sábado, 3 de febrero de 2024

Principio 34: Los milagros le devuelven a la mente su plenitud.


PRINCIPIO 34

Los milagros le devuelven a la mente su plenitud. Al expiar su sensación de carencia establecen perfecta protección. La fortaleza del espíritu no da cabida a intromisiones.


He de reconocer, que el tema de debate que nos ofrece este Principio, la plenitud y la carencia, es para mí verdaderamente significativo, pues me resuena de una manera especial, despertando sensaciones y emociones que alimenta mi vinculación con el ego, el miedo.

Seréis muchos los que se identifiquéis conmigo y descubráis vuestro caballo de batalla en la ilusoria emoción del miedo a la escasez, procedente de la falsa creencia en la carencia y en la separación.

El Curso, lo llama la ilusión de las necesidades y lo desarrolla en el Capítulo I, en el apartado VI:

“La idea de carencia implica que crees que estarías mejor en un estado que de alguna manera fuese diferente de aquel en el que ahora te encuentras. Antes de la "separación", que es lo que sig­nifica la "caída", no se carecía de nada. No había necesidades de ninguna clase. Las necesidades surgen debido únicamente a que tú te privas a ti mismo. Actúas de acuerdo con el orden particu­lar de necesidades que tú mismo estableces. Esto, a su vez, depende de la percepción que tienes de lo que eres"  (T-1.VI.1:5-10).

"La única carencia que realmente necesitas corregir es tu sensa­ción de estar separado de Dios. Esa sensación de separación jamás habría surgido si no hubieses distorsionado tu percepción de la verdad, percibiéndote así a ti mismo como alguien necesi­tado. La idea de un orden de necesidades surgió porque, al haber cometido ese error fundamental, ya te habías fragmentado en niveles que comportan diferentes necesidades. A medida que te vas integrando te vuelves uno, y tus necesidades, por ende, se vuelven una. Cuando las necesidades se unifican suscitan una acción unificada porque ello elimina todo conflicto” (T-1.VI.2:1-5).

"Cuando haces algo para remediar lo que percibes como una insuficiencia, estás afirmando tácitamente que crees en la separación" (T-3.V.2:4). 

Cualquier división en la mente conlleva por fuerza el rechazo de una parte de ella misma, y eso es lo que es la creencia en la separación. La plenitud de Dios, que constituye Su paz, no puede ser apreciada salvo por una mente íntegra que reconozca la plenitud de la creación de Dios. Mediante ese reconocimiento, dicha mente conoce a su Creador”. (T.6.II.1:1-3)

Es curioso, que experimentemos la carencia, la escasez, en el mundo fabricado por el ego, el mundo de la forma, y encontremos la causa de la creencia en la necesidad, precisamente en la división de la mente que da lugar al error de estar separado del Creador. Con esto queremos decir, que mientras pensemos en términos de división, la abundancia que seamos capaces de almacenar será efímera, pues no está sustentada por la fuerza que da cohesión a todo, el amor o lo que es lo mismo, la Unidad.

El secreto de la abundancia (condición natural del Espíritu) se encuentra en la visión de la Unidad, de la Inocencia y de la Impecabilidad.

"Dios creó a Sus Hijos extendiendo Su Pensamiento y conser­vando las extensiones de Su Pensamiento en Su Mente. Todos Sus Pensamientos están, por lo tanto, perfectamente unidos den­tro de sí mismos y entre sí. El Espíritu Santo nos capacita para poder percibir esta plenitud ahora. Dios nos creó para que creásemos. No podemos extender Su Reino hasta que no conozcamos la plenitud de éste" (T-6.II.8:1-5).

Con relación al párrafo anterior, quisiera hacer referencia a un punto expresado en el Curso que considero relevante de cara a las aportaciones que vamos a hacer sobre el término “plenitud”. Es el siguiente: Debe observarse con especial atención que Dios tiene solamente un Hijo. Si todas las creaciones de Dios son Hijos Suyos, cada una de ellas tiene que ser parte integral de toda la Filiación. La Filia­ción, en su unicidad, transciende la suma de sus partes. Este hecho, no obstante, queda velado mientras falte una sola de ellas. Por eso es por lo que, en última instancia, el conflicto no se puede resolver hasta que todas las partes de la Filiación hayan retor­nado. Sólo entonces podrá comprenderse lo que, en el verdadero sentido de la palabra, significa la plenitud. Cualquier parte de la Filiación puede creer, en el error o en la incompleción si así lo elige. Sin embargo, si lo hace, estará creyendo en la existencia de algo que no existe. Lo que corrige este error es la Expiación” (T-2.VII.6:1-9).

Efectivamente, la plenitud, la abundancia, no es posible mientras que percibamos a nuestros hermanos de filiación separados de nosotros. Comprender este punto, nos permitirá comprender, igualmente, que cuando damos a otro, no perdemos. Dios tiene solamente un Hijo, y aquello que demos a uno de nuestros hermanos, es como si nos lo diésemos a nosotros mismos.

"El egoísmo es cosa del ego, pero la plenitud del Ser pertenece al ámbito del espí­ritu porque así es como Dios lo creó" (T-7.IX.1:4).

"Tu plenitud es ilimitada por­que el estado de ser es infinito" (T-7:VIII.7:5). Sin embargo, "no conoces la plenitud de tu propio Ser" (T-7.IX.4:2).

"Una mente dividida no puede percibir su lle­nura, y necesita que el milagro de su plenitud alboree en ella y la cure. Esto vuelve a despertar la plenitud en dicha mente; y al aceptar dicha plenitud se reincorpora al Reino. Cuando aprecias por completo la llenura de Ser de tu mente, el egoísmo se vuelve imposible y la extensión inevitable" (T-7.IX.4:4-6). 

"El poder de la plenitud es la extensión" (T-8.VII.16:7).

"La plenitud es indi­visible, pero no podemos saber de la plenitud que gozamos hasta que no la veamos por todas partes" (T-9.VI.4:6). 

"No podremos entender  lo que es la Plenitud a menos que seamos pleno, y ninguna parte del Hijo puede ser excluida si su deseo es conocer la Plenitud de su Padre" (T-11.III.7:10).

"Lo que el ego da nunca emana de una sensación de abundancia porque él fue engendrado precisa­mente como un sustituto de ésta. Por eso es por lo que el concepto de "obtener" surgió en su sistema de pensamiento. Los apetitos son mecanismos para "obtener" que representan la nece­sidad del ego de ratificarse a sí mismo. Esto es cierto tanto en el caso de los apetitos corporales como en el de las llamadas "necesi­dades más elevadas del ego". El origen de los apetitos corporales no es físico. El ego considera al cuerpo como su hogar, y trata de satisfacerse a sí mismo a través de él. Pero la idea de que eso es posible es una decisión de la mente, que está completamente con­fundida acerca de lo que realmente es posible" (T-4.II.7:3-9) .

El Curso nos insta a compartir  nuestra abundancia libre­mente y enseñar a nuestros hermanos a conocer  la suya.  A no compartir sus ilusiones de escasez, pues, de lo contrario, nos percibiremos a nosotros mismo como alguien necesitado.

El Espíritu Santo sabe que lo "tenemos" todo y que lo "somos" todo. Cualquier distinción al respecto es significativa solamente cuando la idea de "obtener", que implica carencia, ha sido previa­mente aceptada.

Nuestro Hermano Mayor, Jesús, nos indica a través del Curso: “Aquellos que dan testimonio de mí están expresando, por medio de los mila­gros que obran, que han dejado de creer en la carencia en favor de la abundancia que han aprendido les pertenece” (T-1.IV.4:8).

"La plenitud cura porque es algo propio de la mente" (T-8.IX.3:1). 

"La curación es señal de que quieres reinstaurar la plenitud. Y el hecho de que estés dispuesto ello elo que te permite oír la Voz del Espíritu Santo, Cuyo mensaje es la plenitud" (T-11.II.4:1-2) .

"Todas las capacidades deben entregársele, al Espí­ritu Santo, Quien sabe cómo usarlas debidamente. Las usa exclu­sivamente para curar porque únicamente te conoce en tu plenitud. Al curar aprendes lo que es la plenitud, y al aprender lo que es la plenitud, aprendes a recordar a Dios. Te has olvidado de Él, pero el Espíritu Santo entiende que tu olvido tiene que ser transfor­mado en una forma de recordar"  (T-7.IV.4:1-4).

"La Expiación no es el precio de tu plenitud; es, no obstante, el precio de ser consciente de tu plenitud" (T-12.IV.7:1).

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 34

LECCIÓN 34

Podría ver paz en lugar de esto.

1. La idea de hoy comienza a describir las condiciones que prevalecen en la otra manera de ver. 2La paz mental es claramente una cuestión interna. 3Tiene que empezar con tus propios pensamientos, y luego extenderse hacia afuera. 4Es de tu paz mental de donde nace una percepción pacifica del mundo.

2. Para los ejercicios de hoy se requieren tres sesiones de práctica largas. 2Se aconseja que lleves a cabo una por la mañana y otra por la noche, con una tercera adicional a intercalarse entremedias en el momento que parezca más conducente a ello. 3Todas las sesiones deben hacerse con los ojos cerrados. 4Es a tu mundo interno al que deben dirigirse las aplicaciones de la idea de hoy.

3. Para cada una de estas sesiones largas se requieren alrededor de cinco minutos de búsqueda mental. 2Escudriña tu mente en busca de pensamientos de temor, situaciones que provoquen ansiedad, personas o acontecimientos "ofensivos", o cualquier otra cosa sobre la que estés abrigando pensamientos no amorosos. 3A medida que cada uno de estos pensamientos surja en tu mente, obsérvalo relajadamente, repitiendo la idea de hoy muy despacio, y luego haz lo mismo con el siguiente.

4. Si comienza a resultarte difícil pensar en temas específicos, continúa repitiendo la idea para tus adentros sin prisas y sin aplicarla a nada en particular. 2Asegúrate, no obstante, de no excluir nada específicamente.

5. Las aplicaciones cortas deben ser frecuentes, y hacerse siempre que sientas que de alguna forma tu paz mental se está viendo amenazada. 2EI propósito de esto es protegerte de la tentación a lo largo del día. 3Si se presentase alguna forma específica de tentación en tu conciencia, el ejercicio deberá hacerse de esta forma:

4Podría ver paz en esta situación en lugar de lo que ahora veo en ella.

6. Si los ataques a tu paz mental se manifiestan en forma de emociones adversas más generalizadas, tales como depresión, ansiedad o preocupación, usa la idea en su forma original. 2Si ves que necesitas aplicar la idea de hoy más de una vez para que te ayude a cambiar de parecer con respecto a alguna situación determinada  trata de dedicar varios minutos a repetirla hasta que sientas una sensación de alivio. 3Te ayudará si te dices a ti mismo lo siguiente:

4Puedo sustituir mis sentimientos de depresión, ansiedad o preocupación [o mis pensamientos acerca de esta situación, persona o acontecimiento] por paz.


¿Qué me enseña esta lección?

Una vez más, esta Lección viene a enseñarnos que la capacidad de decidir y de cómo responder a cuanto nos ocurre, es totalmente nuestra. En la medida que juzgamos con nuestra mente una situación y la condenamos, estamos actuando desde la separación, el miedo y la culpa. De este modo decidimos sentirnos víctimas o agredir a aquello que nos amenaza.

Si actuamos desde el Ser, debemos hacer consciente ese instante santo y tomar la decisión que nos ofrece la Paz Interior. Comprendiendo que aquello que nos rodea es nuestro mejor maestro, que es la experiencia que más necesito para crecer y Ser, entonces, actuaremos desde la respuesta de la unidad, del amor incondicional, y desde la coherencia entre mente y deseo, daremos testimonio de la Paz, estaremos creando y compartiendo Paz.

Otro de los aspectos que refuerza esta Lección es la enseñanza de que la Paz no es posible si previamente no tenemos paz en nuestra mente.
Ya sabemos que la mente es la causa de todo cuanto percibimos, y lo que percibimos es el efecto de todo cuanto pensamos. Por lo tanto, podemos decir que la Paz debe ser, en primer término, una semilla que debemos sembrar en nuestro interior y, en segundo término, se convertirá en un hermoso fruto, formando parte de nuestro ilusorio y temporal escenario humano.

Parece paradójico, que siendo la Paz un "estado" tan añorado, no seamos capaces de experimentarla en nuestras vidas y de convertirla en nuestra percepción natural.
Lo anteriormente explicado, nos permite comprender el porqué ésto no es así. 
Mientras que demos prioridad en nuestras vidas a la percepción, estaremos identificándonos con el ego, o lo que es lo mismo, con la creencia en la separación.
Esa identificación nos convierte en fervientes buscadores de ese "oro espiritual" que es la "Paz". Todos, absolutamente, todos, deseamos la paz. Pero, no la encontramos, precisamente, porque la estamos buscando en el lugar equivocado. Mientras que sigamos buscando la paz en el mundo exterior, sin que forme parte de nuestro mundo interno, fracasaremos en esa búsqueda. 
Reclamaremos al mundo exterior, daños y perjuicios,  al no ofrecernos un medio donde poder disfrutar de la paz. Adoptaremos, una vez más, el papel de víctimas y proyectaremos nuestra falta de coherencia interna, en los demás, a los cuales denunciaremos y condenaremos como los únicos culpables de nuestra falta de paz.

Para unos, serán sus padres los culpables; para otros, su pareja, su jefe, su amigo o el vecino de al lado. Lo que está claro, es que "todos" se convierten en culpables de nuestra falta de paz, menos el principal responsable de que ello sea así: nosotros mismos.

Pongamos un ejemplo práctico:

Ejemplo-Guía: "La relación con mi pareja no me hace sentir en paz"

Estrenamos un nuevo ejemplo, elegido entre los temas que más habitualmente experimentamos.

Por lo general, la experiencia de relación se vive desde la conciencia de separación y desvinculada de cualquier conexión con lo que podríamos llamar un sentido profundo de la misma. Cuanto más, podríamos decirnos que el destino ha mediado en hacer posible el encuentro entre las partes.

A partir de ahí, no encontramos otras razones que nos lleve a pensar, que aquello que estamos viviendo, tenga un significado espiritual. Es decir, desconocemos que ese "efecto-experiencia” tenga una "causa" más allá que la que es capaz de percibir nuestros ojos físicos, la cual estará fundamentada simplemente en un encuentro fortuito que nos lleva a sentir un "algo" especial por esa persona que nos invita a conocerla y a compartir nuestra vida con ella.

Esa primera etapa del encuentro, suele venir acompañada con una vivencia cercana a la felicidad. El amor humano nos lleva al exaltamiento de las emociones y, ello, nos lleva a percibir el mundo denso como más liviano. Algunos tienen la impresión de que el tiempo y el espacio adquieren una dimensión distinta. Por lo general, el encuentro con la persona amada, nos lleva a sentirnos más plenos y tenemos la sensación interna de ser más completos.

En esa fase, la mente dual y crítica "parece" estar ausente. En verdad, lo que estamos haciendo en esa etapa es proyectar un ideal.

Con el tiempo, la mente egoica recupera su hegemonía y comienza a hacer lo que habitualmente hace, analizar, comparar y juzgar aquello que percibe, y lo que percibe, no lo olvidemos (el ego no lo comparte), no es más que una proyección de nuestra mente, que está arrojando al exterior lo que se encuentra en su mundo mental.

Si en esa mente no hay paz, si lo que hay son contradicciones, luchas, menosprecios, condenas, egoísmos, temores y miedos, no tardará en proyectarlos al exterior y la persona amada se convertirá en el espejo perfecto que le permitirá ver reflejado dicho contenido interno. Se abrirá la puerta de las censuras, de los reproches, de las limitaciones, de las agresiones, etc.

En esta experiencia, no hay víctimas y verdugos. En ninguna relación existe, aunque para la visión del ego esta afirmación no será compartida. El ego nos atacará con la intención de hacernos dudar de tales creencias y, para ello, nos pondrá por delante noticias con imágenes de violaciones, agresiones de género y, a renglón seguido, nos preguntará: ¿no hay víctimas, ni verdugos?

Su argumento, no lo podemos olvidar, pretende defender el mundo que le da sentido a su transitoria existencia, el mundo de los efectos. Desde esa ilusoria perspectiva, desconectada de la única y verdadera fuente desde donde se ha originado, la mente, encontrará argumentos para poner en duda lo que hemos afirmado. Pero, desde la visión espiritual, todo tiene un "para qué", y, ninguna experiencia es vivida sin el consentimiento voluntario del que protagoniza el papel de "víctima o agredido". Todas tienen un sentido profundo.

En la vida podemos elegir ver de dos maneras distintas. Desde el miedo o desde el amor. Cuando lo hacemos desde el miedo, lo que estamos haciendo es utilizar la mente para fabricar un mundo separado. Desde esa visión la mente emite pensamientos de ataques por temor a ser atacada y, ese miedo, al alcanzar la dimensión densa de los efectos, adquiere los ropajes de la lucha, del enfrentamiento y de la división.

En cambio, cuando elegimos ver desde el amor, lo que estamos haciendo es utilizar la mente con rectitud y creamos un mundo unido. Este uso de la mente, nos llevará a la percepción correcta y veremos al otro como a nuestro hermano y, las relaciones especiales que podamos establecer con él, estarán basadas en el amor y en el respeto.

No podemos abordar en esta lección el tema de las "relaciones especiales", pero me gustaría dejar unos mensajes extraídos del Curso y que nos ayudará a tener una visión de su significado:

“Creer que las relaciones especiales, con un amor especial, pueden ofrecerte la salvación, es creer que la separación es la salvación” (T-15.V.3:3).

“Todas las relaciones especiales contienen elementos de miedo en ellas debido a la culpabilidad. Por eso es por lo que están sujetas a tantos cambios y variaciones. No se basan exclusivamente en el amor inmutable. Y allí donde el miedo ha hecho acto de presencia no se puede contar con el amor, pues ha dejado de ser perfecto. El Espíritu Santo, en Su función de intérprete de lo que has hecho, se vale de las relaciones especiales, que tú utilizas para apoyar al ego, para convertirlas en experiencias educativas que apunten hacia la verdad. Siguiendo Sus enseñanzas, todas las relaciones se convierten en lecciones de amor” (T-15.V.4:1-6).

“El Espíritu Santo sabe que nadie es especial. Mas Él percibe también que has entablado relaciones especiales, que Él desea purificar y no dejar que destruyas. Por muy profana que sea la razón por la que las entablaste, Él puede transformarlas en santidad, al eliminar de ellas tanto miedo como le permitas. Puedes poner bajo Su cuidado cualquier relación y estar seguro de que no será una fuente de dolor, si estás dispuesto a ofrecérsela a Él para que no apoye otra necesidad que la Suya. Toda la culpabilidad que hay en tus relaciones especiales procede del uso que haces de ellas. Todo el amor, del uso que Él hace de ellas. No temas, por lo tanto, abandonar tus imaginadas necesidades, las cuales no harían sino destruir la relación. De lo único que tienes necesidad es de Él” (T-15.V.5:1-8).

Reflexión: Si no hay paz en tu mente, no la verás fuera de ti. Si no deseas la paz, no la percibirás.

viernes, 2 de febrero de 2024

Principio 33: Los milagros te honran porque eres digno de ser amado.

 PRINCIPIO 33 

Los milagros te honran porque eres digno de ser amado. Desvanecen las ilusiones que albergas acerca de ti mismo y perciben la luz en ti. De esta forma, al liberarte de tus pesadillas, expían tus errores. Al liberar a tu mente de la prisión de tus ilusiones te restauran la cordura.

Este Principio nos ofrece la oportunidad de abordar un tema esencial como es el de las “ilusiones”.

De las definiciones que nos aporta el diccionario de la Real Academia Española sobre el término “ilusión”, me quedo con la siguiente: “Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos”.

Tanto el Texto del Curso de Milagros, como el Libro de Ejercicios prestan una especial atención al tema de la “realidad” y de la “ilusión”, de hecho, ambos, dan comienzo refiriéndose a dichos conceptos:

Texto UCDM – Introducción:

"Este curso puede, por lo tanto, resumirse muy simplemente de la siguiente manera:
           
Nada real puede ser amenazado.
Nada irreal existe.
En esto radica la paz de Dios" (T.In.2:1-4)

Libro de Ejercicios:

Lección 1
"Nada de lo que veo en esta habitación [en esta calle, desde esta ventana, en este lugar] significa nada" (L.pI-1).

La definición dada por la RAE, nos aclara que la ilusión es una representación “sin verdadera realidad”, o lo que es lo mismo, irreal. Podemos determinar, que tan solo lo real es verdad y que lo irreal es ilusión. Si consultamos el término “verdad” en el diccionario de la RAE, entre sus significados, nos gustaría resaltar el siguiente: “Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna”.

Diremos pues que una cosa es real, es verdad, cuando no cambia.

Entonces, la pregunta, qué debemos hacernos es: el mundo, ¿es real o una ilusión?

Veamos qué nos aporta el Libro de Ejercicios sobre esta cuestión.

¿Qué es el mundo?

"El mundo es una percepción falsa. Nació de un error, y no ha abandonado su fuente. Persistirá mientras se siga abrigando el pensamiento que le dio vida. Cuando el pensamiento de separa­ción haya sido sustituido por uno de verdadero perdón, el mundo se verá de una manera completamente distinta; de una manera, que conduce a la verdad en la que el mundo no puede sino desaparecer junto con todos sus errores. Ahora su fuente ha desaparecido, al igual que sus efectos" (L.pII.3.1:1-5).

"El mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios. Es el símbolo del miedo. Mas ¿qué es el miedo sino la ausencia de amor? El mundo, por lo tanto, se fabricó con la intención de que fuese un lugar en el que Dios no pudiese entrar y en el que Su Hijo pudiese estar separado de Él. Esa fue la cuna de la percep­ción, pues el conocimiento no podría haber sido la causa de pen­samientos tan descabellados. Mas los ojos engañan, y los oídos oyen falsedades. Ahora es muy posible cometer errores porque se ha perdido la certeza" (L.pII.3.2:1-7).

"Y para sustituirla nacieron los mecanismos de la ilusión, que ahora van en pos de lo que se les ha encomendado buscar. Su finalidad es servir el propósito para el que se fabricó el mundo, de modo que diese testimonio de él y lo hiciera real. Dichos meca­nismos ven en sus ilusiones una sólida base donde existe la ver­dad y donde se mantiene aparte de las mentiras. No obstante, no informan más que de ilusiones, las cuales se mantienen separadas de la verdad" (L.pII.3.3:1-5).

"Del mismo modo en que el propósito de la vista fue alejarte de la verdad, puede asimismo tener otro propósito. Todo sonido se convierte en la llamada de Dios, y Aquel a quien Dios designó como el Salvador del mundo puede conferirle a toda percepción un nuevo propósito. Sigue Su Luz, y verás el mundo tal como Él lo ve. Oye sólo Su Voz en todo lo que te habla. Y deja que Él te conceda la paz y la certeza que tú desechaste, pero que el Cielo salvaguardó para ti en Él" (L.pII.3.4:1-5).

"No nos quedemos tranquilos hasta que el mundo se haya unido a nuestra nueva percepción. No nos demos por satisfechos hasta que el perdón sea total. Y no intentemos cambiar nuestra función. Tenemos que salvar al mundo. Pues nosotros que lo fabricamos tenemos que contemplarlo a través de los ojos de Cristo, de modo que aquello que se concibió para que muriese pueda ser restituido a la vida eterna" (L.pII.3.5:1-5).

"La mente que ve ilusiones piensa que éstas son reales. Existen en cuanto que son pensamientos. Sin embargo, no son reales porque la mente que piensa estos pensamientos se encuentra separada de Dios" (L.pI-99.3:2-4).

"El perdón es lo único que representa la verdad en medio de las ilusiones del mundo. El perdón ve su insustancialidad, y mira más allá de las miles de formas en que pueden presentarse. Ve las mentiras, pero no se deja engañar por ellas. No hace caso de los alaridos auto-acusadores de los pecadores enloquecidos por la culpabilidad. Los mira con ojos serenos, y simplemente les dice: "Hermano mío, lo que crees no es verdad" (L.pI-134.7:1-5).

"Las ilusiones forjan más ilusiones. Excepto una: Pues el perdón es la ilusión que constituye la res­puesta a todas las demás ilusiones" (L.pI-198.2:8-10).

"El perdón desvanece todos los demás sueños, y aunque en sí es un sueño, no da lugar a más sueños. Todas las ilusiones, salvo ésta, no pueden sino multiplicarse de mil en mil. Pero con ésta, a todas las demás les llega su fin" (L.pI-198.3:1-3).

"La verdad está exenta de ilusiones y, por lo tanto, mora dentro  del Reino. Todo lo que está fuera del Reino es ilusorio" (T-6.V.C.9:1-2).

"Las ilusiones son inversiones. Perdurarán mientras les sigamos atribuyendo valor. Todos los valores son relativos, mas todos son poderosos porque son juicios mentales. La única manera de desvanecer las ilusiones es retirando de ellas todo el valor que les hemos otorgado. Al hacer eso dejan de tener vida para nosotros porque las hemos expulsado de nuestra mente. Mientras sigamos incluyéndolas en nuestra mente estaremos infundiéndoles vida" (T-7.VII.4:1-5).

"La única manera de liberarse de las ilusiones es dejando de creer en ellas"  (T-8.VII.15:5). 

"Las ilusiones no son sino creencias en algo que no existe. Y el aparente conflicto entre la verdad y la ilusión solo puede ser resuelto separándonos de la ilusión y no de la verdad"  (T-16.III.4:9-10).

Nadie puede escapar de las ilusiones a menos que las examine, pues no examinarlas es la manera de protegerlas. No hay necesi­dad de sentirse amedrentado por ellas, pues no son peligrosas. Estamos listos para examinar más detenidamente el sistema de pensamiento del ego porque juntos disponemos de la lámpara que lo desvanecerá, y, puesto que te has dado cuenta de que no lo deseas, debes estar listo para ello. Mantengámonos muy calma­dos al hacer esto, pues lo único que estamos haciendo es bus­cando honestamente la verdad. La "dinámica" del ego será nuestra lección por algún tiempo, pues debemos primero exami­narla para poder así ver más allá de ella, ya que le has otorgado realidad. Juntos desvaneceremos calmadamente este error, y después miraremos más allá de él hacia la verdad”. (T-11.V.1:1-6)

Podemos decir, que el primer paso en el proceso de deshacer lo ilusorio es cuestionarlo. En este sentido, el milagro -la res­puesta correcta- lo corrige.

Mientras que la negación del Ser da lugar a ilusiones, la corrección del error nos libera de ellas. "El propósito de la Expiación es desvanecer las ilusiones, no considerarlas reales y luego per­donarlas" (T-13.X.6:6).

"El milagro sitúa a la realidad en el lugar que le corresponde. A la realidad le corresponde estar, únicamente en el espíritu, y el mila­gro reconoce únicamente la verdad. De este modo desvanece las ilusiones que albergamos con respecto a nosotros mismo, y nos pone en comunión con nosotros mismo y con Dios. El milagro se une a la Expiación al poner a la mente al servicio del Espíritu Santo. Así se establece la verdadera función de la mente y se corrigen sus errores, que son simplemente una falta de amor. Nuestra mente puede estar poseí­da por ilusiones, pero nuestro espíritu es eternamente libre" (T-1.IV.2:3-8).

"El amor no es una ilusión. Es un hecho. Si ha habido desilu­sión es porque realmente nunca hubo amor, sino odio, pues el odio es una ilusión y lo que puede cambiar nunca pudo ser amor" (T-16.IV.4:1-4).

"El núcleo de la ilusión de la separación reside simplemente en la fantasía de que es posible destruir el significado del amor. Y a menos que se restaure en nosotros el significado del amor, no podremos conocernos a nosotros mismo. La separa­ción no es más que la decisión de no conocernos. Todo este sistema de pensamiento es una experiencia de aprendizaje cuidadosamente urdida, diseñada para apartarnos de la verdad y conducirnos a las fantasías" (T-16.V.15:1-4).

¿Cómo llevar las fantasías ante la verdad?

Para dar respuesta a esta interesante cuestión, nos remitiremos al Capítulo 17 del Curso, dedicado al Perdón y la Relación Santa:

La traición que el Hijo de Dios cree haber cometido sólo tuvo lugar en ilusiones, y todos sus "pecados" no son sino el producto de su propia imaginación. Su realidad es eternamente inmacu­lada. El Hijo de Dios no necesita ser perdonado, sino despertado. En sus sueños se ha traicionado a sí mismo, a sus hermanos y a su Dios. Mas lo que tiene lugar en sueños no tiene lugar real­mente. Es imposible convencer al que sueña de que esto es así, pues los sueños son lo que son debido a la ilusión de que son rea­les. Sólo al despertar se libera uno completamente de ellos, pues sólo entonces resulta perfectamente evidente el hecho de que no afectaron en modo alguno la realidad y de que no la han cam­biado. Las fantasías cambian la realidad. Ese es su propósito. En realidad no lo pueden hacer, pero sí pueden hacerlo en la mente que quiere que la realidad sea diferente" (T-17.I.1:1-10).

"Tu deseo de cambiar la realidad es, por lo tanto, lo único que es temible, pues al desear que la realidad cambie crees que tu deseo se ha cumplido. En cierto sentido, esta extraña perspectiva da testimonio de tu poder. Mas cuando lo distorsionas y lo utili­zas en favor del "mal", haces también que sea algo irreal para ti. No puedes serle fiel a dos amos que te piden cosas contradicto­rias. Lo que usas en beneficio de las fantasías, se lo niegas a la verdad. Mas lo que le entregas a la verdad para que ésta lo use en tu beneficio, se encuentra a salvo de las fantasías” (T-17.I.2:1-6).

"La verdad no tiene significado dentro de lo ilusorio. El marco de referencia para entender su significado tiene que ser ella misma. Cuando tratamos de llevar la verdad ante las ilusiones, estamos tratando de hacer que las ilusiones sean reales y de conser­varlas justificando nuestra creencia en ellas. Llevar las fantasías ante la verdad, no obstante, es permitir que la verdad nos muestre que las ilusiones son irreales, lo cual nos permite entonces liberarnos de ellas" (T-17.I.5:2-5).

"No hay conexión alguna entre la verdad y las ilusiones. Esto será así eternamente, por mucho que intentemos que haya conexión entre ellas. Pero las ilusiones están siempre conectadas entre sí, tal como lo está la verdad. Tanto las ilusiones como la verdad gozan de cohesión interna y constituyen un sistema de pensa­miento completo en sí mismo, aunque totalmente desconectado del otro. Percibir esto es reconocer dónde se encuentra la separa­ción, y dónde debe subsanarse. El resultado de una idea no está nunca separado de su fuente. La idea de la separación dio lugar al cuerpo y permanece conectada a él, haciendo que éste enferme debido a la identificación de la mente con él. Creemos que estamos protegiendo al cuerpo, al ocultar esta conexión, ya que ocultarla parece mantener nuestra identificación a salvo del "ataque" de la ver­dad" (T-19.I.7:1-8).

La ilusión es un pensamiento erróneo, una decisión errónea y en este sentido me gustaría referir lo que el Curso nos enseña sobre este particular al expresar lo siguiente:

El deseo de ser especial es el gran dictador de las decisiones erróneas. He aquí la gran ilusión de lo que tú eres y de lo que tu hermano es. Y he aquí también lo que hace que se ame al cuerpo y se le considere algo que vale la pena conservar. Ser especial es una postura que requiere defensa. Las ilusiones la pueden atacar y es indudable que lo hacen. Pues aquello en lo que tu hermano se tiene que convertir para que tú puedas seguir siendo especial es una ilusión” (T.24.I.5:1-6).

Hemos dicho anteriormente, que el Hijo de Dios no necesita ser perdonado, sino despertado. Las ilusiones son sueños precisamente porque no son verdad. "El hecho de que la verdad esté ausente de todas ellas por igual es la base del milagro, lo cual quiere decir que hemos entendido que los sueños, sueños son, y que escaparnos de ellos depende, no del sueño en sí, sino de que despertemos" (T-29.IV.1:3).

El milagro establece que estamos teniendo un sueño y que su con­tenido no es real. Éste es un paso crucial a la hora de lidiar con ilusiones. Nadie tiene miedo de ellas cuando nos damos cuenta de que fuimos quien las inventamos.

¿Cómo se superan las ilusiones?

Ciertamente no mediante el uso de la fuerza o de la ira, ni oponiéndose a ellas en modo alguno. Se superan dejando simplemente que la razón te diga que las ilusiones contradicen la realidad. Las ilusiones se opo­nen a lo que no puede sino ser verdad. La oposición procede de ellas, no de la realidad. La realidad no se opone a nada. Lo que simplemente "es" no necesita defensa ni ofrece ninguna. Sólo las ilusiones necesitan defensa debido a su debilidad. Mas ¿cómo podría ser difícil recorrer el camino de la verdad cuando la debi­lidad es el único obstáculo? Tú eres el fuerte en este aparente conflicto y no necesitas ninguna defensa. Tampoco deseas nada que necesite defensa, pues cualquier cosa que necesite defensa te debilitará”.  (T-22.V.1:2-12)

Nunca te olvides de que cuando sientes surgir la necesidad de defenderte de algo es que te has identificado a ti mismo con una ilusión. Consecuentemente, crees ser débil porque estás solo. Ése es el costo de todas las ilusiones. No hay ninguna que no esté basada en la creencia de que estás separado; ninguna que no pa­rezca interponerse, densa, sólida e inamovible, entre tu hermano y tú; ni ninguna que la verdad no pueda pasar por alto felizmente y con tal facilidad, que tienes que quedar convencido de que no es nada, a pesar de lo que pensabas que era. Si perdonas a tu hermano, esto es lo que inevitablemente sucederá. Pues es tu renuen­cia a pasar por alto aquello que parece interponerse entre vosotros lo que hace que parezca impenetrable y lo que defiende la ilusión de su inamovilidad”. (T-22.V.6:1-8)

Para poner fin a este análisis quisiera compartir unos párrafos extraídos del Capítulo 16 del Texto del Curso y de la Lección 272 del Libro de Ejercicios, respectivamente. Prometo que os gustarán:

Perdónanos nuestras ilusiones, Padre, y ayúdanos a aceptar nuestra verdadera relación Contigo, en la que no hay ilusiones y en la que jamás puede infiltrarse ninguna. Nuestra santidad es la Tuya. ¿Qué puede haber en nosotros que necesite perdón si Tu perdón es perfecto? El sueño del olvido no es más que nuestra renuencia a recordar Tu perdón y Tu amor. No nos dejes caer en la tentación, pues la tentación del Hijo de Dios no es Tu Voluntad. Y déjanos recibir únicamente lo que Tú has dado, y aceptar sólo eso en las mentes que Tú creaste y que amas. Amén”. (T-16.VII.12:1-7)

“Padre, la verdad me pertenece. Mi hogar se estableció en el Cielo mediante tu voluntad y la mía. ¿Podrían contentarme los sueños? ¿Podrían brindarme felicidad las ilusiones? ¿Qué otra cosa sino Tu recuerdo podría satisfacer a Tu Hijo? No me contentaré con menos de lo que Tú me has dado. Tu Amor, por siempre dulce y sereno, me rodea y me mantiene a salvo eternamente. El Hijo de Dios no puede sino ser tal como Tú lo creaste" (L.pII-272.1:1-8).

"Hoy dejamos atrás las ilusiones. Y si oímos a la tentación lla­marnos e invitarnos a que nos entretengamos con un sueño, nos haremos a un lado y nos preguntaremos si nosotros, los Hijos de Dios, podríamos contentarnos con sueños cuando podemos ele­gir el Cielo con la misma facilidad que el infierno. Y el amor reemplazará gustosamente todo temor” (L.pII-272.2:1-2)

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 33

LECCIÓN 33

Hay otra manera de ver el mundo.

1. Lo que se intenta con la idea de hoy es que reconozcas que puedes cambiar tu percepción del mundo tanto en su aspecto externo como en el interno. 2Deben dedicarse cinco minutos completos a la sesión de práctica de por la mañana, así como a la de por la noche. 3En estas sesiones debes repetir la idea tan a menudo como te resulte cómodo, aunque es esencial que las aplicaciones no sean apresuradas. 4Alterna tu examen entre tus percepciones externas e internas, de tal forma que el cambio de unas a otras no sea abrupto.

2. Mira simplemente de pasada al mundo que percibes como externo a ti. aLuego cierra los ojos y examina tus pensamientos internos de la misma manera. 2Trata de ser igualmente desapegado con ambos, y de mantener ese desapego cuando repitas la idea en el transcurso del día.

3. Las sesiones de práctica más cortas se deben hacer tan frecuentemente como sea posible. 2La idea de hoy debe aplicarse también de inmediato, de surgir cualquier situación que te tiente a sentirte perturbado. 3En estas aplicaciones, di:

4Hay otra manera de ver esto.

4. Recuerda aplicar la idea de hoy en el momento en que notes cualquier molestia. 2Quizá sea necesario sentarte en silencio un minuto más o menos y repetir la idea para tus adentros varias veces. 3Cerrar los ojos probablemente te ayudará en este tipo de aplicación.

¿Qué me enseña esta lección?

Para aplicar esta lección, al igual que otras muchas, se nos exige estar alerta de nuestros pensamientos. Esto es así, dado que nuestra personalidad egoica nos tiene acostumbrados a dar un juicio inmediato a todo cuanto interactúa con nosotros. Sus creencias son sólidas y fortalecidas por la fuerza del hábito. Se siente seguro haciendo las cosas como siempre las ha hecho. Le supone un esfuerzo, no asumible, tener tan sólo que plantearse hacer las cosas de un modo diferente.

El miedo a lo desconocido, le lleva a cerrar puertas que nos invitan a abrirlas.

Ese estado de estar alerta, de conciencia permanente, nos permitirá decidir si optamos por aventurarnos a abrir esas puertas, hasta ahora cerradas, o dar la respuesta esperada y utilizada por tantos y tantos. En consideración a esta práctica me gustaría aportar mi experiencia, pues conozco las dificultades que muchos practicantes de las enseñanzas de UCDM manifiestan a la hora de dirigir el pensamiento.

Ya sabemos que UCDM es un curso de entrenamiento mental. Estamos tan identificados con el ego, con la mente dividida y con la visión del cuerpo y del mundo material que, nuestra vida se centra principalmente en el ejercitamiento de dicho vehículo. Podemos decir, que somos expertos en el manejo del cuerpo y mucho menos expertos en el manejo de la mente. La propia ciencia nos advierte que el porcentaje de utilización de la mente con respecto al cuerpo es muy inferior. Salvando las posibles excepciones, podemos afirmar que nuestra conciencia se enriquece con las experiencias físicas, siendo más inconsciente en el dominio de la mente.

Por lo tanto, hay que tener mucha paciencia a la hora de afrontar estas prácticas, sobre todo cuando comprobamos que nuestros pensamientos no se muestran dóciles a la voluntad y revoletean libremente en nuestra mente. 

Estamos tan acostumbrados a ir en "piloto automático", que no prestamos atención consciente a lo que está fluyendo en la mente. Pero ello, lo único que nos está indicando es que debemos tener constancia en el entrenamiento. El cuerpo adquiere musculación y destreza cuando somos persistentes en su ejercitamiento. De la misma manera, el constante entrenamiento de nuestra mente nos permitirá que un día nos demos cuenta de que la resistencia inicial ya no es tal, y no tan sólo eso, sino que somos conscientes de que ahora tenemos la facultad de dirigir nuestros pensamientos, o lo que es lo mismo, tenemos la capacidad de elegir ver las cosas de otra manera.

Siempre podemos ver el mundo de otra manera. Lo importante es conocer que ese mundo tendrá los tintes con los que nosotros lo hemos teñido.

Si en el día a día, convivimos con amor, ese amor, florecerá a nuestro alrededor en respuesta a nuestro estado mental.

Si interpretamos la vida adoptando el papel de víctimas, atraeremos experiencias en las que experimentaremos ese papel y culparemos al otro de nuestras desgracias, cuando realmente, lo único que están haciendo es recordarnos que nos estamos dirigiendo pensamientos de ataque, de rechazo, de menosprecio, de miedo, en definitiva, de falta y ausencia de amor.

Reflexionemos antes de emitir un pensamiento, pues en la medida en que lo alimentemos, este crecerá y se convertirá en una creencia, la antesala de la acción. 

Ejemplo-Guía: "Noticias de sucesos dramáticos"

Es bastante genérico el ejemplo elegido, pero no pretendo analizar los detalles de la noticia, sino el efecto que la misma causa en nosotros.

En un puro ejercicio de identificación, exento de cualquier carga emocional y de juicio crítico, la repercusión que ejerce una noticia informativa de sucesos dramáticos sobre nuestro estado anímico, sobre nuestra mente y sobre nuestra realidad física, adquiere una gran importancia, pues nos condiciona especialmente.

Todos los medios de comunicación parecen competir a la hora de informar sobre sucesos impactantes. Desde un sentido comercial, se puede argumentar que el que tenga la primicia de la noticia y la publique, tendrás más beneficios de ventas y, con ello, más beneficios económicos. Esto va parejo con un manifiesto interés por parte del ciudadano por recibir noticias de esa índole, es decir, las buenas noticias no interesan y, por lo tanto, no venden.

Por otro lado, existe una opinión muy compartida por muchos, que los lleva a pensar, que aquellos que dirigen los medios de comunicación, los que deciden qué noticias saldrán a la luz y cuál no, se han confabulado en utilizar esos medios para influenciar a las masas y lograr dirigir los gustos y aversiones de quienes la conforman. En este sentido, si interesa que el síndrome "crisis" se extienda con rapidez entre el pueblo y que le influya al ciudadano de una manera predeterminada, todos los esfuerzos se centran en difundir noticias encaminadas a mermar la estabilidad mental y emocional, es decir, a "fabricar" desde el miedo. 

Pero todos esos argumentos, pertenecen al mundo ilusorio del ego. Entrar a debatir los detalles del mismo, tan solo nos conducirá a contribuir a alimentar la emoción del miedo y la creencia en la separación.

La enseñanza de esta lección es una ventana que se abre a la esperanza. Conocer que el mundo que percibimos es la proyección de nuestra mente, y que esa percepción, al igual que el contenido de nuestra mente, la podemos cambiar, se convierte en una clara y amable invitación a dejar de desear, en primer lugar, cambiar el mundo, y, en segundo lugar, nos invita a ver las cosas de otra manera.

Muchos optan por no oír las noticias, leer prensa o ver televisión, en lo referente a noticias de sucesos que consideran negativos y que pueden influenciarle a la hora de emitir juicios. Puede ser una opción, pero hacerlo por miedo, estaríamos haciendo realidad ese miedo, con lo cual no estaríamos dándonos la oportunidad de verlo de otra manera.

Verlo de otra manera, ha de llevarnos a cambiar la creencia errónea basada en la separación y el miedo, por la creencia verdadera basada en la unión y el amor. Desde este punto de vista, una noticia de suceso dramático, nos está ofreciendo la oportunidad de reflexionar sobre la relación causa-efecto. El efecto sería el drama y la causa, los pensamientos que lo han fabricado. Esta visión nos permite comprender que todo cuanto ocurre en el nivel de los efectos, tiene un sentido profundo, que no siempre sabremos identificar pero que nos permite tomar consciencia de nuestro nivel de percepción: la errónea o la verdadera.

Nuestros sentimientos, nuestras emociones, se sensibilizarán con el drama de la noticia, pero nuestra mente no puede juzgar condenatoriamente a las personas causantes, por muy justificado que nos parezcan las causas que la han originado, pues si así lo hacemos, estaríamos viendo desde la mente separada y perpetuaríamos el error.

Podemos ofrecerle a nuestra mente, ávida en respuestas, la única pregunta que deberíamos hacer: ¿para qué? ¿Para qué ocurre lo que ocurre? Si esa pregunta se la ofrecemos al único que puede respondernos, al Espíritu Santo, a nuestra mente recta, recibiremos la respuesta y, esta respuesta, nos aportará paz.

Reflexión: Analizo mi respuesta ante las situaciones cotidianas. ¿Crees que elegir ver las cosas (dar un significado -propósito- diferente) de otra manera pudiera cambiar tu percepción de lo vivido?