sábado, 6 de abril de 2019

Génesis: "El Despertar del Ser" - 6ª parte -

Trabajos del 4º Día de la Creación.

Traducción Convencional: “Dijo luego Dios; Haya en el firmamento de los cielos lumbreras para separar el día de la noche, y servir de señales a estaciones, días y años; y luzcan en el firmamento de los cielos para alumbrar la tierra”. Y así fue. Hizo Dios los dos grandes luminares, el mayor para presidir el día, y el menor para presidir la noche, y las estrellas; y los puso en el firmamento de los cielos para alumbrar la tierra y presidir al día y a la noche, y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios ser bueno, y hubo tarde y mañana, día cuarto”.

Pasemos a la traducción de Fabre d´Oliver: “Declarando aún su Voluntad, dijo, Él-los Dioses: Habrá en la Expansión etérea de los cielos, Centros de Luz, destinados a operar el movimiento de separación entre día y la noche, y a servir de signos a venir, y para las divisiones temporales, y para las manifestaciones fenoménicas universales, y para las mutaciones ontológicas de los seres. Y serán, esos Centros de Luz, como focos sensibles encargados de hacer estallar la Luz inteligible en la tierra: y esto fue hecho así. Determinó,  Él, el Ser de Seres, la existencia potencial de esta Dualidad de grandes centros luminosos, destinando el mayor a la representación del día y el menor a la representación de la noche; y determinó también la existencia de las facultades virtuales del Universo, las estrellas, Preponiéndolas en la expansión etérea de los cielos, esos centros sensibles, para que estallara la luz inteligible en la tierra. Y para representar simbólicamente en el día y en la noche y para operar el movimiento de separación entre la luz y la obscuridad y considerando esas cosas, Él, el Ser de Seres vio que serían buenas. Y tal fue el occidente y tal fue el oriente, el objetivo y el medio, el término y el arranque de la cuarta manifestación fenoménica”.

Debo reconocer que mi admiración por la erudición de Fabre d´Olivet, tienta mi objetividad, pero la primera vez que tuve acceso a esta interpretación, me quedé fascinado. Sus palabras me “resonaron”; desde mi interior recibí una sensación de certeza que venía a dar respuesta a todas las interrogantes que había lanzado al universo con la única intención de comprender y conocer el por qué nuestra vida está en sintonía con el latir cósmico, el por qué  la dinámica de los planetas y de las estrellas, influenciaban en mi destino, en todo mi ser.

Sin duda alguna, recomiendo la interpretación de este pasaje a todos los que se sientan llamados por el Conocimiento de la Astrología e igualmente, a todos aquellos que eleven su conciencia hacia lo Trascendente, pues en él, descubriremos muchas respuestas.

La traducción aportada por el saber profano, no recoge el significado ancestral que aporta Fabre; la interpretación mundana de este pasaje, ha llevado a la creencia de que el papel del Sol, la Luna y las estrellas aporta poco al desarrollo de la conciencia, sin embargo, el papel estelar de esos Centros tienen como misión llevar la inteligencia a la tierra, a producir mutaciones ontológicas en los seres y manifestaciones fenoménicas universales.

El significado aportado al concepto “estrellas” desde el punto de vista material, no nos invita a relacionar esos puntos de luz que contemplamos en el cielo, con la idea de fuerzas y de virtudes tanto físicas como morales. Este significado, según las notas aportadas por Fabre d´Olivet se extraen de aplicar el sentido figurado y hieroglífico a su traducción: Khaf-Vav-Khaf-Beith, así como de otra raíz misteriosa, Aleph-Vav-Beith, que desarrolla la idea de la fecundación del Universo. En este sentido, la palabra no significa solamente estrella, sino la "fuerza virtual y fecundante del universo".

En la obra de Max Heindel, “Concepto Rosacruz del Cosmos”, el autor nos aporta un magnífico manual sobre la Cosmogénesis del Universo. Nos revela que Elohim, el Dios de nuestro Sistema Solar, delimitó un espacio para que pudiera llevarse a cabo la Creación de su Universo. Esta acción, la vemos adoptada en nuestra sociedad cuando se acomete una nueva construcción. Lo primero que hace la empresa constructora es delimitar el espacio físico donde realizar su proyecto.

Lo más interesante de esta idea, es tomar conciencia de que Elohim, no es el creador de todos los posibles Sistemas Solares que existen en la grandeza del Universo, sino que es el responsable de nuestro Sistema Solar, donde encontramos al Sol y a la Luna con el resto de los planetas pertenecientes a dicho Sistema. En este sentido, las estrellas que Dios creó en el 4º Día, no son todas las que vemos en el cielo, sino los astros de nuestro sistema solar, en el que nuestro Dios tiene jurisdicción.

Según la información aportada por Fabre en su interpretación, podemos decir, que creó, los planetas, es decir, las fuerzas virtuales y fecundantes del universo solar, así como una dualidad de Centros de Luz. Nos aclara Fabre en sus notas que no se trata de dos centros, como se dice la traducción vulgar, sino un sólo Centro Dual, que tiene la facultad de dividirse para expresar virtudes separadas.

Alcanzado este punto de la Evolución emanada por el Acto Creador de Elohim, en su Propósito de continuar su andadura espiritual, podemos sintetizar que en el 1º Día, hizo la Luz, y dentro de la confusión inicial separó el elemento Fuego del resto de Elementos. Esta Luz quedaría inscrita en todo lo creado como un Principio Esencial: la Voluntad Creadora.

En el 2º Día separó las Aguas. Elohim no consiguió integrar dicho Elemento lo que dio lugar a la división. Las facultades superiores de dicho elemento, la integró a su Creación, y las inferiores las dejó “debajo”, en el Abismo, formando un anti-mundo destinado a auto-liquidarse.

En el 3º Día separó los dos elementos restantes, apareciendo la lógica que dio a cada elemento su potencial natural.

En el 4º Día Dios incorpora en su Creación los instrumentos que permitirán dar una finalidad a su Obra. Todo acto creador debe tener un Objetivo, un Propósito, una Misión. Carecer de esta orientación favorece el Caos. Hoy vemos como las empresas aplican esta “regla” en sus organizaciones. Se han dado cuenta, de que los profesionales que trabajan para la producción de la empresa deben conocer y participar de los Objetivos. Cuando esta integración no se produce, podemos encontrarnos que los propósitos no son compartidos y mientras que el Director pretende una cosa, los empleados pretenden otra.

Es importante, que nosotros descubramos cuál es el Objetivo, el Propósito de nuestro Creador y cuál es la Misión que nos encomienda. Para ello, tendremos que conocerle a Él. No lo busquemos fuera de nosotros. Es más fácil que todo eso. Estamos estudiando su Creación y hemos visto como en el 1º Día emanó de Sí Mismo a la Oleada de Vida Humana, la que representamos Todos nosotros. Por lo tanto, somos su “imagen y semejanza”. Todos y cada uno de sus criaturas, lleva inscrita en su genética el guion de la creación. Todos somos Fuego, Agua, Aire y Tierra. Todos somos Luz y estamos llamados a ser Dioses Creadores, como nuestro Padre lo Es. ¿Vamos a buscar fuera de nosotros para conocer a nuestro Padre? ¿Acaso el niño cuando se mira al espejo no ve, potencialmente, al adulto que llegará a ser, no ve al padre?

Alcanzado el 4º Día de la Creación, quedó montado el Árbol Cabalístico, el esquema donde se plasma la Organización de las Fuerzas Cósmicas.  Dicha “estructura espiritual” lo encontraremos en todo lo creado. Aplicando la teoría aportada por física cuántica, “El Todo está en la parte y la parte está en el Todo”.


A lo largo del estudio aplicado al Génesis, me llamó la atención el hecho de que las Esencias aportadas  por los Zodiacales fuesen cuatro, dando lugar a los 4 Elementos: Fuego, Agua, Aire y Tierra. Partiendo de la base, de que todo debe tener un “Propósito”, descarté la posibilidad de que fuese una mera casualidad y entendí que detrás de esa manifestación debía existir un “Orden”.

En la medida en que fui avanzando en las Enseñanzas, comprendí la razón de ese “Orden”.  La respuesta me vino dada al estudiar el Rostro de la Divinidad conocido por Jehová. Tendremos ocasión de profundizar en su estudio más adelante, pero adelanto, que su función es de ejercer de “Ley Reguladora”. No deja de ser curioso, que dicho aspecto de la Divinidad no aparezca en la Biblia hasta el punto 4 del 2º Capítulo del Génesis, cuando ha culminado el Proceso Creador y se centra en lo acontecido en el Paraíso, el marco dispuesto por nuestro Creador para que pudiésemos desarrollar nuestras potencialidades.

El nombre de Jehová, se traduce como: Yod-He-Vav-He. El  Yod, concentra los trabajos del 1º Día de la Creación, de donde adopta el Principio de la Voluntad. Es la semilla. Es el Fuego.
El primer He, concentra los trabajos del 2º Día de la Creación, de donde adopta el Principio del Amor. Es la matriz-tierra donde se siembra la semilla. Es el Agua.
El Vav, concentra los trabajos del 3º Día de la Creación, de donde adopta el Principio de la Inteligencia. Es la manifestación externa y ordenadora. Es el Aire.
Y por último, el 2º He, que concentra los trabajos realizados en el 4º Día de la Creación, de donde adopta el Principio de Materializar. Es la obra perfecta. Es la Tierra.

De lo anteriormente expuesto, nos quedamos con la idea de que alcanzada la 4ª fase de todo acto creador, llegamos a su máxima cristalización. Podemos decir, que fue en el 4º Día, cuando el germen del Cuerpo Denso adquirido en el 1º Día, alcanzó su madurez, es decir, pasó de ser energía en estado ondular a energía en estado corpuscular (física).

El hecho de que Moisés no consigna esta aparición, responde a que el verdadero sentido espiritual de la Creación de Dios, no es crear un hombre material. Ese nivel, supone tan sólo una fase del Gran Proceso. El objetivo final, es alcanzar la creación de una Entidad Perfecta, llamada Humanidad y eso tan sólo se logrará, cuando el último de los vehículos adquiridos alcance la perfección, es decir, cuando el Cuerpo Mental alcance su madurez. Dicho Cuerpo fue adquirido en el 3º Día, por lo que llegará a su fase 2º He en el Sexto Día, que es cuando el Génesis consigna su aparición.

En el 4º Día la Obra Divina se materializa, alcanza su punto de máxima densidad y aparece la Oleada de Vida Mineral, que será la última creación de nuestro Dios, porque con el 4º Día termina la fase exteriorizadora y comienza la interiorizadora, o sea la de perfeccionamiento de la Obra.

La tutela de estos Trabajos queda en manos de Hesed, el cuarto Séfira del Árbol Cabalístico, el cual representa, el Fruto de la Obra Creadora. En él se expresa la Idea de Abundancia y Bondad Divina. Está estrechamente relacionado este Centro con la Humanidad. No en vano, este Centro se le conoce en el argot cabalístico como Paraíso. Ese será el escenario dispuesto por el Creador para que sus “Hijos” desarrollen su labor Creadora. En dicho “espacio” se manifiesta la inmensa Grandeza de Dios, pues cuenta con todos los materiales necesarios para que la Vida se manifieste y aporte su Quintaesencia a la Conciencia del Hombre.

Tal vez, alcanzado este punto del camino, hayas comprendido que las Enseñanzas deben alcanzar la 4ª fase del Proceso Creador, esto es, la fase 2º He. Si no lo hacemos, la Enseñanza se traducirá en pura teoría y no estaremos diseñando nuestro “mundo” a través de nuestras obras. No estaremos llevando al músculo la esencia del conocimiento y por lo tanto no avanzaremos en el ineludible ritmo de la Evolución.

Tenemos las claves para crear como los hace nuestro Hacedor. Podemos trasladar ese saber a nuestro entorno más inmediato y contribuir en la edificación de una sociedad acorde a las Leyes Universales. Para ello, tenemos que movilizar nuestros Atributos: la Voluntad, el Amor y la Ley-Orden. Si cada una de nuestras construcciones cuenta con la dosis apropiada de dichos atributos, podemos estar seguros, de que nuestra Obra será fecunda y gozará de la bendición de Hesed-Abundancia.

Debemos recordar siempre, que el Elemento más “rebelde” es el Agua, es decir, el deseo, las emociones y los sentimientos. Es curioso, que ese Elemento tutelado por Hochmah-Amor, diera lugar a la división. Pero si nos fijamos bien, es gracias al Atributo del Amor Incondicional, como podremos “integrar”, definitivamente, esas energías rebeldes.

viernes, 5 de abril de 2019

Génesis: "El Despertar del Ser" - 5ª parte -

Trabajos del 3º Día de la Creación.

Traducción Convencional: “Dijo luego: Júntense en un lugar las aguas de debajo de los cielos y aparezca lo seco”. Así se hizo; y se juntaron las aguas de debajo de los cielos en sus lugares y apareció lo seco; y a lo seco llamó Dios Tierra, y a la reunión de las aguas, mares. Y vio Dios ser bueno. Dijo luego: “Haga brotar la tierra hierba verde, hierba con semilla, y árboles frutales, cada uno con sus frutos, según su especie, y con su simiente, sobre la tierra”. Y así fue. Y produjo la tierra hierba verde, hierba con semilla, y árboles de fruto con semilla cada uno. Vio Dios ser bueno; y hubo tarde y mañana, Día Tercero.

Pasemos a la traducción de Fabre d´Oliver: “Dijo aún Él-los Dioses: “Las ondas inferiores y gravitantes de los cielos tenderán irresistiblemente juntas hacia un lugar determinado, único; y la aridez aparecerá: y esto se hizo así. Y designó la aridez bajo el nombre de Tierra, elemento terminante y final, y el lugar hacia el cual debía tender las Aguas, lo llamó Mares, inmensidad acuosa: y considerando las cosas, Él, el Ser de Seres, vio que serían buenas. Prosiguiendo en declarar su Voluntad, dijo, Él-los Dioses: La Tierra hará vegetar una hierba vegetante, y germinando de un germen innato, una sustancia fructuosa llevando su propio fruto, según su especie, y poseyendo en sí misma su poder semencial: y esto se hizo así. La Tierra hizo crecer en su seno una hierba vegetante y germinando de un germen innato, según su especie, una sustancia fructuosa, poseyendo en sí misma su potencial semencial propio: y Él-los Dioses, considerando tales cosas, vio que serían buenas. Y tal fue el Occidente y tal fue el Oriente, el objetivo y el medio, el término y el arranque de la Tercera manifestación fenoménica.

Para comprender, correctamente, el significado recogido en este pasaje y no caer en la tentación de interpretar que los Trabajos realizados en el 3º Día de la Creación dieron lugar a la aparición de la Tierra, el Mar y los Árboles, tal y como la conocemos hoy día, es preciso revisar en qué situación nos encontramos, al iniciar dichos Trabajos.

Al finalizar la Manifestación del 2º Día de la Creación, se habían activado las funciones de dos de los cuatro Elementos dispuestos por los Zodiacales: El Fuego y el Agua. Estos Elementos habían favorecido, a su vez, la creación, en estado potencial, de dos Vehículos, el Cuerpo Denso y el Cuerpo de Deseos.

Veíamos que, como consecuencia de los Trabajos de integración del Fuego y el Agua,  se había alcanzado un inmenso potencial fecundador. De hecho, de la manifestación de dichos Elementos, tendría lugar la manifestación posterior de las dos polaridades fecundantes del universo: la masculina y la femenina; una activa y la otra pasiva.

De esa unión, surge una tercera manifestación. Si tomamos una semilla (Fuego-masculino-1ª fase) y la sembramos en la tierra (Agua-femenino-2ª fase), nacerá una planta, la cual, potencialmente, nos permitirá “conocer” el fruto que obtendremos de ella cuando alcance su fase final.

La condición manifestada en la 3ª fase, nos permite evidenciar el resultado que obtendremos, sin embargo, dicho resultado no se alcanzará hasta la 4ª fase.

Si aplicamos esa analogía a lo sucedido en el 3º Día de la Creación, podemos asegurar, que en realidad, lo que está describiéndonos su contenido es que se llevó a cabo una importante labor de “ordenación” de los Elementos, de tal modo, que nos permitía “conocer” en estado potencial, en “Principios”, lo que se manifestaría, como tangible, alcanzada la 4ª fase del proceso creador, esto es, el 4º Día de la Creación.

Cuando un arquitecto crea en su mente un diseño, está activando el Elemento Fuego, su inspiración proviene de lo más elevado de su ser; posteriormente, se produce una identificación emocional, la cual le lleva a amar su inspiración, su idea, y con ello, está activando el Elemento Agua, ese sentimiento surge de su Cuerpo de Deseos. Ya tiene los elementos fecundantes y de su unión surge, la iniciativa de llevar al papel el diseño que le ha inspirado. Con ello, acomete la labor de “ordenar” cada uno de los elementos que forman parte de su proyecto. Podríamos decir, que alcanzada esa fase, la obra adquiere una “forma ordenada”, sin embargo, aún no es una realidad material.

Esto mismo ocurre, en los Trabajos realizados en este 3º Día; Elohim realiza el boceto donde se dibuja el orden que tendrá todas las cosas y a ese boceto, le llama “tierra”, “un elemento limitado que engloba y concentra a todos los demás elementos”.

La tutela de los Trabajos del 3º Día de la Creación corrieron a cargo de Binah-Inteligencia Activa y gracias a su directriz, se puso orden en el Elemento Aire, el cual dio lugar al nacimiento de un nuevo Vehículo, el Cuerpo del Pensamiento y a la manifestación de un nuevo aspecto del Espíritu, el Espíritu Humano. Igualmente, como consecuencia de los Trabajos realizados en este Día Cósmico, Elohim emanó una nueva Oleada de Vida, en esta ocasión, la Oleada de Vida Vegetal.

Elohim proyectó su Luz sobre el nuevo Elemento, el Aire, lo que originó la separación de dicho Elemento, de la Tierra, la cual quedó aislada automáticamente. Podemos decir, que cada vez que manifestamos nuestro pensamiento, aparece el medio material que ha de servirle de terreno de pruebas; un medio en el que se encuentran integrados los otros tres elementos, puesto que, como hemos visto, Tierra significa el elemento que contiene y engloba a todos los demás.

Realmente, podríamos decir, que la Creación comienza, en el 3º Día, cuando se han llevado a cabo los Trabajos de ordenación del inmenso Caos, con el que se habían manifestado las Esencias de los Zodicacales.
Si trasladamos lo dicho, en el párrafo anterior, a nuestras vidas, podemos decir, que nuestra labor creadora se pone de manifiesto cuando hacemos uso de nuestro pensamiento y expresamos nuestra capacidad organizadora.

El mundo material, tal y como lo percibimos, es la manifestación externa de nuestros pensamientos.

Al igual como ocurre con el Elemento Agua y el Mundo de las Emociones, el Elemento Aire, también se divide en diferentes niveles. Podemos hablar de la Región del Pensamiento Abstracto y la Región del Pensamiento Concreto. En la primera de estas dos Regiones se dan cita los pensamientos más elevados, los que se identifican con el Mundo Espiritual y en la segunda, encontramos los pensamientos orientados a la conquista del Mundo Material.

jueves, 4 de abril de 2019

Génesis. "El Despertar del Ser" - 4ª parte -

Trabajos del 2º Día de la Creación.

Traducción Convencional: “Haya firmamento en medio de las Aguas, que separe unas de otras, y así fue. E hizo Dios el firmamento, separando aguas de aguas, las que estaban debajo del firmamento de las que estaban sobre el firmamento. Y vio Dios ser bueno. Llamó Dios al firmamento cielo, y hubo tarde y mañana, segundo Día”.

Kabaleb, en su obra sobre el Génesis “Curso de Interpretación Esotérica del Antiguo Testamento”, nos indica sobre este punto, que se introduce una frase que no figura en las Biblias protestantes o judías. Se trata de: “Y vio Dios ser bueno”. Según nos confirma el autor, Moisés no escribió esta frase, lo que ha llevado a pensar que los trabajos correspondientes al 2º Día de la Creación no fueron considerados como buenos.

Pasemos a la traducción de Fabre d´Oliver: “Declarando a continuación su Voluntad, El-los Dioses dijo: habrá una expansión etérea en el centro de las aguas; habrá una fuerza rarificante operando el partazgo de sus facultades opuestas. Y Él, el Ser de Seres, hizo esta Expansión etérea; excitó ese movimiento de separación entre las facultades inferiores de las Aguas, y sus facultades superiores y así se hizo. Designando, Él-los Dioses, esta expansión etérea con el nombre de Cielos, las Aguas exaltadas; y tal fue el Occidente y tal fue el Oriente, el objetivo y el medio, el término y el arranque de la segunda manifestación fenoménica”.

Si en el Primer Día el Elemento activo fue el Fuego, en el Segundo Día sería el Agua. La labor creadora en ese 2º Día consistió en separar dicho Elemento, es decir, en separar las Aguas, estableciendo sus facultades superiores arriba y las inferiores abajo. En el texto sagrado se recoge que a las Aguas Exaltadas le dio el nombre de Cielos (Shin-Mem-Yod-Mem), sin embargo, nada dice sobre las Aguas que quedaron en otro nivel. 

Tendremos que pensar que al igual como ocurrió en el Primer Día, cuando la Luz al separarse de las Tinieblas da lugar a la dualidad Día y Noche, esa misma dualidad quedaría establecida en el 2º Día, dando lugar al Cielo y el Abismo (infierno).

Decíamos que la manifestación del Fuego Zodiacal se expresaba a través de los signos Aries, Leo y Sagitario. Bien, en la manifestación del Agua Zodiacal se expresan los signos de Cáncer, Escorpio y Piscis, y dichos Arquetipos llevan implícitos en sus Programas la dinámica que estamos estudiando relativa al 2º Día de la Creación y a la separación de las Aguas.


En este nivel del proceso, aún no se había alcanzado la fase de materialización, por lo que debemos decir, que cuando hablamos de las Aguas, no debemos pensar en el elemento líquido que todos conocemos a nivel físico, sino que está aludiendo a un tipo de esencia inmaterial que, en el 4º Día de la Creación, cuando la Obra se cristalizó, tomando la apariencia que ahora tiene, aparecería en forma de Agua. El Agua, a nivel anímico, es Deseos, Sentimientos, Emociones, y que distinguimos perfectamente lo que son bajos deseos, pasiones, de lo que son sentimientos elevados, anhelos sublimes. Estos deseos fueron entonces divididos, y así los experimentamos en la actualidad, puesto que en el llamado Mundo de los Deseos hay unas regiones superiores llamada Primer Cielo y unas regiones inferiores donde van a parar los bajos deseos.

Es muy importante que entendamos lo sucedido en  Segundo Día de la Creación. La Divinidad adoptó la misma dinámica utilizada en el 1º Día, proyectó el Elemento Fuego sobre en Elemento Agua en un acto de integración y ordenación de los Elementos, sin embargo, dicha integración no se pudo llevar a cabo, lo que dio lugar a la “dualidad original”. Sólo pudo iluminar parte de esas Aguas,  dejando las segundas debajo, fuera del mundo divino a fin de que, al no poder gozar de la protección, de las garantías de lo creado, fueran auto-destruyéndose hasta su liquidación total.

Decíamos en el capítulo dedicado al 1º Día de la Creación, que dichos trabajos, habían sido tutelados por el Séfira Kether-Padre. Bien, en el 2º Día de la Creación, fue Hochmah el Centro protagonista, el 2º Aspecto de la Divinidad y su labor consistió en hacerse Agua, con el propósito de lograr integrar el elemento rebelde, que amenazaba con apagar el Fuego primordial. Gracias al Trabajo de integración –Fuego y Agua- se alcanza un estado de fecundidad divina.

Pero Hochmah, como ya hemos advertido, no consiguió la integración completa, quedando un remanente de Agua que no se pudo integrar al mundo divino y permaneció en el Abismo.

Ese nivel de conciencia llamada Abismo,  se convertiría en el  “escenario” donde, los rebeldes, los auto-marginados de la dinámica divina, se darían cita para continuar su maniobrar evolutivo.

Nos comenta Kabaleb, que lo que no pudo hacer Hochmah en el 2º Día, intentaría hacerlo Cristo al descender a nuestro mundo material: purificar esas Aguas y salvar a los que habitan en el Abismo.

Por todo lo recogido hasta ahora, podemos decir, que el 2º Día de la Creación es el de la División. Dicha dinámica ha quedado inscrita en nuestra genética espiritual y cuando abordamos cualquier proceso creativo y afrontamos la fase correspondiente al trabajo de las emociones y deseos, debemos ser conscientes de que tendremos que hacer frente a la experiencia que nos invita a la dualidad.

Podríamos hacernos la pregunta, ¿Por qué Dios tuvo que operar con elementos que se combaten entre sí? Ya hemos visto, como la “colaboración” de los Zodiacales, poniendo a disposición del Creador las Esencias de los Elementos Fuego, Agua, Aire y Tierra, permitió a Elohim realizar su Creación. Por lo tanto, dichas Energías les vino dada y no tuvo más remedio que trabajar con ellas.

Fabre d´Olivet nos aporta una importante información a la hora de describir la condición implícita en el Agua, al traducirla como: “Imagen de la universal pasividad de las cosas”. Esta idea nos sitúa ante dos Elementos totalmente contrarios entre sí. Por un lado, el Fuego-Voluntad, como energía de acción; por otro, el Agua-Deseo, como energía de interiorización: actividad-pasividad. He ahí, la necesidad de integración de ambos elementos.

La Luz proyectada por Elohim sobre las Aguas, permitió elevar una parte, mientras que la otra quedó en un plano inferior. Esta es la razón por la cual, los sentimientos, nos pueden elevar hacia la conquista de metas muy elevadas o por el contrario, nos mantienen identificados con falsos valores.

Nuestro Trabajo Humano, como ya hemos adelantado, nos invita a integrar los Elementos Zodiacales de una manera armónica y creativa. Cuando nos enfrentemos a la dinámica de las emociones y deseos, debemos actuar como lo hizo Elohim, es decir, separar los sentimientos elevados de los inferiores y no combatir estos últimos, pues si así lo hacemos, estaremos generando un círculo vicioso de negatividad. El “mal” no podemos vencerlo con el “mal”. La oscuridad es tan sólo ausencia de Luz. Es necesario que comprendamos nuestra naturaleza emocional y no deleguemos  esa energía que consideremos “oscura” fuera de nosotros, proyectándola sobre los demás y enfrentándonos a ella. El verdadero trabajo consiste en reconocer que forma parte de nosotros y establecer un orden en su manifestación. El cuento de la Bella y la Bestia, bajo mi punto de vista, nos enseña cómo debemos tratar a la parte “Bestia” que todos llevamos dentro. No debemos hacerlo con miedo, con odio, con rencor, con violencia. Cuando decidimos “conocer” esa parte oscura de nuestro ser, cuando decidimos amarla, porque la condición de amar forma parte de nosotros, entonces, esas energías que han dado vida a nuestra naturaleza inferior, se transforma y se convertirá en energía creadora y vital, se convertirá en “príncipe”, es decir, en heredero de la Corona que ha de gobernar nuestro reino.

Finalizaremos, este capítulo dedicado al 2º Día de la Creación, pero no sin antes aportar una información que no incluí cuando nos referimos a los Trabajos pertenecientes al 1º Día de la Creación.

Hablamos, entonces, de que la primera acción realizada por Elohim consistió en crear la Luz-Fuego. Bien, con ese Acto Creador tuvo lugar la Emanación de la Primera Oleada de Vida, la que se conoce con el nombre de Espíritus Virginales y que se refiere al estado potencial de la Oleada de Vida Humana. En este primer Día se recibe en estado potencial el germen del Cuerpo Denso. Ya advertíamos en dicho capítulo que esos Trabajos quedaron tutelados por Kether, de quien recibimos, igualmente, El Espíritu Divino. ¿Qué duda cabe de que somos dignos Hijos de Dios?

De igual modo, en el 2º Día de la Creación, nació el germen de nuestro futuro Cuerpo de Deseos y Elohim emanó una nueva Oleada de Vida, la que conocemos como Oleada de Vida Animal. La tutela de Hochmah-Amor, el segundo de los Séfiras del Árbol Cabalístico, permitió adquirir, una nueva condición espiritual llamada Espíritu de Vida.


Alcanzado el final de los Trabajos correspondientes al 2º Día de la Creación, tenemos que se ha producido la creación de dos Vehículos potenciales, el Cuerpo Denso y el Cuerpo de Deseos, dotados de un doble Espíritu, el Espíritu Divino y el Espíritu de Vida. Hasta aquí todos los Trabajos se están realizando en los “campos” sutiles; nada es sólido. Utilizando una terminología que, hoy por hoy, ya se puede demostrar científicamente y que postula la física cuántica, los trabajos de los dos primero Días de la Creación se desarrolla en el Campo de la Energía Ondulatoria (campos de información). Tendremos que aguardar al 4º Día de la Creación, para que esa energía se convierta en corpuscular y adopte una textura sólida.

miércoles, 3 de abril de 2019

Génesis: "El Despertar del Ser" - 3ª parte -

La interpretación realizada por Fabre d´Olivet en su libro “La lengua hebraica restituida”, puede leerse de tres maneras: en sentido propio, figurado y hieroglífico. En este sentido, la primera palabra con las que Moisés da comienzo al relato de la Creación, Bereschit, adquieren los siguientes significados:

Sentido propio: “En el principio, antes de todo”.
Sentido figurado: “En principio, en potencia de ser”.
Sentido hieroglífico: “El principio motor del universo es la Voluntad”.

Las enseñanzas cabalísticas nos revelan, a diferencia de cómo se ha interpretado convencionalmente, que nuestro sistema solar no fue creado de la nada. La palabra “Bara”, traducida por “creó” ha dado motivo de confusión, al entender que dicho acto creador se llevó a cabo de la nada. Fabre d´Olivet, nos aclara que su sentido es el de hacer algo de algo; sacar de un elemento desconocido; hacer pasar del principio a la esencia, hacer igual lo que era distinto. Ese “algo de algo”, ese “elemento desconocido”, se conoce con el nombre de Zodiacales, cuyas Esencias se pusieron a disposición de Dios para que tuviese lugar el Proceso Creador.
Bereschit Bara Elohim, cuya traducción convencional es “Al principio creó Dios”, adquiere un significado muy diferente cuando aplicamos la Traducción aportada por Fabre d´Olivet: ”En el principio, El-los-Dioses, el Ser de Seres, creó en Principio…”

Moisés dar al Creador el nombre de Elohim (Aleph-Lamed-He-Yod-Mem), término que se traduce por El-los-Dioses, expresando así de manera perfecta la Unidad Divina y al mismo tiempo su Pluralidad, puesto que el Creador de nuestro sistema solar no es un ser individual, sino una Oleada de Vida, como la nuestra, la humana. Dios es uno, pero formado por miles de millones de seres que un Día fueron entidades separadas.

Nos dice Fabre en su interpretación que Elohim elaboró los “Principios”. En el sentido hieroglífico, estos “Principios” se llaman Voluntad. Podemos decir, que la semilla de la Voluntad fue la primera creación, y este hecho queda recogido en el término con el que se inicia el relato sagrado, Bereschit (Beith-Reish-Aleph-Shin-Yod-Tav)-, puesto que el Aleph se sitúa en tercer lugar, el correspondiente al Hijo, y el Aleph representa la Voluntad Ejecutora. Las seis letras que forma esta primera palabra tienen una estrecha relación con los Trabajos propios que se desarrollan en los seis Días de la Creación.

Como hemos adelantado, la Voluntad nace en el primer Día, pero no es operativa hasta el 3º, pues es en esta fase cuando la energía se manifiesta en su fase exteriorizadora. Cuando analizamos el proceso creador de una planta, observamos cuatro fases. La primera, la siembra de la semilla, la cual está en analogía con el Principio de la Voluntad. La segunda fase se corresponde con la interiorización de la semilla en la tierra que ha de darle cobijo. La tercera fase, se identifica cuando la planta brota al exterior; esta circunstancia nos permite ver externamente lo sembrado y llevar a cabo una identificación consciente. Por último, la fase cuarta, la que nos manifiesta el final de proceso. En este ejemplo, está dando lugar a la etapa de los frutos.

El Principio de la Voluntad, al haberse activado en el Primer Día de la Creación, podemos decir, que es el Principio más elevado, y con ello queremos indicar que dicho Principio encierra un inmenso Poder. Cada vez que movilizamos en nosotros la Voluntad, volvemos al Principio, al Origen, nos permite empezar de nuevo, nos purifica, limpiando todos los errores que hayamos podido generar.


Trabajos del 1º Día de la Creación:

Traducción convencional: “Al principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba confusa y vacía y las tinieblas cubrían la faz del abismo, pero el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas. Dijo Dios: “Haya luz” y hubo luz. Y vio Dios que era buena y la separó de las tinieblas; y a la Luz llamó día y a las tinieblas noche, y hubo tarde y mañana, día primero”.

Traducción de Fabre d´Olivet: “En el Principio, Elohim, El-los Dioses, el Ser de Seres creó, en principio, lo que constituye la existencia de los Cielos y de la Tierra. Pero la Tierra no era más que una potencia contingente de ser dentro de una potencia de ser; la Oscuridad, fuerza astringente y comprensiva, envolvía el Abismo, fuente infinita de la existencia potencial; y el Espíritu Divino, soplo expansivo y vivificante, ejercía aún su acción generadora por encima de las Aguas, imagen de la universal pasividad de las cosas. Manifestando su Voluntad, dijo Dios: “La Luz será”, y la Luz (elemento inteligible), fue. Y considerando esta esencia luminosa como buena, determinó una forma de separación entre la Luz y la Oscuridad. Designando El-los Dioses, esta Luz –elemento inteligible- bajo el nombre de Día, manifestación fenoménica universal, y esta Oscuridad, existencia sensible y material, bajo el nombre de Noche, manifestación negativa y mutación (oscilación, movimiento) de las cosas; y tal había sido el occidente, y tal había sido el oriente, el objetivo y el medio, el término y el arranque de la primera manifestación fenoménica”.

Adelantábamos en los puntos anteriores, que la interpretación de Fabre nos revela que en el 1º Día de la Creación Elohim elabora los “Principios”, y hemos establecido una analogía entre esa “Idea”, el Principio de la Voluntad como motor de todas las cosas y la fase creadora de “siembra”. Con esta base, podemos preguntarnos ¿a qué tierra se refiere la crónica sagrada, si en esta fase se creó el “Principio”.

“La Tierra no era más que una potencia contingente de ser”, en efecto, dicha tierra no tenía solidez como la que ahora conocemos. Sin embargo, sí existía una “potencia contingente de ser” al servicio de Elohim, la constituida por los 12 Zodiacales. Esa “tierra potencial” se ofrecía como la tierra material se ofrece a la semilla, para ser gestada y dar lugar a la planta.

Tal y como nos narran las Escrituras, el primer trabajo que llevó a cabo Elohim fue crear la Luz, término que traduce Fabre como la “elementizacción inteligible”. Se trata de la facultad que ha de permitirnos entender,  comprender y organizar el desorden primigenio con el que se manifestaba la mezcla de materiales Zodiacales.

Continua el texto: “La Oscuridad envolvía el Abismo”. La palabra Abismo, según el significado aportado por Fabre d´Olivet se traduce como: “el estado incomprensible de una cosa cuando aún no existe, pero que sin embargo se encuentra en potencia de existir”. Ese Abismo estaba envuelto por la Oscuridad, palabra que según Fabre, significa “un combate, una oposición violenta entre principios contrarios del frío y del calor”.

Ese era el estado caótico y original con el que se manifestaban los Zodiacales. Elohim, activando el Principio de la Luz, tendría que poner orden dentro de los Elementos mezclados en la “tierra Zodiacal”, entre el futuro Fuego, la futura Agua, el futuro Aire y la futura Tierra, todos ellos elementos en potencia de ser.

Podemos decir, que la Voluntad Creadora y la creación de la Luz forman una unidad integral y con ello queremos poner de manifiesto, que cuando movilizamos nuestra Voluntad contamos con el Potencial de Luz necesario para que la iniciativa se convierta en Obra. La semilla, encierra en sí misma todo el potencial del futuro árbol.

Existen en la actualidad avances científicos que vienen a confirmar el proceso que estamos describiendo, con el ánimo de comprender (arrojar luz) la dinámica creadora narrada en los textos sagrados.

Uno de estos estudios científicos es el aportado por el investigador alemán Fritz Albert Popp, profesor de Física en la Universidad de Marburgo (República Federal de Alemania), acaba de arrojar una nueva luz sobre un tema que apasiona tanto a médicos como a biólogos y físicos: la emisión de radiación luminosa por parte de las células animales y vegetales. El doctor Popp ha constatado recientemente la existencia de este proceso natural de los seres vivos, calificada de hipótesis hasta ahora, y ha puesto de manifiesto la gran importancia que ello supone para el tratamiento de numerosas enfermedades; entre ellas, el cáncer.

Según sus conclusiones, las células sanas no emiten ondas luminosas de forma caótica, sino rítmica y coherentemente (entendiendo por coherencia un parámetro indicador de la validez del intercambio de información en una comunicación), característica de los rayos láser. Ello supone un nuevo punto de vista para el concepto de enfermedad, puesto que las células sanas han demostrado ser excelentes acumuladores de fotones y poseen mayor capacidad para conservar su energía que cualquier otro acumulador técnicamente realizable. 

Su punto de vista, viene a indicarnos que cuanto mas evolucionado, más sano (estado de coherencia), menos luz irradia exteriormente y más luz concentra; cuanto menos evolución, enfermedad (falta de coherencia), más luz irradia exteriormente.

“El Abismo era una Fuente Infinita de Existencia Potencial”, continua la narración y en ese Abismo, “Dios ejercía su acción generadora por encima de las Aguas, imagen de la universal pasividad de las cosas”.

Ya hemos hablado que las Esencias de los Zodiacales estaban constituidas por Elementos en estado potencial. Nos encontramos al Fuego, al Agua, al Aire y a la Tierra. Por lo tanto, podemos decir, que las Aguas a las que se refiere el punto anterior son las procedentes de Cáncer, Escorpio y Piscis. No es casualidad que por encima de esas Aguas se encuentren los signos de Fuego, Aries, Leo y Sagitario.
Su primera tarea consistió en hacer la Luz en el elemento Fuego. En la lengua hebraica, Fuego y Luz se escriben de la misma manera, Aleph-Vav-Reish (Aur).

Una vez creada la Luz, el siguiente trabajo realizado por Elohim consistió en separar ese Principio del resto, esto es, de la Oscuridad. Si reflexionamos un poco sobre lo que acabamos de expresar, podemos caer en la cuenta, de que la Oscuridad no es una creación de Dios, sino que responde al estado de cosas existente cuando inició su Obra.

Al Principio de la Luz, le dio el nombre de Día (Yod-Vav-Mem). Fabre interpreta ese término como “conglomerado de Luz, concentración del elemento inteligible”. Y a la Oscuridad le dio el nombre de Noche (Lamed-Yod-Lamed-He). Fabre ve en esa palabra dos fuerzas que se oponen, pero que al mismo tiempo se ligan y se buscan, una atrayendo hacia el centro y la otra tendiendo alejarse de él.

“Y tal había sido el Occidente y tal había sido el Oriente, el objetivo y el medio, el término y el arranque de la primera manifestación fenoménica”, continua el texto sagrado.
Según Fabre la palabra Oriente significa: “una cosa cuyo curso está regulado y que se presenta constantemente igual, una cosa que se renueva sin cesar”. Occidente “recuerda al espíritu algo oscuro, alejado, desaparecido”.

En términos cabalísticos, el 1º Día de la Creación está tutelado por el primero de los Séfiras del Árbol Cabalístico, Kether, el primer aspecto de la divinidad, la representación del rostro del Padre. Podemos considerarnos “hijos de Kether”, “hijos de la Luz”. 

martes, 2 de abril de 2019

Génesis: "El Despertar del Ser" - 2ª parte -

Visión de Max Heindel

Las palabras del lenguaje hebreo, especialmente el estilo antiguo, se suceden unas en otras y no están separadas o divididas como las de nuestro lenguaje. Añádese a esto que existía la costumbre de sacar las vocales de la escritura, de manera que su lectura depende mucho de donde se inserten aquéllas, y se verá cuán grandes son las dificultades que hay que sortear para acertar con el significado original. Un ligesimo cambio puede alterar casi completamente el significado de cualquier sentencia.

Además de esas grandes dificultades debemos también saber que de los cuarenta y siete traductores de la versión del Rey Jaime (la más comúnmente usada en Inglaterra y Norte América) únicamente tres eran eruditos del hebreo, y de esos tres, dos murieron antes de que se tradujeran los salmos. Debemos tener en cuenta, además, que el acta que autorizaba la traducción prohibía a los traductores todo rrafo que pudiera desviar grandemente las creencias ya existentes o perturbarlas. Es evidente, por lo tanto, que las probabilidades de conseguir una traducción correcta eran bien escasas.

Ni esas condiciones fueron tampoco más favorables en Alemania, porque allí fue Martín Lutero el único traductor y hasta no la tradujo del texto original hebreo, sino simplemente de un texto latino. La mayoa de las versiones empleadas por los protestantes continentales de los diversos países son simples traducciones a diferentes idiomas de la traducción de Lutero.

Débese notar también que los que originalmente escribieron la Biblia no intentaron dar la verdad de una manera que todo el que quisiera pudiera leerla. Nada estaba tan lejos de su mente que escribir "un libro abierto sobre Dios". Los grandes ocultistas que escribieron el Zohar son muy categóricos en este punto. Los secretos del Thorah no podían ser comprendidos por todos, como lo mostrará la cita siguiente:

"!Ay del hombre que ve en el Thorah (la ley) sólo simples recitados y palabras ordinarias! Porque, si en verdad, la contuvieran éstas, podríamos escribir aún hoy un Thorah mucho más digno de admiración. Pero no es así. Cada palabra del Thorah tiene un elevado significado y un misterio sublime... Los recitados del Thorah son los vestidos del Thorah. !Ay de aquel que tome esas vestiduras del Thorah por el Thorah mismo!... Los simples sólo notan los ornamentos y los recitados  del  Thorah.  No  saben  nada  más.  No  ven  lo  que  está encerrado en estas vestiduras. El hombre más instruido no presta atención alguna a las vestiduras, sino al cuerpo que encierran".


El secreto respecto a esas materias profundas y el uso invariable de alegoas cuando se permitía a las masas el ponerse en contacto con verdades ocultas se hará también patente en las prácticas de Cristo, quien siempre se dirigió a las multitudes con parábolas, explicando después privadamente a sus discípulos el profundo significado en ellas contenido. En varias ocasiones El les impuso el secreto sobre esas enseñanzas privadas.

La Biblia judía fue escrita originalmente en hebreo, pero no poseemos ni una sola línea de escritura original. Ya en el año 280 antes de Jesucristo se hizo una traducción al griego, la Septuagésima. Aún en tiempos de Cristo, había ya una confusión tremenda y diversidad de opiniones respecto a lo que debía admitirse como original y a lo que había sido interpolado.

Nota   del   traductor: Se llama "Septuagésima"a la versión griega del Antiguo Testamento, porque para efectuar ese trabajo se ocuparon setenta o más bien setenta y dos traductores.

Hasta después de la vuelta del destierro en Babilonia, no comenzaron los escribas a recopilar las diferentes escrituras, y alrededor del año 500 D. C. apareció el Talmud, con el primer texto semejante al actual, el que, en vista de los hechos mencionados, no puede ser perfecto.

El Talmud estuvo en posesión de la escuela Masorética, la que desde el año 590 hasta el 800 D. C. estuvo principalmente en Tiberiades. Después de enorme y pacientísima labor se escribió un Antiguo Testamento Hebreo, que es el más próximo al original que tenemos actualmente. 

(Resumen extraído de la Obra de Max Heindel "Concepto Rosacruz del Cosmos)

Hasta aquí, una introducción que he considerado necesaria, para ayudarnos a comprender las dificultades que podemos encontrar al abordar el estudio del Génesis original. Lamentablemente, con el paso de los años, las Enseñanzas recibidas por Moisés, entiendo por vía de Revelación, han sufrido importantes modificaciones a la hora de sus interpretaciones y traducciones. A pesar de estas limitaciones, he depositado toda mi confianza en los trabajos realizados por Fabre d´Olivet, al entender que se trata de un  magnífico erudito de las lenguas antiguas y sagradas. 
A partir de este punto, nos adentraremos en el estudio de los primeros capítulos del Génesis, con la intención de averiguar el significado espiritual de la experiencia vivida por la humanidad en los albores de la creación y que se ha dado llamar la "caída", "expulsión del Paraíso Terrenal" o "separación".
He elegido la versión del Génesis aportada por Fabre d´Olivet en su obra "El Génesis Descifrado" y completaré sus aportaciones, con las enseñanzas transmitidas por Kabaleb, en su magnífica obra "Curso de Interpretación Esotérica del Antiguo Testamento", testimonio que sin duda nos aportará mucha luz a la hora de dilucidar estos misterios.

Continuará...