sábado, 10 de junio de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 161

LECCIÓN 161

Dame tu bendición, santo Hijo de Dios.

1. Hoy vamos a practicar de manera diferente, y a pronunciarnos en contra de nuestra ira de modo que nuestros temores puedan desaparecer y darle cabida al amor. 2He aquí la salvación, en las simples palabras con las que practicamos la idea de hoy. 3He aquí la respuesta a toda tentación, pues jamás puede dejar de darle la bienvenida al Cristo allí donde antes imperaban la ira y el miedo. 4Aquí se consuma la Expiación, el mundo se transpone sin riesgo alguno y el Cielo queda restaurado. 5He aquí la respuesta que te da la Voz que habla por Dios.

2. La condición natural de la mente es una de abstracción total. 2Mas una parte de ella se ha vuelto antinatural. 3No ve todo como si fuese uno solo, 4sino que ve únicamente fragmentos del todo, pues sólo de esa manera puede forjar el mundo parcial que tú ves. 5El propósito de la vista es mostrarte aquello que deseas ver. 6Todo lo que oyes le trae a la mente únicamente los sonidos que ésta desea oír.

3. Así fue como surgió lo concreto. 2Y ahora son las cosas concre­tas las que tenemos que usar en nuestras prácticas. 3Se las entre­gamos al Espíritu Santo, de manera que Él las pueda utilizar para un propósito diferente del que nosotros les conferimos. 4Él sólo se puede valer, para instruirnos, de lo que nosotros hicimos, pero desde una perspectiva diferente, a fin de que podamos ver otro propósito en todo.

4. Un hermano es todos los hermanos. 2Y en cada mente se encuentran todas las mentes, pues todas las mentes son una. 3Ésta es la verdad. 4No obstante, ¿aclaran estos pensamientos el signifi­cado de la creación? 5¿Te brindan estas palabras perfecta claridad? 6¿Qué parecen ser sino sonidos huecos; bellos tal vez, correctos en el sentimiento que expresan aunque fundamentalmente incom­prendidos e incomprensibles? 7La mente que se enseñó a sí misma a pensar de manera concreta ya no puede aprehender la abstrac­ción en el sentido del abarcamiento total que ésta representa. 8Necesitamos poder ver un poco para poder aprender mucho.

5. Nos parece que es el cuerpo el que coarta nuestra libertad, el que nos hace sufrir y el que finalmente acaba con nuestras vidas. 2Sin embargo, los cuerpos no son sino símbolos de una forma específica de miedo. 3El miedo desprovisto de símbolos no suscita respuesta alguna, pues los símbolos pueden representar lo que no tiene sentido. 4El amor, al ser verdad, no tiene necesidad de símbolos. 5Pero el miedo, al ser falso, se aferra a lo concreto.

6. Los cuerpos atacan; las mentes no. 2Este pensamiento nos hace pensar sin duda en el texto, en el que se subraya con frecuencia. 3Ésta es la razón por la que los cuerpos se convierten tan fácilmente en símbolos del miedo. 4Se te ha instado en innumerables ocasiones a que mires más allá del cuerpo, pues lo que éste ve es el símbolo del "enemigo" del amor que la visión de Cristo no ve. 5El cuerpo es el blanco del ataque, ya que nadie piensa que lo que odia sea una mente. 6Sin embargo, ¿qué otra cosa sino la mente le ordena al cuerpo a que ataque? 7¿Qué otra cosa podría ser la sede del miedo sino lo que piensa en el miedo?

7. El odio es algo concreto. 2Tiene que tener un blanco. 3Tiene que percibir un enemigo de tal forma que éste se pueda tocar, ver, oír y finalmente matar. 4Cuando el odio se posa sobre algo, exige su muerte tan inequívocamente como la Voz de Dios proclama que la muerte no existe. 5El miedo es insaciable  y consume todo cuanto sus ojos contemplan, y al verse a sí mismo en todo, se siente impulsado a volverse contra sí mismo y destruirse.

8. Quien ve a un hermano como un cuerpo lo está viendo como el símbolo del miedo. 2Y lo atacará, pues lo que contempla es su propio miedo proyectado fuera de sí mismo, listo para atacar, y pidiendo a gritos volver a unirse a él otra vez: 3No subestimes la intensidad de la furia que puede producir el miedo que ha sido proyectado. 4Chilla de rabia y da zarpazos en el aire deseando frenéticamente echarle mano a su hacedor y devorarlo.

9. Esto es lo que contemplan los ojos del cuerpo en uno que el Cielo tiene en gran estima, los ángeles aman y Dios creó perfecto. 2Ésta es su realidad. 3Y en la visión de Cristo su hermosura se ve reflejada de una manera tan santa y tan bella que apenas podrías contener el impulso de arrodillarte a sus pies. 4Mas en lugar de ello tomarás su mano, pues tú eres semejante a él en la visión que lo ve así. 5El ataque que lanzas contra él es lo que es tu enemigo, pues te impide percibir que en sus manos está tu salvación. 6Pídele únicamente eso y él te la dará. 7No le pidas que sea el símbolo de tu miedo. 8¿Pedirías acaso que el amor se destruyese a si a mismo? 9¿O preferirías que te fuese revelado y que te liberase?

10. Hoy vamos a practicar de una manera que ya hemos intentado antes. 2Ya estás más preparado, y hoy te acercarás más a la visión de Cristo. 3Si te propones alcanzarla, hoy lo lograrás. 4Y una vez que la hayas alcanzado, no estarás dispuesto a aceptar los testi­gos que convocan los ojos del cuerpo. 5Lo que verás te traerá con su cántico el recuerdo de melodías ancestrales. 6El Cielo no se ha olvidado de ti. 7¿No te gustaría acordarte de él?.

11. Selecciona a un hermano para que sea el símbolo de los demás y pídele la salvación. 2Visualízalo primero tan claramente como puedas, de la misma manera en que estás acostumbrado a verlo. 3Observa su rostro, sus manos, sus pies, su ropa. 4Obsérvalo son­reír, y ve los gestos que le has visto hacer tan a menudo que ya te resultan familiares. 5Luego piensa en esto: lo que estás viendo ahora te impide ver a aquel que te puede perdonar todos tus pecados, arrancar con sus sagradas manos los clavos que atravie­san las tuyas y quitar de tu ensangrentada frente la corona de espinas que tú mismo te pusiste. 6Pídele lo siguiente para que él pueda liberarte:

7Dame tu bendición, santo Hijo de Dios.
8Quiero con­templarte con los ojos de Cristo, y ver en ti mi perfecta impecabilidad.

12. Y Aquel a Quien has invocado te responderá. 2Pues oirá en ti la Voz que habla por Dios y te responderá con la tuya. 3Contempla ahora a aquel que tan sólo habías visto como carne y hueso, y reconoce que Cristo ha venido a ti. 4La idea de hoy es la manera de escaparte del miedo y de la ira. 5Cerciórate de repetirla inme­diatamente en caso de sentir la tentación de atacar a un hermano y de percibir en él el  símbolo de tu miedo. 6Y lo verás cambiar súbitamente de enemigo a salvador; de demonio al Cristo.


¿Qué me enseña esta lección?


En la evolución de la conciencia humana, observamos periodos en los que se produce el protagonismo de ciertos rasgos expresados por la personalidad. Así vemos que a la edad de los 14 años, aproximadamente, se afronta una etapa en la que el uso de las emociones y deseos adquiere un especial protagonismo en detrimento de otros valores, como los mentales e intelectuales. El resurgir de la naturaleza pasional es visible a partir de esta etapa y la adolescencia se caracteriza por un proceso de aprendizaje  en el que se abandona el "Yo Familiar" y se adquiere el "Yo Individual".

Es a partir de los 21 años, aproximadamente, cuando el individuo afronta un nuevo proceso de crecimiento de conciencia y comienza a adoptar un comportamiento más social, donde las relaciones están basadas en el intercambio y no en el individualismo. Durante esta etapa, se afronta el aprendizaje de un nuevo elemento, el mental.

No podemos pretender que en los albores de este proceso se tenga un pleno dominio del uso de la mente, se requerirán años de evolución y aprendizaje para que lleguemos a adquirir la lucidez y comprensión de los conceptos y de las ideas de una manera racional y objetiva. El encuentro de la verdad es el fruto que se obtendrá al final de ese proceso.

De igual modo, cuando la humanidad adquirió el "Cuerpo Mental" en estado potencial, no se encontraba capacitada para discernir lo que su nueva visión le aportaba. Antes de ese nuevo estado, la humanidad se alimentaba por vía directa de la Mente de su Creador. No existía la dualidad; Todo era Uno.

A partir de que comienzan los trabajos con el Cuerpo Mental, se vislumbran nuevos estados de energía, entre los cuales se encuentra la energía densa de la materia. Se descubre lo concreto, pues existe en la humanidad el afán de ir más allá de Si Mismo.

La identificación con ese mundo material y la aparición de lo concreto, llevó al hombre a perder su conexión directa con la Unidad Creadora y adquirir una nueva personalidad a la que hemos llamado ego.

Este tránsito de consciencia dio lugar a la creencia del “pecado”; a la existencia del cuerpo como la única realidad; al miedo, como efecto de la transgresión; a la culpa, como vía de redención y a todo un sistema de creencias que nos llevó a vernos como seres separados del Creador y de los demás seres.

El Amor o la Vía de Cristo, nos libera, nos salva de ese encadenamiento de errores y nos permite retornar a la Plenitud del Edén, al Cielo, nuestro verdadero hogar. Recuperamos la Visión Santa de la Unidad que nos relaciona con todos nuestros hermanos, con los que compartimos una sola mente.

Ese estado de consciencia nos lleva a bendecir a cada uno de nuestros Hermanos y a comprender que nuestra relación con ellos es la única vía de salvación.

Ejemplo-Guía: "¿Cómo ves a tu hermano, cómo tu enemigo o cómo tu salvador?

La respuesta a esta pregunta todos la sabemos y podríais pensar que no es necesaria plantearla. Pero el objetivo de hacerla debemos verlo como una invitación a reflexionar sobre nuestro modo de relacionarnos con el mundo.

Podemos seguir quejándonos, sintiéndonos víctimas y agresores a la vez, pero si no renunciamos al odio, a la ira, al ataque, si no cambiamos nuestra creencia en la separación, no podremos cosechar más que vivencias donde el dolor, el sufrimiento, la muerte, se conviertan en los principales protagonistas.

La Lección de hoy es pura terapia sanadora. Una mente al servicio del miedo, es una mente enferma. Verá y percibirá un mundo enfermo.

Tendremos que elegir de nuevo, apostar por una nueva visión si queremos que las cosas sean diferentes. Debemos sustituir la visión del cuerpo, por la visión espiritual. Abandonar el juicio y la condena y en su lugar, compartir nuestro perdón y nuestra voluntad de corrección.

La Lección de hoy nos propone un  ejercicio que nos ayudará a ver a nuestros hermanos desde la percepción correcta. Estamos tan acostumbrados a dar credibilidad a aquello que somos capaces de ver, oír, sentir, que hemos delegado al olvido, su verdadera realidad, la que en su expresión de Luz alimenta al campo sensorial. El Hijo de Dios no es un cuerpo, es un Ser Espiritual, es Mente.

Si eliges cada día, cada instante, ver con los ojos de la Mente, donde se haya la Fuente de lo que somos, estaremos utilizando nuestra condición más sagrada y bendita, estaremos expresando nuestra santidad Crística y esa visión se comparte con nuestros hermanos, pues las partes dan lugar a la unidad.

¡Bendito seas hermano por permitirme ver mi santidad en tu sagrado espejo, en tu sagrada Consciencia Crística!

Reflexión: ¡Un hermano es todos los hermanos!

viernes, 9 de junio de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 160

LECCIÓN 160

Yo estoy en mi hogar. El miedo es el que es un extraño aquí.

1. El miedo es un extraño en los caminos del amor. 2Identifícate con el miedo, y te vuelves un extraño ante tus propios ojos. 3Y de este modo, no te conocerás a ti mismo. 4Lo que tu Ser es sigue siendo algo ajeno para la parte de ti que cree que es real, aunque diferente de ti: 5¿Quién podría estar en su sano juicio en tales circunstancias? 6¿Quién sino un loco podría creer que él es lo que no es, y juzgar en contra de sí mismo?

2. Hay un extraño entre nosotros que procede de una idea tan ajena a la verdad que habla un idioma distinto, percibe un mundo que la verdad desconoce y entiende aquello que la ver­dad juzga como carente de sentido. 2Pero aún más extraño es el hecho de que no reconoce a aquel a quien visita, y sin embargo, sostiene que el hogar de éste es suyo, mientras que el que está en su hogar es el que es el extraño. 3No obstante, qué fácil sería decir: "Este es mi hogar. 4Aquí es donde me corresponde estar y no me iré porque un loco me diga que tengo que hacerlo".

3. ¿Qué razón hay para no decir esto? 2¿Cuál podría ser la razón sino que has invitado a ese extraño a ocupar tu lugar, y has per­mitido convertirte en un extraño ante tus propios ojos? 3Nadie se dejaría desahuciar tan innecesariamente a no ser que pensase que hay otro hogar que está más de acuerdo con sus gustos.

4. ¿Quién es el extraño? 2¿A quién no le corresponde estar en el hogar que Dios proveyó para Su Hijo, a ti o al miedo? 3¿Es acaso el miedo obra Suya, creado a Su semejanza? 4¿Es acaso el miedo lo que el amor completa y mediante lo cual se completa a sí mismo? 5No hay hogar que pueda darle cobijo al amor y al miedo, 6pues no pueden coexistir. 7Si tú eres real, el miedo no puede sino ser una ilusión. 8Mas si el miedo es real, entonces eres tú el que no existe.

5. ¡Qué fácilmente se puede resolver este dilema! 2Todo aquel que teme no ha hecho sino negar su verdadera identidad y decir: "Yo soy el extraño aquí. 3De modo que le cedo mi hogar a uno que es más como yo que yo mismo, y le doy todo cuanto pensé que era mío". 4Ahora se ha exilado por fuerza, sin saber quién es, inseguro de todo, menos de esto: que él no es él mismo, y que se le ha negado su hogar.

6. ¿En pos de qué va a ir ahora? 2¿Qué podría encontrar? 3Alguien que se ha convertido en un extraño ante sus propios ojos no puede encontrar un hogar no importa dónde lo busque, pues él mismo ha imposibilitado su regreso. 4Está perdido a menos que un milagro venga y le muestre que ya no es un extraño. 5El mila­gro vendrá. 6Pues su Ser sigue morando en su hogar. 7Y su Ser no ha invitado a ningún extraño ni se ha confundido a Sí Mismo con ningún pensamiento ajeno a Él. 8E invocará a lo que es Suyo a Sí Mismo en reconocimiento de lo que es Suyo.

7. ¿Quién es el extraño?. 2¿No es acaso aquel a quien tu Ser no invoca? 3Ahora eres incapaz de reconocer a ese extraño que mero­dea entre vosotros, pues le has cedido tu legítimo lugar. 4No obs­tante, tu Ser está tan seguro de lo que es Suyo como Dios lo está de Su Hijo. 5Dios no está confundido con respecto a la creación. 6Está seguro de lo que es Suyo. 7Ningún extraño se puede interpo­ner entre Su conocimiento y la realidad de Su Hijo. 8Él no sabe de extraños. 9Él está seguro de Su Hijo.

8. La certeza de Dios es suficiente. 2A aquel a quien Él reconoce como Su Hijo le corresponde estar allí donde Él estableció a Su Hijo para siempre. 3Él ha contestado tu pregunta: "¿Quién es el extraño?" 4Oye Su Voz asegurarte, con serenidad y certeza, que tú no eres un extraño  para tu Padre ni tu Creador se ha vuelto un extraño para ti. 5Aquel a quien Dios se ha unido es eternamente uno, pues está en su hogar en Él, y no es un extraño para Sí Mismo.

9. Hoy damos gracias de que Cristo haya venido a buscar en el mundo lo que es Suyo. 2Su visión no ve extraños, sino que con­templa a los Suyos y se une a ellos jubilosamente. 3Ellos lo ven como un extraño, pues no se reconocen a sí mismos. 4No obstante, a medida que le den la bienvenida, lo recordarán. 5Y Él los condu­cirá dulcemente de regreso a su hogar, donde les corresponde estar.

10. Cristo no se olvida de nadie. 2No deja de darte ni uno solo de tus hermanos para que los recuerdes a todos, de manera que tu hogar pueda ser pleno y perfecto, tal como fue instituido. 3Él no se ha olvidado de ti. 4Mas tú no lo podrás recordar a Él hasta que contemples todo tal como Él lo hace. 5El que niega a su hermano lo está negando a Él, y, por lo tanto, se está negando a aceptar el don de la visión mediante el cual puede reconocer a su Ser claramente, recordar su hogar y alcanzar la salvación.


¿Qué me enseña esta lección?

Para el ego, el hogar es su cuerpo físico, y su único ámbito de acción, el mundo material de cuyas percepciones se enriquece y alimenta.

Para el Espíritu, el hogar, es el Cielo, esa “Tierra Paradisiaca” dispuesta por el Creador para que su progenie creciera y evolucionase, en un clima de Unidad y Amor y donde gozase de la Abundancia y Plenitud que dispensa la Gracia Divina.

La percepción del cuerpo, llevó al ego a fabricar la creencia de la separación y como consecuencia de esta ilusión, le atribuye el origen que dio lugar al “Temor de Dios”; el origen del miedo a la muerte, como castigo tras haber pecado al no haber seguido las recomendaciones del Creador de "no comer del árbol prohibido”:

8 Había  plantado el Señor  Dios  desde  el principio un jardín delicioso, en que colocó al hombre que había formado 9 y en donde  el Señor  Dios  había hecho nacer  de  la  tierra   misma   toda   suerte   de árboles  hermosos a la vista,  y de frutos  suaves  al paladar:  y también  el árbol de la vida en medio del paraíso, y el árbol de la ciencia del bien y del mal...
15   Tomó, pues,  el Señor Dios  al hombre,   y púsole en el paraíso de delicias, para que la cultivase y guardase. 16 Diole también este  precepto diciendo: Come si  quieres del fruto de  todos los  árboles  del paraíso:  17 Más del fruto del árbol de la ciencia  del bien  y del  mal  no  comas, porque  en  cualquier día que comieres de  él,  infaliblemente morirás..." (Génesis 2, 8-17).


Comer del Árbol de la ciencia del bien y del mal, tendría un efecto inmediato, la muerte.
Esa muerte hace referencia al estado o condición en la que hace aparición el ego, en contraposición, al estado o condición natural del Ser Verdadero, la eternidad.

El descubrimiento del cuerpo, nos llevó a identificarnos con su ilusoria realidad y a olvidar nuestro origen divino:

9  Entonces el  Señor Dios  llamó  a  Adán  y díjole: ¿Dónde estás?  10 El cual respondió: He oído tu  voz en  el  paraíso y   he temido  y  llenándome de vergüenza  porque estoy  desnudo, y así me he escondido. 11  Replicóle:  Pues ¿quién  te  ha  hecho advertir que estás desnudo, sino el haber comido del fruto de  que  yo  te  había  vedado  que  comieses?. (Génesis 3, 9-11).

Mientras que sigamos alimentando la creencia de que nuestro hogar es el cuerpo y atribuyéndole al Espíritu la calidad de “extraño” estaremos negando el Amor y potenciando el miedo a la muerte.

Es hora de despertar. Es hora de recuperar la verdadera visión que nos permita sentirnos ciudadanos conscientes del Paraíso.

Ejemplo-Guía: ¿Dónde se encuentra nuestro hogar?

¿En el mundo que percibes? ¿En el Cielo que proclama las Sagradas Escrituras? ¿Dónde?

Es evidente que no nos estamos refiriendo a las cuatro paredes en la que hemos instituido nuestro domicilio particular. El hogar al que la Lección hace referencia es la realidad con la que nos hemos identificado: ¿cuerpo o Espíritu? ¿mundo o Cielo?

Allí donde tenemos nuestro tesoro, es donde ponemos nuestro corazón. Si nuestras creencias nos lleva a pensar que somos un cuerpo, estaremos confirmando el sistema de pensamiento que ha fabricado el ego y al convertirnos en su servidor estaremos convirtiéndonos en "víctimas" de sus leyes, es decir, recibiremos lo que damos, y en esa misma medida, al dar desde la visión en la escasez y en el miedo a perder, recibiremos necesidad y sufrimiento.

Las enseñanzas que estamos recibiendo del Curso de Milagros, nos lleva a cambiar nuestra manera de pensar, dicho de otro modo, nos invita a elegir entre el mundo -fuente del miedo- y el Cielo -fuente del Amor-. Me atrevería a decir, que si tuviese que resumir cuáles son las claves del Curso, la más importante es tomar consciencia de lo que somos. Elegir al Ser verdadero que somos nos lleva a poner nuestro corazón en lo esencial: el Amor. 

La Visión del Amor, es la Visión del Cristo. El Hijo de Dios ha sido creado de la Esencia del Amor, luego el Hijo de Dios es la Esencia de Cristo. 

El planteamiento es verdaderamente fácil, si eligiendo desde la visión del miedo, propia del ego, la vida nos conduce al dolor y al sufrimiento, ¿por qué elegimos ese camino? 

¿Cuál es tu opinión? ¿Crees que tu vida sería diferente si eligieras desde la Visión de Cristo? 

Reflexión: ¿Quién fabrica el miedo?

jueves, 8 de junio de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 159

LECCIÓN 159

Doy los milagros que he recibido.

1. Nadie puede dar lo que no ha recibido. 2Para dar algo es pre­ciso poseerlo antes. 3En este punto las leyes del Cielo y las del mundo coinciden: 4Pero en este  punto difieren también. 5El  mundo cree que para poseer una cosa tiene que conservarla. 6La salvación enseña lo contrario. 7Al dar es como reconoces que has recibido. 8Es la prueba de que lo que tienes es tuyo.

2. Comprendes que estás sano cuando ofreces curación: 2Aceptas que el perdón se ha consumado en ti cuando perdonas. 3En tu hermano te reconoces a ti mismo, y así, te das cuenta de que eres pleno. 4No hay milagro que no puedas dar, pues todos te han sido dados. 5Recíbelos ahora abriendo el almacén de tu mente donde se encuentran y dándoselos al mundo.

3. La visión de Cristo es un milagro. 2Viene de mucho más allá de sí misma, pues refleja el Amor Eterno y el renacimiento de un amor que, aunque nunca muere, se ha mantenido velado. 3La visión de Cristo representa el Cielo, pues lo que ve es un mundo tan semejante al Cielo que lo que Dios creó perfecto puede verse reflejado en él. 4En el espejo tenebroso que el mundo presenta sólo se pueden ver imágenes distorsionadas y fragmentadas. 5El mundo real representa la pureza del Cielo.

4. La visión de Cristo es el milagro del que emanan todos los demás milagros. 2Es su fuente, y aunque permanece con cada milagro que das, sigue siendo tuya. 3Es el vínculo mediante el cual el que da y el que recibe se unen en el proceso de extensión aquí en la tierra, tal como son uno en el Cielo. 4Cristo no ve peca­dos en nadie. 5Y ante Su vista, los que son incapaces de pecar son todos uno. 6Su santidad les fue otorgada por Su Padre y por Cristo.

5. La visión de Cristo es el puente entre los dos mundos. 2Y tú puedes tener absoluta confianza de que su poder te sacará de este mundo y te llevará a otro que ha sido santificado por el perdón. 3Las cosas que aquí parecen completamente sólidas, allí son meras sombras, transparentes, apenas visibles, relegadas al olvido a veces e incapaces de poder opacar la luz que brilla más allá de ellas. 4A la visión se le ha restituido la santidad, y ahora los ciegos pueden ver.

6. Éste es el único regalo del Espíritu Santo, el tesoro al que pue­des recurrir con absoluta certeza para obtener todas las cosas que pueden contribuir a tu felicidad. 2Todas ellas ya se encuentran aquí, 3y se te dan sólo con que las pidas. 4Aquí las puertas no se cierran nunca, y a nadie se le niega la más mínima petición ni su necesidad más apremiante. 5No  hay enfermedad que no esté ya curada, carencia que no se haya suplido, ni necesidad que no haya sido satisfecha en éste, el áureo tesoro de Cristo.

7. Aquí es donde el mundo recuerda lo que perdió cuando fue construido. 2Pues aquí se lo repara y se le renueva, pecó bajo una nueva luz. 3Lo que estaba destinado a ser la morada del pecado se convierte ahora en el centro de la redención y en el hogar de la misericordia, donde se cura a todos los que sufren y donde se Ies da la bienvenida. 4A nadie se le niega la entrada a este nuevo hogar donde le aguarda su salvación. 5Nadie es un extraño aquí. 6Nadie le pide nada a otro salvo el regalo de aceptar la bienvenida que se le ofrece.

8. La visión de Cristo es la tierra santa donde las azucenas del perdón echan raíces. 2Ése es su hogar. 3Desde ahí se pueden llevar hasta el mundo pero jamás podrán crecer en sus tierras estériles y superficiales. 4Tienen necesidad de la luz y del calor, así como del amoroso cuidado que la caridad de Cristo les provee. 5Necesitan el amor con el que Él las contempla. 6Y se convierten en Sus emisarios, que dan tal como recibieron.

9. Toma lo que quieras de Su depósito, para que sus tesoros pue­dan multiplicarse. 2Las azucenas no abandonan su hogar cuando se traen al mundo. 3Sus raíces siguen aún allá. 4No abandonan su fuente, sino que llevan su beneficencia consigo, y convierten al mundo en un jardín como aquel del que vinieron, y, al que retornarán con una fragancia todavía mayor. 5Ahora son doblemente benditas. 6Han transmitido los mensajes de Cristo que traían y éstos les han sido devueltos. 7Y ellas se los llevan devuelta gustosamente a Él.

10. Contempla el caudal de milagros desplegados ante ti para que los des. 2¿No eres acaso merecedor de ésos mismos regalos cuando Dios Mismo dispuso que se te concediesen? 3No juzgues al Hijo de Dios, sino sigue el camino que Dios ha señalado, 4Cristo ha soñado el sueño de un mundo perdonado. 5Ese es Su regalo, a través del cual puede tener lugar una dulce transición de la muerte a la vida, de la desesperación a la esperanza., 6Permi­támonos por un instante soñar con Él. 7Su sueño nos despierta a la verdad. 8Su visión nos provee de los medios por los que regresar a nuestra santidad eterna en Dios, la cual nunca perdimos.


¿Qué me enseña esta lección?


Para el ego, dar es perder y este sistema de pensamiento le lleva a sentirse escaso y necesitado, pues al no dar, lo poco que posee lo pierde, al no ser compartido. Al igual que el agua estancada llega a corromperse, la energía del amor, debe llevarnos a compartir aquello que Somos.

¿Cómo dar las pertenencias terrenales con las que se identifica el cuerpo, la morada del ego? Si las doy, me quedo sin ellas. Aquello que no se renueva, enferma.

Cuando se produce el nosotros el despertar de la consciencia, cuando decidimos ver con los ojos del Espíritu, el espectáculo que visualizamos nos lleva a evidenciar la Unidad que relaciona a todo lo creado. Ya no tenemos duda, aquellos que Somos es una parte de la Gran Filiación que conforma la Santa Descendencia de Dios.

Dios, que se ha dado a Si Mismo, a través de su Creación, recibe como fruto de su Acto las experiencias que le ofrece su Hijo.

De igual modo, aquello que su Hijo comparte con el mundo, retornará como fruto a su verdadero y único sembrador.

Nuestra Mente es Santa y cuando sirve a Cristo, el Arquetipo del Amor, nos convertimos en sus fieles mensajeros y nuestras obras están impregnadas de la pureza de ese Amor.

Ejemplo-Guía: "No doy porque tengo miedo a perder"

Ya lo decíamos ayer, dar y recibir, sembrar y cosechar, forman parte de una misma unidad. Como bien expresa esta Lección, es una ley que comparten el Cielo y el mundo.

A pesar de ello, existe una gran resistencia a la hora de aceptar la ley de causa y efecto, a pesar de su evidencia, a pesar de su fácil comprensión.

Ocurre, que nadie quiere reconocer que aquello que recibe es fruto de su siembra, cuando los frutos son amargos. Pero esa resistencia no pueda negar la realidad de la ley y tarde o temprano tendremos que asumir la responsabilidad de nuestros actos.

Si elevamos esa Ley a la visión del Espíritu, la resistencia desaparece y el miedo a afrontar la verdad deja de tener sentido. Tomar consciencia de lo que somos, un Ser Espiritual, nos facilitará la comprensión a la hora de reconocer que somos herederos de los Atributos con los que Nuestro Padre nos ha creado, es decir, si Dios es Amor, nosotros, su Hijo, somos Amor. Por lo tanto, cuando tomamos consciencia de que somos Amor y lo expandimos, al igual como lo hizo Nuestro Hacedor, lo que estamos haciendo es un acto de creación y esa semilla se multiplicará abundantemente.

Al igual como Dios se completa con su Hijo, con su Obra, el Hijo de Dios se completa a través de sus obras de amor. Si recibiendo es como tomamos consciencia de lo que damos, podemos decir, que el Amor que dispensemos hacia nuestros Creador, le llenará del gozo y de la plenitud de Conocer que Su Obra es Perfecta.

Cuando hemos elegido como tema del ejemplo la experiencia de temor que sentimos cuando damos por miedo a perder, no nos estamos refiriendo tan sólo al aspecto material. La afirmación abarca todos los aspectos de nuestro ser. Por ejemplo, no perdonamos, porque pensamos que ese acto nos humilla, nos hace débiles, lo que vivimos como una pérdida.

Si nos trasladamos al terreno de las relaciones de pareja, es muy significativo que la gran mayoría de los fracasos de relación en ese nivel se produzca porque nos convertimos en posesivos y egoístas, lo que nos lleva a expresarnos en esos términos como causa del temor a perder al ser que creemos amar, y digo creemos, porque realmente no es Amor verdadero el que sentimos por ella, pues si así fuera, respetaríamos por encima de todo su libertad, lo que significa que no tendríamos miedo a perder.

Fijaros la información tan valiosa que podemos obtener de nosotros mismos, reflexionando sobre aquello que estamos recibiendo. Se requiere mucha valentía y honestidad con uno mismo para afrontar esa búsqueda que nos llevará a lo más profundo de nuestro ser, a esa zona oscura del subconsciente donde almacenamos todas las emociones que hemos juzgados negativas y a las que mantenemos condenadas a vivir prisioneras de nuestra reprimida conciencia. Pero como nada puede permanecer oculto, serán los demás, los que nos recordarán cómo somos, haciéndonos receptores de la energía que un día pusimos en circulación y habíamos olvidado.

Cuando descubrimos el Espíritu Crístico en nuestro interior y en el resto de nuestros hermanos, estaremos en condiciones de compartir ese Regalo de Dios con el mundo. Como bien expresa la Lección, la Visión de Cristo es un milagro, por lo que compartir esa Visión nos hará hacedores de milagros.

Reflexión: ¿Puedes dar lo que no tienes?

miércoles, 7 de junio de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 158

LECCIÓN 158

Hoy aprendo a dar tal como recibo.

1. ¿Qué se te ha dado? 2Se te ha dado el conocimiento de que eres una mente, de que te encuentras en una Mente y de que no eres sino mente, por siempre libre de pecado y totalmente exento de miedo al haber sido creado del Amor. 3No has abandonado tu Fuente, por lo tanto, sigues siendo tal como fuiste creado. 4Esto se te dio en forma de un conocimiento que no puedes perder. 5Ese conocimiento se le dio asimismo a todas las cosas vivientes, pues sólo mediante él viven.

2. Has recibido todo esto. 2No hay nadie en este mundo que no lo haya recibido. 3No es éste el conocimiento que tú transmites a otros, pues ése es el conocimiento que la creación dio. 4Nada de esto se puede aprender. 5¿Qué es, pues, lo que vas a aprender a dar hoy? 6Nuestra lección de ayer evocó un tema que se expone al principio del texto. 7La experiencia, a diferencia de la visión, no se puede compartir de manera directa. 8La revelación de que el Padre y el Hijo son uno alboreará en toda mente a su debido tiempo. 9Sin embargo, ese momento lo determina la mente misma, pues es algo que no se puede enseñar.

3. Ese momento ya ha sido fijado. 2Esto parece ser bastante arbi­trario. 3No obstante, no hay nadie que dé ni un solo paso al azar a lo largo del camino. 4Todos lo han dado ya, aunque todavía no hayan emprendido la jornada. 5Pues el tiempo tan sólo da la impresión de que se mueve en una sola dirección. 6No hacemos sino emprender una jornada que ya terminó. 7No obstante, parece como si tuviera un futuro que todavía nos es desconocido.

4. El tiempo es un truco, un juego de manos, una gigantesca ilu­sión en la que las figuras parecen ir y venir como por arte de magia. 2No obstante, tras las apariencias hay un plan que no cam­bia. 3El guión ya está escrito. 4El momento en el que ha de llegar la experiencia que pone fin a todas tus dudas ya se ha fijado. 5Pues la jornada sólo se puede ver desde el punto donde termina, desde donde la podemos ver en retrospectiva, imaginarnos que la emprendemos otra vez y repasar mentalmente lo ocurrido.

5. Un maestro no puede dar su experiencia, pues no es algo que él haya aprendido. 2Ésta se reveló a sí misma a él en el momento señalado. 3La visión, no obstante, es su regalo. 4Esto él lo puede dar directamente, pues el conocimiento de Cristo no se ha per­dido, toda vez que Él tiene una visión que puede otorgar a cual­quiera que la solicite. 5La Voluntad del Padre y la Suya están unidas en el conocimiento. 6No obstante, hay una visión que el Espíritu Santo ve porque la mente de Cristo también la contem­pla.

6. Aquí el mundo de las dudas y de las sombras se une con lo intangible. 2He aquí un lugar tranquilo en el mundo que ha sido santificado por el perdón y el amor. 3Aquí se reconcilian todas las contradicciones, pues aquí termina la jornada. 4La experiencia ­que no se puede aprender, enseñar o ver simplemente se encuen­tra ahí. 5Esto es algo que está más allá de nuestro objetivo; pues trasciende lo que es necesario lograr. 6Lo que nos interesa es la visión de Cristo. 7Esto sí que lo podemos alcanzar.

7. La visión de Cristo está regida por una sola ley. 2No ve el cuerpo, ni lo confunde con el Hijo que Dios creó. 3Contempla una luz que se encuentra más allá del cuerpo; una idea que yace más allá de lo que puede ser palpado; una pureza que no se ve men­guada por errores, por lamentables equivocaciones, o por los ate­rrantes pensamientos de culpabilidad nacidos de los sueños de pecado. 4No ve separación. 5Y contempla a todo el mundo, y todas las circunstancias, eventos o sucesos, sin que la luz que ve se atenúe en lo más mínimo.

8. Esto se puede enseñar, y todo aquel que quiera alcanzarlo tiene que enseñarlo. 2Lo único que es necesario es el reconocimiento de que el mundo no puede dar nada cuyo valor pueda ni remota­mente compararse con esto; ni fijar un objetivo que no desapa­rezca una vez que se haya percibido esto. 3Y esto es lo que vas a dar hoy: no ver a nadie como un cuerpo 4y saludar a todo el mundo como el Hijo de Dios que es, reconociendo que es uno contigo en santidad.

9. Así es como sus pecados le son perdonados, pues la visión de Cristo tiene el poder de pasarlos a todos por alto. 2En Su perdón se desvanecen. 3Al ser imperceptibles para el Uno, simplemente desaparecen, pues la visión de la santidad que se halla más allá de ellos viene a ocupar su lugar. 4No importa en qué forma se manifestaban, cuán enormes parecían ser ni quién pareció sufrir sus consecuencias. 5Ya no están ahí. 6Y todos los efectos que pare­cían tener desaparecieron junto con ellos, al haber sido erradicados para ya nunca más volver.

10. Así es como aprendes a dar tal como recibes. 2Y así es como la visión de Cristo te contempla a ti también. 3Esta lección no es difícil de aprender si recuerdas que en tu hermano te ves a ti mismo. 4Si él se encuentra inmerso en el pecado, tú también lo estás; si ves luz en él, es que te has perdonado a ti mismo tus pecados. 5Cada hermano con quien hoy te encuentres te brinda una nueva oportunidad para dejar que la visión de Cristo brille sobre ti y te ofrezca la paz de Dios.

11. Cuándo ha de llegar esta revelación es irrelevante, pues no tiene nada que ver con el tiempo. 2No obstante, el tiempo aún nos tiene reservado un regalo, en el que el verdadero conocimiento se refleja de manera tan precisa que su imagen comparte su invisi­ble santidad y su semejanza resplandece con su amor inmortal. 3Nuestra práctica de hoy consiste en ver todo con los ojos de Cristo. 4Y mediante los santos regalos que damos, la visión de Cristo nos contempla a nosotros también.


¿Qué me enseña esta lección?


Reconozco que esta lección me ha fascinado. Ha sido totalmente reveladora.

En primer lugar, una confirmación esencial: Somos Mente. Hemos sido creados a través de un Acto de Expansión de la Mente Creadora de Dios. Hemos sido creados del Amor. Libre de todo pecado.

El tiempo es una mera ilusión. Lo que llamamos experiencia supone el fin de una jornada que ya se estableció mentalmente. En el tiempo, tal y como lo experimenta el ego, el presente es el ahora. Sin embargo, en la Eternidad, lo que llamamos en el tiempo “presente” es el pasado, pues las decisiones que en el ahora experimentamos, ya fueron tomadas por nuestra mente.

Nada de cuanto vivimos en el mundo material responde al azar. Todo tiene su origen en la Mente.

Esto que estamos analizando, podemos entenderlo mejor si lo comparamos a lo que sucede en el trabajo desempeñado por un arquitecto. Su objetivo es construir un edificio. En primer lugar, elabora mentalmente una idea de él. Lo ve en su mente. Esta idea despierta sus emociones y le aporta un incentivo motivador o por el contrario la rechaza. Posteriormente, decide plasmarlo en los planos. El edificio que ahora se traduce en una serie de trazos y medidas, ya existe realmente, pero lo hace a nivel mental. Cuando decidimos construirlo, la experiencia será la plasmación de lo elaborado mentalmente.
La cuestión es, ¿dónde nace el edificio?

La mente puede servir al ego o al Espíritu. La identificación con el ego, nos lleva a identificarnos con la errónea creencia de que somos el cuerpo. En cambio, la identificación con el verdadero Ser, con el Espíritu, nos lleva a no dar valor al cuerpo y a ver en el otro la única Esencia Verdadera. Desde esa visión Todos Somos Uno. Somos Impecables y Eternos.

Cuando damos y compartimos esa Visión de inocencia e impecabilidad, perdonamos al mundo y nos perdonamos a nosotros mismos. Recibimos lo que hemos dado.

Ejemplo-Guía: "¿Cómo das al mundo?

La manera como afrontamos y vivimos la vida, tiene todo que ver con nuestra mente. Es más, podemos tener seguro, que el cuerpo físico es la forma que adopta en el plano denso, nuestras mente. Esta es la razón por la que las enseñanzas del Curso nos indica que hemos fabricado con nuestra mente el mundo de percepción y el vehículo a través del cual percibimos, el cuerpo.

Cada gesto, cada comportamiento, cada acción, es el efecto, el resultado de nuestros pensamientos. Nuestra mente es el origen, la causa, de todo cuando experimentamos en el mundo de los efectos, en el mundo material. Con esta afirmación, se hace evidente de que tenemos que abandonar la práctica habitual de identificarnos con el papel de víctima y asumir la realidad de que somos los únicos causantes de todo cuanto nos ocurre.

Dar y recibir, expresa una unidad inseparable. Cada vez que emitimos un pensamiento, estamos emitiendo una energía, que al igual como una semilla, crecerá y dará sus frutos. Siembra y cosecha, expresan una unidad inseparable.

Si todo es mente, si la causa de todo cuando vivimos encuentra su origen en el pensamiento, es interesante plantearse a quién está sirviendo nuestra mente. Si sirve al ego, los efectos, ya los conocemos, pues los experimentamos a diario: la privación de la felicidad.
Si sirve al Espíritu, los efectos son semejantes a tener un sueño feliz, donde gozaremos de la experiencia de la Presencia de Dios, pues tendremos consciencia de ir de su mano.

Cuando damos, desde la perspectiva del ego, lo hacemos desde el temor de perder lo que damos y esa es la razón por la que ponemos intereses a aquello que damos. 
Este modo de dar, nos está indicando que nuestra visión está plenamente identificada con el cuerpo y cuando percibimos a nuestros hermanos, lo que vemos en ellos es una fuente de agresión de la que debemos protegernos.

Cuando damos, desde la perspectiva del Espíritu, lo hacemos desde la confianza y desde la certeza, de que aquello que damos con amor, lo recibiremos multiplicado.
Este modo de dar, nos está indicando que nuestra visión ya no percibe el cuerpo como nuestra identidad, sino que lo trasciende y en su lugar ve la Luz propia del Ser Espiritual. Esta visión nos lleva a ver en cada uno de nuestros hermanos la Presencia de Cristo.

Reflexión: ¿Eres Mente o eres un cuerpo?