sábado, 14 de octubre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 287

LECCIÓN 287

Tú eres mi única meta, Padre mío, sólo Tú.

1. ¿Adónde querría ir sino al Cielo? 2¿Qué podría sustituir a la felicidad? 3¿Qué regalo podría preferir a la paz de Dios? 4¿Qué tesoro querría buscar, hallar y conservar que pudiera compararse con mi Identidad? 5¿Cómo iba a preferir vivir con miedo que con amor?

2. Tú eres mi meta, Padre mío. 2¿Qué otra cosa aparte de Ti podría desear? 3¿Qué otro camino iba a desear recorrer sino el que conduce a Ti? 4¿Y qué otra cosa sino Tu recuerdo podría significar para mí el final de los sueños y de las sustituciones fútiles de la verdad? 5Tú eres mi única meta. 6Tu Hijo desea ser como Tú lo creaste. 7¿De qué otra manera, sino, podría esperar reconocer a mi Ser y volverme uno con mi Identidad?

¿Qué me enseña esta lección?

¿Quién no se ha preguntado en alguna ocasión, cuál es la meta para la que ha sido creado?

Desde pequeño, se nos enseña y se nos prepara para abordar metas enfocadas, únicamente, en logros de tipo material: estudios, profesión, familia y éxitos. Y todo ello, en la dimensión temporal de una vida.

Cualquiera de nosotros, podremos poner de manifiesto, que el logro de esas metas, no nos aporta la felicidad, sino todo lo contrario, se trata de un camino donde se nos exige ser competitivo y donde la victoria va acompañada del pago de un elevado precio: la falta de paz.

Lo anterior forma parte del entorno fabricado por el ego y, por lo tanto, no podremos esperar encontrar la verdad en dicho escenario.

Tendremos que cambiar nuestra visión y ver con los ojos del Espíritu. De este modo, la única meta a la que debemos encomendarnos es alcanzar la condición de la que somos portadores potencialmente: Ser Dios.

Sí, esa es nuestra meta. Somos como Dios nos creó. A su Imagen y Semejanza. Crecemos orientados hacia esa meta, la única que es real; la única que nos ha de aportar la Paz, la Felicidad.

Tan sólo existe un camino que ha de llevarnos hacia el logro de esa meta. Es el camino del Amor, de la Unidad. Podremos demorar nuestra partida, pero tarde o temprano, lo andaremos, pues, es el verdadero camino.

Ejemplo-Guía: "¿Cuál es nuestra meta?

Es evidente que este tema da para mucho debate, pero trataremos de simplificarlo agrupando las posibles respuestas. En este sentido, podríamos hablar de metas materiales y metas espirituales.

Un ejemplo de meta material sería, ser rico y tener muchas posesiones.
Un ejemplo de meta espiritual sería, ayudar al tercer mundo.

Según tu visión personal, te identificarás con una corriente u otra, pero la cuestión que quiero plantear es, si este mundo no es real, por qué tenemos la necesidad de hacer cosas y de poseer cosas. Ya hemos tenido ocasión de reflexionar en una Lección anterior, sobre el hecho de no tener que hacer nada, salvo visionar la verdad que somos, una unidad con todo lo creado.

Un Curso de Milagros lo expresa de este modo:
"La única meta del que se ha decidido por el camino de los milagros es restaurar completamente la Filiación."
No importa lo que haces, sino la "visión" con la que orientas tus pensamientos, los cuales pueden ver un mundo donde la separación sustenta nuestro sistema de creencias o pueden ver un mundo donde impera la unidad, lo que favorece la vivencia de la Filiación.

Recordemos lo que nos dice el Curso sobre la meta final perseguida por el ego:
"La pena de muerte es la meta final del ego porque está convencido de que eres un crimi­nal que merece la muerte, tal como Dios sabe que eres merecedor de la vida. La pena de muerte nunca abandona la mente del ego, pues eso es lo que siempre tiene reservado para ti al final. De­seando destruirte como expresión final de sus sentimientos hacia ti, te deja vivir solo para que esperes la muerte. Te atormentará mientras vivas, pero su odio no quedará saciado hasta que mue­ras, pues tu destrucción es el único fin que anhela, y el único fin que le dejará satisfecho."
Debo reconocer que me impactó esta afirmación, la primera vez que la leí, sobre todo porque tuve dificultad para comprendedla. Lo interpreté como un "suicidio". Pero dicha interpretación es errónea. El ego necesita argumentos para justificar su "realidad", y qué mejor argumento que demostrar que nos somos eternos, haciendo real la temporalidad. El ego tiene asumido que la vida es un tránsito temporal entre el nacimiento y la muerte, y esa creencia es su prueba más evidente de que no somos el Hijo de Dios.

En un entorno más optimista, nos conviene tener presente que la salvación es nuestra meta. Como bien nos advierte el Curso, aparte de eso no hay nada más que elegir. No tenemos ninguna otra meta aparte de la de unirnos a nuestros hermanos, ni ninguna aparte de aquella que le hayamos pedido al Espíritu Santo que compartiese con nosotros.

Tal vez nos suene todo esto a cánticos de sirena y tengamos dificultades a la hora de orientar nuestros pasos, de definir con claridad cuál debe ser nuestra meta, siendo conscientes de que estamos soñando.

A continuación voy a dejaros el contenido de un apartado recogido en el Curso de Milagros, que lo considero una verdadera joya, pues nos aporta una reflexión que nos invita a ponerla en práctica en nuestras vidas y nos revela las razones por la que el sistema de pensamiento utilizado por el ego, nos lleva a sentirnos víctimas, cuando en verdad somo los únicos fabricantes de nuestros sueños.

Cómo fijar la meta
La aplicación práctica del propósito del Espíritu Santo es extremadamente simple, aunque inequívoca. De hecho, para poder ser simple tiene que ser inequívoca. Lo simple es sólo lo que se entiende fácilmente, y para ello, es evidente que debe ser claro. El objetivo del Espíritu Santo opera dentro de un marco general, pero Él te ayudará a hacerlo específico, porque la aplicación práctica es específica. El Espíritu Santo provee ciertas directrices muy concretas que se pueden aplicar en cualquier situación, pero recuerda que tú aún no te has dado cuenta de que su aplicación es universal. A estas alturas, por lo tanto, es esencial utilizarlas en toda situación separadamente, hasta que puedas ver más allá de cada situación con mayor seguridad, y con un entendimiento mucho más amplio del que ahora posees.
En cualquier situación en que no sepas qué hacer, lo primero que tienes que considerar es sencillamente esto: "¿Qué es lo que quiero que resulte de esta situación? ¿Qué propósito tiene?" El objetivo debe definirse al principio, pues eso es lo que determinará el resultado. El ego procede a la inversa. La situación se convierte en lo que determina el resultado, que puede ser cualquier cosa. La razón de este enfoque desorganizado es evidente. El ego no sabe qué es lo que quiere que resulte de la situación. Es consciente de lo que no quiere, pero sólo de eso. No tiene ningún objetivo constructivo en absoluto.
Sin un objetivo constructivo, establecido de antemano y claramente definido, la situación simplemente parece ocurrir al azar y no tiene ningún sentido hasta que ya ha ocurrido. Entonces miras en retrospectiva, y tratas de reconstruirla para ver qué sentido tuvo. Y no podrás sino equivocarte. No sólo porque tus juicios están vinculados al pasado, sino porque tampoco tienes idea de lo que debió haber ocurrido. No se estableció ningún objetivo con el que armonizar los medios. Y ahora el único dictamen que puede hacerse es si al ego le gusta lo que pasó o no, si es aceptable para él o si clama por venganza. La ausencia de un criterio establecido de antemano que determine el resultado final, hace que sea dudoso el que se pueda entender y que sea imposible evaluarlo.
El valor de decidir de antemano lo que quieres que ocurra es simplemente que ello te permite percibir la situación como un medio para hacer que tu objetivo se logre. Haces, por lo tanto, todo lo posible por pasar por alto todo lo que interferiría en su logro, y te concentras sólo en lo que te ayuda a conseguirlo. Es obvio que este enfoque ha hecho que la manera en que distingues lo verdadero de lo falso sea más parecida a la del Espíritu Santo. Lo verdadero viene a ser lo que se puede utilizar para lograr el objetivo, y lo falso, lo inútil desde ese punto de vista. La situa­ción tiene ahora sentido, pero sólo porque el objetivo ha hecho que lo tenga.
Tener a la verdad por objetivo tiene otras ventajas prácticas. Si la situación se usa en favor de la verdad y la cordura, su desenlace no puede ser otro que la paz. Y esto es así independiente de cuál sea el desenlace. Si la paz es la condición de la verdad y la cordura, y no puede existir sin ellas, allí donde hay paz tienen que estar también la verdad y la cordura. La verdad viene por su propia iniciativa. Si experimentas paz, es porque la verdad ha venido a ti, y así, no podrás sino ver el desenlace correctamente, pues el engaño no puede prevalecer contra ti. Podrás reconocer el desenlace precisamente porque estás en paz. En esto se puede ver una vez más lo opuesto a la manera de ver del ego, pues el ego cree que es la situación la que da lugar a la experiencia. El Espíritu Santo sabe que la situación es tal como el objetivo la determina, y que se experimenta de acuerdo con ese objetivo.
Tener a la verdad por objetivo requiere fe. La fe está implícita en la aceptación del propósito del Espíritu Santo, y esta fe lo abarca todo. Allí donde se ha establecido el objetivo de la verdad, allí tiene que estar la fe. El Espíritu Santo ve la situación como un todo. El objetivo establece el hecho de que todo aquel que esté involucrado en la situación desempeñará el papel que le corresponde en la consecución del mismo. Esto es inevitable. Nadie fracasará en su cometido. Esto parece requerir mucha más fe de la que tú tienes ahora, y mucha más de la que tú puedes dar. Esto es así, no obstante, sólo desde el punto de vista del ego, pues el ego cree que la manera de "resolver" los conflictos es fragmentán­dolos, y, así, no percibe la situación como un todo. El ego, por consiguiente, intenta dividir la situación en segmentos y lidiar con cada uno de ellos por separado, pues tiene fe en la separación y no en la unidad.
Cuando el ego se enfrenta a un aspecto de la situación que parece ser difícil, trata de trasladarlo a otro lugar y resolverlo allí. Y parecerá tener éxito, salvo que ese intento entra en conflicto con la unidad, y no puede por menos que enturbiar el objetivo de la verdad. Y no se podrá experimentar paz, salvo en fantasías. La verdad no ha venido porque la fe ha sido negada, al no haberse depositado donde por derecho propio le corresponde estar. De este modo pierdes el entendimiento de la situación que el objetivo de la verdad te brindaría. Pues las soluciones que proceden de fantasías no aportan sino una experiencia ilusoria, y una paz ilusoria no es la condición que le permite la entrada a la verdad. (T.17.VI 1:7)

Reflexión: ¿Qué regalo podría preferir a la paz de Dios? 

viernes, 13 de octubre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 286

LECCIÓN 286

La quietud del Cielo envuelve hoy mi corazón.

1. Padre, ¡qué día tan sereno el de hoy! 2¡Cuán armoniosamente cae todo en su sitio! 3Éste es el día señalado para que llegue a entender la lección de que no tengo que hacer nada. 4En Ti ya se han tomado todas las decisiones. 5En Ti ya se ha resuelto todo conflicto. 6En Ti ya se han colmado todas mis esperanzas. 7La paz es mía. 8Mi corazón late tranquilo y mi mente se halla en reposo. 9Tu Amor es el Cielo y Tu Amor es mío.

2. La quietud de hoy nos dará esperanzas de que hemos encon­trado el camino y de que ya hemos recorrido un gran trecho por él hacia una meta de la que estamos completamente seguros. 2Hoy no dudaremos del final que Dios Mismo nos ha prometido. 3Con­fiamos en Él y en nuestro Ser, el cual sigue siendo uno con Él.

¿Qué me enseña esta lección?

La quietud solo es posible vivirla en el presente, en ese instante santo que nos permite tomar consciencia de la Eternidad.

El presente, el instante santo, es lo único real, pues, los tiempos pasados y futuros, forman parte de la visión ilusoria del ego, cuyo pensamiento se fundamenta en lo temporal y perecedero.

La quietud, es el estado natural del Ser, el cual se encuentra en plena comunión con la Paz de Su Padre. La quietud es nuestra elección de servir al Amor. La quietud forma parte de nuestra visión de Unidad.

Si la quietud envuelve hoy mi corazón, es gracias a que he sido capaz de dejar de oír la voz tentadora procedente del mundo material, que me invita a quedar prisionero de la ilusión de la materia.

Hoy he podido hacer presente el estado de quietud en mi corazón. Hoy mis ojos han visto la unidad que une a todos los seres. He visto mi rostro en el de mis hermanos. Hoy me he perdonado y he recibido el perdón, recuperando mi inocencia primigenia.

Hoy he caminado de la mano de Dios, del Cristo, del Espíritu Santo y del resto de mis hermanos. Hoy he caminado en paz.

Ejemplo-Guía: "La única decisión que tomo es: no hacer nada"
"La liberación se te concede en el instante en que la desees."
¿Qué impacto te produce esta afirmación?

Me gustaría compartir con vosotros una narración que tuve ocasión de leer hace tiempo, en una de las obras de Max Heindel -fundador de la Orden Rosacruz de California-, el Concepto Rosacruz del Cosmos: 


"Un joven fue a ver un sabio cierto día y le preguntó: señor, ¿qué debo hacer para convertirme en un sabio? El sabio no contestó. El joven, después de haber repetido su pregunta cierto número de veces con parecido resultado, lo dejó y volvió al siguiente día con la misma demanda. No obtuvo tampoco contestación alguna, y entonces volvió por tercera vez y repitió su pregunta: señor, ¿qué debo hacer para convertirme en un sabio?

Finalmente el sabio lo atendió y se dirigió a un río que por allí corría. Entro en el agua llevando al joven de la mano. Cuando alcanzaron cierta profundidad, el sabio se apoyó en los hombros del joven y lo sumergió en el agua, a pesar de sus esfuerzos para desasirse de él. Al fin lo dejó salir, y cuando el joven hubo recuperado el aliento, el sabio interrogó:

- Hijo mío, cuando estabas bajo el agua, ¿ que era lo que más deseabas?

Sin vacilar contestó el joven: aire, quería aire. 

- ¿No hubieras preferido mejor riquezas, placeres, poderes o amor? ¿No pensaste en ninguna de esas cosas?
- No señor, deseaba aire y solo pensaba en el aire que me faltaba - fue la inmediata respuesta.
- Entonces - dijo el sabio - , para convertirte en un sabio debes desear la sabiduría con la misma intensidad con que deseabas el aire. Debes luchar por ella y excluir todo otro fin de tu vida. Debe ser tu sola y única aspiración, día y noche. Si buscas la sabiduría con ese fervor, seguramente te convertirás en un sabio."
El deseo, al que está aludiendo este pasaje, al igual como ocurre en la afirmación con la que hemos iniciado este análisis, no procede de una emoción pasajera y caprichosa, fruto de la inestable característica de los sentimientos, sino que procede de la manifestación de la voluntad que se expresa en el firme anhelo que estimula nuestro corazón.

El deseo, cuando se manifiesta como el canal a través del cual expresamos nuestra voluntad, adquiere un inmenso poder, sobre todo cuando le añadimos la firmeza de la creencia.
"Si deseas creer en el error, tienes que otorgarle realidad porque el error en sí no es real. Mas la verdad es real por derecho propio, y para creer en ella no tienes que hacer nada. Comprende que no reaccionas a nada directa­mente, sino a tu propia interpretación de ello. Tu interpretación, por lo tanto, se convierte en la justificación de tus reacciones. Por eso es por lo que analizar los motivos de otros es peligroso. Si decides que alguien está realmente tratando de atacarte, abando­narte o esclavizarte, reaccionarás como si realmente lo hubiese hecho, al haberle otorgado realidad a su error. Interpretar el error es conferirle poder, y una vez que haces eso pasas por alto la verdad."
En el título elegido para el ejemplo-guía de hoy, se indica, de forma velada, que el único deseo que debemos activar es el que nos lleve a la visión de no tener que hacer nada. Ese deseo adquiere un claro matiz correctivo, pues fue el deseo, el impulso motor que nos llevó a ver el mundo dividido, a creer en el mundo desde la separación y a desear la muerte, antes que a la Vida.
El deseo corrector, es el deseo que nos lleva a visionar la Verdad, y ese deseo se convierte en una realidad, cuando comprendemos que no tenemos que hacer nada a nivel externo, sino que el deseo debe ceder su hegemonía a la voluntad, es decir, debe abandonar la falsa creencia de la separación y recordar la única y verdadera verdad, la Unidad.

Este proceso de estados de conciencia, ha quedado recogido en los Textos Sagrados, en particular en el Libro del Génesis (narrativa del proceso de fabricación del ego), donde a través de las peripecias de Adán y Eva se nos describe los inicios de la creación del hombre. Adán como arquetipo de la Voluntad y Eva, como arquetipo del deseo. El hecho de que sea Eva la que coma del "fruto prohibido", del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, nos está hablando de especial protagonismos que tiene la fuerza del deseo para dar lugar a la pérdida de la pureza, de la inocencia y fabricar un escenario a parte del que Dios dispuso para Su Hijo, el Paraíso. Más adelante, la narración bíblica nos cuenta que Eva, al ser interrogada por Dios, le contestó que "la serpiente me engañó y comí". Fue entonces cuando Dios maldijo a la serpiente, sentenciado que a partir de ese instante podría perpetua enemistad entre la serpiente y la mujer, añadiendo que el linaje de la mujer -esto es, las obras procedente de los deseos-, le aplastará la cabeza.

Sería muy largo, aunque no carente de significado, llevar a cabo un exhaustivo análisis de estos pasajes, pero entiendo que nos desviaría del propósito que nos guía en estos momentos. Me conformo con hacer partícipe de la importancia que tiene la ruta que nos marca el Libro Sagrado. Eva, se convierte en la puerta de entrada hacia el mundo de perdición y es Eva, o mejor dicho, los frutos de Eva -deseos-, la llamada a aplastar la cabeza a la serpiente, cuyo significado, aún no lo he mencionado, significa "ardor cupido" (Nahash, en hebreo).

Pero si no hago nada, ¿qué hago? Es la pregunta que puedes estar haciéndote. Entiendo que requiera una aclaración, para aliviar tal preocupación.

Si reflexionamos sobre el uso que hacemos del deseo, llegaremos a la conclusión de que es la causa que origina el mundo que hemos fabricado. Tengo un deseo y no me conformo con desearlo, tengo que satisfacerlo. Una vez que logro satisfacer ese deseo, surge otro deseo, el no perder lo que he conseguido, y entonces, hacemos consciente la emoción del miedo, aunque, dicho sea de paso, ese miedo ya surgió con el deseo.
La propuesta que nos hace esta Lección, es utilizar el deseo para recordar lo real, no para hacer real lo ilusorio. El deseo -Eva- que decide quedar seducida por el ardor cupido de la serpiente, es el deseo que nos lleva a fabricar un mundo separado, un mundo ilusorio, un mundo de pecado, un mundo de miedo. Pero ese deseo -Eva- cuando haya sufrido los rigores de la experiencia de la percepción del mundo fabricado, pariendo con dolor sus criaturas, es decir, aprendiendo por la vía del sufrimiento, llegará un día, llegará a un estado de conciencia que descubra que ese mundo ya no le satisface. Ese día Eva tomará la decisión de aplastar la cabeza de la serpiente o lo que es lo mismo, tendrá un último deseo, poner fin a los deseos y ceder su hegemonía a Adán redimido, esto es, a la consciencia de la Unidad.

Si has ahondado en esta reflexión, tal vez hayas intuido, que sin deseos, el cuerpo pierde su protagonismo y tiende a su desaparición. Mientras que esto ocurre, puedes hacer lo que quieras, pero no desde el deseo representado por Eva-Serpiente. No desde el miedo a perder. No desde la creencia en la separación. En el camino del aspirante, el deseo se convierte en una vía de sublimación, y ello lo convierte en el centro de sus logros. Pero la sola visión del deseo como objetivo, nos lleva a hacer realidad su poder, cuando en verdad, desde el Cielo, el deseo, no es real.

Pongo fin a este análisis, no sin antes dejaros referencias extraídas del Capítulo 18, de Un Curso de Milagros, más concretamente, las recogidas en el Apartado VII, punto 4, en adelante:
"No tengo que hacer nada.
Es imposible aceptar el instante santo sin reservas a no ser que estés dispuesto, aunque sólo sea por un instante, a no ver el pasado ni el futuro. No te puedes preparar para él sin ubicar lo en el futuro. La liberación se te concede en el instante en que la desees. Son muchos los que se han pasado toda una vida preparándose y ciertamente han tenido sus momentos de éxito. Este curso no pretende enseñar más de lo que ellos aprendieron en el tiempo, pero sí se propone ahorrar tiempo. Tal vez estés tratando de seguir un camino muy largo hacia el objetivo que has aceptado. Es extremadamente difícil alcanzar la Expiación luchando contra el pecado. Son muchos los esfuerzos que se llevan a cabo tratando de hacer santo aquello que se odia y se aborrece. No es necesario tampoco que dediques toda tu vida a la contemplación, ni que te pases largos períodos de tiempo meditando con objeto de romper tu atadura al cuerpo. Todos esos intentos tendrán éxito a la larga debido a su propósito. Pero los medios son tediosos y requieren mucho tiempo, pues todos ven la liberación de la condición actual de insuficiencia y falta de valor en el futuro.
Tu camino será diferente, no en cuanto a su propósito, sino en cuanto a los medios. La relación santa es un medio de ahorrar tiempo. Un instante que tú y tu hermano paséis juntos os restituye el universo a ambos. Ya estás listo. Ahora sólo tienes que recordar que no tienes que hacer nada. Sería mucho más efectivo ahora que te concentrases únicamente en esto, que reflexionar sobre lo que debes hacer. Cuando la paz llega por fin a los que luchan contra la tentación y batallan para no sucumbir al pecado; cuando la luz llega por fin a la mente que se ha dedicado a la contemplación; o cuando finalmente alguien alcanza la meta, ese momento siempre viene acompañado de este feliz descubrimiento: "No tengo que hacer nada".
He aquí la liberación final que todos hallarán algún día a su manera y a su debido tiempo. Tú no tienes necesidad de ese tiempo. Se te ha economizado tiempo porque tú y tu hermano estáis juntos. Éste es el medio especial del que este curso se vale para economizarte tiempo. No aprovechas el curso si te empeñas en utilizar medios que le han resultado muy útiles a otros, y descuidas lo que se estableció para ti. Ahorra tiempo valiéndote únicamente de los medios que aquí se ofrecen, y no hagas nada más. "No tengo que hacer nada" es una declaración de fidelidad y de una lealtad verdaderamente inquebrantable. Créelo aunque sólo sea por un instante, y lograrás más que con un siglo de contemplación o de lucha contra la tentación.
Hacer algo siempre involucra al cuerpo. Y si reconoces que no tienes que hacer nada, habrás dejado de otorgarle valor al cuerpo en tu mente. He aquí la puerta abierta que te ahorra siglos de esfuerzos, pues a través de ella puedes escaparte de inmediato, liberándote así del tiempo. Ésta es la forma en que el pecado deja de ser atractivo en este mismo momento. Pues con ello se niega el tiempo, y, así, el pasado y el futuro desaparecen. El que no tiene que hacer nada no tiene necesidad de tiempo. No hacer nada es descansar, y crear un lugar dentro de ti donde la actividad del cuerpo cesa de exigir tu atención. A ese lugar llega el Espíritu Santo, y ahí mora. Él permanecerá ahí cuando tú te olvides y las actividades del cuerpo vuelvan a abarrotar tu mente consciente.
Mas este lugar de reposo al que siempre puedes volver siempre estará ahí. Y serás más consciente de este tranquilo centro de la tormenta, que de toda su rugiente actividad. Este tranquilo centro, en el que no haces nada, permanecerá contigo, brindándote descanso en medio del ajetreo de cualquier actividad a la que se te envíe. Pues desde este centro se te enseñará a utilizar el cuerpo impecablemente. Este centro, del que el cuerpo está ausente, es lo que hará que también esté ausente de tu conciencia."
Recordemos, que aún sabiendo que este mundo no es real, podemos estar en él, con el único propósito de utilizar sus medios, entre ellos, el cuerpo, para comunicar la Verdad que hemos recordado y, de este modo, colaborar conscientemente en el Plan de Salvación, que Dios ha dispuesto para Su Hijo.

Cuando la fuerza del deseo deje de seducirnos, el potencial Eva, se integrará en Adán, en la Voluntad, dando lugar al feliz engranaje entre los opuesto. Ello llevará a nuestra mente a sentirse fecundada por la fuerza de la Imaginación Creadora y las vivencias que antes perseguíamos externamente como una aliciente para satisfacer nuestros deseos, se convertirá en una maravillosa vivencia interna creadora.

Reflexión: ¿Cómo afrontamos nuestros problemas?

jueves, 12 de octubre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 285

LECCIÓN 285

Hoy mi santidad brilla clara y radiante.

1. Hoy me despierto lleno de júbilo, sabiendo que sólo han de acontecerme cosas buenas procedentes de Dios. 2Eso es todo lo que pido, y sé que mi ruego recibirá respuesta debido a los pen­samientos a los que va dirigido. 3Y en el instante en que acepte mi santidad, lo único que pediré serán cosas dichosas. 4Pues, ¿qué utilidad tendría el dolor para mí, para qué iba a querer el sufri­miento, y de qué me servirían el pesar y la pérdida si la demencia se alejara hoy de mí y en su lugar aceptara mi santidad?

2.Padre, mi santidad es la Tuya. 2Permítaseme regocijarme en ella y recobrar la cordura mediante el perdón. 3Tu Hijo sigue siendo tal como Tú lo creaste. 4Mi santidad es parte de mí y también de Ti. 5Pues, ¿qué podría alterar a la Santidad Misma?

¿Qué me enseña esta lección?

Hoy me he levantado con un solo propósito, que de mi mente emanen pensamientos luminosos. Esa iniciativa, ha movilizado a mi voluntad y me he entregado a la tarea de ponerme al servicio de mi divinidad con la única intención de ser útil al resto de la humanidad.

Como consecuencia de esta disponibilidad, de mi mente han fluido pensamientos que hablan de la importancia de enfocar nuestra mente en el servicio del Amor; de la importancia de negar la realidad del miedo, de la separación y de la enfermedad.

Concentro la lucidez de mis pensamientos en disipar la oscuridad que se cierne sobre mi mente cuando participo de la falsa creencia de que estamos separados de los demás, de que el dolor es consecuencia de mis pecados, de que mi cuerpo es mi verdadera identidad y es la causa de todos mis sufrimientos. Ahora comprendo la razón por la cual, me hago eco de las experiencias protagonizadas por la humanidad. Me veo proyectadas en ellas. Mis juicios de debilidad, adoptan múltiples rostros y cuando los identifico, los juzgo y los condeno, en vez de bendecirlos por mostrarme mis falsas creencias.

Es necesario que nuestra conciencia despierte del sueño de la ilusión y comience a ver las cosas desde otra perspectiva. El ego está convencido en el poder que tiene el cuerpo para sanar o enfermar. Sin embargo, su creencia está basada en un error fundamental. La dimensión material es el resultado de proyectar la fuerza de nuestro pensamiento. Sólo así, el cuerpo se comporta como el envoltorio que pone de manifiesto lo que nuestra mente ha proyectado. Si nuestros pensamientos sirven al amor y a la unidad, nuestro cuerpo gozará de plenitud y salud. Cuando nuestros pensamientos sirven al miedo, a la separación, entonces nuestro cuerpo manifestará síntomas de enfermedad.

Para sanar nuestro cuerpo, debemos sanar nuestra mente.

Mantener nuestros pensamientos al servicio del Amor, hará que nuestro comportamiento sea brillante y radiante.

Ejemplo-Guía: "Una mente sana no ve la enfermedad"

Cuando abordamos el tema de la enfermedad en nuestras vidas, no podemos evitar encasillarla dentro de las vivencias más desagradables y temidas que podemos experimentar. Esa sola visión, hace difícil aceptar, que la enfermedad sea una consecuencia generada por nosotros mismos. 

Sin embargo, las habilidades del ego son muy sutiles y no lo estoy matizando en sentido condenatorio. Es de admirar que el ego tenga un marcado interés por la enfermedad. ¿Por qué ese interés?
"Si estás enfermo, ¿cómo podrías refutar su firme creencia de que no eres invulnerable? Éste es un razonamiento atractivo desde el punto de vista del ego porque encubre el ataque obvio que sub­yace a la enfermedad. Si reconocieses esto y además te opusieras al ataque, no podrías utilizar la enfermedad como un falso testigo para defender la postura del ego."
La enfermedad, al igual que la muerte, se convierte en uno de los principales argumentos que utiliza el ego para justificar su demente sistema de pensamiento, el cual se basa en la visión de la dualidad, de la separación.

El Principio 24 recogido en Un Curso de Milagros, nos dice:
"Los milagros te capacitan para curar a los enfermos y resucitar a los muertos porque tanto la enfermedad como la muerte son invenciones tuyas, y, por lo tanto, las puedes abolir."
Como bien nos enseña el Curso, la enfermedad tendría sentido sólo si las dos premisas básicas en las que se basa la interpretación que el ego hace del cuerpo fuesen ciertas: que el propósito del cuerpo es atacar, y que tú eres un cuerpo. Sin estas dos premisas la enfermedad es inconcebible.
"La enfermedad es una forma de demostrar que puedes ser herido. Da testimonio de tu fragilidad, de tu vulnerabilidad y de tu extrema necesidad de depender de dirección externa. El ego usa esto como su mejor argumento para demostrar que necesitas su dirección."
A estas altura de los estudios que venimos realizando, sabemos que la enfermedad, no es algo que se ori­gine en el cuerpo, sino en la mente, y que toda forma de enfermedad es un signo de que la mente está dividida y de que no está acep­tando un propósito unificado.
"Sólo la mente puede errar. El cuerpo sólo puede actuar equivocadamente cuando está respondiendo a un pensamiento falso. El cuerpo no puede crear y la creencia de que puede -error básico- ­da lugar a todos los síntomas físicos. Las enfermedades físicas implican la creencia en la magia. La distorsión que dio lugar a la magia se basa en la creencia de que existe una capacidad creativa en la materia que la mente no puede controlar. Este error puede manifestarse de dos formas: se puede creer que la mente puede crear falsamente en el cuerpo, o que el cuerpo puede crear falsa­mente en la mente. Cuando se comprende que la mente -el único nivel de creación- no puede crear más allá de sí misma, ninguno de esos dos tipos de confusión tiene por qué producirse."
La sola visión de la enfermedad, es creer que la enfermedad es real, lo que está sustentado por la creencia en que somos un cuerpo.

La tendencia instintiva para hacer frente a la enfermedad es buscar la curación a través de medios externos. Esta inclinación ha dado lugar a todo un entorno de especialización de los diferentes síntomas con los que se expresa la enfermedad en el cuerpo.  Pero como he expresado en este párrafo, no podemos "hacer frente" a la enfermedad, pues hacerlo es darle credibilidad. La curación que debemos llevar a cabo es en el único nivel verdadero, en el de la causa, es decir, en el de la mente. Corregir el error mental es sanar.

"Si enseñas enfermedad y curación, eres al mismo tiempo un mal maestro y un mal estudiante."
"Ayudar y curar son las expresio­nes naturales de la mente que está operando a través del cuerpo, pero no en él: Si la mente cree que su objetivo es el cuerpo distor­sionará su percepción de éste, y al bloquear su propia extensión más allá del mismo, dará lugar a enfermedades, pues estará fomentando la separación. Percibir el cuerpo como una entidad separada no puede sino fomentar la enfermedad, ya que ello no es verdad. Un medio de comunicación deja de ser útil si se emplea para cualquier otra cosa. Usar un instrumento de comunicación como instrumento de ataque es estar confundido con respecto a su propósito."
Reflexión: ¿Cómo afrontas la enfermedad del cuerpo? 

miércoles, 11 de octubre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 284

LECCIÓN 284

Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor.

1. Las pérdidas no son pérdidas cuando se perciben correcta­mente., 2El dolor es imposible. 3No hay pesar que tenga causa  alguna. 4Y cualquier clase de sufrimiento no es más que un sueño.
5Ésta es la verdad, que al principio sólo se dice de boca, y luego, después de repetirse muchas veces, se acepta en parte como cierta, pero con muchas reservas. 6Más tarde se considera seria­mente cada vez más y finalmente se acepta como la verdad. 7Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor. 8Y hoy deseo ir más allá de las palabras y de todas mis reservas, y aceptar plenamente la verdad que reside en ellas.

2. Padre, lo que Tú me has dado no puede hacerme daño, por lo tanto, el sufrimiento y el dolor son imposibles. 2Que mi confianza en Ti no fla­quee hoy. 3Que acepte como Tu regalo únicamente aquello que produce felicidad y que acepte como la verdad únicamente aquello que me hace  feliz.

¿Qué me enseña esta lección?

La pérdida, el dolor, el pesar, el sufrimiento, tan sólo es real para el ego, pues forma parte de su modelo de pensamiento, de sus falsas creencias y de su identificación con el cuerpo material.

En cambio, para el Espíritu, la idea de pérdida, de dolor, de pesar y de sufrimiento forma parte de la ilusión, de lo irreal. El Espíritu que tiene su Hogar en el Cielo, no experimenta esas necesidades propias del ego. En el Mundo de Dios, la escasez no existe. En dicho Mundo, todos formamos una Unidad y la pérdida es un concepto que no es real.

Desde la visión del ego, empleamos mucho tiempo y esfuerzo en cultivar el perfeccionamiento del cuerpo, sin embargo, en lo que respecta a la mente, le dedicamos muy poca atención, cuando en verdad, son los pensamientos los que fabrican nuestra realidad.

La mente funciona como un receptor de radio, en el que dependiendo de la frecuencia que sintonicemos podremos oír una cosa u otra.

Hoy he estado desarrollando esta idea y prestándole atención a mis pensamientos. Dependiendo de la frecuencia que elegía, podía ver las cosas de una manera u otra. Si elegía la frecuencia del ego, cuando miraba a mi alrededor, tan sólo percibía las formas externas de los demás, y no podía evitar emitir un juicio de valor sobre aquello que ocupaba mi mirada.
Si en cambio, elegía sintonizar en la frecuencia del Espíritu, mi visión cambiaba por completo y veía en los demás mi propio rostro.

Reconozco que mantener la atención y sintonizar la alta frecuencia del Espíritu en todos los momentos, por ahora es un propósito. Pero, me imagino que es cuestión de práctica y cuanto más lo practique, llegará un día en que forme parte de mi comportamiento habitual. 

Ejemplo-Guía: "¿Qué frecuencia sintoniza nuestra mente?"

Esta pregunta es muy parecida a la que ya hemos trabajado, cuando reflexionábamos sobre la "voz" a la que prestamos atención. Es una manera distinta de abordar el mismo tema, por lo que no me extenderé mucho.

Si la frecuencia que sintoniza nuestra mente es "radio ego" o "radio separación", nuestro sistema de pensamiento nos llevará a creer que el cuerpo nos puede dar placer. En este sentido, nos recuerda el Curso, que si esto es así, "también creerás que te puede causar dolor".  La razón de que esto sea así, no es porque Dios nos esté castigando, sino porque si encontramos placer,  fuera de nosotros, ¿qué estamos haciendo realmente? Una vez más, decidimos substituir a Dios, lo que significa que estamos recapitulando el error original en que nos creímos separados de Dios, ese instante en el nos dijimos: "El Cielo no es suficiente, quiero algo más.”

La frecuencia "radio ego" nos mantiene embelesados con una sintonía que se asemeja al sueño, donde nuestra conciencia se encuentra identificada con todos y cada uno de los personajes que participan en lo soñado. Es un sueño tan profundo y real que llegamos a percibir a través de los sentidos, la presencia de todos los actores que llenan de historias el sueño. 

En el sueño percibimos y sentimos emociones muy variopintas. Unas nos causan placer y otras dolor, aunque en la mayoría de las ocasiones, nuestra conciencia no se identifica como la única causa que da origen a esas experiencias, sino que proyecta fuera de sí, su contenido interior hasta encontrar a los agentes apropiados a los que juzgará como los causantes de esas sensaciones.

En nuestros sueños nocturnos, podemos encontrar un claro ejemplo de la dinámica que experimentamos en el sueño de la vida. Seguro que habrás vivido, durante el sueño nocturno, vivencias tan nítidas, que al despertar tienes la clara sensación de que las has vivido realmente. Hasta tal punto, lo vivido en el sueño, te ha influenciado, que tu estado de ánimo está condicionado por el tipo de experiencia ilusoriamente vivida.

Si alguien pusiese en duda la realidad de esa vivencia no le prestarías atención. Pero si lo analizas con detenimiento, las escenas que aparecen en tu mente durante ese sueño nocturno no existen en tu realidad  o mejor dicho, en tu sueño de vida. Pero eso no quita que te hayas sentido vivamente influenciado por sus sensaciones.

De este modo, cuando sintonizamos la frecuencia "radio ego" estamos experimentando un sueño, en el que todo cuanto nos ocurre lo hacemos realidad, incluido el dolor, la enfermedad y la temida muerte. Podemos decir, que el mundo del sueño tiene sus propias leyes y creer en ellas nos lleva a hacer real lo que tan solo tiene lugar en nuestra mente.
Es únicamente cuando elegimos el milagro y podemos decir y verdaderamente creer que “no me gobiernan otras leyes que las de Dios” (L-pl.76) que los efectos de las leyes del ego desaparecen: “Los milagros despiertan nuevamente la conciencia de que el espíritu, no el cuerpo, es el altar de la verdad. Este reconocimiento es lo que le confiere al milagro su poder curativo” (T-1.I.20) (Kenneth Wapnick)
Pero existen otras frecuencias. Yo la llamaría -puesto a crear-, la "frecuencia verdadera" o la "frecuencia del Espíritu". Sintonizarla significa que hemos dejado de ser inconsciente a la hora de experimentar el sueño, lo que nos lleva a ser el "soñador del sueño". Este estado nos permite ser conscientes de que el sueño no nos está soñando a nosotros y que cualquier cosa que veamos en el sueño, la hemos puesto nosotros ahí. Como dice Ken Wapcnick, esto lo hacemos "para satisfacer uno de estos dos propósitos, para satisfacer una de estas metas; para quedarte arraigado en el sueño de la separación y el especialismo o para dar los pasos que te conducirán a que despiertes del sueño."

La práctica de esta Lección, sin duda alguna, nos invita a elegir qué frecuencia vamos a sintonizar en el día de hoy, y para cada instante de nuestra vida. Mi experiencia, me dicta que podemos empezar "jugando" con el dolor emocional. Alguien nos hace un desprecio y nos sentimos dolidos por ello. Podemos expresarlo, reprochando su actitud o podemos reprimirlo y dejar que crezca en nuestro interior hasta "engordar" tanto que nos amenace con reventarnos.

Si pensamos que el otro, el de afuera, puede hacernos daño, estamos viendo la causa donde no se encuentra. En cambio, si cambiamos nuestras creencias y decidimos ver que lo externo es la proyección de nuestra mente, entonces, cuando recibamos un agravio de otra persona, lo bendeciremos, pues ha venido a ofrecernos el regalo que necesitábamos para hacernos consciente de esa particularidad que ha sido el motivo del agravio y del reproche. De este modo, llegará el instante en que nada externo a nosotros podrá hacernos daño, dicho de otra manera, el daño lo hemos utilizado para nuestro despertar.

Reflexión: ¿Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor?

martes, 10 de octubre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 283

LECCIÓN 283

Mi verdadera Identidad reside en Ti.

1. Padre, forjé una imagen de mí mismo, y a eso es a lo que llamo el Hijo de Dios. 2Mas la creación sigue siendo como siempre fue, pues Tu crea­ción es inmutable. 3No quiero rendirle culto a ningún ídolo. 4Yo soy aquel que mi Padre ama. 5Mi santidad sigue siendo la luz del Cielo y el Amor de Dios. 6¿Cómo no va a estar a salvo lo que Tú amas? 7¿No es acaso infinita la luz del Cielo? 8¿No es Tu Hijo mi verdadera Identidad, toda vez que Tú creaste todo cuanto existe?

2. Ahora todos somos uno en la Identidad que compartimos, ya que Dios nuestro Padre es nuestra única Fuente, y todo lo creado forma parte de nosotros. 2Y así, le ofrecemos nuestra bendición a todas las cosas y nos unimos amorosamente al mundo, el cual nuestro perdón ha hecho que sea uno con nosotros.

¿Qué me enseña esta lección?

Es imposible que algo exista fuera de la Mente de Dios. Pero tenemos que tener la certeza, que tan sólo lo que es eterno, es real.

La identidad adoptada por el Hijo de Dios, identificándose con el cuerpo físico, no es real, pues es temporal. En verdad, es una máscara ilusoria que oculta la verdadera realidad, la del Ser, Eterno y Perfecto.

Vemos lo que creemos ser, y en esa medida, si nos identificamos con el cuerpo, tan sólo veremos en los demás la imagen de un cuerpo. Es por ello, que se hace necesario ver las cosas de otra manera; verlas tal y como son. En la medida en que despertemos a nuestra verdadera identidad, comenzaremos a ver a los demás como seres espirituales, que forman la Filiación del Hijo de Dios.

Hoy soy totalmente consciente de lo que soy y cuál es mi verdadera identidad. Hoy soy consciente de que mi identidad reside en Dios.

Ejemplo-Guía: "¿Cuál es tu verdadera identidad?"

Tal vez no te resulte extraña la cuestión que hemos elegido para reflexionar sobre esta Lección. Se trata de una pregunta, que sorprende a cuantos estamos identificados con el ego, pues pone en duda su existencia y sin embargo, acompaña a muchas almas cuya visión del mundo que perciben ya no les satisface.

Ya hemos visto a lo largo del estudio de estas Lecciones, que el ego es una confusión con respecto a nuestra verdadera identidad. Como bien se expresa en el Texto del Curso, el ego no ha tenido nunca un modelo consistente, no se desarrolló nunca de manera consistente, es el resultado de la aplicación incorrecta de las leyes de Dios, llevada a cabo por mentes distorsionadas que están usando indebidamente su poder.

La creencia en el ego como nuestra identidad, nos lleva a vernos separado del resto de la creación y nos lleva a utilizar un sistema de pensamiento, basado en el miedo y en el pecado. En definitiva, nos lleva a la fabricación de un mundo demente.

Es evidente, que un mundo demente, un mundo en que nos encontramos separados de nuestra verdadera identidad, no favorece el estado de paz. La disociación es algo ilusorio y cuando nos encontramos bajo el efecto de lo ilusorio, de la separación, pensamos que la verdad nos va a agredir.

Cuán lejos está esa creencia de la verdad. Un Curso de Milagros nos dice: 
"Recuerda siempre que tu Identidad es una Identidad compartida, y que en eso reside Su realidad".
Si percibimos a nuestros hermanos como los causantes de nuestro dolor, como los enemigos que nos arrebatan nuestra felicidad, entonces estamos afirmando que atacar es la manera en que perdemos conciencia de nuestra identidad, pues cuando atacamos es señal inequívoca de que hemos olvidado quiénes somos.

Si nuestra Identidad reside en Dios, si nuestra realidad es la de Dios, cuando atacamos no nos estamos acordando de Él, lo que no significa que Él se haya marchado, sino a que hemos elegido conscientemente no recordarlo.

A medida que avanzamos en nuestro camino espiritual, tendremos la oportunidad de reconocer que el único significado de este mundo es ayudarnos a recordar nuestra verdadera identidad. Sin embargo, el ego atacará esta verdad aportándonos argumentos que reafirman la creencia en que somos un cuerpo físico. Uno de sus mejores argumentos es que enfermemos, pues si sentimos dolor, hacemos el cuerpo real, y si el cuerpo es real, el espíritu no puede ser nuestra identidad.

Reflexión: ¿En verdad crees que te encuentras separado del resto del mundo?

lunes, 9 de octubre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 282

LECCIÓN 282

Hoy no tendré miedo del amor.

1. Sólo con que pudiese comprender esto hoy, el mundo entero se salvaría. 2Pues es la decisión de abandonar la locura y de acep­tarme tal como Dios Mismo, mi Padre y mi Fuente, me creó. 3Es la resolución de no seguir dormido en sueños de muerte, mientras la verdad sigue viviendo eternamente en el júbilo del amor. 4Y es asimismo la resolución de reconocer al Ser que Dios creó como el Hijo que Él ama, el Cual sigue siendo mi única Identidad.

2. Padre, Tu Nombre, al igual que el mío, es Amor. 2Ésa es la verdad. 3¿Y es posible acaso cambiar la verdad dándole simplemente otro nom­bre? 4El nombre del miedo es simplemente un error. 5Que hoy no tenga miedo de la verdad.

¿Qué me enseña esta lección?

Me pregunto, ¿cómo pudimos tener miedo del Amor? ¿cómo pudimos tener miedo de Dios?

Si gozábamos de un estado de unión con Él, si nos sentíamos plenamente protegidos y alimentados por su magna Presencia, ¿qué nos impulsó a abandonar ese Estado de Paz y de Unidad?

Cuando observo el comportamiento humano, descubro que el niño mientras forma parte del vientre materno, se siente protegido y alimentado, al igual como el Hijo de Dios, en la etapa Paradisiaca. Al nacer, y tomar contacto con otro escenario, el estado de conciencia cambia y comienza a recibir una nueva información a través de la percepción, la cual estimula en el niño una respuesta independiente de sus padres.

En la medida en que va creciendo, ese niño, va desechando la vía de aprendizaje adquirida a través de sus padres, la cual es sustituida por el proceso individualizado, el cual le llevará a percibirse como un ser separado de sus hacedores.

Esa necesidad de crecimiento, se conoce, en el mundo del sueño, como evolución. Todos los seres se encuentran inmersos en un proceso de evolución. El Hijo de Dios, creado a Imagen y Semejanza de su Padre, es portador en estado potencial de los Atributos del Creador. En la medida en que va evolucionando, va perfeccionándolos y adquiriendo plena consciencia de ellos.

Ese proceso de aprendizaje es la causa que origina que el Hijo de Dios elija utilizar sus Atributos y ponerlos en uso, de tal modo, que movilizando la Voluntad y el Deseo, se proyectó sobre el "Mundo Etérico", donde la materia se manifiesta en forma de ondas de pensamiento, prestándole su “atención” y permitiendo de este modo que las ondas pasasen a convertirse en partículas sólidas, dando lugar al mundo físico.

La "Metafísica", nos revela a través de sus enseñanzas, que el Ser que Somos, fue creado y dotado, potencialmente, de un Cuerpo Mental, un Cuerpo de Deseos y un Cuerpo Etérico. La manifestación del vehículo más inferior, el Cuerpo Físico, es la consecuencia de dirigir el potencial mental y emocional sobre el mundo etérico, llamado también como “doble etérico”, indicando con ello, que es el negativo del mundo físico. Los avances de la física cuántica nos demuestra que el mundo de las partículas que da lugar a lo material, no es más que un mundo de ondas –campo- potenciales, que se solidifican en partículas, una vez que se produce el acto de observación o lo que es lo mismo, una vez que proyectamos sobre él, nuestra conciencia.

En la medida en que me escindo del Amor, del estado de Unidad, me adentro en el mundo del miedo, pues ese es el pensamiento que emerge cuando nos vemos separados de la Fuente. Ese pensamiento es un error, pues al igual como el hijo nunca puede separarse, a pesar de la distancia, de su padre, el Hijo de Dios, nunca se ha separado de su Hacedor.

Nuestra condición natural es el Amor. Tener miedo, es la evidencia de que no nos amamos, ni amamos a los demás. Creemos tener miedo al Amor, porque pensamos que perdemos nuestra individualidad.

Cuando nuestra individualidad nos lleve a comprender que todos procedemos de un mismo origen, el miedo desaparecerá y amaremos el Amor.

Ejemplo-Guía: "La causa de nuestro miedo es Dios"
"En el relato bíblico, Adán, el prototipo del ego o nuestro falso yo, ya no quería permanecer en su estado de unidad con Dios e intentó cambiar lo que su Padre había creado tan perfecto como El y uno con El. El estado posterior en el cual se encontró a sí mismo -al estar fuera del jardín- se convirtió en el símbolo de este acto y en el recordatorio y la justificación de su culpa por lo que creyó que le había hecho a Dios y a sí mismo. La culpa origina el miedo al castigo, de modo que se ve a Dios como un vengador que intenta castigar a sus hijos por el crimen de éstos. El Dios de amor es así transformado en un dios de miedo, y la paz que es nuestra herencia natural se convierte en un estado de terror, ansiedad y continua vigilancia por temor a ser destruidos por el Padre a Quien creemos haber atacado.
Esta atmósfera de miedo y culpa es la condición de la “post-separación” que todos llevamos adentro. Nuestro estado conduce a una culpa mayor que intensifica el miedo y se establece un ciclo aparentemente interminable que no parece tener solución. Este es el patrón que sustenta la mayoría de nuestras actitudes, sentimientos y acciones, y que constituye el infierno psicológico que hemos hecho como sustituto del Cielo para el cual fuimos creados.
En resumen, pues, nuestro miedo básico es a Dios, puesto que inconscientemente creemos que si Lo dejáramos entrar en nuestras vidas seríamos destruidos por su furia por haberlo atacado, lo cual nuestra culpa afirma continuamente. Esta es la causa de nuestra ansiedad básica, la que se mantiene fuera de nuestra conciencia por medio del uso constante de defensas. La causa de nuestra aflicción aparenta deberse a problemas de todas clases, pero en realidad no permitimos que la verdadera causa entre en nuestro consciente".
El texto con el que hemos introducido la reflexión sobre el ejemplo elegido para la Lección de hoy, pertenece a la obra de Kenneth Wapnick  "Artículos de Kenneth Wapnick sobre Un Curso de Milagros".

El autor, nos centra la causa del miedo relacionándola con el acto de desobediencia del Hijo de Dios, consecuencia que obtuvo como respuesta la expulsión del "Paraíso" en el que gozaba de la Abundancia y Protección Divina.

Si Dios es Amor y Su Hijo le profesa un profundo miedo a su Hacedor, es lógico pensar que tengamos miedo al Amor. Tenemos miedo al amor, por haber elegido ver un mundo distinto al Mundo Real en el que Dios nos situó. Ver, es una potestad de la mente, por lo que en verdad, la causa que ha dado origen a tanta confusión debemos buscarla en el libre uso del pensamiento.

Las consecuencia de elegir ver un mundo distinto al de Dios-Unidad-Amor, es creer en un mundo gobernado por el ego-separación-miedo. La visión primigenia es la Fuente verdadera de donde emana nuestra Existencia y ese Hogar es sinónimo, en este mundo limitado, de Felicidad y Dicha.
La visión secundaria se ha convertido en la fuente ilusoria de nuestra identidad pasajera y su hogar temporal, el cuerpo, es sinónimo de muerte, enfermedad y sufrimiento.

No te tener miedo al Amor significa haber aceptado nuestra inocencia, nuestra impecabilidad, habernos perdonado nuestros falsos pensamientos.

Reflexión: El nombre del miedo es simplemente un error.