de Su Presencia”. (T-12.VII.3)
  
Retomando la idea original de este Principio, en el que se refiere que el milagro “cancela el pasado en el presente, y así, libera el futuro”,  lo que realmente nos está revelando es que el milagro nos lleva al estado original en el que aún conservábamos la visión de la inocencia, de la invulnerabilidad, pues carecíamos de todo pensamiento de culpabilidad.

“Sólo me­diante la culpabilidad puedes aferrarte al pasado. Pues la culpa­bilidad determina que serás castigado por lo que has hecho, y, por lo tanto, depende del tiempo unidimensional, que comienza en el pasado y se extiende hasta el futuro. Nadie que crea esto puede entender lo que significa "siempre", y de este modo la culpabilidad le impide apreciar la eternidad. Eres inmortal por­que eres eterno, y "siempre" no puede sino ser ahora. La culpa­bilidad, pues, es una forma de conservar el pasado y el futuro en tu mente para asegurar de este modo la continuidad del ego. Pues si se castiga el pasado, la continuidad del ego queda garan­tizada”. (T-13.I.8)

El "ahora" no significa nada para el ego. El presente tan sólo le recuerda viejas heridas, y reacciona ante él como si fuera el pasado. El ego no puede tolerar que te liberes del pasado, y aunque el pasado ya pasó, el ego trata de proteger su propia imagen reaccionando como si el pasado todavía estuviese aquí.

Los milagros son a la vez comienzos y finales, y así, alteran el orden temporal, o dicho de otra manera, los milagros son a la vez causa y efecto, lo que significa que el tiempo se colapsa en un instante, y en ese instante el Espíritu Santo, deshace el error basado en la culpa y donde antes hubo antiguos odios, ahora todo es amor.

Así lo expresa Kenneth Wapnick en su obra “Los 50 Principios de los milagros”:

si tenemos un enorme problema de culpa que hemos expresado en cierta área de nuestras relaciones, hay algo que hacemos continuamente que refuerza el odio a nosotros mismos o nuestra creencia en la separación. En el lapso ordinario de tiempo, podría tomarnos diez vidas trascender esto, el regresar una y otra vez hasta que lo hayamos superado. No obstante, si elegimos solucionar este difícil problema, lo que generalmente significa una relación o una situación que el mundo juzga difícil, repleta de dolor, angustia y sufrimiento, y que en realidad podríamos mirar de un modo diferente, lo cual implica entender básicamente que no somos víctimas ni de esta otra persona ni de nosotros mismos, entonces podremos erradicar el problema en una sola vida. Esto es lo que quiere decir el Curso al afirmar que podríamos ahorrar tiempo o que podríamos ahorrar mil años. Eso es lo que significa que el milagro abole el tiempo, o que "altera el orden temporal." No abole el lapso de tiempo en su totalidad; no es eso lo que hace. Lo que sí hace es colapsar la cantidad de tiempo que nos tomaría erradicar el enorme problema de culpa que tenemos”.

Me gustaría terminar este artículo con una aportación extraída del Curso y que nos enseña cómo podemos hacer un uso correcto, dentro del sueño, del tiempo:

“Tú también interpretarás la función del tiempo según interpre­tes tu propia función. Si aceptas que tu función en el mundo del tiempo es curar, harás hincapié únicamente en el aspecto del tiempo en el que la curación puede tener lugar. La curación no se puede llevar a cabo en el pasado. Tiene que llevarse a cabo en el presente para así liberar el futuro. Esta interpretación enlaza el futuro con el presente, y extiende el presente en vez del pasado. Mas si crees que tu función es destruir, perderás de vista al pre­sente y te aferrarás al pasado a fin de asegurar un futuro destruc­tivo. Y el tiempo será tal como tú lo interpretes, pues, de por sí, no es nada”. (T-13.IV.9)

El tiempo puede liberar así como aprisionar, dependiendo de quién es la interpretación de éste que eliges usar. El pasado, el presente y el futuro no son estados continuos, a no ser que impon­gas continuidad en ellos. Puedes percibirlos como que son conti­nuos, y hacer que lo sean para ti. Pero no te engañes y luego creas que realmente lo son. Pues creer que la realidad es lo que a ti te gustaría que fuese, de acuerdo con el uso que haces de ella, es ilusorio. Quieres destruir la continuidad del tiempo dividiéndolo en pasado, presente y futuro para tus propios fines. Quieres pre­ver el futuro basándote en tus experiencias pasadas, y hacer pla­nes de acuerdo con esas experiencias. Sin embargo, al hacer eso estás alineando el pasado con el futuro, y no estás permitiendo que el milagro, que podría intervenir entre ellos, te libere para que puedas renacer”. (T-13.VI.4)

El presente existe desde antes de que el tiempo diese comienzo y seguirá existiendo una vez que éste haya cesado. En el presente se encuentran todas las cosas que son eternas, las cuales son una. La continuidad de esas cosas es intemporal y su comunicación jamás puede interrumpirse, pues no están separadas por el pasado. Sólo el pasado puede producir separación, pero el pasado no está en ninguna parte”. (T-13.VI.6:5)

El ahora es el momento de la salvación, pues en el ahora es cuando te liberas del tiempo.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 13

LECCIÓN 13

Un mundo sin significado engendra temor.

1. La idea de hoy es realmente una variación de la anterior, excepto que es más específica en cuanto a la emoción suscitada. 2De hecho, un mundo sin significado es imposible. 3Lo que no tiene significado no existe. 4Sin embargo, de eso no se deduce que tú no puedas pensar que percibes algo que no tiene significado. 5Por el contrario, eres especialmente propenso a pensar que sí lo percibes.

2. El reconocimiento de esa falta de significado produce una aguda ansiedad en todos los que se perciben como separados. 2Representa una situación en la que Dios y el ego se "desafían" entre sí con respecto a qué significado ha de escribirse en el espacio vacío provisto por dicha falta. 3El ego se abalanza frenéticamente para establecer allí sus propias ideas, temeroso de que, de otro modo, el vacío pueda ser utilizado para demostrar su propia impotencia e irrealidad. 4Y solamente en esto está en lo cierto.

3. Es esencial, por lo tanto, que aprendas a reconocer lo que no tiene significado y a aceptarlo sin temor. 2Si tienes miedo, no podrás por menos que dotar al mundo con atributos que no posee, y abarrotarlo con imágenes que no existen. 3Para el ego, las ilusiones son dispositivos de seguridad, como deben serlo también para ti que te equiparas con él.

4. Los ejercicios de hoy, que deben hacerse unas tres o cuatro veces, sin que excedan un minuto cada vez, han de practicarse de manera ligeramente distinta de los anteriores. 2Repite la idea de hoy para tus adentros con los ojos cerrados. 3Luego abre los ojos y mira lentamente a tu alrededor mientras dices:

4Estoy contemplando un mundo que no tiene significado.

5Repite esta afirmación para tus adentros mientras miras a tu alrededor. 6Luego cierra los ojos y concluye con:

7Un mundo que no tiene significado engendra temor porque creo que estoy compitiendo con Dios.

5. Tal vez te resulte difícil evitar resistirte, en una forma u otra, a esta última afirmación. 2Sea cual fuere la forma en que se manifieste dicha resistencia, recuérdate a ti mismo que en realidad tienes miedo de esa clase de pensamiento debido a la "venganza" del "enemigo”. 3No se espera que a estas alturas creas esta afirmación  y probablemente la descartarás por considerarla absurda. 4Observa cuidadosamente, no obstante, cualquier señal de temor patente o encubierto que dicha afirmación pueda suscitar.

6. Ésta es la primera vez que intentamos exponer una relación explícita de causa y efecto de una clase que aún eres muy inexperto en reconocer. 2No te enfrasques en esa última afirmación, y no trates ni siquiera de pensar en ella, excepto durante las sesiones de práctica. 3Eso es suficiente por ahora.

¿Qué me enseña esta lección?

El ego cree en el mundo que ha fabricado. Ello significa que aquello que considero real es en lo que creo. Sin embargo, el ego elige a través de su pensamiento qué cosa tiene o no tiene significado. Cuando decide que el mundo espiritual carece de significado por el solo hecho de no percibirlo, está apostando por el error. Está proyectando el mayor de sus temores, pues piensa que está compitiendo con Dios, cuando realmente está negando su existencia.

Desde el sistema de pensamiento del ego, necesita, por encima de todo, dar significado a sus fabricaciones, a sus percepciones y, sobre todo, la más importante, es dar significado al vehículo a través del cual se expresa, el cuerpo físico, su identidad. El ego no se puede permitir una identidad sin significado, pues estaría reconociendo que no es real. Tan solo lo real tiene significado. Si las fabricaciones del ego no son reales, careciendo de significado, la identidad del ego, tampoco lo tendría y, ello le produce temor. 

Mientras que dure la percepción errónea del ego, se creerá en la separación y en la negación del verdadero Ser.

Cuando alcanzamos la certeza de que el mundo que percibimos no es real, nos produce temor, pues no sabemos cómo interpretar la información que recibimos por la vía de los sentidos. El ego, siente un profundo pavor al pensar que el mundo que ha fabricado es contrario a la Voluntad de Dios y opta por competir con el Creador, dando significado a sus proyecciones. Ese significado ilusorio es lo que sustenta su identidad. 

Carecer de significado, produce temor, pues pensamos que aquello que nos rodea nos hará daño. Juzgando lo malo podemos alejarnos de ello. Juzgando lo bueno nos sentimos protegidos y felices. Sin embargo, no olvidamos que, al determinar lo percibido como bueno, estamos reconociendo a su opuesto, lo malo, el aspecto rechazado. 

Es por ello que debemos ver el mundo percibido por el ego, sin significado, sin juicio. El único juicio, es el juicio final, la Expiación, es decir, deshacer el error del juicio dual, para percibir desde la visión de la Unidad.


Ejemplo-Guía: Mi cuerpo está enfermo.

El ego nunca va admitir que el cuerpo con el que se encuentra identificado, carece de significado, pues si lo hiciese, estaría aceptando que no es real, que es una ilusión y su existencia no tendría razón de ser. Es más, defenderá con todas sus estrategias la creencia de que el cuerpo y su vía de aprendizaje a través de la percepción, son la única identidad verdadera, pues se puede palpar y experimentar. 

Desde el punto de vista de su sistema de pensamiento, no le falta razón, pues su verdad está cimentada en el "pensamiento original" que ha dado lugar al error, al que hemos llamado "pecado", al creernos separados de Dios, mejor dicho, al creernos expulsados de la Morada de Dios. El ego cree en el cuerpo, pues de él depende su existencia. Por lo tanto, encontrará argumentos para justificar que el cuerpo puede enfermar y defenderá que será el estado del que goce el cuerpo, el que afectará nuestro estado mental. 

Aplicando la enseñanza de esta Lección, obtenemos una nueva visión. 

La enfermedad, desde el puno de vista de UCDM, carece de significado, pues está fundamentada en la valoración de unos efectos procedentes de la percepción. Si no es real, si carece de significado, podemos preguntarnos desde la perspectiva del ego, ¿por qué siento dolor? ¿por qué sufro? Detrás de ese pensamiento, hallaremos el miedo, el temor de reconocer que, en verdad, esa creencia en el sufrimiento del cuerpo, no tenga significado, pues de ser así, si todo fuese una proyección, una ilusión basada en la mente que cree en la separación, entonces el ego se desvanecería. 

Si el ego defiende su creencia en el mundo que proyecta, sin duda está proclamando que sus creencias se oponen a la Verdad de Dios. Esto hay que entenderlo como una necesidad de ir adquiriendo una visión diferente. Podemos sentir el dolor del cuerpo, pero no atribuirle la culpa de lo que estamos percibiendo, sino ver, que el cuerpo está manifestando una instrucción de la mente. Ello nos permitirá, en un primer término, establecer dónde se encuentra la verdadera causa de todo efecto. 

Posteriormente, daremos un paso más y nos centraremos en observar a nuestra mente, al objeto de determinar a quién está sirviendo, a la lección del miedo o a la lección del amor. En ese encuentro con nuestra mente, descubriremos que el dolor emana desde el pensamiento, el cual, lo hacemos visible en el cuerpo. Por ejemplo, hemos tenido un conflicto con nuestro jefe y sus palabras nos han causado un profundo dolor. Al cabo de un tiempo, nuestro estómago se reciente mostrándonos síntomas de dolor. Podemos ir al médico y nos recetará algún medicamento que puede aliviar esos síntomas, pero si verdaderamente queremos restablecer su estado de armonía, es en nuestra mente dónde debemos descubrir la razón por la que nos hemos sentido dolidos. Al final de esa búsqueda, siempre nos encontraremos con una emoción, el miedo, la cual adoptará múltiples rostros. 

Cuando hayamos adquirido práctica en el uso de esa visión, estaremos preparados para dar un nuevo paso y aplicar, en su totalidad, la enseñanza que nos aporta esta Lección. Desde esa visión, cualquier efecto procedente del mundo físico, cualquier experiencia que percibamos, no le daremos significado desde la mente del ego, sino que le daremos el único significado que podemos darle en este nivel, una vivencia de amor.


Reflexión: ¿Te has planteado alguna vez, que el significado que das a las cosas está condicionado por la fuerza de tus deseos? 

viernes, 12 de enero de 2024

Principio 12: Los milagros son pensamientos.

PRINCIPIO 12

 Los milagros son pensamientos. Los pensamientos pueden representar el nivel inferior o corporal de experiencia, o el nivel superior o espiritual de experiencia. Uno de ellos da lugar a lo físico, el otro crea lo espiritual.


La afirmación “los milagros son pensamientos”, viene a afirmar el aspecto esencial de lo que somos. Dios nos ha creado a Su Imagen y Semejanza, expandiendo Su Mente. Por lo tanto, nuestra realidad viene definida por la Fuente de la que hemos sido emanados. Nada tiene existencia fuera de nuestras mentes. Podemos concluir diciendo que los milagros son pensamientos porque todo es pensamiento.

La afirmación anterior, podríamos completarla añadiendo que el milagro es el pensamiento que está al servicio del Espíritu Santo y que deshace el pensamiento de separación fabricado por el ego. Esta visión del milagro nos presenta varios conceptos que exigen un análisis más detallado: Crear y fabricar; Expandir y proyectar.

Nos refiere el texto del Curso, que "el ego es el aspecto inquisitivo del ser que surgió después de la separación, el cual fue fabricado en vez de creado". (T-3.IV.3:1)

"Desde que se produjo la separación ha habido una gran confu­sión entre las palabras "crear" y "fabricar”: Cuando fabricas algo, lo haces como resultado de una sensación específica de carencia o de necesidad". (T-3.V.2:1-2)

¿Qué es fabricar?

Veamos lo que nos aporta una rápida consulta al Libro de Ejercicios:

No reconoces que los pensamientos que piensas que piensas no son nada debido a que aparecen como imágenes. Piensas que los piensas, y por eso piensas que los ves. Así es como se forjó tu "manera de ver". Ésta es la función que le has atribuido a los ojos del cuerpo. Eso no es ver. Eso es fabricar imágenes, lo cual ocupa el lugar de la visión, y la reemplaza con ilusiones”. (L-pI.15.1:1-2)

Estamos ante un acto de voluntad, protagonizado por el Hijo de Dios, en pleno uso de los Atributos heredados de Su Padre. Nos enseña el Curso, que la “La mente es muy activa. Cuando elige estar separada, elige percibir. Hasta ese momento su voluntad es únicamente gozar de conocimiento. Una vez que ha elegido percibir, no puede sino elegir ambigua­mente, y la única forma de escaparse de la ambigüedad es me­diante una percepción clara. La mente retorna a su verdadera función únicamente cuando su voluntad es gozar de conoci­miento. Esto la pone al servicio del espíritu, donde la percepción cambia. La mente elige dividirse a sí misma cuando elige inven­tar sus propios niveles. Pero no puede separarse completamente del espíritu, ya que de éste es de donde deriva todo su poder para fabricar o para crear”. (T-3.IV.5:1-9)

Cuando la mente decide prestar atención al “campo de las infinitas posibilidades”, es capaz de colapsar parte de esas “ondas”, hasta tal punto que las convierte en “partículas”, es decir, en materia. Este es el comienzo de la separación y de la percepción. Acabamos de fabricar una realidad ilusoria, en paralelo a la realidad verdadera, protagonizada por el Ser que Somos.

Podríamos concluir diciendo que nosotros fabricamos mediante la proyección, mientras que Dios crea mediante la extensión. Si trasladamos esta afirmación al mundo del sueño, “los pensamientos pueden representar el nivel inferior o corporal de experiencia, o el nivel superior o espiritual de experiencia. Uno de ellos da lugar a lo físico, el otro crea lo espiritual”(T-1.I.12:2-3)

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 12

LECCIÓN 12

Estoy disgustado porque veo un mundo que no tiene significado.

1. La importancia de esta idea radica en el hecho de que contiene la corrección de una importante distorsión perceptual. 2Piensas que lo que te disgusta es un mundo aterrador o un mundo triste; un mundo violento o un mundo demente. 3Todos esos atributos se los otorgas tú. 4El mundo de por sí no tiene significado.

2. Estos ejercicios deben hacerse con los ojos abiertos. 2 Mira a tu alrededor, está vez muy lentamente. 3Trata de seguir un ritmo tal, que el lento pasar de tu mirada de una cosa a otra sea a intervalos de tiempo bastante similares. 4No permitas que el lapso de tiempo empleado para pasar de una cosa a otra sea ostensiblemente más corto o más largo; trata, en cambio, de mantener un compás medido y parejo a lo largo de todo el ejercicio. 5Lo que veas no importa. 6Te enseñas esto a medida que le prestas la misma atención y le dedicas el mismo tiempo a cualquier cosa sobre la que tu mirada se pose. 7Éste es uno de los pasos iniciales en el proceso de aprender a conferirles a todas las cosas el mismo valor.

3. A medida que mires a tu alrededor, di para tus adentros:

2Creo ver un mundo temible, un mundo hostil, un mundo peligroso, un mundo triste, un mundo perverso, un mundo enloquecido,

y así sucesivamente, usando cualquier término descriptivo que se te ocurra. 3Si se te ocurren términos que parecen ser positivos en vez de negativos, inclúyelos también. 4Podrías pensar, por ejemplo, en "un mundo bueno" o en "un mundo agradable". 5Si se te ocurren términos de esa índole úsalos junto con los demás. 6Es posible que aún no entiendas por qué esos adjetivos "buenos" forman parte de estos ejercicios, pero recuerda que un "mundo bueno" implica uno "malo; y uno "agradable" implica uno "desagradable”. 7Todos los términos que te vengan a la mente son adecuados para los ejercicios de hoy. 8Su aparente valor no importa.

4. Asegúrate, al aplicar la idea de hoy, de no alterar la duración de los intervalos de tiempo entre lo que piensas que es agradable y lo que piensas que es desagradable. 2Para los efectos de estos ejercicios, no hay diferencia alguna entre una cosa y otra. 3Al final de la sesión de práctica, añade:

4Pero estoy disgustado porque veo un mundo que no tiene significado.

5. Lo que carece de significado no es ni bueno ni malo. 2¿Por qué, entonces, habría de disgustarte un mundo que no tiene signifi­cado? 3Si pudieses aceptar al mundo como algo que carece de significado y dejar que en lugar de lo que tú crees la verdad se escribiese en él por ti, ello te llenaría de una felicidad indescriptible. 4Pero precisamente porque carece de significado te sientes impulsado a escribir en él lo que tú quisieras que fuese. 5Eso es lo que ves en él. 6Eso es lo que en verdad no tiene significado. 7Bajo tus palabras está escrita la Palabra de Dios. 8La verdad te disgusta ahora, pero cuando tus palabras hayan sido borradas, verás la Suya. 9Ese es, en última instancia, el propósito de estos ejercicios.

6. Tres o cuatro sesiones de práctica con la idea de hoy serán suficientes. 2Dichas sesiones no deben pasar de un minuto. 3Es posible que incluso un minuto te resulte demasiado largo. 4Sus­pende los ejercicios en el momento en que experimentes cualquier tensión.

¿Qué me enseña esta lección?

Si nuestros ojos viesen la verdad, entenderíamos, que la capacidad de ver, de percibir, tiene su origen, su causa, en la mente y, esa mente tan sólo serviría al Amor, a la Unidad, a la Voluntad de Dios. 
Dejaríamos de juzgar y condenar. Dejaríamos de atacar, de sufrir, de enfermar, y ello sería así, pues donde existe Amor y Unidad, no hay lugar para el miedo y para la división.

En nuestro estado actual, nuestros ojos no ven la verdad, pues nuestra mente sirve al ego, el principio de la separación. Esta identificación, nos aleja del estado de Paz y de Felicidad, nuestra condición natural y, en cambio, nos sitúa en un estado de permanente disgusto, como consecuencia de juzgar y dar significado a las proyecciones de nuestra mente errada.

Buscamos la verdad, pero con los ojos de la ilusión. Buscamos la felicidad y la paz, pero con un espíritu combativo. Buscamos el amor y la armonía enarbolando banderas partidistas y evocando cánticos de guerra.

¿Qué podemos hacer para dejar de estar disgustados? Sencillamente, como dijera el Maestro Jesús, debemos ser como niños, es decir, debemos tener una actitud de aprender cosas nuevas, ser puros e inocentes en nuestras creencias. Desaprender lo aprendido y estar dispuestos para ver las cosas de otra manera.
Las verdades que hasta ahora nos han guiado, deben ser sustituidas por una nueva verdad. Esa "buena nueva" no ha de provenir de los argumentos del ego, sino que debemos ponernos en manos del Mensajero del Padre, el Espíritu Santo, para que ilumine nuestra mente y le inspire la Verdad del Cielo: Somos Uno con Todo lo Creado.

Para la mente del ego, acostumbrada a basar sus creencias a través de la percepción, no entiende un mundo sin significado y ello le produce una sensación de vacío, de miedo, de falta de referencia y de identificación. 

Podemos caer bajo el error, si pensamos que al no dar significado al mundo que percibimos, carecemos de valores, esos mismos valores que nos han tratado de inculcar desde pequeño: esto es bueno, esto es malo. La dualidad que percibimos y nos hace sentirnos seguros, ficticiamente, se desvanece al carecer de significado.

Cuando conseguimos acallar la voz de nuestro pensamiento en el razonamiento de que todo tiene un significado, entonces tendremos la evidencia interna de que se produce el acallamiento que nos conduce a la paz interior. Presenciamos la Voz de nuestro Creador que nos habla de la verdadera esencia de la que somos portadores, el Amor.

Ejemplo-Guía: Mi cuerpo está enfermo.

Cuando percibimos que nuestro cuerpo está enfermo, estamos expresando nuestro disgusto al creer ver lo que creemos ver, esto es, vemos un cuerpo que sufre y que nos transmite sentimientos, emociones y sensaciones de dolor. Nuestra mente en ese momento se encuentra totalmente identificada con el cuerpo y sus dolencias y es precisamente, esa identificación la que nos lleva a sentirnos profundamente disgustados.

Igualmente, nos podemos sentir disgustados al juzgar que el hecho de que nuestro cuerpo se encuentre en ese estado responde a nuestra culpa, pues pensamos que no hemos sido capaces de controlar nuestra gula, nuestros hábitos perniciosos o porque no hemos atendido a las recomendaciones que nos han hecho nuestros seres más cercanos. La culpa despierta en nosotros una lucha interna que nos priva de la paz y de la alegría para afrontar la situación. Podemos llegar a un estado extremo de culpa y castigar aún más a nuestro cuerpo, pues nuestra mente cree que es la causa de todo nuestras debilidades: "la carne es débil", nos decimos.

Podemos continuar con otras afirmaciones que fluyen como argumentos por nuestra mente y que podrían unirse a las anteriormente descritas. Por ejemplo, podemos defender la creencia de que nuestro cuerpo está enfermo por motivos hereditarios o congénitos. Entonces, posamos la atención en nuestros familiares a los que situamos en el centro de la diana sobre la que descargamos nuestros miedos, nuestros disgustos.

En todas las situaciones estamos permitiendo a nuestra mente a que se esfuerce en dar significado a lo que nos pasa. ¿Alguna razón tendrá que haber? Sí es cierto, existe una causa, pero no debemos buscarla en nuestro cuerpo, el cual  no puede crear y la creencia de que puede -error básico- ­da lugar a todos los síntomas físicos (T-2.IV.2:6). Debemos dirigir nuestra atención a la mente y entender que los pensamientos que está proyectando están haciendo realidad una situación que es ilusoria y que el estado enfermedad que percibe se encuentra en el nivel de la mente, cuando se cree en la separación.

En el tema que hemos elegido de ejemplo, con relación a la lección que estamos tratando, debemos tener en consideración un enfoque muy sutil que muchos pasamos por alto. Me estoy refiriendo a la creencia que argumenta que toda enfermedad física tiene un significado espiritual, es decir, un mensaje para corregir pautas de comportamiento, mentales o emocionales. 

Tenemos que recordar que, hasta hace unos días, ni tan siguiera sabíamos que el mundo que percibimos es un sueño. Hemos avanzado un poco, hasta el punto en que, teóricamente, sabemos que somos los soñadores de ese sueño y que tenemos la potestad para soñar sueños felices. Nuestra meta, es salvarnos de la ilusión de ese estado de sueño y nos encontramos caminando hacia las puertas que ha de permitirnos alcanzar nuestro despertar.

En ese viaje nos encontramos y, conscientes de ello, podemos decir, que los métodos terapéuticos que se basan en la teoría de que toda enfermedad física tiene un "para qué", es decir, una lección adjunta dirigida a nuestra alma, son como sueños felices que elegimos proyectar dentro del mundo que estamos soñando. Pero sabemos que no es el fin de nuestro camino, sino un tramo más de él. Lo sabemos, porque aún podemos proyectar sueños más felices, en la medida en que dejemos de dar significado a los efectos y prestemos solo atención a las causas. 


Reflexión: ¿Eres capaz de mirar las cosas como si fuesen la primera vez que las ves? ¿Cómo te sientes?

jueves, 11 de enero de 2024

Principio 11: La oración es el vehículo de los milagros.

PRINCIPIO 11


La oración es el vehículo de los milagros. Es el medio de comunicación entre lo creado y el Creador. Por medio de la oración se recibe amor, y por medio de los milagros se expresa amor.


Para mí, la oración siempre ha significado el canal a través del cual hablo con Dios, aunque es bien cierto, que adquiere un matiz muy definido en cuanto se suele utilizar para elevar nuestras peticiones hacia Él.

Existen aspectos, relacionados con este Principio, que me gustaría compartir. Por ejemplo, está la cuestión de las peticiones que elevamos a través de la oración para conseguir beneficios sobre nuestro cuerpo, como por ejemplo la curación de una enfermedad.

Ser coherente con las enseñanzas que estamos estudiando en Un Curso de Milagros, nos llevará a entregar esta creencia en manos del Espíritu Santo, pues está basada en el error de hacer real el cuerpo. Sobre este particular, nos advierte el Texto en el capítulo 30, apartado VIII:

“Toda tentación, por lo tanto, no es más que esto: una plegaria para que el milagro no ejerza influencia sobre algunos sueños, y para que, en vez de ello, mantenga su irrealidad oculta y les otor­gue realidad. El Cielo no responde a tal oración, ni tampoco se te puede conceder un milagro para sanar las apariencias que no te gustan. Has establecido límites. Lo que pides se te concede, pero no por el Dios que no conoce límites. Sólo tú te has limitado a ti mismo” (T-30.VIII.3:4-8).

Entonces, ¿cómo debemos orar?

La oración es una forma de pedir algo. Es el vehículo de los milagros. Mas la única oración que tiene sentido es la del perdón porque los que han sido perdonados lo tienen todo. Una vez que se ha aceptado el perdón, la oración, en su sentido usual, deja de tener sentido. La oración del perdón no es más que una petición para que puedas reconocer lo que ya posees. (T-3.V.6:1-5)

Mientras continúe habiendo percepción, la oración será necesa­ria. Puesto que la percepción se basa en la escasez, los que perci­ben no han aceptado totalmente la Expiación ni se han entregado a la verdad. La percepción se basa en un estado de separación, así que todo aquel que de alguna manera percibe, tiene necesidad de curación. El estado natural de los que gozan de conocimiento es la comunión, no la oración. (T-3.V.10:1-4)

Como bien recoge la Lección 183 del Libro de Ejercicios, “las palabras son irrelevantes y las peticiones innecesarias cuando el Hijo de Dios invoca el Nombre de su Padre”.

Es desde la visión de la Unidad, del Amor y no desde la separación y el miedo, desde donde debemos elevar nuestros pensamientos. De no ser así, podemos ver frustrado nuestro deseo de que nuestras peticiones nos sean concedidas.

Este es otro de los aspectos que quería tratar con relación a la oración. Cuando pedimos, lo hacemos con la arrogancia del ego, es decir, exigimos ser respondidos y dictamos órdenes a nuestro Padre para que nos atienda complacientemente. Es evidente que cuando actuamos de esta manera, nos sentimos víctimas del temor y del miedo. Veamos lo que nos refiere el Texto con relación a este tema:

Todo aquel que haya tratado alguna vez de usar la oración para pedir algo ha experimentado lo que aparentemente es un fracaso. Esto es cierto no sólo en relación con cosas específicas que pudie­ran ser perjudiciales, sino también en relación con peticiones que están completamente de acuerdo con lo que este curso postula. Esto último, en particular, puede interpretarse incorrectamente como una prueba de que el curso no es sincero en lo que afirma. Tienes que recordar, no obstante, que el curso afirma, y repetidamente, que su propósito es ayudarte a escapar del miedo. (T-9.II.1:1-4)

Supongamos, pues, que lo que le pides al Espíritu Santo es lo que realmente deseas, pero aún tienes miedo de ello. Si ese fuese el caso, obtenerlo ya no sería lo que deseas. Por eso es por lo que algunas formas específicas de curación no se logran, aun cuando se haya logrado el estado de curación. Un individuo puede pedir ser curado físicamente porque tiene miedo del daño corporal. Al mismo tiempo, si fuese curado físicamente, la amenaza que ello representaría para su sistema de pensamiento, podría causarle mucho más miedo que la manifestación física de su aflicción. En ese caso no estaría pidiendo, realmente, que se le liberase del miedo, sino de un síntoma que él mismo eligió. Por lo tanto, no estaría pidiendo realmente ser curado(T-9.II.2:1-7)

La Biblia subraya que toda oración recibirá respuesta, y esto es absolutamente cierto. El hecho mismo de que se le haya pedido algo al Espíritu Santo garantiza una respuesta. Es igualmente cierto, no obstante, que ninguna de las respuestas que Él dé incrementará el miedo. Es posible que Su respuesta no sea oída. Es imposible, sin embargo, que se pierda. Hay muchas respues­tas que ya has recibido pero que todavía no has oído. Yo te ase­guro que te están esperando.(T-9.II.3:1-7)

Si quieres tener la certeza de que tus oraciones son contestadas, nunca dudes de un Hijo de Dios. No pongas en duda su palabra ni lo confundas, pues la fe que tienes en él es la fe que tienes en ti mismo. (T.C9.II.4:1-3)

En la obra Psicoterapia y El Canto de la Oración, se expresa una hermosa definición de lo que es la oración: “Unir las mentes en una relación en la cual Cristo pueda entrar”. (P-2.In.VII.2:3)

Recojo un breve contenido de este hermoso libro que nos ayudará a tener una visión más cercana sobre el verdadero significado de la oración:

La oración debe ser ahora el medio por el cual el Hijo de Dios abandona las metas e intereses separados, y vuelve en sagrada alegría a la verdad de la unión en su Padre y en sí mismo. (O-1.in.2:4)

Se te ha dicho que le pidas al Espíritu Santo la respuesta a cualquier problema específico, y que recibirás una respuesta específica si esa es tu necesidad. También se te ha dicho que hay un solo problema y una sola respuesta. En la oración, esto no es contradictorio. Aquí hay decisiones que tomar, y tienen que tomarse sean o no ilusiones. No se te puede pedir que aceptes respuestas que se encuentran más allá del nivel de necesidad que puedes reconocer. Por lo tanto, no es la forma de la pregunta lo que importa, ni tampoco la manera como se for mula. La forma de la respuesta, si es dada por Dios, se ajustará a tu necesidad tal como tú la ves. Esto es simplemente un eco de la respuesta de Su Voz. El verdadero sonido es siempre un canto de acción de gracias y de amor. (Aconsejo la lectura de este libro para ampliar la información sobre la oración). (O-1.1.2:1-9)

Padre, hoy quiero oír sólo Tu Voz. Vengo a Ti en el más profundo de los silencios para oír Tu Voz y recibir Tu Palabra. No tengo otra ora­ción que ésta: que me des la verdad. la verdad no es sino Tu Volun­tad, que hoy quiero compartir Contigo(L.pII.254.1)

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 11

LECCIÓN 11

Mis pensamientos sin significado me están mostrando un mundo sin significado.

1. De todas las ideas que hemos presentado hasta ahora, ésta es la primera que está relacionada con una de las fases principales del proceso de corrección: la inversión de la manera de pensar del mundo. 2Parece como si fuese el mundo el que determina lo que percibes. 3La idea de hoy introduce el concepto de que son tus pensamientos los que determinan el mundo que ves. 4Alé­grate en verdad de practicar la idea en su forma original, pues en esta idea reside la certeza de tu liberación. 5La llave del perdón se encuentra en ella.

2. Las sesiones de práctica con la idea de hoy deben llevarse a cabo de forma ligeramente distinta de las anteriores. 2Comienza con los ojos cerrados y repite la idea lentamente para tus adentros. 3Abre luego los ojos y mira a tu alrededor, así como a lo que está cerca, a lo que está lejos y a lo que está encima o debajo de ti. Mira por todas partes. 4Durante el minuto más o menos a emplear usando la idea, simplemente repítela en silencio y asegúrate de hacerlo sin prisa y sin ninguna sensación de urgencia o esfuerzo.

3. Para derivar el máximo beneficio de estos ejercicios, los ojos deben pasar de una cosa a otra con cierta rapidez, ya que no deben detenerse en nada en particular. 2Las palabras, en cambio, deben usarse pausada, e incluso, relajadamente. 3La introducción a esta idea, en particular, debe practicarse de la manera más casual que puedas. 4Contiene los cimientos de la paz, de la relaja­ción y de la ausencia de preocupación que estamos tratando de lograr. 5Al final de los ejercicios, cierra los ojos y repite lentamente la idea para tus adentros una vez más.

4. Tres sesiones de práctica probablemente serán suficientes hoy. 2No obstante, si no sientes ningún desasosiego o si éste es muy ligero, y te sientes inclinado a ello, puedes hacer hasta cinco. 3Más de eso no es recomendable.

¿Qué me enseña esta lección?

Ya advertía en la Lección anterior de la importancia de la enseñanza transmitida en la misma. En esta nueva ocasión, se da un paso más en el desarrollo de la idea principal y nos sitúa en una posición privilegiada para dar un paso gigantesco en el logro de nuestro propósito, el retorno a nuestro verdadero Hogar.

Ante cualquier situación que estemos experimentando, entender, que lo que nos muestra el mundo es una ilusión proyectada desde nuestros pensamientos, igualmente, ilusorios, nos permitirá liberarnos del miedo, de la culpa, del castigo, del dolor, del sufrimiento, del conflicto, de la enfermedad, de la muerte.

Es cuestión de practica, ya lo hemos dicho. Hoy nos podemos dedicar a ello durante unas cuantas sesiones, pero dada la importancia de esta Lección, deberíamos tenerla presente en la medida de lo posible, y practicarla en todas las situaciones en las que nos encontremos.

Tal vez puedas preguntarte, ¿si mi pensamiento no significa nada y ello da lugar a un mundo sin significado, a qué debo dar significado?

Es como si nos quedáramos en blanco, sin saber qué hacer con nuestras vidas. Pero no olvidemos que UCDM es un curso de ejercitamiento mental. Su propósito no es indicarnos cómo debemos hacer las cosas, sino a darnos a conocer que podemos servir a la mente errada o a la mente correcta, La primera nos hace creer en que somos un cuerpo y que somos seres pecadores merecedores del castigo redentor y la segunda, nos lleva a entender que somos un ser espiritual tal y como Dios nos ha creado y dotado de sus mismos atributos creadores, siendo nuestro verdadero hogar, el Cielo y no la Tierra.
Con ello lo que pretendo decir, es que debemos orientar nuestros esfuerzos a nuestra mente. Podemos seguir viviendo nuestra vida, con nuestras experiencias de relación, con nuestro trabajo habitual, pero con una diferencia clara, al ver las cosas de otra manera, dejaremos de juzgar, de condenar, de ver un mundo separado. Dejaremos de ver ataque y en su lugar, veremos impecabilidad e inocencia. Ese uso de la mente, cuando se comparte, nos lleva a un estado de percepción diferente y experimentaremos una mayor paz y libertad.

Ejemplo-Guía: Mi cuerpo está enfermo.

Si aplicamos la enseñanza de esta lección a este ejemplo, podemos decir, que la enfermedad no es real, carece de significado y la única razón de que esto sea así, es porque el pensamiento que da lugar a la creencia en la enfermedad carece de significado, pues es fruto del error que nos lleva a pensar que somos un cuerpo y que el cuerpo puede enfermar.


El Hijo de Dios es perfecto, porque su Padre es Perfecto. Donde existe plenitud no cabe enfermedad. Tan solo, cuando la mente se pone al servicio del ego, dando credibilidad a la separación, es cuando se adopta la falsa creencia en que el cuerpo puede enfermar, cuando en realidad, el único error se encuentra en el nivel del pensamiento.

Hoy día están proliferando, dentro del mundo de las terapias de salud, nuevas metodologías que se fundamentan en novedosos paradigmas, los cuales se acercan a la visión de que la causa de la enfermedad no se encuentra en el cuerpo, sino en la mente.
Los avances que se vienen realizando en Física Cuántica, no tardarán en revolucionar los conceptos actuales de la medicina ortodoxa. Se pasará de una medicina orientada a tratar los efectos, para pasar a tratar las causas. Pero, aun así se seguirá dando protagonismo a la ilusión, al sueño, pues como ya hemos dicho, en verdad, el mundo en el nivel de la percepción basada en la separación, no tiene ningún significado.

Mientras que poco a poco vayamos despertando nuestras consciencias, podemos seguir haciendo uso de la medicina en la que mayormente confiemos. Recordemos que no importa el comportamiento, pero debemos tener presente, que lo que estamos haciendo es suavizar las imágenes que percibimos durante nuestro sueño, es decir, en vez de tener sueños de dolor, tendremos sueños más livianos.


Reflexión: ¿El significado que le damos a las cosas, depende del mundo que percibimos o depende de nuestras creencias?