VII. Causa y efecto
Creador. Hemos sido creados a Su Imagen y Semejanza, lo que significa que Dios es el Pensamiento Creador, la Causa, y nosotros, Sus Hijos, o lo que es lo mismo, su Efecto.
El Pensamiento es Creador..., nuestro mundo es creado a su imagen y semejanza... Nuestra realidad es el reflejo de nuestros pensamientos. Si no somos felices con el mundo que nos rodea..., cambiemos nuestra manera de pensar con respecto al mundo... En este espacio, elaboraremos "nuevos platos" para alimentar nuestra mente con la única fuerza que verdaderamente es real, la Fuerza de Atracción, la Fuerza del Amor.
VII. Causa y efecto
¿Qué me enseña esta lección?
El resentimiento es fruto de una falta de amor y de perdón. Tan sólo podemos sentir resentimiento cuando estamos en ego, es decir, cuando estamos identificados con la separación, el dolor, la culpa y el miedo.
Cuando actuamos, y somos causas del error, es el precio que debemos pagar por elegir experimentar y aprender siguiendo al maestro incorrecto.
Debemos tener plena conciencia de que tenemos a nuestra disposición un eterno bálsamo que nos libera del sentimiento de culpa y, por ende, del resentimiento. Estoy refiriéndome al perdón, como la vía de nuestra salvación.
Actuar libre de resentimiento nos permite expresarnos como portadores de
luz y nos convertimos en la luz del mundo; damos testimonio de nuestra
divinidad en la tierra.
En la lección anterior apuntábamos el origen de nuestros resentimientos y
establecíamos, lo que podríamos llamar, el "resentimiento original",
es decir, el resentimiento hacia nuestro Creador, o lo que es lo mismo, el
resentimiento hacia nosotros mismos.
Ese resentimiento se encuentra oculto en nuestro inconsciente, al igual que todos aquellos sentimientos y pensamientos que interpretamos como "indecorosos" a los ojos de Dios.
¿Cómo íbamos a ganarnos la salvación, el perdón de Dios, si reconocemos
abiertamente que lo odiamos por no habernos perdonado antes?
De igual modo como Adán ocultó su desnudez -su inocencia- y se ocultó de Dios,
tras comer del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, nosotros mantenemos
oculto nuestros "pecados" a los ojos de la consciencia, pues
reconocerlos nos produciría un profundo dolor.
Debido a ese mecanismo inconsciente, el hombre, para no hacer consciente sus miedos, sus temores y culpas, decide proyectar su mundo interno al exterior y comienza a percibirse a través de lo externo, a través de los demás. Cada uno de sus hermanos se convierte en un aliado, pues actúa como el espejo donde ve proyectado su mundo interno. Pero ese efecto, al ser inconsciente, no le lleva a percibir sus miedos, su ataque en el otro, y así da comienzo la febril odisea del ser humano.
Pero este cuento no puede tener un final triste, ningún cuento debería tenerlo. Es precisamente, esa mecánica de proyección la que nos permitirá ir más allá de las nubes y descubrir que detrás de ella, se encuentra la Luz. ¿Qué queremos decir con esto? Sencillamente, las nubes, son nuestros aliados, nuestros hermanos. En ellos observamos, vemos proyectado, nuestro mundo oculto. Si somos capaces de ir más allá de esa pobre y limitada visión que nos lleva a percibirlos como seres separados de nosotros y, en su lugar, los vemos tal y como son, es decir, una parte del Todo, de la Filiación, entonces, veremos con felicidad, que se convierten en la fuente de Luz donde encontraremos la verdad y la salvación. Ellos se convierten en los objetivos donde tendremos la oportunidad de lanzar la fuerza de nuestro perdón.
Ejemplo-Guía: "Descubriendo a nuestros enemigos, es decir, a nuestros
salvadores"
Lo hemos elegido. Todavía estamos a tiempo de no complicarnos la vida, de
continuar andando el camino que hemos seguido hasta ahora. De continuar
eligiendo ver la vida a nuestra manera. De tomar las decisiones, sin libertad,
sino inspirado por nuestros miedos. De buscar el bien-estar, en vez del
Bien-Ser.
Sí, hemos elegido, ver las cosas de otra manera y estamos aprendiendo cómo hacerlo. Es por lo que nos encontramos en este punto del camino. Si continuamos avanzando, es la señal que Dios espera de nosotros, que el Espíritu Santo, aguarda con paciencia. Significa que ponemos una pequeña dosis de voluntad, la justa y necesaria, para permitir que nuestro Padre y la Voz que habla por Él, haga el resto por nosotros.
Ahora, busca dentro de ti, con honestidad, con valentía, dónde se encuentra esa "nube" en forma de orgullo, de vanidad, de arrogancia. Si lo haces desde la visión del amor y no desde la visión del juicio, con la plena certeza de que el rostro que rechazas en tu hermano es tu propio rostro oculto, podrás traspasar esos nubarrones oscuros y alcanzarás la luz. Cuando te encuentres en ese estado, darás las gracias a tu hermano y te perdonarás.
La clave de este ejercicio está en no juzgar, ni condenar, ni a tu hermano,
ni por supuesto, a ti mismo. El resentimiento ha sido sustituido por el perdón.
Reflexión: Identifica un resentir, ¿cómo te hace sentir? ¿Hay paz en esa
emoción?
VI. Miedo y conflicto
¿Qué me enseña esta lección?
El Amor, es la única fuerza que no abriga resentimientos, pues es la única fuerza que no cree en el pecado, no juzga, no condena, no ve separación, no ve el miedo.
El ego, se asocia con el miedo, con la separación, con el odio, con el ataque y la venganza, con la culpa y el dolor, con la enfermedad y la destrucción. Todas esas fuerzas responden al resentimiento contra sí mismo.
Cada vez que juzgamos y condenamos, estamos escindiéndonos del amor y, en su lugar, llamamos al resentimiento, ponemos barreras de separación entre nosotros y el mundo, estamos atacando a nuestros hermanos y, con ello, estamos demostrando que hemos olvidado el Sagrado Nombre de Dios que nos inspira la Unidad.
Se hace necesario despertar a la fuerza del amor; ella nos liberará del sufrimiento, pues, no entiende de culpa, de miedo, de separación. El amor nos lleva a la conciencia plena, abundante y creadora. El amor es la fuerza que nos libera y nos permite el reencuentro con nuestro verdadero Ser.
El significado etimológico del término resentimiento es el siguiente: procede del latín pues es fruto de la suma de tres vocablos latinos: el prefijo “re-“, que es sinónimo de “repetición”; el verbo “sentiré”, que es equivalente a “sentir”, y el sufijo “–miento”, que puede traducirse como “medio”.
Resentimiento es la acción y efecto de resentirse (tener un enojo o pesar por algo). El resentimiento se refleja en diversos sentimientos y actitudes, como la hostilidad hacia algo o alguien, la ira no resuelta sobre un acontecimiento, el enfurecimiento o la incapacidad para perdonar. Podemos decir, que el resentimiento es la evidencia clara de que no estamos eligiendo llevar a cabo nuestra función en este mundo, la de perdonar.
El resentimiento es la continuación de un sentimiento negativo. Una persona puede enojarse con otra y sentir odio o ira durante un tiempo. Si dicho odio no cede, puede hablarse de resentimiento. La única forma de que el resentimiento se vaya es a través del perdón o de la aceptación de las situaciones.
Ejemplo-Guía: "Siento resentimiento por..."
Esta lección es muy específica y práctica a la hora de orientar nuestra atención sobre uno de los argumentos más utilizados por el ego.
La religión, en su noble propósito de servirnos de guía hacia la salvación, nos ha legado una información que da lugar a la confusión, y, lo que considero más importante, al resentimiento. ¿Por qué?
Sencillamente, porque nos ha llevado a juzgar a Dios, porque nos ha
presentado un aspecto de la divinidad que no es real, ni amoroso, el rostro del
rigor y del castigo.
La visión de un Dios vengativo, de un Dios castigador, de un Dios que decidió expulsar a su Hijo del Paraíso, en vez de perdonar su acción, ha quedado inscrita en la memoria subconsciente de la humanidad, de tal modo, que no podemos menos que sentir temor cuando nuestras acciones nos llevan a creer en el pecado.
¿Cómo vamos a sentir amor por aquel que nos priva de la abundancia y de la
felicidad?
¿Cómo vamos a sentir amor por aquel que nos ha mandado a trabajar para
ganar, con el sudor de la frente, el pan de cada día?
¿Cómo vamos a perdonar a aquel, que no nos ha perdonado y al que hemos identificado como el causante de nuestras desdichas?
En verdad, que nuestros resentimientos no son en contra de Dios, sino
contra nosotros mismos, por creernos desmerecedores del amor de nuestro Padre.
En verdad, que nuestros resentimientos no son en contra de Dios, sino contra nosotros mismos, por creernos pecadores, por creernos que hemos ofendido a nuestro Creador.
En verdad, el mundo que hemos inventado, siguiendo nuestra propia iniciativa, es un mundo al que le hemos adjudicado el calificativo de "mundo de perdición". El cuerpo, la manifestación visible de nuestra fabricación, se ha convertido en causa de dolor, de pecado, de resentimiento, cuando en verdad, no es causa de nada, sino efecto de una mente errada, que cree falsamente en el pecado, y que está "infectada" con el virus del miedo, de la culpa, del castigo, del rencor, de la ira, de la enfermedad, de la muerte, etc.
Podemos decir, que el mundo de la percepción nos ofrece un paisaje hostil, pues la moneda de cambio que impera en nuestras relaciones con él, es el resentimiento, es decir, el sentimiento de culpa no resuelto, no perdonado.
Bien, ahora toca realizar el ejercicio de autoanálisis que ha de favorecer nuestro autoconocimiento y nuestra liberación del pasado.
La pregunta es fácil de plantear, pero exige honestidad en su respuesta: ¿qué o quién te causa resentimiento?
La curación del resentimiento nos ofrece la oportunidad de realizar
conscientemente la función que tenemos encomendada: perdonar.
Tal vez prefieras ser más concreto y desees identificar a aquellos que, con
nombres y apellidos, son víctimas de tu resentimiento:
Podríamos añadir, otros resentimientos. Ese trabajo es el que debemos realizar
cada uno de nosotros. Debemos recordar, siempre, que no hay distintos niveles
de resentimientos. No hay resentimientos leves y resentimientos graves. Todos
ellos tienen una misma causa y se encuentra en nuestra mente errada: el miedo
ha sustituido al amor.
Reflexión: Recordar que el "otro" forma parte de mí, me ayuda a
conocerme.
“Desde que se produjo la separación ha habido una gran confusión entre
las palabras "crear" y "fabricar" : Cuando fabricas algo, lo haces como resultado de una sensación específica de carencia o de necesidad. Nada que se haya hecho con un propósito específico tiene la capacidad de poder generalizarse. Cuando haces algo para remediar lo que percibes como una insuficiencia, estás afirmando tácitamente que crees en la separación. El ego ha inventado un gran número de sistemas de pensamiento ingeniosos con ese propósito. Mas ninguno de ellos es creativo. La inventiva, aun en su manifestación más ingeniosa, es un esfuerzo en vano. Su naturaleza sumamente específica apenas se compara con la creatividad abstracta de las creaciones de Dios” (T-4.V.2:1-8).“Todo sistema de pensamiento tiene que tener un punto de partida. Empieza ya sea creando o fabricando, diferencia ésta a la que ya hemos hecho referencia. La semejanza entre ambas cosas reside en el poder que tienen como cimientos. Su diferencia, en lo que descansa sobre ellas. Ambas son piedras angulares de sistemas de creencias por las que uno rige su vida. Creer que un sistema de pensamiento basado en mentiras es débil es un error. Nada que un Hijo de Dios haya hecho carece de poder. Es esencial que te des cuenta de esto, pues, de lo contrario, no podrás escapar de la prisión que tú mismo has construido” (T-4.VII.1:1-8).
“La salvación no es otra cosa que "mentalidad recta", que aunque no es la Mentalidad-Uno del Espíritu Santo, se debe alcanzar antes de que la Mentalidad-Uno pueda ser reinstaurada. La mentalidad recta conduce automáticamente al siguiente paso, ya que la percepción correcta está completamente exenta de cualquier forma de ataque, y, por lo tanto, la mentalidad errada desaparece” (T-4.II.10:1-2).
“El término "mentalidad recta" se debe entender como aquello que corrige la "mentalidad errada", y se refiere al estado mental que induce a una percepción fidedigna. Es un estado de mentalidad milagrosa porque sana la percepción errónea, lo cual es ciertamente un milagro en vista de cómo te percibes a ti mismo” (T-3.IV.4:3-4).