sábado, 27 de junio de 2020

Oración del Padre Nuestro (I)

Oración del Padre Nuestro

La oración se le atribuye, principalmente, a la corriente exotérica de la religión, y especialmente, a los que se acercan a la  Verdad a través de la fe.


Sin embargo, esa necesidad de relación de la personalidad sagrada con la divinidad, también es habitualmente utilizada por los que recorren la senda esotérica, por los que se acercan a la Verdad, a través del Conocimiento Espiritual.


Para los primeros, los exotéricos, activando el corazón, alcanzan una exaltación emotiva que los conecta con las energías y fuerzas divinas. Para ellos, la fe mueve montañas e interpretan las respuestas de la divinidad, como milagrosa.


Para los segundos, los esotéricos, los Iniciados, activan el corazón y la mente, alcanzando un nivel de éxtasis espiritual que tan solo se produce, cuando amamos y comprendemos la energía que estamos utilizando.


Para el Cabalista, que obviamente, se encuentra formando parte del pelotón de los Iniciados, el conocimiento del Árbol Cabalístico, estructura espiritual de las Fuerzas Sagradas que intervienen en el proceso creativo, le permite alcanzar un nivel más elevado de comprensión, cuando activa sus energías con el propósito de comunicarse con el Creador.


Jesús-Cristo, nuestro hermano más avanzado en el proceso evolutivo, nos transmitió una de las oraciones más hermosas de cuantas conocemos y al mismo tiempo, más reveladoras de las Fuerzas Sagradas con las que evolucionamos.


Existen algunos estudios que tratan de explicar los valores trascendentes de esta oración. Mi punto de vista es uno más, que viene a añadir, igualmente, elementos de comprensión, que nos permita, no tan sólo vivir esta oración desde el corazón, sino también desde la razón.


Para llevar a cabo este estudio, haré uso de la versión del Padre Nuestro Cabalista y relacionaré cada una de las sentencias de la Oración con los Séfiras del Árbol Cabalístico.


“¡Padre Nuestro que estás en los cielos!
Santificado sea tu nombre,
Venga a nosotros tu Reino,
Que se haga tu voluntad en la tierra como se hace en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy,
Y refresca nuestras almas con las aguas vivas,
Y perdona nuestras ofensas,
En la medida en que nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
No nos induzcas en tentación, sino libéranos del maligno.
Haznos cada día más perfectos, como tú eres Perfecto. Amén.”



Kether: “Padre Nuestro que estás en los cielos”


Padre… Llamamos padre, salvando la excepción de la adopción, a la persona que ha facilitado su esperma para hacer posible nuestra creación. Por lo tanto, reconocemos en la figura del padre, el origen de todo cuanto somos.


Si tuviésemos necesidad de pedir ayuda a nuestro padre físico, nos dirigiríamos a él, diciéndole: “padre, necesito tu ayuda”. En esta petición, existe un acto consciente de reconocimiento. Sabemos a quien nos estamos dirigiendo, sabemos, que él cuenta con los medios para dar respuesta a nuestra petición, sabemos, igualmente, que su amor por nosotros, su creación, le llevará a dar una respuesta positiva a lo que estamos solicitando, en el sentido de que él, busca siempre nuestro bien.


Ese estado consciente, debe producirse, igualmente, cuando nos dirigimos hacia el Padre Celestial, pues debemos tener la certeza absoluta, que de su esperma creador, ha emanado la energía para dar lugar al universo que conocemos y en el que desarrollamos nuestra evolución.


En el proceso de la evolución, no siempre el hombre ha tenido consciencia de división como la que tenemos en la actualidad, en la que abordamos los trabajos del 4º Día de la Creación.


Al igual como ocurre en el mundo físico y tangible, en el que el hijo, alcanzada una edad, en la que descubre el poder del Yo, decide emanciparse del núcleo familiar, así mismo, en el proceso evolutivo, alcanzado el nivel del 4º Día, el alma humana, protagonizada por la naturaleza femenina – emocional – Eva, comiendo del fruto prohibido, despierta su mirada y toma conciencia de su poder creador. Es el despertar del individualismo y es el comienzo del olvido de su verdadero origen.


“Padre Nuestro que estás en los Cielos”


Efectivamente, se produce un doble reconocimiento, el de su origen espiritual, y por otro lado, el lugar donde se encuentra su Morada, en los cielos.


En cada uno de los Días de la Creación, las Chispas creadas y emanadas de su creador, han evolucionado en diferentes Planos de Conciencia.


En el Primer Día, el mundo activo fue el Mental. En el Segundo Día, el mundo activo fue el de Deseo. En el Tercer Día, el mundo activo fue el Etérico, y en el Cuarto Día, el actual, el mundo activo es el Físico.


En los tres primeros, la Energía no es tangible, no es física, sino que es espiritual, mucho más sutil que la material. El hombre de hoy, toma conciencia de estos Planos cuando duerme, es decir, ese “cielo” al que hace referencia la oración, no es otro que el constituido por los Planos Superiores al Físico.


Es cierto, que las almas más evolucionadas de la Oleada de Vida Humana, trabajan conscientemente en dichos Planos, donde realizan una labor esencial ayudando a la humanidad a evolucionar.


Nuestro Creador se hace visible en esos Planos Superiores. Todos los Planos interactúan entre sí. El Cuerpo Físico se encuentra entrelazado con los Cuerpos Superiores y es a través de los órganos esenciales, que recibimos las energías de dichos Planos. El corazón se convierte en el transmisor y receptor de las energías emocionales. El cerebro, lo hace, igualmente, de las energías mentales. Cuando unimos corazón y mente, y se produce un estado de armonía y paz, entonces, “Nuestro Padre que está en los cielos” se comunicará con nosotros, activando esos órganos, lo que nos permitirá sentir un baño purificador de Amor y una elevada comprensión de cuál debe ser nuestro camino.


Ubicamos esta primera sentencia en el Séfira Kether -El Padre-. En este Centro, encontramos la Fuerza Yod, el poder de la Voluntad. Por lo tanto, cada vez que activemos este Centro dirigiéndonos hacia él con nuestro Verbo: “Padre Nuestro…”, estamos movilizando esa energía emprendedora que ha de permitirnos ir siempre más allá. Estamos activando, el Propósito Divino para el que hemos sido creado, alcanzar la condición divina de seres creadores, y para eso, debemos hacer uso de nuestro esperma creador, la Voluntad.


Cuando activamos el atributo de  la Voluntad, movilizamos el mundo. Es muy importante ser consciente de esto que digo. Si queremos, realmente, cambiar las circunstancias que nos rodean, si queremos avanzar en el proceso evolutivo, entonces, lo primero, lo principal, es movilizar la Voluntad. No esperemos que los demás hagan el trabajo que nosotros debemos realizar. Tener por seguro, que aunque gritemos, exclamemos, una y mil veces: “Padre Nuestro que estás en los cielos”, lo que recibiremos será una buena dosis de Voluntad, para dar el paso estelar. Pero si no utilizamos esa energía, estaremos actuando como el que posee las semillas para sembrar sus campos y no lo hace… cuando llega la hora de la cosecha, se quejará, se lamentará y se dirá que es desdichado…


Así pues, hay que tener presente que si pedimos a nuestro Padre que nos ayude, debemos hacer buen uso de los bienes que nos depara…, Él, sabe que es lo mejor para nuestra evolución y ese bien se llama Voluntad.



...continuará